miércoles, 10 de diciembre de 2014

Setenil con Miguel, ¿Un final feliz? (2)

Rosario Ordóñez, con su hijo Miguel. A la izquierda, la comunicación oficial del Ayuntamiento de Setenil en la que se le deniega la instalación de un elevador en su vivienda. Rosario Ordóñez, con su hijo Miguel. A la izquierda, la comunicación oficial del Ayuntamiento de Setenil en la que se le deniega la instalación de un elevador en su viviendaDetalle del proyecto del elevador presentado al Ayuntamiento de Setenil. La estructura desmontable que aparece en el centro iría por el exterior de la vivienda, en el comienzo del ensanche de esta amplia calle. La estructura de la casa hace muy complicada y costosa la instalación de un ascensor interior. Detalle del proyecto del elevador presentado al Ayuntamiento de Setenil. La estructura desmontable que aparece en el centro iría por el exterior de la vivienda, en el comienzo del ensanche de esta amplia calle. La estructura de la casa hace muy complicada y costosa la instalación de un ascensor interior.
MIRIAM RUIZ ORDÓÑEZ
miriam
      Con esta carta abierta me quiero dirigir en nombre de mi familia a todos los vecinos de Setenil que nos han ayudado en nuestro empeño de colocar un elevador exterior para facilitar la movilidad de mi hermano Miguel. No sólo para mostrar de nuevo nuestro agradecimiento, sino también para informar de la situación actual del proyecto, que ha sufrido un vuelco en la última semana. Hace tan sólo unos días, Miguel regresaba del Hospital de Ronda después de 21 días ingresado por una grave crisis respiratoria que nos hizo temer por su salud. Cuando apenas nos hemos recuperado del susto médico, la alegría del alta hospitalaria se ha visto empañada por la nueva barrera a la que nos tenemos que enfrentar: una barrera burocrática.
Hace tres años que mi madre, con la colaboración de muchísimos vecinos y asociaciones, comenzó la recogida de tapones para recaudar los fondos que requiere la instalación de un ascensor que facilite la movilidad de mi hermano. La celebración del Festival “Setenil con Miguel”, al que se sumaron prácticamente todos los vecinos, comercios, colectivos, hermandades, partidos políticos y el Ayuntamiento, aceleró este objetivo. Se logró una recaudación de 16.900 euros, una cantidad con la que se puede cubrir la instalación del elevador exterior, que es una simple estructura desmontable de un metro y medio de diámetro que iría en el ensanche de nuestra calle (Reyes Católicos, nº 24), justo en el punto desde donde se hizo la salida de la Marcha solidaria, que recordarán todos los que estuvieron allí.
Tras valorar dos proyectos, iniciamos durante el verano la tramitación formal de la obra, que desde el Ayuntamiento de Setenil se ha derivado al Servicio de Asistencia Municipal de Olvera. Este organismo nos acaba de comunicar que deniega el permiso de la obra por ocupación de la vía pública “para uso privativo”. Nuestra sorpresa ha sido mayúscula, porque se trata de un sencillo proyecto “de quita y pon” conocido por todos, que intenta salvar una barrera física para una persona discapacitada, que no ocupa ni un tercio del espacio de cualquiera de los coches aparcados en esta misma vía, que requiere menos sitio que un velador o un kiosco.
Sabemos que esta denegación es sólo una barrera burocrática y que está en manos del Ayuntamiento de Setenil la solución administrativa. Le vamos a solicitar al alcalde, Cristóbal Rivera, una cesión temporal de ese mínimo espacio de la vía pública. Éste es un recurso habitual de la Administración para dar salida a los problemas burocráticos. La familia se compromete a quitar ese elevador cuando no sea necesario. El tiempo apremia y cada día que pasa se hace más urgente una solución. Ya hemos vencido los principales obstáculos, que eran los económicos. La familia se mantiene firme en su propósito de instalar este elevador exterior, que es la solución más razonable. Esta misma semana, el Gobierno andaluz ha aprobado la nueva Ley de los Derechos y la Atención a las personas con Discapacidad, en la que cambia el enfoque asistencial de la anterior normativa de 1999 por otro que prima los derechos de los discapacitados. Mi familia confía en la sensibilidad de las instituciones para que ese caudal de solidaridad que fue “Setenil con Miguel” tenga un final feliz y rápido, y espera que en las próximas semanas sea una realidad el elevador por el que venimos luchando desde hace años y que ha contado con el respaldo de todo el pueblo. Muchas gracias a todos. Pronto os informaremos del resultado final de nuestras gestiones.

