lunes, 30 de junio de 2014

Historias de verano (I): Cruces blancas en los tajos de Setenil

No tengo claro quién fue el primero que se dio cuenta. Quizás mucha gente las hubiera visto antes pero nadie se percató de lo extraño que hacían en lo alto del tajo. Las cruces desde luego llevan mucho tiempo ahí, desde siempre, pero claro, alguien tuvo que atisbar que aquello resultaba, cuanto menos, extraño.
¡Una cruz en el tajo! Gritó aquel hombre, y entonces todos empezaron a hacer fotografías con sus móviles.
Bueno, así empiezan las cosas, de la manera más simple que podamos imaginar. Luego todo siguió como ya sabemos. La voz se corre, la gente del pueblo se acerca a ver de que se trata y empiezan a circular los rumores; la clásica leyenda del tesoro escondido por los moros, que si es una cruz que conmemora algún terrible suceso (infidelidad, muerte e incesto, no falla), que si algo de apariciones y espíritus…en fin. Primero los blogs locales, el Imagina, el Numismática, el Rural, que son de lo más enteradillos, y luego la noticia corre como la pólvora por las redes sociales:
¡Aparecen misteriosas cruces en los tajos de Setenil!
De la curiosidad inicial se pasa a la rumorología más diversa no existiendo setenileño que no se pasara por esa calle y estirara el pescuezo para buscar la cruz. Los turistas ya se sabe, si ven a un grupo de paisanos mirando para arriba pues miran ellos también y fotografía al canto con selfie incluido.
La cosa se disloca y ante la relevancia del asunto, el Ayuntamiento, siempre tan atento a este tipo de cuestiones que interesan al bienestar de los vecinos, decide tomar cartas en el asunto.
Mañana de verano. La comisión en pleno, escoltada por la policía local y el perito municipal, se planta bajo las susodichas cruces.
Pues si señor, parece una cruz…
Y blanca, apunta el alcalde.
Todos asienten con la cabeza.
En la mente de alguno quizás vislumbrara la posibilidad de sacarle rendimiento a tamaño descubrimiento, un acicate turístico, ¡cruces en las cuevas! quizás una escuela taller…bueno, poquito a poco. Lo primero es lo primero. Hay que llamar a los entendidos, que para eso se les paga, y que se realice un informe previo para enviarlo a Cultura con el fin de pillar alguna subvencioncilla que haya por ahí suelta. Estas cosas funcionan así.
Dicho y hecho. Teléfono, ¡aquí y ahora! ¡ya!
¡Han llamado al Equipo D! ¿El Equipo D?  Un grupo de élite de especialistas en diversas materias cuya misión es…bueno cosas de estas, así como al estilo de Expediente X.
En cinco minutos llega una furgoneta con los cristales tintados de negro. El público se agolpa expectante; ¡El Equipo D! Han llegado los del Equipo D!
Entonces se baja de la furgoneta un hombre de mediana edad vestido a modo de explorador que sin mediar palabra se dirige hacia el lugar mismo donde está la corporación local en pleno.
¡Corten la calle! Acordonen cuatro metros en derredor del perímetro crucífero…una escalera, ¡rápido!
Un operario trae la extensible y ante la mirada de un público expectante arma los cuerpos articulados de la susodicha, retrocede unos pasos y cruza los brazos. Toda suya señor.
El técnico del Equipo D saca unos utensilios de la mochila, coge aire, mira a los ojos del alcalde y comienza ascensión. Uno, dos, cinco, nueve, catorce peldaños hasta veintitantos que es la altura máxima. Luego, como Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, brazos arriba y cuello casi en horizontal para recoger algunas muestras. Metro para medir la longitud del fenómeno y finalmente fotografías desde diferentes perspectivas. Descenso, con cuidado de no caer que la altura es considerable, hasta el salto final a metro y medio del suelo.
¿Alguna consideración inicial? prorrumpe el excelentísimo munícipe.
