martes, 29 de marzo de 2011

En El Chorrero (II)

De el chorrero
El Chorrero es una finca particular plantada de olivos situada en el término de Setenil, concretamente a unos 2 kilómetros aproximadamente de su casco urbano.
Se llega a ella a través de la carretera comarcal a Torre Alháquime, justo en el puente que está frente a las Canchas, en el tramo final de los Escarpes del Río Trejo.
Se trata de un espacio abrupto donde los tajos y farallones dominan todo el encuadre, a modo de cañón por donde discurre el agua. Junto al río tenemos vegetación de ribera, con chopos y mimbres, y subiendo las laderas encontramos encinas y sobre todo olivos viejos.
El espacio que describimos en esta entrada es la subida desde la carretera a las cuevas que hay en la parte superior, justo bajo El Tejarejo, que es de donde viene el agua que cae por la chorrera, quizás el lugar más pintoresco no sólo por lo excepcional de las rocas oradadas en el tajo en forma de cuevas y pasadizos, sino por la panorámica general que tenemos del lugar desde esa posición. Pequeños senderos hollados por los rebaños de cabras van marcando el recorrido.
Se trata de un lugar de extraña belleza, donde la naturaleza a tallado enigmáticas formaciones en la piedra caliza, y donde la maleza, poco apoco, se adueña del entorno.

De el chorrero

De el chorrero

De el chorrero

De el chorrero

De el chorrero

De el chorrero

De el chorrero

De el chorrero

De el chorrero

De el chorrero

De el chorrero

De el chorrero

De el chorrero

De el chorrero

De el chorrero



lunes, 28 de marzo de 2011

En El Chorrero (I)



Estas dos imágenes corresponden al Chorrero, tomadas justo detrás del mismo chorro que cae desde el Tejarejo. Estamos a escasos dos kilómetros de Setenil, al final de los Escarpes del Río Trejo.
La verdad es que para mi ha sido toda una sorpresa encontrar un sitio tan bello y singular.
En breve publicaremos un reportaje de la ruta.
¡Salud!


A las puertas de La Campiña


Una solitaria higuera sobre una loma donde verdean los trigales. Esta fotogénica imagen está a pocos kilómetros de Setenil, cerca del cruce de la Venta de Leches, y se trata de una de las instantáneas más fotografiadas por los visitantes que llegan por la Carretera de El Gastor. Representa en todo caso la melancólica belleza de La Campiña; Solitarios páramos despoblados y desarbolados, donde alguna encina, unos almendros o una higuera como en este caso, se atreven a romper la monotonía de las tierras de labor.

viernes, 25 de marzo de 2011

Una anésdota de la idiosingracia de los setenileños

Al hilo de lo que hablábamos el otro día sobre el proceso de homogenización de la semana santa andaluza, fomentada sobre todo desde los medios de comunicación autonómicos, se me viene a la cabeza una anécdota que ocurrió hace algunos años, cuando el programa de Canal Sur Andalucía Directo se pasó por Setenil para retransmitir algunos momentos de Viernes Santo. Andábamos nosotros llevando la Soledad que va con Padre Jesús, cuando se nos presenta un reportero y un cámara. Ya en la puerta de San Benito nos puso en aviso de que nos acompañaría parte del trayecto, y que debíamos permanecer en estricto silencio. La televisión, como en los partidos de fútbol, sería la que mandaría en los tiempos. El trono tira para delante, cuando ya en las primeras levantás empiezan a hacernos observaciones; Que si no paréis ahora, que si poneros más juntos, que si unas preguntitas en plena galipochá...bueno un coñazo. En una de las paradas, se pone el reportero a entrevistarnos; ¡Qué chicos! ¿cómo váis?, ¿Qué sentís? Tirandillo, regular, le contestábamos nosotros. Seguramente el hombre buscaba unas respuestas más explícitas, más intensas quizás, algo así como que vamos cansados, pero la alegría de verla a ella (La Virgen) nos da fuerzas y otras ñoñerías por el estilo. El caso, es que el reportero viendo que ninguno de la cuadrilla se rompía la camisa dando vivas a la Virgen ni demostraba su exaltación cofrade, se llega a Alfonso, uno de los que estaba más pendiente de la cámara y le pregunta: ¿Cómo te sientes? Bien, bien le responde ¿Estás cansado? Bueno, un poquito Y el otro, viendo que se quedaba sin entrevista y que tiene que sacarle las palabras con dificultad, insiste; Y... ¿no os releváis? a ti lo que te gusta es sacarla y meterla ¿no? Y Alfonso, no se si de coña o en serio, le responde: Hombre claro, meterla y sacarla, y cuanto más mejor. Toda la cuadrilla delantera de la Virgen estalló en una sonora carcajada ante la perplejidad del público que se agolpaba en la calle. El reportero no volvió a preguntarnos ni a incordiarnos durante el resto de la procesión.