Aspecto que presentaba la calle Reyes Católicos este último fin de semana. Al fondo a la izquierda, la vivienda de Rosario Ordóñez. La amplitud de la calle permite, como se observa en la imagen, aparcar coches a ambos lados del recorrido. Aspecto que presentaba la calle Reyes Católicos este último fin de semana. Al fondo a la izquierda, la vivienda de Rosario Ordóñez. La amplitud de la calle permite, como se observa en la imagen, aparcar coches a ambos lados del recorrido Carta del Ayuntamiento de Setenil a Rosario Ordóñez.
Carta del Ayuntamiento de Setenil a Rosario Ordóñez, mediante la cual se remite el informe al SAM de Olvera

Pincha aquí para leer la respuesta completa del Ayuntamento de Setenil

Programa definitivo de las actividades del Festival Solidario "Setenil con Miguel", el 8 y 9 de marzo Programa definitivo de las actividades del Festival Solidario "Setenil con Miguel", el 8 y 9 de marzo

Festival Solidario "Setenil con MIguel" Festival Solidario "Setenil con MIguelCamiseta oficial donada por la selección española para el Festival Solidario "Setenil con Miguel". Está firmada por todos los jugadores y el seleccionador, Vicente del Bosque, con dedicatoria especial del capitán Iker Casillas: "Para mi amigo Miguel, para Setenil, con cariño". Camiseta oficial donada por la selección española para el Festival Solidario "Setenil con Miguel". Está firmada por todos los jugadores y el seleccionador, Vicente del Bosque, con dedicatoria especial del capitán Iker Casillas: "Para mi amigo Miguel, para Setenil, con cariño
Esta misma semana, el Gobierno andaluz ha aprobado la nueva Ley de los Derechos y la Atención a las personas con Discapacidad, en la que cambia el enfoque asistencial de la anterior normativa de 1999 por otro que prima los derechos de los discapacitados.

Más información en

Orgullo de Setenil: Miguel tendrá su ascensor

La inolvidable gala de Danza Mobile en Setenil

La selección española dona una camiseta para Miguel, para Setenil


viernes, 5 de diciembre de 2014

“Setenil con Miguel”, ¿un final feliz? (Por Mirian Ruiz)



Rosario Ordóñez, con su hijo Miguel. A la izquierda, la comunicación oficial del Ayuntamiento de Setenil en la que se le deniega la instalación de un elevador en su vivienda.
Detalle del proyecto del elevador presentado al Ayuntamiento de Setenil. La estructura desmontable que aparece en el centro iría por el exterior de la vivienda, en el comienzo del ensanche de esta amplia calle. La estructura de la casa hace muy complicada y costosa la instalación de un ascensor interior.

Con esta carta abierta me quiero dirigir en nombre de mi familia a todos los vecinos de Setenil que nos han ayudado en nuestro empeño de colocar un elevador exterior para facilitar la movilidad de mi hermano Miguel. No sólo para mostrar de nuevo nuestro agradecimiento, sino también para informar de la situación actual del proyecto, que ha sufrido un vuelco en la última semana. Hace tan sólo unos días, Miguel regresaba del Hospital de Ronda después de 21 días ingresado por una grave crisis respiratoria que nos hizo temer por su salud. Cuando apenas nos hemos recuperado del susto médico, la alegría del alta hospitalaria se ha visto empañada por la nueva barrera a la que nos tenemos que enfrentar: una barrera burocrática.
Hace tres años que mi madre, con la colaboración de muchísimos vecinos y asociaciones, comenzó la recogida de tapones para recaudar los fondos que requiere la instalación de un ascensor que facilite la movilidad de mi hermano. La celebración del Festival “Setenil con Miguel”, al que se sumaron prácticamente todos los vecinos, comercios, colectivos, hermandades, partidos políticos y el Ayuntamiento, aceleró este objetivo. Se logró una recaudación de 16.900 euros, una cantidad con la que se puede cubrir la instalación del elevador exterior, que es una simple estructura desmontable de un metro y medio de diámetro que iría en el ensanche de nuestra calle (Reyes Católicos, nº 24), justo en el punto desde donde se hizo la salida de la Marcha solidaria, que recordarán todos los que estuvieron allí.
Tras valorar dos proyectos, iniciamos durante el verano la tramitación formal de la obra, que desde el Ayuntamiento de Setenil se ha derivado al Servicio de Asistencia Municipal de Olvera. Este organismo nos acaba de comunicar que deniega el permiso de la obra por ocupación de la vía pública “para uso privativo”. Nuestra sorpresa ha sido mayúscula, porque se trata de un sencillo proyecto “de quita y pon” conocido por todos, que intenta salvar una barrera física para una persona discapacitada, que no ocupa ni un tercio del espacio de cualquiera de los coches aparcados en esta misma vía, que requiere menos sitio que un velador o un kiosco. 
Aspecto que presentaba la calle Reyes Católicos este último fin de semana. Al fondo a la izquierda, la vivienda de Rosario Ordóñez. La amplitud de la calle permite, como se observa en la imagen, aparcar coches a ambos lados del recorrido.
 
