martes, 30 de agosto de 2011

Apuntes sobre la historia de Setenil (II): El cura Pedregal y la insurrección republicana

En el otoño de 1869, un grupo de hombres al mando del presbítero Pedregal y otros destacados militantes republicanos entran en Marchena y anuncian de la constitución de una Junta Revolucionaria. En el diario la Esperanza del 11 de Octubre se cubre la noticia; "Los diputados Fantoni y Caballero de la Vega, los alcaldes de Marchena y Osuna y el cura Pedregal, capitanean la insurrección"
Los sublevados ocupan aristocráticos palacios, incautan fondos municipales y cortan las líneas férreas y telegráficas. Al grito de ¡viva la República Federal! se enarbolan banderas y se hacen replicar las campanas de los pueblos por los que pasan. La insurrección se mueve por los pueblos de la comarca, parece que quieren ganar tiempo para recoger apoyos de otras facciones republicanas.
Mientras tanto las autoridades empiezan a tomar cartas en el asunto hasta que son interceptados por el Coronel Jacotot en las inmediaciones de Setenil. Así se cuenta lo sucedido en La Correspondencia de España del 14 de Octubre de 1869:
"Parte oficial de hoy sobre la insurrección republicana…"
"Andalucia.- El coronel Jaquetot, después de doce horas de marcha, batió ayer en el pueblo de Setenil (Cádiz) la facción Fantoni y Pedregal, causándoles 10 muertos, algunos heridos y 23 prisioneros, y ocupándoles una bandera, 19 caballos, bastantes armas, municiones, etc. Por su parte sólo tuvo un cabo de la guardia civil y dos soldados heridos. Terminada la acción se dirigió a Alcalá del Valle, donde se hallaba Navarrete con 50 hombres, los cuales desaparecieron al tener noticia de su movimiento…"
Pese a la derrota sufrida en Setenil, los sublevados se reorganizan en Benaoján con otras partidas republicanas de la Sierra, para ser dispersados definitivamente días después, por lo que sus líderes deben refugiarse en Gibraltar. Quedaba por tanto finiquitada la insurrección republicana en este punto de la geografía española.
Fuente; El cura Pedregal. De un olivo a otro
Para saber más:
El Sexenio Revolucionario (1869-1874)

Apuntes sobre la historia de Setenil (I): El aspecto ideológico de la conquista cristiana

Ya hemos hablado en este blog sobre los aspectos ideológicos que subyacen en la conquista del Reino de Granada; El carácter religioso de la contienda necesario para dotar a la empresa de la idea de cruzada, y el no menos necesario marchamo de reconquista, de recuperar las tierras que legítimamente les fueron usurpadas. En estos aspectos, el aparato propagandista de los Reyes Católicos actúa en consecuencia con el fin de conseguir la bula de Cruzada de la Santa Sede y la cohesión entre los combatientes cristianos; "La Guerra que nos fesimos contra los moros enemigos de nuestra santa fe católica".
La renovación de votos al apóstol Santiago y la advocación a la Encarnación de las iglesias de las plazas conquistadas, no tiene nada de aleatorio ni inocente; "López de Coca (en su tesis doctoral La Tierra de Málaga a finales del siglo XV.GRANADA 1977. P.71)propuso como hipótesis de trabajo considerar el misterio de la Encarnación, bajo cuya advocación se van a erigir las iglesias mayores de todos los lugares, como representación de la victoria de la cristiandad frente la Islán, ya que en tal misterio se centra la principal divergencia teológica entre ambas religiones; La distinta interpretación del monoteismo, pues como es sabido, los musulmanes consideran a los cristianos como politeístas"
(Ronda y su serranía en tiempos de los RR.CC. M. Acien Almansa)
En este aspecto propagandista e ideológico, la sillería del Coro de la Catedral de Toledo, iniciada en 1489, actúa en el mismo sentido.
Recoge además el citado autor un dato muy curioso; "Junto a la Encarnación, encontramos con la misma uniformidad a los dos Juanes, Santiago, fiel compañero de la reconquista, y como elemento novedoso, San Sebastián; éste supone el soldado muerto por su fe, y sólo esto bastaría para justificarlo, pero creemos que debió de existir algún móvil más próximo que, sin embargo, se nos escapa".
¿A que se refiere Acien Almansa con esta última apreciación sobre la advocación a San Sebastián? ¿Conocía el autor la leyenda del infante muerto en el sitio de Setenil, o simplemente intuye algo al respecto? ¿Tendría alguna relevancia que lo sucedido en Setenil en los albores de la guerra, de ser cierto, fuera el inicio de la advocación a san Sebastián en el resto del Reino de Granada? Yo personalmente me inclino a que algo debía saber, algo lo suficientemente verosímil como para dejarlo de soslayo en su tesis, sin que por ello comprometiese su metódico y científico trabajo. Pienso sinceramente, que Acien Almansa debió escuchar esa leyenda de transmisión oral cuando trabajó con los Archivos Históricos de Setenil.
Fuente: Ronda y su Serranía en tiempos de los Reyes Católicos. M. Acien Almansa. Málaga 1977
Para saber más:
Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación. Setenil de las Bodegas (2). Setenil Rural