Y sigue soplando el solano

Metódico e implacable, sigue zumbando el solano por este rinconcito de la provincia de Cádiz, que ya llevamos cerca de una semana dale que te pego. Este aire de levante es el mismo que arrasa los campos en verano, cuando ya están agostados por el calor, y ahora recién entrada la primavera, se muestra seco, cansino e igual de desagradable.
La tierra, verde y húmeda después de las últimas lluvias, aparece ahora apelmazada y dura, mientras las fuentes, los caños y los chorros, por un extraño mecanismo físico, echan el agua fuera con más intensidad, como si en las mismas entrañas de la tierra se apretara el terreno como una esponja para soltar el líquido. Así, las babosas y los caracoles, que hace unos días se mostraban felices y radiantes en pleno esplendor en la hierba, han desaparecido del campo como por arte de magia, seguramente enterrados para refugiarse del viento.
El solano, después de tantos días, cansa, te hace permanecer en casa protegido de su inapelable combate. Nada su puede hacer; Levanta polvaredas que ensucian el ambiente e irritan los ojos, tira las macetas al suelo, quema las plantas, aburre a las personas y nos pone de un ánimo huraño y taciturno.
Debería salir un decreto que prohibiera las campañas electorales durante el solano o levante, un decreto que dijera algo así; Durante el periodo que dure el viento de solano, quedan prohibidas todas las manifestaciones y declaraciones de tipo político, bajo pena de arresto y multa de... La campaña se reanudará cuando remita este desagradable meteoro. Esta prohibición también debería afectar a otras actuaciones del ámbito doméstico; Quedan prohibidas así mismo la toma de decisiones importantes, los tratos de más de quinientos €uros etc hasta que no remita... y por supuesto las guerras, algunos programas de televisión y cosas de esas. Seguro que se trataría de una medida positiva.
¡Salud!