Sabemos que esta denegación es sólo una barrera burocrática y que está en manos del Ayuntamiento de Setenil la solución administrativa. Le vamos a solicitar al alcalde, Cristóbal Rivera, una cesión temporal de ese mínimo espacio de la vía pública. Éste es un recurso habitual de la Administración para dar salida a los problemas burocráticos. La familia se compromete a quitar ese elevador cuando no sea necesario. El tiempo apremia y cada día que pasa se hace más urgente una solución. Ya hemos vencido los principales obstáculos, que eran los económicos. La familia se mantiene firme en su propósito de instalar este elevador exterior, que es la solución más razonable. Esta misma semana, el Gobierno andaluz ha aprobado la nueva Ley de los Derechos y la Atención a las personas con Discapacidad, en la que cambia el enfoque asistencial de la anterior normativa de 1999 por otro que prima los derechos de los discapacitados. Mi familia confía en la sensibilidad de las instituciones para que ese caudal de solidaridad que fue “Setenil con Miguel” tenga un final feliz y rápido, y espera que en las próximas semanas sea una realidad el elevador por el que venimos luchando desde hace años y que ha contado con el respaldo de todo el pueblo.
Muchas gracias a todos. Pronto os informaremos del resultado final de nuestras gestiones.

Mirian Ruiz Ordóñez

sábado, 1 de noviembre de 2014

Historias desde el otro lado. (Especial Fiestas de Todos los Santos y Difuntos . Reedición)


Vivo en un barrio de Setenil que queda lejos del pueblo, aunque está situado en la parte más alta y antigua. Es tranquilo y soleado y un muro blanco de piedra rodea todo el recinto. Las calles son rectas, las parcelas ordenadas y los jardines siempre lucen arreglados y llenos de flores. Una bonita cancela de hierro sirve de portal de entrada.
Queda este barrio como digo lejos del pueblo, junto a una vieja ermita medieval y rodeado de olivos que retuercen sus troncas en la tierra pedregosa. No se podía haber elegido un lugar más adecuado para construir la urbanización.
Los vecinos van llegando poco a poco y se instalan solos o junto a familiares que ya viven aquí, aunque el primer día vienen acompañados de mucha gente que se despide de ellos como si nunca más los volvieran a ver. Luego quizás se acercan de visita, traen regalos, flores generalmente, conversan con ellos un ratito, pasean, visitan a otros vecinos y se marchan. Pese a todo el barrio es tranquilo, muy tranquilo. Sólo la cotidiana actividad del señor de mantenimiento, con sus trapicheos y sus cosas, quebranta el silencio de nuestra vecindad.
En este barrio hay pocas fiestas, pero tenemos una muy sonada. A principios de Noviembre, en pleno otoño, el barrio se llena de gente que viene a visitar a sus familiares con flores, muchas flores que adornan las fachadas de nuestras pequeñas casas. Se dan misas, se pasea por las rectas avenidas, se conversa, se ríe y a veces se llora. Para estas fechas incluso vienen personas que están fuera de Setenil, algunos llegan en taxi, pero es muy común ver a los hijos que traen a señoras mayores. Es un día muy alegre que viene a romper la monotonía de los días en el barrio. Luego, tal como han venido se van, dejando las calles llenas de papeles, plásticos y toneladas de flores que se pudrirán al sol durante los próximos días.
Algunos vecinos del pueblo se quejan de que después de nuestra fiesta, cuando corre el viento de poniente, baja un desagradable olor a flores putrefactas y nos echan la culpa a los que vivimos aquí, pero nosotros no tenemos la culpa, nadie nos ha preguntado si queremos estos regalos o no. Por lo pronto, a mí siempre me ha gustado el vino, ¿porqué no me traen un par de botellitas? Tinto o blanco, me da igual, o una guitarra a la señora de arriba, que tan bien la tocaba cuando moza. El vecino del ático sin embargo adora a las mujeres y durante esta fiesta es la persona más feliz del mundo, pues junto a su puerta pasan chicas de toda condición; muchas señoras mayores, algunas estupendas, muchachitas veinteañeras, rubias y morenas, en fin, que mi vecino vive estos dos días con mucha alegría y espera la fiesta durante todo el año con suma expectación. Siempre fue un Donjuán.
En nuestro barrio también hay clases; la mayoría vivimos en pequeños adosados, pero luego hay mansiones donde viven familias enteras, que aunque al principio parecen un poco estirados en realidad tienen buen trato y la relación es amigable. De hecho, personas que cuando vivían en el pueblo eran enemigos irreconciliables y se llegaron a hacer cosas terribles, al mudarse dejaron atrás sus rencillas para convivir en paz y armonía. Bueno, ¿Qué decir lo de un matrimonio que se odiaba sobremanera y ahora no se separan ni a sol ni a sombra? Algo especial tendrá este sitio pienso yo.
Supongo que si eres de Setenil conocerás el camino, si no es así, sólo tienes que mirar a la parte más alta del pueblo, por donde el Peñón de los Enamorados, y localizar unos cipreses negros que con su punta parecen señalar al cielo azul. Son altísimos y se ven casi desde cualquier punto. Por estas fechas dan unas bolitas que al secarse parecen pequeñas carabelas que cogen los niños para jugar.
Llevo ya algunos años en este lugar, me gusta, es tranquilo, tiene buenas vistas, vecinos agradables y no hay problemas de aparcamiento, no me quejo, pero en los días de fiesta, cuando desde nuestras casas se oye la música y el jolgorio de la gente de abajo, no dejo de acordarme de cuando vivía en el pueblo, cuando era un niño que corría por las calles jugando al fútbol o a palos, cuando de muchacho perseguía a las niñas con los amigos, cuando me enamoré, cuando disfrutaba en Semana Santa o la Romería, ¡ah! tomar una cerveza en las Cuevas durante las tardes de verano, en fin, qué decirles. Es entonces, en estos momentos que me da por recordar, cuando me invade una nostalgia infinita y echo de menos mi viejo barrio, mi antigua calle con sus problemas de aparcamiento, el ruido y a mi gente... ¡Cuánto añoro a mi gente! ...y es que en el fondo soy un sentimental.