viernes, 19 de agosto de 2011

Historias de verano (V): La tormenta


¿Estuvieron la semana pasada en Setenil? Si es así seguramente presenciaron las tormentas eléctricas que se han sucedido por la madrugada. Primero se veían los relámpagos por detrás de la Mata, dibujados perfectamente en el cielo iluminando la noche, bajaban poco a poco por el Puerto del Monte hasta que se plantaban en Setenil. Parecía un huracán, con un fuerte viento, muchos truenos y algo de agua, pero no mucha, aunque el día de la excursión nocturna por la Ruta de los Bandoleros cayó una buena tromba que nos empapó a todos.
Quizás se trate de un primer aviso de las tormentas de verano, esas trombas de agua que se presentan entre mediados de agosto y septiembre en un día de bochorno y que no dejan títere con cabeza. Por lo visto es un fenómeno típico de la zona mediterránea, la conocida gota fría que le llaman, un molesto pariente que se llega a visitarnos por estas fichas del estío tardío.
Todos tendremos en mente alguno de estos fenómenos, según nos tocara. Famosa es desde luego de septiembre de 1949, quizás la riada más dañina y devastadora de la que se tiene noticia por aquí, aunque sin duda anteriormente hubo otras que no tuvieron tanta repercusión mediática. Las riadas y avenidas del río a su paso por el casco urbano son un constante en la historia de Setenil.
Seguramente se acuerdan ustedes de la de 1989. La gente de Olvera la llaman la tormenta de Chiquetete, ya que andaban por ferias en ese momento y el sevillano daba un concierto que, por la tromba de agua que cayó, acabó como el rosario de la aurora.
Yo en mi vida he vista tanta agua caer y el río bajar de esa manera. Recuerdo que estaban por aquellos entonces las obras de canalización del río, así que el cauce andaba plagado de máquinas y unas gigantescas tuberías de cemento. Al medio día empezó a llover, cada vez con más fuerza hasta que una fuerte riada del color rojo de la tierra del monte empezó a bajar. El sonido dentro de las casas era atronador, un ruido que sólo aquellos que hemos vivido en las márgenes del cauce conocemos. Imaginen toneladas y toneladas de piedras alguna del tamaño de una rueda de molino, entrechocando entre sí y contra los muros y estructuras de las casas ribereñas, actuando además los tajos como una auténtica caja de resonancia.
La lluvia siguió cayendo durante toda la tarde-noche y el río estaba al nivel de algunas de las calles más bajas. El problema se acrecentaba con la posibilidad de que la maquinaria pesada para las obras del río taponara alguno de los puentes, así como la situación en la que estaban muchas casas cuyos débiles cimientos estaban al descubierto por los trabajos. A eso de las ocho de la tarde, en una extraña oscuridad, la mayoría de la gente que vivía en Las Cuevas y principio de la Calle Ronda empieza a abandonar sus viviendas en busca de zonas más altas. La casa de Catalina y Concha tenía salida a La Cantarería, una buena opción para huir si la cosa se ponía difícil, y estas buenas señoras la ofrecieron a todo aquel que lo necesitara, así que allí empezó a llegar gente de todos lados. Yo llegué a contar más de treinta personas que nos distribuimos como pudimos por las amplias habitaciones de aquella vieja vivienda.