jueves, 24 de marzo de 2011

Algunas apreciaciones sobre la Semana Santa de Setenil


Leí hace unos días la columna de un renombrado periodista sevillano donde decía que sólo los catetos dicen penitente en vez de nazareno, refiriéndose a la persona que en Semana Santa se planta su capirote en la cabeza y sale en procesión con su hermandad. En un primer momento me planteé escribir al periódico para denunciar esta, a mi juicio, falta de respeto a los pueblos, pero luego me tranquilicé, pensé en lo inútil de mi intención y que incluso podría caer fulminado por la afilada pluma de este florido y relamido periodista con ínfulas quevedianas.
Quedó mi indignación en eso, un calentamiento momentáneo, que dijo el hombre una verdad como un templo, pues sólo en los pueblos se dice penitente, quedando el vocablo nazareno para la capital del reino hispalense. Para nosotros, nazareno se escribe con “N” mayúscula pues así llamamos a Cristo con la cruz en andas, Padre Jesús Nazareno, para que todos nos entendamos.
Otra cosa es que nos llamara catetos, un adjetivo que quizás tenga cierto aire despectivo, pero que a fuerza de ser usado queda perfectamente admitido e incluso ostentado con orgullo por nosotros los pueblerinos.
Me dio por pensar entonces en aquellas cosas que durante la Semana Santa tanto nos diferencian a los pequeños núcleos rurales de las grandes capitales; Vocablos, como este del que hablamos, tradiciones, formas de hacer las cosas, de representarlas y de vivirlas.
Desde hace años circula el dicho de que Setenil en Semana Santa es la Sevilla chica, cuando, bajo mi punto de vista, en muy poco se parecen ambas fiestas y por supuesto no deja de suponer una comparación que sólo nos puede ocasionar disgustos y malentendidos, en tanto en cuanto un visitante venga a Setenil a ver algo con lo que después no se va a encontrar, pudiendo por ello sentirse estafado.
Aquí no sólo llamamos penitentes a los que realizan la estación de penitencia y dejamos Nazareno para Cristo con la cruz a cuestas, sino que decimos Hermandad en vez de cofradía, tal como aparecen en los esos libros con varios siglos de antigüedad que, gracias a Dios, aún se conservan en nuestros archivos. Hermandad, de hermanos, me parece un término muy bonito. También hablamos de trono en vez de paso, que mirado así por encima resulta mucho más visual y representativo, pues ¿no parece que llevamos a las imágenes como en un asiento ricamente ornamentado?
Luego hay otras muchas cosas que nos diferencian, quizás la más notable sea la forma de portar estos tronos, pues mientras en Sevilla los llevan con el morrillo en Setenil los llevamos a hombros, así que de ninguna manera los setenileños seríamos costaleros. Puede que hombre de trono o portador, como se dice en Málaga sea más correcto, pero en Setenil no conozco ninguna palabra de nos identifique para esta función, como mucho se dice voy con la virgen o llevo al Señor, pero bueno, son formas de hablar.
Siempre me ha hecho gracia las chanzas de algunos sobre este portar los tronos a hombros, en parihuela [esparigüela. Sic], creo que le dicen, y ya me gustaría a mí verlos subiendo o bajado los pechos de la Plaza o La Cantarería, con un trono que pesa varios miles de kilos, por piernas, y les aseguro que hay momentos en los que se pasa realmente mal. En Setenil no hay otra manera de llevar un trono. Se lleva sobre los hombros o no se lleva, tal como lo hacían nuestros abuelos, cuando buscaban ese traje que sólo servía para ocasiones muy especiales y acompañaban al Señor. Aquí no había posibles para pagar costaleros profesionales o estibadores como en las capitales, eran los propios hermanos los que sacaban los tronos a la calle. Otra diferencia. Esto vale también para los que presumen de tronos grandes como barcos, en comparación con los nuestros, donde lo llevamos entre veinticuatro personas. Un trono más grande sería inviable en Setenil por la sencilla razón de que no cabría, además, trono más grande equivale a más gente portándolo y mayor reparto del peso.
Corre el peligro la Semana Santa andaluza de morir por su propio éxito, por su propia descontextualización como si sólo se tratase de un evento de carácter turístico. Se corre el peligro además de que las semanas santas de Sevilla y ahora también la de Málaga, acaben por deglutir a las de los pueblos pequeños, en una especie de homogenización generalizada en las formas de hacer las cosas, fomentada quizás desde los medios de comunicación autonómicos. Sin menospreciar lo bueno y grandioso que hay en las fiestas más famosas y relumbradas, cometeríamos entonces el error de pensar que aquello que viene de las capitales es mejor que lo nuestro, de pensar que no se hacen las cosas correctamente, y eso sería el final de la nuestra. Se perderían entonces todas las peculiaridades y particularidades que hay en la Semana Santa Andaluza, todos los matices que pueblo a pueblo le confieren un carácter único. Se perderían tradiciones, costumbres, arcaicismos que se pudieron perder en las ciudades hace mucho tiempo, pero que aún se conservan en pueblos como el nuestro. Hablo de la rivalidad entre hermandades, la guerra de las bandas, que pese a lo que muchos creen hunde sus raíces en el tiempo. Hablo de la particular terminología, la forma de llevar los tronos, el desfile de mantillas, la fiesta, las casas abiertas para agasajar a los amigos durante la procesión, pedir para la hermandad por la calle, el desenfado y la falta de teatralidad barroca de otros lugares y todos aquellos pequeños detalles que hacen de nuestra Semana Santa algo único. La Semana Grande de Setenil no tiene nada que ver con las de Málaga o Sevilla. No debiera pretender imitarlas pues ni podría ni la harían mejor, y no debemos envidiarla ni sentirnos acomplejados por lo de catetos.
En los libros, viejos y añejos testigos del pasado, viene todo: Fechas, nombres, datos, cuentas, testimonios, referencias, curiosidades, fedatarios en definitiva de una tradición tan antigua como el propio pueblo. El Setenil cristiano, ese que conquistaron los reyes católicos, y la Semana Santa han caminado juntos desde hace más de quinientos años. No podemos permitirnos el lujo de peder nuestra identidad por corrientes homogenizadores con el falso mito de que todo es lo mismo pero más grande o más pequeño, cuando en realidad se debería hablar de que todo es diferente, y en eso estriba su grandeza. Lo otro, la apatía o la trasnochada aversión en aras de una falsa modernidad, también muy antiguas, por cierto, es harina de otro costal y quizás sean mucho más difíciles de analizar, pues entran dentro de la libertad individual de las personas.