Dedicado a todos los amigos y paisanos que nos han dejado este año.

Enlace: Historias desde el otro lado. (Especial Fiestas de Todos los Santos y Difuntos)
Setenil Rural. 26 de Octubre de 2010
Dibujos: El Bueno de Cuttlas. Por Calpurnio.

 



lunes, 6 de octubre de 2014

Domingo; In memoriam



A la memoria de Domingo, un hombre bueno que tenía un bar en la Calle Ronda.

"Ancá" Domingo: Un bar de Setenil. (Reedición. 26 de abril de 2010)
La era de la informática, el boom electrónico de los ochenta estaba aquí. Domingo, antiguo propietario del Casino de Setenil abre su bar en la Calle Ronda, y en una salita que daba al río planta la primera sala de videojuegos del lugar, con cinco o seis maquinitas que si bien entonces eran lo máximo, hoy son capaces de hacerle saltar a uno las lágrimas de pura nostalgia. Hablo del “comecocos”, “los marcianitos”, “el frontón” y otras reliquias que forman parte con derecho propio del salón de la fama del entretenimiento.
Pronto este nuevo asunto nos fue quitando tiempo de nuestras correrías campestres, para alivio del bicherío local, y términos como “game over” e “inser coint” comenzaron a formar parte de nuestro vocabulario.
El bar de viejos de Domingo se fue llenando de niños de todo el pueblo que no sólo acudían a echarse unos jueguecillos, sino también a reunirse y pasar el rato en compañía de niños de otros barrios. Domingo incluso compró un cartel donde ponía: “Bar mis niños”, que pronto fue roto de una pedrada por alguna de esas adorables criaturitas a las que tanto quería. Nada le importaba esto al bueno de Domingo, como tampoco que le robaran chucherías y polos de la nevera, ni que le quitaran la llave de las máquinas, le hicieran una copia, buscaran el mecanismo de dar partidas y se regalaran cien jugadas del tirón. Nada de esto le importaba, aunque según me confesó no hace mucho algo sospechaba, y sabía incluso de quien podía tratarse, aunque nunca quiso denunciar el caso y mucho menos prohibirle la entrada a nadie.
-¡Bah! Eran niños traviesillos, pero nada más.La verdad es que éramos malos, quizás porque nuestro anfitrión era más bueno de la cuenta.
Eran pocos los que le echaban monedas a las máquinas, pues al tener las llaves, las partidas salían gratis. Recuerdo como algunos tenían tanto vicio con el "comecocos", que eran capaces de completarse todos los niveles con los ojos cerrados ya que se sabían los movimientos de memoria. Nuestro primer vicio insuperable: La ludopatía lúdica, sin dinero de por medio, sólo el hombre (perdón el niño) frente a la máquina.
Así pues, nuestro amigo Domingo contribuyó a que tomáramos un primer contacto con el mundo de la tecnología y a que nos relacionásemos con otros chiquillos, cumpliendo el papel de antesala de la adolescencia, ese lugar necesario para aquellos que ya no éramos tan críos.
Domingo ya está jubilado, pero hasta no hace mucho nos gustaba ir a ese viejo bar, tomarnos un café (el mejor del pueblo) y charlar de cosillas intrascendentes con el dueño. Todavía conserva la salita con alguna máquina que quizás el proveedor olvidó de retirar. El, con su finísimo sentido del humor, nos contaba algún chascarrillo y nosotros le contábamos las traperías que le hacíamos:
-pues si que erais malos joder, sí que erais malos.
Domingo, que lo ha visto todo detrás de una barra en el antiguo Casino o en su bar, atesora en su cabeza mil y una anécdotas, reales o inventadas, que forman parte de la memoria viva de Setenil.
 
