viernes, 12 de marzo de 2010

Una foto en el río


Siempre me ha gustado esta foto por su naturalidad. Es muy probable que un fotógrafo se pasara por el Horno de La Calle Ronda y se ofreciese a retratar a este grupo. Quizás quisiera pagar su pan con este trabajillo, o quisiera promocionarse entre la gente del pueblo, lo que está claro es la espontaneidad de la pose, una cigarrá en la ardua tarea diaria, con ropa de faena, alguno con delantal y todos sonrientes y expectantes, cuando un retrato era una cosa extraordinaria (Quizás pueda ser de los años 40, pues mi abuelo aún se ve bastante joven y la yegua parece la misma que otra con la que se retrata veinteañero).
De fondo, el antiguo puente de piedra, sobrio y recio, agarrado al tajo del que parece nacer, sobre un río primaveral y un lecho de cantos rodados. Antes, todas las casas que daban al río tenían su bajadilla, y esta foto está tomada justo en la de la antigua panadería. El río no era ese medio lejano que es hoy, ni esa cloaca en la que se convirtió posteriormente, sino un lugar más de Setenil, un sitio al que se podía acceder con facilidad para jugar, realizar algunas tareas domésticas, soltar animales o retratarse, como es el caso de esta bonita foto.
Lejos de lo artificioso de los retratos de estudio con corbatín y pose afectada, esta foto muestra un instante en la vida diaria de unos setenileños que divertidos se dejan plasmar para la posteridad, un momento robado en la vida de nuestro Setenil de posguerra.

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