lunes, 21 de marzo de 2011

A un paso de la Semana Santa

Corren los días por esta Cuaresma de comparsas y chirigotas, periodo entre lunas que nos lleva del invierno a la primavera como un viaje en el tiempo.
Ya los días son más largos, que se queda el sol en el Tejarejo que si me meto que si no me meto, y veo yo a la gente más alegre y festiva, que esto de la luz viene a subirnos los ánimos después de tanta agua y tanto día gris.
No hace unas horas que se bajaron del tablao los últimos chirigoteros y aún se ven los disfraces sin recoger en las sillas del salón, o careados por la calle o por el río, según acabara la noche, cuando ya en la barra de un bar hubo alguna porfía; que si negros que si blancos, que si pitos y si flautas nunca mejor dicho, que este año prepararos que os pasamos por la piedra, con la crisis que tenemos encima... Bueno, esto es así, que le vamos a hacer. La Semana Santa en Setenil es como ese amigo al que ves de tarde en tarde; No te acuerdas de él en todo en año pero cuando lo tienes delante no quieres que se vuelva a ir.
Y el caso es que hay gente que no para, que llevan todo el año trabajando y haciendo cositas para su hermandad, y son estos los que cuentan los meses, las semanas, los días. Serán los mismos que ya el miércoles Santo estarán tristes porque cuando aún no ha empezado notan como todo acaba. ¡Ay! Ese contradictorio sentimiento del Domingo de Resurrección, cuando la última de las bandas de música abandona Setenil por Las Cuevas. Que desconsuelo el silencio y vacío de las calles en esa noche cuando aún resuena en nuestros oídos el eco del redoblar de los tambores.
Por eso los ves trabajar durante todo el año en silencio, con paciencia, pero deseando contarte aquello que han hecho o que han preparado para poder lucirlo el día señalado. Son los que viven la Semana Santa con el nerviosismo de un debut, como si fueran niños. Te transmiten su ilusión, como si para ellos todo el año fuera primavera y nosotros, quizás aún en pleno invierno, les miramos indiferentes, extrañados, perplejos de su alegría...¿Qué dices que habéis comprado?
Nada les decepciona, que allá siguen, y si ayer fueron a Málaga hoy van a Sevilla, que han estado en el taller de Paquiri y han visto un estandarte, o un bacalao o el manto de la virgen, y este año estrenamos un candelabro, o el dorado del trono, y verás cuando entre la banda ¡se cae el pueblo!... y yo sigo como si aún estuviera en Enero, que me parece que vivo en un pueblo diferente, un pueblo, el suyo, donde siempre es primavera y la Semana Santa está a la vuelta de la esquina.


Un paseo matutino por Setenil

Va Juan por la Jabonería a su ritmo, que no es malo cuando uno piensa que ya hace algunos años que pasó de los ochenta. Como todos los días va al pueblo a comprar el pan y si le sobra algo se tomará un café en Las Cuevas, la rutina de un hombre sencillo.
Aún hace fresco por las mañanas y el relente del río hace subir una bruma húmeda a la calle, por eso Juan le da dos vueltas a esa bufanda que más bien parece un sayo y se ciñe la mascota hasta el entrecejo, aunque en el cielo ya despunta majestuoso un sol que hoy domingo calentará de lo lindo.
Va Juan con su bastón tanteando el camino, que ya sus pequeños ojos no son los de antaño, y va apartando bolsas de basura y botellas de plástico y cristal, que parece que se ha roto una papelera, pero no, parece mucha porquería, quizás se haya volcado un contenedor y los perros la hayan esparcido por la calle. Más basura, más plástico, más cristales rotos en la calle, mientras que el río se asemeja a un estercolero todo lleno de ropajes, bidones, cajas etc. Allí, entre la hierba, parece que hay una persona muerta. ¡No! Gracias a Dios; se trata de un muñeco de tamaño real.
Pero ¿Qué diantre ha pasado aquí? Pregunta Juan en el bar. Es que ayer fueron los carnavales y la juventud andaba de fiesta, le responde un conocido, y Juan, que de chico se tuvo que poner a trabajar con su padre porque en casa no había posibles, que en su ya cansada memoria no hay recuerdos de juegos ni fiesta, sólo de aparejar la mulilla para salir al campo, de azada en la huerta y hocino en la siega, del frío de enero y la calima de agosto, piensa en la suerte de esta juventud de ahora. Cuanto le gustaría haber vivido en estos años para ser un chaval como ellos e ir destrozándolo todo y tirando la porquería a la calle sin nadie que le reprendiera ni nada por el estilo. ¡A tu aire! ¡A tu libre albedrío! Relata en voz alta zarandeando el bastón.
¡Que injusta es la vida! Piensa Juan mientras regresa a su casa sorteando la basura por las calles.

viernes, 18 de marzo de 2011

La última luna llena del invierno

Luna llena en el Quejigal
La luna sale por detrás de Los Cortinales

La podremos ver este fin de semana inmensa en el cielo, como no se veía desde 1983 según dicen las crónicas. Una súper luna que se paseará por un decorado libre de nubes si nos atenemos a las predicciones meteorológicas.
Por una conjunción astronómica, la última luna llena del invierno será especial y se darán fenómenos naturales relacionados sobre todo con las mareas. En la bajamar, el agua retrocederá y dejará las rocas y arenas desnudas, siendo posible, por ejemplo, acceder a pie a islas o bancos de arena cercanos a la costa.
Aquí, en la sierra, tan lejos de las aguas del mar, nos tendremos que contentar con admirar la luna en el cielo, deslumbrados en plena noche por una luz que engañará a las plantas con la ilusión de la próxima primavera. Pensaremos entonces que para la próxima luna llena ya será Jueves Santo.