Las cosas de Domingo. (Reedición8 de septiembre de 2010)
 
Local tradicional y bien ubicado, de clientela fija con propietario conocido y de trato afable, resultaba el bar de Domingo parada inevitable para aquellos que bajaban muy de vez en cuando al pueblo para una fiesta o por cualquier otro evento extraordinario, y que no perdían ocasión de tomarse un buen café y saludar a alguno de sus clientes, casi todas gentes dedicadas al campo y sus labores.
Así, en cierta ocasión, siete residentes en alguna aldea rural cercana se asomaron a Setenil para asistir a un conocido velatorio. Los hombres, apostados en la barra, serios y circunspectos se pidieron un colacao cada uno; siete colacaos para siete labradores, y dieron buena cuenta de tan nutritivo brebaje. Uno de los clientes pagó la cuenta, y acto seguido uno de sus compañeros solicitó a Domingo otros siete colacaos. El siguiente paisano, sintiéndose aludido mandó servir otra ronda y así hasta seis colacaos.
Domingo cuenta este suceso con mucha guasa, y recuerda como después de beberse seis colacaos cada uno, aún quedaba uno del grupo que no se decidía a llenar; uno chiquitito que estaba en la punta y hablaba poco. Este ya no llena. Seguro.
El buen hombre no se decidía. Nervioso y sin dejar de mirar al camarero y los vasos vacíos coge aire, levanta el dedo y pide con fuerza otros siete colacaos. Nada, que el chiquitito también llenó. Así que los siete hombres del campo, con siete colacaos cada uno en el pellejo salen del bar de Domingo. Ignoro si esto aconteció antes o después del entierro.
Lo del Tito de Arriate ronda quizás el absurdo, casi el surrealismo más absoluto cuando nos imaginamos los diálogos de estos dos personajes. El Tito era un señor vecino de Arriate, algo bebedor y malencarado, con mucha palabrería y disloque que era objeto de guasa y chanza por parte del personal. De vez en cuando se dejaba caer por Setenil, se tomaba unas copas en un par de sitios hasta que armaba la zapatiesta y era despachado cortésmente del lugar. En la puerta del bar gritaba desaforado contra el atropello y la injusticia a la que era sometido gritando; ¡¡que yo soy El Tito de Arriate, amigo del obrero valiente y enemigo del terrateniente fascista!!.
Un buen día en el que el Tito andaba con una copita de más y se dedicaba a molestar a la tranquila clientela del bar, Domingo se vio en la obligación de echarlo a la calle, que pienso yo que muy pesado se tuvo que poner el arriateño para que Domingo actuara de esa manera. El caso es que echándolo por la puerta de la Calle Ronda el borrachín vuelve a entrar al bar por la puerta de la Parada ante la extrañeza del personal. Tranquilo aunque indignado, el Tito se queja de los malos modos y el genio del dueño del bar de al lado, a lo que el bueno de Domingo le interpela: Desde luego que si, que ese hombre del bar de al lado es un malaje. Ande, entre usted en este bar que aquí le atenderemos con gusto. Muy posiblemente hasta le invitara a uno de sus famosos cafés.
De cafés buenos que decir que no sepamos todos los que los probamos, que tenían fama hasta fuera del pueblo y que eran el orgullo de Domingo; cargaditos, muy cargaditos, capaces de resucitar a un muerto, y si no que se lo pregunten al Chamusquino, que por vivir en la Campiña y carecer de vehículo, sólo se llegaba al pueblo una vez en semana y se tomaba siete cafés de un tirón, uno por el día presente y los otros seis por el resto de la semana en que no pudo tomarlos. Quizás Domingo fuera un poco exagerado, pero él contaba estos sucesos como algo normal y corriente, cosas que pasan en el día a día.
Tenía este bar un cliente asiduo muy desastrado y malhumorado, que por corto de vista vendía cupones de la Once. De vez en cuando este vendedor, alto y corpulento, también se abandonaba en brazos de Baco y liaba la marimorena en la barra, y Domingo, hombre poco dado a la violencia, cerraba las ventanas y apagaba las luces, con lo que el cuponero no podía ver nada y se quedaba desvalido como un cachorrillo. Entonces suplicaba a Domingo que encendiera las luces y le prometía que se portaría bien. Mas sabe el diablo por viejo que por diablo.
Después de algunos años, destinado en otro pueblo, el vendedor de cupones regresó a Setenil con un porte aseado y elegante, operado de la vista y de los brazos de una guapa mujer. Desahogado del lastre de las dioptrías, se llegó a saludar a su amigo con el que divertido recordaba lo mal que lo pasaba cuando le apagaba la luz y todo quedaba en tinieblas.
Dejo para otra ocasión el asunto de la máquina de pistachos, en la que intervinieron dos buenos amigos y cuya escenificación está en proceso de corrección y autorización, faltaría más. Crimen y castigo podría ser un buen título para esa entrada, pero no adelantemos acontecimientos.
Como ustedes ya habrán comprobado, el bueno de Domingo es un personaje inevitable y reiterativo de este blog, porque como ya dijimos en otras entradas, es una persona entrañable para varias generaciones de setenileños que frecuentábamos su casa. Suyas son muchas de las anécdotas más celebradas y comentadas en cualquier reunión, y en esta entrada de hoy me he propuesto contar algunas de ellas. Sirvan estas líneas de homenaje para nuestro amigo.
 