Fue entonces cuando mi madre se percató de que en las Cuevas, quizás uno de los sitios más peligrosos para vivir en aquellos momentos, había unas señoras mayores que andarían recluidas en sus casas, así que salimos los dos en su búsqueda para recogerlas. Recuerdo que el río batallaba contra el puente de manera que el agua saltaba por encima de la barandilla. La imagen era aterradora, pero aún así pasamos y recogimos a Cándida Moreno y Serafina, que son sus pañuelitos en la cabeza y una atillo con sus escasas pertenencias se asomaban aterradas una y otra vez al río. Siempre he pensado en esta heroica acción de mi madre, máxime si me pongo en la piel de una persona que ha vivido toda su vida traumatizada por aquella riada del 49 que inundó su casa cuando era una niña.
Una vez todos a salvo, nos dispusimos a pasar aquella dantesca noche en la casa de Concha y Catalina, viendo desde la claraboya del patio la interminable sucesión de truenos y rayos que no cesaron en ningún momento. Los mayores hablaban de que se trataba de dos tormentas encontradas, una de levante y otra de poniente, y que al encontrarse a la altura de Setenil formaban ese desaguisado. Esa noche la pasamos en vela escuchando esas viejas historias que siempre se cuentan en situaciones de este tipo. Recuerdo los relámpagos dibujados en ese tétrico cielo de color cárdeno, como salido de una pintura del Bosco.
A la mañana siguiente Setenil despertaba como de una pesadilla, la gente volvía a sus casas y las autoridades empezaron a salir a ver que había pasado. En esa noche, como siempre, los setenileños se las aviaron por su cuenta, ayudándose unos a otros y ofreciendo en muchos casos sus casas a los vecinos. Cuando se dan este tipo de fenómenos y al río se le hinchan las narices, algunas familias dejan las puertas de sus casas toda la noche abiertas y con una luz encendida por si alguien ha tenido que salir huyendo de la riada.
El recuento de daños fue cuantioso, tejados destrozados, locales inundados, animales ahogados, suciedad, lodo y lo más espectacular; las enormes vigas de cemento de la canalización, desplazadas por el agua, en algunos de los casos varios kilómetros. Recuerdo que a la altura de la Parada, la riada depositó una enorme piedra de molino que hubo de ser retirada días después por una retroexcavadora y un camión.
Nunca olvidaré esta tormenta de la que hablo, aquella en la que los setenileños rememoraron durante una noche la peor de sus pesadillas colectivas.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Un setenileño en la aviación republicana