Luna llena en San Benito

viernes, 11 de marzo de 2011

Una historia de carnavales en Setenil



Quiso un día el espíritu de un antiguo hidalgo que lo fue en la Muy Noble Villa de Setenil de las Bodegas, aparecerse por el mundo y andar por su patria natal, aunque sin dar mucho la nota, ya que siempre fue hombre discreto y de costumbres moderadas.
Aconsejaron a buen hidalgo otros fantasmas de igual condición, que como el mundo había cambiado mucho desde sus días, si quería volver sin llamar la atención por lo que en vida fueron sus lugares, habría de hacerlo por los meses de febrero o marzo en fecha de máscaras y carnavales, que es cuando anda el personal de fiesta, con estrafalarios vestidos y sin mucha disposición a indagar en la facha de las gentes.
Así lo hizo Don Sebastián de Quijada, que es cómo se llamaba nuestro curioso personaje, pensando que los modernos aún celebrarían fiestas galanas y bailes populares como antaño y que no le vendría mal algo de alegría y diversión por unas horas. Así pues, como le habían sugerido, se presentó un día en una oscura y lóbrega calle de Setenil llamada de La Cantarería, que desde siempre tuvo la fama de lugar donde se aparecían los difuntos. Vestía el hidalgo a la usanza de su época, que quedaba allá por el reinado del Rey Don Carlos Tercero que Dios tenga en gloria, con sombrero de tres picos, casaca, chupa interior y calzones. Distinguido pero sobrio, como corresponde a la hidalguía rural, y donde sólo la capa y la espada denotaban su condición principal.
Se encontró Don Sebastián nada más llegar con que de La Cantarería habían arrancado el empedrado y la habían dejado desnuda con la tierra pelada, y lo primero que pensó es que los tiempos corrían para atrás, que buen trabajo costó por sus entonces pavimentar algunas calles para que ahora lucieran como las veredas del campo. Fue bajando buscando las luces y se dio cuenta de que lo que él creía retroceso se trataba en realidad de que el lugar estaba en obras, pues el camino seguía compacto y limpio de arena y piedras.
Siguió el aparecido la senda que marcaban las luminarias por la calle del molino, que si ya en sus entonces tenía algunas casas levantadas y dispuestas a ambas márgenes del río junto al puente del Camino a Ronda, muy rica le pareció en comparación con sus tiempos, que más parecía una vía principal que carril de paso y trabajo.
Como bien le dijeron sus compañeros, andaba el pueblo en fiestas de máscaras y todo le pareció como si fuera la hora del medio día, pese a que las estrellas tintineaban en el oscuro cielo. Por las calles desfilaba la muchedumbre grotescamente vestida, algunos iban al modo morisco, con turbantes y chilabas, mozos como si mujerzuelas fueran y jovencitas en ropas menores que no observaban ningún pudor en mostrar sus carnes. Monstruos y seres abominables que como salidos del infierno, deambulaban por las calles cantando en estridente asonía, sin guardar ni respeto ni compostura, que todo parecía aquel saqueo de Roma que se cuenta en los libros.
No olvidó Don Sebastián, agenciarse un grotesco antifaz con el que esperaba no desentonar en las fiestas, pero comprobó que nadie reparaba en su porte ni atuendo, que cada uno iba como le daba la gana, y así de esa guisa curioseaba de aquí para allá por lo que antaño fuera su pueblo. Llegó Don Sebastián al portal de una casa llena de luces donde había especial jolgorio y aglomeración de gentes y siguiendo su natural curiosidad, se acerca a unos que esperan en la puerta y comprueba que llevan estrafalarios vestidos y que dan gritos y parecen estar beodos como quintos en Navidad. Los ve entrar por grupos en los sótanos de la casa con alfombra roja donde un hombre negro como un tizón y vestido de sarraceno les abre la puerta. Mujeres de raros ropajes y tapadas de máscaras le tiran de las barbas mientras danzan a su alrededor como en un aquelarre y cómo pensara el hidalgo que seguramente se trataba de brujas, echa mano de su espada y les grita:
"Fuera de mi vera, malditas arpías, hijas de Satanás, si no queréis conocer la furia de mi acero".
A lo que las brujas gritan al unísono:
"¡Bravo! ¡Bravo! Tipo, tipo,tipo..."