Os recomiendo que accedáis a los enlaces para leer las historias junto a los comentarios sobre Domingo de los amigos de este blog:

"Ancá"Domingo; Un bar de Setenil,  Setenil Rural. 26 de abril de 2010
 Las cosas de Domingo Setenil Rural 8 de septiembre de 2010

En este último enlace, Domingo aparece en una historia junto a otro entrañable personaje que se nos fue hace poco, Juan Solano.

La feria de la crisis. Setenil Rural. 10 de agosto de 2010

jueves, 18 de septiembre de 2014

Cumpleaños feliz

 
Bueno amigos, hoy es mi cumpleaños y he sacado del cajón una fotografía de hace unos añitos. El ceporrete que mira la tarta con aviesas intenciones soy yo.
Por cierto, en la foto no está mi hermana María José. Por ahí andaría haciendo alguna trastada.
¡Salud a todos! 
 
 

martes, 9 de septiembre de 2014

Una familia de Setenil


En la plácida tranquilidad de una noche de verano esta familia setenileña se dispone para la cena. De pie María Teresa y Filo, las dos mocitas casaderas de la casa junto a Manuel Isidro, el hermano pequeño que ya está hecho todo un tiarrón. Asomando la cabecita su primo Francisco Porras. Sentados Josefa Racero, casada con un pariente que se encuentra ausente en América, y los dueños de la casa, Isabel, con el delantal de ama de casa, y José, en el centro, cazo en mano como un cayado totémico delante del perol, el jefe del clan, la figura patriarcal que provee a la familia del sustento diario.
Posiblemente posaran antes de la cena para mandarle un recuerdo al pariente ausente o quizás para el hijo mayor que ya andaba haciendo las Europas. Luego se dispondrían todos en torno a la mesa y el padre daría gracias a Dios por los alimentos que iban a recibir.
Abajo, el río, como si lo estuviéramos viendo, el puente de piedra, la calle Triana, El Carmen y los tajos. El sonoro croar de los ramos y el eterno rodar de los cantos. Aromas a pimientos fritos y puchero ... el espacio escénico de una obra intemporal, la cadencia rítmica de sonidos inmutables, el impacto químico, nostálgico e insondable de la memoria.


Septiembre

Entra septiembre con los aires cambiados, como dudando si soplar de solano o poniente, si húmedo o seco, indeciso y vacilante, ronco y áspero a estas alturas de verano, huérfano ya de rijosas albercas y barbacoas nocturnas.
Viene septiembre para marcar un año nuevo, que el noveno mes no es más que eso, el primero de los doce, la treintena de los propósitos y la expectación de las ilusiones. Se acaban las vacaciones y los colegios abren sus puertas, el atraco anual de los cuadernillos escolares, ese derecho de pernada disfrazado de bases imponibles y porcentajes que viene a ser el IBI… En septiembre se coge la uva y la viña se vuelve granate, se ara el rastrojo, se abandonan las pueblas y se reza para que las aguas no se hagan de rogar.
Septiembre es el noveno, y sin embargo parece el primero de los doce, con sus aires revocados y sus aromas a rancio y añejo. En la madrugada puedes oler el cambio, a rocío y blandura, a pasto mojado, a fruta putrefacta. Ya los pájaros grandes abandonan el nido de sus padres dibujando acrobacias en los cielos azules y las golondrinas se alinean en los cables de para emprender al unísono su viaje africano.
Aún es verano y el sol arde implacable, pero cada mañana te levantas con la ensoñación de que en el trasunto de ese día llegará el cambio.