Jose Bastida Porras
Se trata de Don José Bastida Porras, nacido en Setenil el 8 de Agosto de 1911. Conocemos algo de su biografía gracias a Mexican Aviation History, blog editado por Don José Ramón Buergo Troncoso, de la Acedemia de Historia Aronaútica de México, y dedicado a los pilotos republicanos en México, "aquellos valientes caballeros, combatientes que surcaron los aires de España en defensa de un ideal y que en México encontraron el regazo protector de una nueva patria..." como el propio autor relata en la introducción.
Aprendió Don José a pilotar en el aeródromo de Tablada (Sevilla), para posteriormente graduarse como piloto militar en Alcalá de Henares. Su carrera militar, con más de 4000 horas en acciones militares, tuvieron como escenario los frentes de La Guerra Civil Española como miembro de los escuadrones republicanos de Lacalle y la Escuadrilla 26 de Grupo de caza de la EARE. Participó en diversos frentes de la guerra y se le contabilizan 11 derribos, aunque el protagonista asegura que se trata de 17.
Después de la guerra, José Bastida se exilia en Francia para pasar posteriormente en México donde desarrolla una intensa carrera como piloto civil, llegando a ser director de la Escuela de Aviación de México, la más prestigiosa academia del país.
"Don José", como le llamaban sus conocidos, debió de tratarse de todo un personaje a tenor de las anécdotas que se le atribuyen y los audaces hechos en los que participa, como esa en la que hubo de amerizar con su aparato en la mismísima playa de la Concha, ejerciendo además como un digno representante de esa estirpe de señores del aire que como si de caballeros andantes se tratase, formaban la florinata de los ejércitos, una auténtica casta de elegidos.
No cabe la menor duda de que hablamos de un hombre valiente e intrépido, un personaje que apuntar a nuestra lista de setenileños célebres.
Para saber más:
Mexican Aviation History. Don José Ramón Buergo Troncoso.
Galería de personal de la Fuerza Aérea Republicana. Memoria Republicana.
Fuente:
Asociación de Aviadores de la República.

Casas bajo las rocas, de Nicolas Muller


Los seguidores de este blog se darán cuenta de que esta fotografía ya se publicó hace más de un año, inconfundible por su naturalidad y sabor añejo. Hoy día sigo sin poder datar la fecha exacta en la que fue realizada, pero gracias a Jose Manuel Fernández y sus contínuas indagaciones podemos decir que pertenece al fotógrafo Nicolas Muller, (Hungría, 1913-Andrín, Asturias, 2000), uno de los padres de la fotografía social europea como bien se indica en el blog Mis Fotógrafos Preferidos de J.L. Cuendia.
Me parece muy importante poder realizar una catalogación de los fotógrafos que han tomado Setenil como escenario de su trabajo. En su día conocimos a Campúa, pionero del reportaje gráfico en España, al que le debemos los primeros negativos de nuestro pueblo y la primera aparición en la prensa gráfica nacional. El rondeño Miguel Martín resulta sin duda el más prólijo de todos tanto por sus famosas panorámicas como por ser fotógrafo de cabecera de generaciones de setenileños. No me gustaría olvidarme del setenileño Don Antonio Sánchez, autor de algunas de las instantáneas más pintureras y señeras de nuestras calles, así como presente en tantas ocasiones festivas.
Nos consta que muchas de las fotografías antiguas que conocemos están sin firma, así como tenemos noticia de artistas de renombre internacional que trabajaron en Setenil, como Otíz-Echagüe o Romero de Torres y cuyos trabajos pertenecen a colecciones privadas o están fuera de los catálogos más conocidos.
Estas fotografías pueden representar en algunos de los casos auténticas obras de arte dignas de ser enmarcadas, como por ejemplo esta que encabeza la entrada, aunque en la mayoría de los casos se trata de una ventana al pasado, un instante robado en la vida cotidiana de gentes que habitaron Setenil antes que nosotros.
Para saber más.
Nicolas Muller. Mis Fotógrafos Preferidos. J.L.Cuendia

Desde una terraza en la Plaza de Setenil


Preciosa foto tomada en una terraza de La Plaza donde unos niños posan serios, alguno con la risa contenida, y obedientes al fotógrafo miran al horizonte, o mejor dicho hacia la Antigua Casa Consistorial. Ignoro el año y el autor de la instantánea, aunque por la ropa y la edad de alguno de los protagonistas puede que sea de mediados de los cincuenta. La imagen se centra en el grupo de chavales, así que poco es lo que se puede ver al fondo; La parte superior del antiguo casino, la Ventosilla Alta, una bellísima panorámica de la ermita del Carmen con su plaza sin edificar, cuando aún era campo y algunas casitas blancas del inicio de la Jabonería.
La pose de los muchachos todo un poema.