Finalmente, entre risas y bailes, dejan el asunto las brujas y bajan ellas también a aquellos sótanos, mientras Don Sebastián, desconcertado, sigue para adelante, huyendo de ese lugar diabólico donde pensaría que los discípulos de Belcebú llevarían a cabo sus ritos y ofrendas.
No ocultaba nuestro hidalgo el disgusto que le producía no encontrar a nadie que se mostrara sereno y cordial con quien entablar conversación y conocer de primera mano los usos y costumbres de aquellos años, hasta que sentados en un portal vio a unos señores que parecían de la época de sus abuelos, que lucían como castellanos viejos con jubón, capa y espada. A ellos se acercó, pues de las gentes que llevaba vistas, aquellos eran los únicos que le dieron cierta confianza.
-Sepan vuestras mercedes, que ando algo perdido pues soy forastero en el lugar. ¿Podrían ustedes indicarme por donde puedo llegar a La Villa y encontrar una posada?
Los mozos, que andaban tragando por la boca humos blancos como si fueran corsarios de indias, sendas reverencias con sombrero en mano le hicieron a nuestro hidalgo, y muy cortésmente le indicaron el camino.
- Sepa el señor, que en Setenil estamos de fiestas y estarán las posadas llenas, aunque por probar que no quede, ¿Quiere usted una caladita?
Y nuestro hidalgo tragó aquel humo que olía a candela de cisco y retama y todo le pareció que le daba vueltas como si andara en carroza.
- Con dios queden vuestras mercedes, les replica Don Sebastián, que sigo yo mi camino pecho arriba.
- Con Dios quede usted, le respondieron aquellos mancebos tragadores de humo que vestían a la manera de los Austrias, mientras repetían las reverencias.
Siguió paseando este antiguo setenileño por los lugares que tantas veces recorriera en su vida, que todo le daba vueltas en la cabeza como si hubiera echado el día en el trillo, arrepentido quizás de la ocurrencia de bajar por su antigua morada, que aquello no parecía ni su casa ni su pueblo, ni aquellas eran ya sus gentes, que aquello parecía las Sodoma y Gomorra de las escrituras, con tanto borracho ensuciando por las calles, donde los hombres se ponían trajes de mujer y las mujeres vestían como brujas, que hasta los curas y monjas se comportaban como hechizados, y se bebía como ya he dicho, que no había mesura en aquel lugar y algunos, con los ojos cómo si los hubieran dejado una noche en salmuera, tragaban humo en los portales de las casas que parecían chimeneas, y que todo era un sin dios donde no parecía haber ni orden ni control. Encontró en su camino otros lugares donde la gente bailaba e ingería extraños bebedizos, subió hasta la plaza, bajo el Tajo Lizón, donde oyó música y tambores y unos hombres vestidos de rojo con cuernos y rabo voceaban en lo alto de una tarima mientras tocaban unos pitos de horrible sonido, y pese a que no se entendía nada, pensó Don Sebastián que debía de gustarles mucho a aquellas gentes pues los escuchan serios y expectantes como si estuvieran en misa de domingo, que parecían estar todos como embrujados o poseídos.
Llegó el hidalgo hasta la puerta de la noble casa que le viera nacer, o por lo menos eso creyó, porque era como si se la hubieran llevado y puesto otra en su lugar, así que se le cogió una congoja en la garganta y no quiso seguir para La Villa, fuera ser que esas almas hechizadas hubieran echado abajo los mismísimos muros de La Iglesia de la Encarnación donde él se bautizara hacía tantos siglos y donde estaban enterrados sus huesos y los de sus antepasados. Así que, con una mano en la espada y otra en su sombrero, echose a correr entre aquellas gentes con la capa al viento, mientras maldecía a viva voz;"¡Malandrines, bellacos, hijos de siete padres. Ahí os quedáis!" Cogió bajo el puente por el Callejón y cuando llegó a los Caños, volvió al lugar de donde había venido.
Pensó entonces Don Sebastián de Quijada que quizás debiera elegir otro momento para presentarse por la villa que le viera nacer, unas fechas que no fueran las de máscaras y carnavales, donde parecía que las mismas puertas del infierno se hubieran abierto para dar la noche libre a todo demonio y bruja casquivana que morara por aquellos lugares.
Mozos como si mujerzuelas fueran
y parecen estar beodos como quintos en Navidad
Aquello parecía la Sodoma y Gomorra de las escrituras
La gente bailaba e ingería extraños bebedizos
Desfilaba la muchedumbre grotescamente vestida