¡Salud amigos!

sábado, 23 de agosto de 2014

Una correspondencia muy taurina. (Reedición)




Tío y sobrino, una bonita amistad y una afición común a la fiesta nacional. No sabemos quién es el primero que le envía la foto al otro, ni siquiera si una postal responde a la otra inmediatamente. Lo más seguro es que recibida por el tío la imagen de su sobrino disfrazado de esa guisa, tocado con montera y envuelto en el capote de paseo, este rebuscaría en los cajones un antiguo retrato de cuando hizo la mili para enviársela.
Toro negro azabache, bien armado y con trapío. El pase de pecho de impecable factura. Lo cierto y seguro es que ambos son los autores y destinatarios de esta especie de disparate.
En la primera, escrita en Pamplona a una semana de iniciados los San Fermines, ¡ojo! el protagonista con pañuelo al cuello, leemos lo siguiente:

"Se prohíbe reírse, peligra la vida del artista.
El que lo coja, para él y el que lo vea que se calle.
Con mucho cariño para mi tío José Villalón
Fdo: Alonso Tornay
Pamplona a 15 de Julio de 1955"



Su tío José, que no quiere ser menos, le responde:

"En prueba de mis últimas actuaciones, te mando esta foto,
pensando en volver otro día para que aprecies el valor de tu tío.
Fdo: José Villalón Ramírez"
Con guiños de complicidad que quizás sólo ellos conocían, estos dos setenileños compartían parentesco, una entrañable amistad y, además de su afición a los toros, mucha guasa y la sangre muy gorda. ¡Dos tíos flamencos!

Nota:
Alonso Tornay era sobrino de  Isabel Tornay Mariscal, esposa de José Villalón y hermana de Diego Tornay, importante miembro de Izquierda Republicana exiliado en Colombia.
Alonso, junto con sus hermanas Mª Teresa y Conchita, se crió en La Viña Alta, la casa de sus abuelos, sin su padre, ausente después de la guerra y su madre muerta prematuramente.
La amistad entre sobrino y tío político resulta de lo más entrañable, como el propio Alonso me contaba años después de la muerte de José,  mi abuelo.

Entrada publicada el 29 de abril de 2012.

martes, 19 de agosto de 2014

Setenil en la memoria

 
Se acaba de publicar en Imagina Setenil una entrada titulada Setenil en la Memoria, un ambicioso proyecto, abierto y en permanente construcción,  donde se espera compartir con todos el inmenso caudal cultural y nostálgico que significan las imágenes del pasado.
Nunca en Setenil se había hecho algo parecido. Ya veníamos avanzando que estamos viviendo una auténtica revolución en este aspecto, no sólo por la cantidad de material que se está aportando, sino por la calidad del mismo. Hemos pasado en dos o tres años de conocer únicamente el reportaje de los años veinte de Miguel Martín, a rescatar, datar, catalogar y editar correctamente las imágenes de fotógrafos de la talla de Campúa, Romero de Torres, Ortiz Echague, Tony Keeler, Andrada, Nicollas Müller y tantos otros, sin olvidarnos de nuestro Antonio Sánchez, auténtico fedatario de la vida setenileña durante décadas.
Pera además, como decimos, hemos cambiado el objetivo, hemos reenfocado la lente y miramos el mundo nostálgico de la fotografía con otra percepción; reitero lo de paisaje y paisanaje, Setenil y sus gentes, los hombres y mujeres que habitaron nuestro pueblo, que trabajaron, sufrieron y rieron aquí, Como dice el propio Pedro Andrades, Setenil en la Memoria pretende "recoger el latido de la vida cotidiana de Setenil en los duros años de la postguerra y la dictadura que marcaron la existencia de nuestros abuelos y de nuestros padres. Años difíciles, de supervivencia, de burros por las calles y harapos sin disimulos, de calles empedradas y casas sin agua corriente, de trabajos de sol a sol… y también de alegrías, porque, al fin y al cabo, fue el tiempo que nuestros mayores recordarán siempre con la nostalgia de la juventud".
Una anécdota que me gustaría compartir con ustedes. Juana Marín Ponce es una setenileña que vive en Madrid. Hace unos meses me aseguró que tiene en su casa una caja llena de fotografías y había dejado dicho a sus familiares que cuando ella faltase se desprendieran de la misma. Ella decía que ¿Quién querría esas antiguas imágenes llenas de gente en la mayoría de los casos hoy fallecidos? Yo la disuadí de esa idea y le expliqué que esas fotografías, esas gentes que salen trabajando, bailando o simplemente posando para la cámara son la memoria viva de Setenil, son lo que tenemos hoy para conocer la vida de entonces. Esas fotografías eran muy valiosas.
Ella me ha ido pasando gran cantidad de esta colección, esta que encabeza la entrada por ejemplo, donde un grupo de trabajadores realizan labores de trilla en el Manchón de Rosas. Mulos, carretas, trillos y esos cuerpos rudos y sufridos de las gentes del campo. Casi en el centro el que fue su marido, Antonio Bastida Reina, el único que no lleva sombrero y la claridad de la tarde ilumina su rostro. Otra imagen de postal, de un espacio físico de Setenil bien conocido por las encinas de la Mata de Vargas al fondo, los aperos de trabajo y sobre todo, como un elemento consustancial al paisaje, esos hombres jornaleros y trabajadores que son la misma imagen de la dignidad de las gentes del sur.
Por eso son tan importantes estas imágenes, porque nos hablan de un mundo de trabajo y esfuerzo, lejos de tópicos manidos y clichés impuestos.
Setenil en la memoria. Hoy todos los setenileños estamos de enhorabuena.