domingo, 14 de agosto de 2011

Historias de verano (IV): Un lagarto en mi jardín

En primavera, mientras preparaba la tierra para el huerto salió de un boquetillo bajo un olivo un pequeño lagarto, verde y con manchitas amarillas y azules, malencarado e iracundo, no parecía de buen humor. Me miraba de reojo, contorsionó su cuerpo y con la cabeza hacia arriba empezó a gruñir y a chasquear la cola contra la hierba seca. Por momentos me dio la sensación de que sus lunares amarillos se volvían rojos, quizás fuera la ira. No es para menos, yo estaba preparando el huerto junto a su preciosa guarida junto al arroyo y con una especie de alcor donde podía tomar el sol todas las mañanas.
Seguí a lo mío y dejé de verlo, se ve que hubo de abandonar su preciado boquete en pleno paseo marítimo. Pasaron los días y decidí una ampliación del huerto más allá del olivo, así que la emprendí de nuevo zoleta en mano a preparar la tierra. Al momento mi lagarto salió de su nuevo boquete, más rojo y mosqueado que nuca. Hizo unos cuantos alardes de amenaza, yo le incité con una taramilla para ver lo que hacía y fue entonces cuando me atacó mordiendo mis sandalias. La verdad es que me dio un susto, aunque practicamente éramos conocidos.
Nuevamente, el lagartillo no tuvo más remedio que abandonar su hogar, presionado por el hombre que demandaba más tierras para sus cultivos.
Pasaron los días y el huerto empezó a madurar; Lombardas, cebollas, hinojos, zanahorias, lechugas, rúcula, perejil llenaron esa esquina junto al arroyo y el calor del incipiente verano demandaba más labra y más agua. Demasiado trajín, demasiada humedad para un animal tan territorial y celoso de su intimidad, así que definitivamente me hice a la idea de no volver a verlo.
Ya metido el verano con sus calores, andaban los niños redecilla en mano en busca de animalillos a los que molestar. Yo les había hablado algo de aquel lagarto que en la primavera andaba por mi huerto, pero salvo algunas lagartijas y unas salamandras nada parecido habían visto. Fue entonces cuando volvió a aparecer nuestro lagarto, junto a una arqueta tomando el sol sobre una piedra. Estaba mucho más grande y con un aspecto más fiero. Ante la presencia de tantos curiosos levantó la cabeza y entornó los ojos, se le veía más confiado y seguro. Insté a los niños a no molestarlo y a dejarlo tomar el sol plácidamente sobre su piedra, pero le pusieron al lado algunas moras maduras para que comiera. El reusó comer nada, al menos en nuestra presencia y siguió posando de esta guisa, tal como aparecen en las fotos.
Ahí sigue, grande y orgulloso, iniesto como una esfingue e irguiendo su cuerpo al astro rey, firmemente decidido a no dejarse arrebatar su nuevo hogar.


Dedicado a Zara, Rafa y Sami, jóvenes e intrépidos cazadores.
Fotos: Lina Villalón Marín

Para saber más:
Lagarto ocelado. Wikipedia.