Nota: Esta historia es pura ficción y los personajes son inventados. Todo parecido con la realidad es pura coincidencia. El autor

jueves, 10 de marzo de 2011

Concurso de dibujo sobre el cernícalo primilla

Dibujo extraído del Boletín Digital de SEO-BirdLife
Estas son las bases para el concurso de dibujo sobre el cernícalo primilla, organizado por SEO- Birdlife y la Junta de Andalucía, destinado a alumnos de primaria.
Un buen motivo para animar a los más pequeños a conocer nuestra ave emblemática, esa que anida en el campanario de la iglesia y sobrevuela los cielos de Setenil, como en esa litografía del siglo XVIII, donde se ve una bandada de calices sobre el torreón de La Villa.
Buen momento también para reivindicar el onomatopéyico término "calí", con el que los setenileños denominamos al cernícalo, algo auténticamente nuestro.

Concurso de Dibujo sobre el Cernícalo Primilla

Organizado por el Grupo Local SEO-Córdoba con la colaboración de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía

Está destinado a los más pequeños, alumnos de:
-5º y 6º de Primaria.
-1º y 2º de la ESO.

Fecha límite de recepción de los trabajos: 1 de abril de 2011.

Para poder participar es necesario rellenar el Formulario de participacióny enviar los trabajos a la dirección postal que aparece en las normas o bien aseo_cordoba@yahoo.es

La entrega de premios se realizará el día 5 de Junio de 2011, coincidiendo con la celebración del Día Mundial de Medio Ambiente.

PREMIOS:

Primer Premio: Impresión del dibujo ganador en aproximadamente 2.000 bolsas reutilizables para la compra + Prismáticos + Guía de Campo de Aves + Camiseta del "Proyecto Primlla".

Segundo Premio: Guía de Campo + Camiseta del "Proyecto Primlla".

Tercer Premio: Camiseta del "Proyecto Primilla".

Para saber más:

Revista Seobirlife

Calices sobrevolando el torreón de La Villa

miércoles, 9 de marzo de 2011

Vísperas de primavera


Tristeza de gotas en los cristales, monótono musiqueo de canalones y bajantes para el final de este desapacible invierno que no parece querer abandonarnos, que nos tiene aletargados y acobardados en nuestros refugios como niños asustados, y sin embargo todo es un sueño efímero del que en breve nos sacará la luz y el color de la incipiente primavera.
Pronto llegarán los días soleados, los prolongados atardeceres, los árboles retoñarán y los campos se cuajarán de trigos y amapolas, y empezarán los pájaros a criar para llenar el aire con sus cantos y quereles, y veremos cómo nos cambia el cuerpo, cómo nos entra una energía nueva y diferente, y querremos salir y pasear, y un día se engalanan las calles, se blanquean las fachadas y se nos cogerá un pellizco en la garganta al oír esos músicos que ensayan a los lejos y entonces nos daremos cuenta de que pronto, muy pronto, quizás para dentro de dos lunas llenas, veremos las primeras bandas entrando en Setenil por Las Cuevas del Sol y las calles se llenarán de música y flores para celebrar nuestra fiesta grande, aunque hoy, en esta tarde de invierno, aún nos parezca muy lejano.
Miércoles de Ceniza; Vísperas de Semana Santa, vísperas de primavera.