Aún es pronto para asegurar nada. Necesitamos analizar las muestras obtenidas, pero nos atrevemos a pensar que hablamos de una datación aproximada de entre mil a mil quinientos años, posiblemente del periodo medieval o quizás anterior, de tipología religiosa o incluso mágica. Algún asentamiento cristiano previo al 711, sin descartar un origen mozárabe. Se han encontrado inscripciones de procedencia templaría en algunas iglesias castellanas ubicadas en cañones fluviales como este que nos alberga, aunque quizás y no lo descarto, se podría hablar de inscripciones rúnicas de origen escandinavo. Rus, mayus…todos lo miran perplejos… vikingos, para que todos nos entendamos, cuyo radio de acción hacia el siglo IX de nuestra era comprendía ciertas áreas del Mediterráneo occidental e incluso el Valle del Guadalquivir, quedando determinadas zonas de la Serranía de Ronda a mano de hipotéticas depredaciones.
El público que se agolpa entorno al técnico no puede dar crédito a lo que oyen sus oídos; ¡Templarios, vikingos símbolos mágicos!
Entonces el alcalde le echa la mano sobre el hombro al técnico y se lo lleva a parte.
Bueno, bueno, ante todo precaución…templarios, ¿eso tiene algo que ver con la inquisición?
No jefe, nada que ver. Hablamos de monjes guerreros que montaban monasterios para guardar caminos y parajes para defender a los files en sus peregrinaciones a lugares santos. Quizás por aquí hubiera algún lugar sagrado...
Para, para…¿y lo de los vikingos? No se, pero suena algo violento e incluso racista, y lo de los monjes me parece algo inverosímil, además, una cruz, una cruz no veo yo tan clara. Son más bien cuatro bolas. Ya sabes que Setenil es un lugar multicultural y una cruz aquí en un sitio tan turístico…
Claro, claro señor alcalde, balbucea el técnico. Quizás, prosigue el eminente político, unas inscripciones musulmanas en todo caso.
¿Unas suras del Corán por ejemplo jefe?
Claro, claro, a eso me refería, unas suras, como los moros estuvieron tanto tiempo aquí en el pueblo.
Dejemé pensarlo, Sr alcalde, ya sabe como son estas cosas.
Claro, hijo mío, claro, piénsatelo, pero calladito con lo de los vikingos y mucho menos con lo de los monjes y los templarios, que Setenil es un centro multicultural. Que no se te olvide.
El técnico le comenta al oído algo al alcalde, recoge sus cosas y se marcha tan rápido como llegó. Tele Alcalá termina el reportaje pasando de un panorámico de la calle a  un zoon de la cruz en toda regla. De libro, vamos.
La delegación municipal se reúne en corro, alguna consigna y dos palmadas. Bueno señores, el espectáculo ha terminado. En breves días tendrán cumplida noticia del asunto en la gacetilla local previo a un informe técnico emitido por los especialistas.
La multitud se dispersa en grupos que charlan animadamente del asunto.
La cosa permanece candente por unas semanas. Calderón pasó un día y dejó caer de soslayo algo de los extraterrestres y el fin del mundo, hasta que la cosa fue perdiendo paulatinamente interés.
A las pocas semanas aparece la gacetilla local, pulcra y aseada, con el membrete municipal del escudo y el yugo en el centro.
En portada y con letras mayúsculas se hace referencia al asunto de las cruces: "Inscripciones musulmanas en las Cuevas del Sol. Otro hallazgo del Equipo D." y una imagen del alcalde dirigiendo los trabajos con las inscripciones de fondo.