jueves, 11 de agosto de 2011

La quinta del 36 en Setenil


Estos chavales de 18 ó 19 años forman parte de la quinta del 36 en Setenil. Cueto, Ordoñez y Villalón (de pie de izquierda a derecha) y Sebastián (sentado), se fotografían de traje y corbata para la talla de los quintos, una fiesta masculina que hunde sus raíces en los tiempos de las movilizaciones obligatorias de mozos para las campañas militares de la Corona, y que representa una clara reminiscencia de celebración del paso de la edad juvenil al hombre hecho y derecho.
En toda España encontramos vestigios de esta fiesta anual que venía a celebrarse por el mes de Febrero y que hoy, por no existir la mili obligatoria entre otras cosas, ha desaparecido casi en su totalidad, aunque aún perdura en algunas localidades de nuestra geografía como una fiesta donde los jóvenes del pueblo celebran su mayoría de edad, al modo de los ritos de paso de las culturas antiguas.
Era tradición en Setenil que los quintos del año acudieran al Ayuntamiento acompañados de sus padres, para una vez realizada la talla, pasearse por los bares del pueblo y beber hasta que el cuerpo aguantara. Se cuentan casos en que ese era el día en que muchos jóvenes perdían la virginidad gracias a unas señoras que montaban mancebería o lupanar a las afueras del pueblo, corriendo en la mayoría de los casos con los gastos del dispendio los padres de las criaturas.
Algunos años después, parada obligatoria de los quintos setenileños era la tasca de Picamín, en la Calle Triana, donde eran famosos los chatos de vino con tapa de pimientos con melva.
La fiesta de esta quinta fue sonada desde luego ya que duró todo un fin de semana, y los mozos acabaron rociados en pleno coma etílico por Las Calañas y Los Caños, a donde supongo yo que bajarían a beber agua fresca, para ser devueltos posteriormente a sus casas a lomos de bestias. De hecho el padre de mi abuelo se trajo a unos cuantos en una reata de mulos que tenía para el transporte de mercancías. Desde luego ¡una buena mirla!
Pocos meses después, algunos de los miembros de esta quinta se vieron inmersos en uno de los mayores fregados de la historia de España. La mayoría no fueron llamados a filas hasta bastantes meses después, dado el desbarajuste en el que se encontraba el país, aunque es seguro que la mayoría hizo la mili durante la Guerra Civil.
Para saber más:
Los quintos. Wikipedia.



lunes, 8 de agosto de 2011

Dos setenileños en los Paises Bajos



Ya hace algunos días que llegamos de los Países Bajos, aunque entre unas cosas y otras no me ha dado lugar a asomarme por las páginas de este blog. Quizás fuera el estruendoso y molesto ruido de esa megaferia del Alambique capaz de ahogar todos los sonidos de la noche en kilómetros a la redonda, puede que la falta de costumbre o lo más seguro, la pereza natural de estos calurosos días de verano, el caso es que de nuevo heme aquí por estas secas tierras cuando aún mis ojos conservan en la retina la memoria de verdes praderas, bucólicas campiñas y esos cielos grises que parecen sacados de una paleta de Rembrandt.
Que sano resulta viajar, conocer otras gentes otros parajes, ver cuanto de bueno y malo hay por el mundo e inevitablemente compararlo con lo nuestro. Gente educada, preciosas ciudades y pueblos de sobrio estilo e interminables praderas verdes surcadas por canales. Como amante del mundo rural, no dejo de admirarme por esos paisajes agrarios y ganaderos de los antiguos territorios de Flandes y Brabante, aunque he de reconocer que son las infraestructuras del país lo que más llaman la atención del visitante: Nada de ostentación banal y superflua, nada de colosales construcciones destinadas a alimentar la vanidad de políticos derrochadores, sólo utilidad, eficacia y sentido común.
Basta con visitar los diques y esas compuertas que son capaces de mantener el nivel del mar para evitar que media Holanda quede a merced de las mareas, para comprender esto de lo que hablo. Un auténtico monumento a la tenacidad del hombre por defender su tierra. Junto a una de esas estructuras en la provincia de Zeeland pudimos leer esta oda escrita en neerlandés antiguo; "Hier gaan over het tij de maan de wind en wij", que viene a significar algo así como que "sobre el mar y las mareas, solamente la luna, el viento y nosotros".
Ahora más que nunca estas palabras deberían servirnos de acicate para que, como si fuéramos experimentados marinos, pudiéramos capear el temporal que asoma en el horizonte. Al menos nosotros vivimos sobre una recia tierra y vemos el mar desde altas cumbres.
¡Salud amigos!