lunes, 7 de marzo de 2011

El último Rey del Bosque


Alza el viejo nogal sus ramas al cielo, nervudas y secas como brazos implorantes. Desde lejos se oye un crujir rechinante de madera inerte, con cada ráfaga de aire caen al suelo manojos descarnados de astillas, y del recio tronco, amarilleado por la podredumbre, se desprenden trozos de una áspera corteza horadada por larvas de insectos. En una rama, aquella que da al levante, apuntan las yemas de las metidas de la próxima primavera, quizás la última del viejo rey.
Lejos quedan aquellos días en las que este nogal convertía en sombra todo lo que abarcaban sus verdes ramas, que cuajaba el suelo de las prietas nueces que todos los años recogían los niños. Más lejos quedan aún los días en que aquello era un bosque donde los nogales competían con las encinas por hacerse con cada porción de tierra, donde el agua manaba de las mismas piedras y donde la maleza pujaba por llegar a las puertas de Setenil.
Juglans Regia, el rey de la selva que lo llamaron los antiguos, se muere delante de nuestros ojos. Quizás sean los tórridos y secos veranos que se prolongan en el tiempo más de lo acostumbrado, puede que se trate de los templados inviernos que no matan las plagas de hongos que lo carcomen por dentro, el caso es que este nogal cada año se muestra más desvencijado y vencido, mientras que las manchas de su tronca evidencian la enfermedad que le sube desde las mismas entrañas de la tierra.
La gente que pasa junto al camino se para a mirarlo: “ese nogal ya sólo sirve para hacerlo madera” Dicen algunos, y puede que no les falte razón, que tenga leña para un invierno por lo menos.
Desde el arroyo lo veo mecido por el viento. Una bandada de estorninos pasa sobre su copa y se van posando uno a uno, luego una pareja de turcas y quizás algún calí. Parece que el simple peso de un gorrión echará al suelo esas ramas secas y sin vida, pero no, ahí siguen, nervudas como sarmientos de viña, vástagos muertos como los esqueletos de antiguos animales.
Puede que esta sea su última primavera, que un caluroso verano y un invierno seco terminen por acabar con su larga vida y esa rama que aún reverdece no vuelva a meter. Quizás entonces pensaré en hacerlo leña, desguazar esa enorme tronca en tocones que calienten las largas noches de invierno, no lo se, pero tendré que plantearme que ya nunca más volverán las aves a posarse en sus ramas, ya no tendrán asidero donde descansar palomas, calices ni bandadas de zorzales. Ya nunca podré admirar su majestuoso porte recortado en el verde oscuro de la sierra ni me haré ilusiones con esa última metida que apunta a la cercana primavera. Ya no será el centinela del camino que tantas gentes vio pasar a su vera, y que dio sombra al esforzado labrador que dejaba por un momento el arado para descansar bajo sus ramas, testigo mudo de las sosegadas vidas de antaño.
Tendré que hacerme a la idea entonces de que el último rey del bosque, definitivamente vencido, arde en el hueco de la chimenea.







Nota: El Diccionario Geográfico Ilustrado de 1883, nos proporciona otro dato curioso: Setenil goza de grandes y copiosos nogales. ¿dónde estaban esos nogales? En la Provincia de Cádiz, hace veinte años, sólo quedaban 1850 nogales sin cortar. ¿Cuántos de esos nogales eran los supervivientes de Setenil?
Setenil de las Bodegas. Hermanos De Las Cuevas

viernes, 4 de marzo de 2011

¿En las faenas del campo?


Una paradita en la dura faena. ¿Una pose para la foto? Quizás, pero lo más seguro es que estos jóvenes estubieran arando de verdad: Los mulos bien aparejados, el arado de hierro en posición, las ropas de trabajo (incluso con manchas de tierra), las alpargatas del campo, la tierra abierta formando surcos entre los olivos. Todo parece indicar que estaban arando cuando se les insta para posar, aunque el hecho de que uno de ellos no sea agricultor me hace dudar.



Estas chicas parecen que posan delante de la cámara antes de salir a cosechar, pero...la verdad, no creo que salieran a la Campiña hoz en mano de esta guisa. Parece como si se hubieran disfrazado para una fiesta o incluso para los carnavales, ahora que estamos en fechas.
Bonitas fotos, desde luego, y muy rurales.

martes, 1 de marzo de 2011

Cuevas de San Román

Cuevas de San Román. Año 1927

Cuevas de San Román. Año 1927

Siempre he pensado que estas panorámicas de Setenil de finales de los años veinte son del fotógrafo rondeño Miguel Martín, aunque he de reconocer que no lo tengo del todo claro. El caso es que gracias a fotos como estas tenemos hoy día un buen reportaje de nuestro pueblo en las primeras décadas del siglo XX.
Es de suponer el fuerte impacto que provocaría en el viajero la imagen de este espacio tan singular, así como de aquellos que vieran estas postales ya reveladas. Es ahora, con casi cien años y no deja de sorprendernos la visión casi lunar de este cañón horadado en la roca por el Arroyo Martín, bajo cuyos tajos se distribuyen esas casillas semitroglodíticas encastradas en el tajo, como en el decorado cartón piedra de una película de ciencia-ficción.
Bajo mi punto de vista, se trata de algunas de las imágenes más impactantes de Setenil.

El Almendral desde El Alambique



En una tarde primaveral, quizás algún día de fiesta o un paseo por el campo, este grupo de jóvenes posa desde la subida a la finca de El Alambique y nos regalan una imagen de la zona en los años sesenta.
Tras el grupo, un decorado de chopos, aún desnudos, en el río, el enorme puente de la carretera a Ronda y una perspectiva inédita de El Almendral sin edificar, sólo encinas y campo, una pequeña porción de la enorme dehesa que se asomaba a Setenil por aquellos entonces.
Para los protagonistas y sus familiares estas fotos pueden tener un enorme valor sentimental, mientras que para los demás significan una visión más de un Setenil antiguo que ya sólo podemos conocer por imágenes como esta.