El texto, largo y barroco, insufrible por más señas, hablaba de los pormenores del descubrimiento, fruto por supuesto de una ardua labor multidisciplinar de investigación. En principio y resumiendo mucho, venía a decir el artículo que si en un primer momento se barajó la hipótesis de que las señales vinieran a representar algunas suras del Corán que señalaran el lugar de enterramiento de algún santón musulmán en lo que antaño fuera un morabito, al final se señaló como cierta la hipótesis de que se trataba de caracteres árabes que conmemoraban la victoria de un caudillo musulmán sobre tropas enemigas, quizás y muy posiblemente una victoria de las tropas del emir Abd al Rahman sobre los invasores normandos, los mayus, cuando las tropas setenileñas cabalgaron junto a las huestes del gran Musa ibn Qasi y del eunuco Nasar. Se deja caer además la posibilidad de que en el mismo partido de Setenil se sucedieran refriegas entre avezados jinetes serranos y los mayus que ascendieron Guadalete arriba hasta sus mismas fuentes.
Divaga el técnico del Equipo D en esta y otras hipótesis señalando que “las disputas constantes entre peninsulares del norte y peninsulares del sur aceraron de tal manera el talante y el espíritu de estos guerreros que consiguieron derrotar a los mismos normandos que tenían por aquellos tiempos aterrorizados a los pueblos atlánticos de Europa.”
Al final solución de concenso; para recalcar la multiculturalidad de nuestro pueblo, inscripciones musulmanas, y para contentar al técnico del Equipo D lo de los vikingos, que ya llevaba unos años dándole vueltas a la historieta y no sabía dónde colarla. En definitiva, nada de cruces que eso ya no se lleva y queda muy carca y muy de derechas, y la cosa ahora va por lo de la multiculturalidad, que por ahí si que pueden llover las ayudas. Ahora si se puede ir pensando en subvenciones, escuelas taller y cosas de esas. De un plumazo, maniobra política de altura…es que el que vale, vale.
Bueno, en eso quedó la cosa…vikingos, batallitas, jinetes musulmanes…¡que historia! Al final llegó el verano y todo se fue diluyendo. Nada como tres meses de sopor y calor para anestesiar la mente.
El Carmen, La Feria, fue una de esas mañanas de poniente en las que los abuelos aprovechan para estirar las piernas con la fresquita cuando llegó Rafael que, apoyado en su bastón, se plantó debajo de la cruz. Después de unos instantes mirando al tajo se dirige al grupo que tomábamos el fresco en la albarrá y nos dice;
Era mi hermano un niño de unos dieciséis años cuando hizo eso. Todos nos quedamos perplejos. Estábamos en la cochera de Ortíz y al muchacho no se le ocurre otra cosa que lanzar al tajo cuatro peyaitas de yeso con tan buen tino que hizo una cruz. Aún recuerdo como se reía…pobrecillo.
Rafael permanece unos instantes en silencio mirando la cruz del tajo, luego nos sonríe y reanuda su marcha oscilante al compás de una pierna mala y ese bastón de madera que le ayuda en sus andares.
¡Cuatro peyaitas de yeso! Ni tesoros, ni templarios, ni vikingos ni moros…a tomar por culo el cantarito. Y ahora ¿que hacemos? ¿Se comunica a las autoridades lo del hermano de Rafael o seguimos para adelante con lo de la inscripciones árabes? ¿La verdad prosaica de la broma de un adolescente hace sesenta años o un eslabón más en la multiculturalidad de Setenil? No sabe uno que es lo mejor para el pueblo, máxime cuando se comenta que ya se han tramitado los primeros papeles para la pesca de unas ayudas de la Junta. Dinerito fresco ahora que está la cosa tan mala y lo que es más importante, votos, que ya están las municipales a la vuelta de la esquina…Sólo espero que no le ocurra ningún accidente al bueno de Rafael, que los talibanes de la multiculturalidad no se andan con chiquitas.

Nota; Las misteriosas formas existen y son fácilmente visibles en las Cuevas del Sol, siendo real el origen que les atribuye Rafael V. Los demás hechos que se relatan así como los personajes que aparecen en este cuentecillo son pura ficción. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Dedicado a los políticos visionarios que ven algo donde en realidad no hay nada y luego son incapaces de ver lo que las demás personas distinguen con claridad.