lunes, 11 de agosto de 2014

Una foto en el río (Reedición)


Rescatamos esta imagen "restaurada" y correctamente editada para disfrutar de una de las fotografías que más me gustan, tanto por motivos emocionales como por lo que nos cuenta: Un grupo de setenileños posando para el artista en el lecho del río. Atrás el puente de piedra que unía la Calle Ronda con las Cuevas del Sol, elemento arquitectónico hoy desaparecido por su salvaje destrucción en una de las actuaciones más lamentables que se han perpetrado contra el patrimonio artístico de Setenil.
Quizás esta imagen sea un ejemplo claro de lo que venimos llamando "paisaje y paisanaje", la conjunción de imágenes del pueblo con la de las gentes de que lo habitan o habitaron.
Hemos de reconocer que desde unos años atrás se viene dando una revolución en la publicación de fotografías de este tipo gracias sobre todo a la concienciación de que nada sirve tener estos añejos tesoros apolillándose en los cajones, que puede resultar mucho más gratificante compartirlas con todos nosotros sin que por ello haya que desprenderse de un querido recuerdo familiar. 
Por fortuna, fotografías como esta que encabeza la entrada nos están dando una imagen más nítida y cierta de Setenil, una ventana abierta al pasado donde vemos como era nuestro pueblo y cómo vivían sus gentes.

Siempre me ha gustado esta foto por su naturalidad. Es muy probable que un fotógrafo se pasara por el Horno de La Calle Ronda y se ofreciese a retratar a este grupo. Quizás quisiera pagar su pan con este trabajillo, o quisiera promocionarse entre la gente del pueblo, lo que está claro es la espontaneidad de la pose, una cigarrá en la ardua tarea diaria, con ropa de faena, alguno con delantal y todos sonrientes y expectantes, cuando un retrato era una cosa extraordinaria (Quizás pueda ser de los años 40, pues mi abuelo aún se ve bastante joven y la yegua parece la misma que otra con la que se retrata veinteañero).
De fondo, el antiguo puente de piedra, sobrio y recio, agarrado al tajo del que parece nacer, sobre un río primaveral y un lecho de cantos rodados. Antes, todas las casas que daban al río tenían su bajadilla, y esta foto está tomada justo en la de la antigua panadería. El río no era ese medio lejano que es hoy, ni esa cloaca en la que se convirtió posteriormente, sino un lugar más de Setenil, un sitio al que se podía acceder con facilidad para jugar, realizar algunas tareas domésticas, soltar animales o retratarse, como es el caso de esta bonita foto.
Lejos de lo artificioso de los retratos de estudio con corbatín y pose afectada, esta foto muestra un instante en la vida diaria de unos setenileños que divertidos se dejan plasmar para la posteridad, un momento robado en la vida de nuestro Setenil de posguerra.

Setenil Rural (12 de marzo de 2010)

El cielo desde Setenil (Reedición)

Con ocasión de la conmemoración el 10 de agosto del día de San Lorenzo, retomamos esta entradita de septiembre de 2010 donde al hilo de este maravilloso espectáculo que es la Lluvia de las Perseidas, rememoro unos hechos de mi adolescencia.
Después de finiquitada nuestra feria creo llegado el momento de relajarnos para recrearnos con el añorado silencio, y un consejo amigos, no dejad que las prisas os impidan disfrutar, aunque sólo sea por unos instantes, de este maravillo cielo estrellado que como un manto en la noche cubre Setenil.
 
 
El cielo desde Setenil
 
Me manda Juan Ignacio Marín un artículo donde da rienda suelta a una de sus grandes aficiones, la astronomía, un tema desde luego al que me acerco virgen e impoluto pues reconozco mi total ignorancia en la materia, aunque no por ello dejo de sorprenderme ante cualquier descubrimiento científico o la simple visión del firmamento en una noche estrellada.
En un blog como este, donde la mayoría de las veces nos dejamos llevar por el día a día, la anécdota o lo que los especialistas llaman la microhistoria, ver y conocer lo que hay sobre nuestras cabezas, en el cielo, más allá de lo que a simple vista se puede percibir, no deja de hacernos pensar en las banalidades de nuestro mundo y que nuestras alegrías y penas, nuestras disputas y querellas, son sólo un ínfimo átomo de polvo en la inmensidad del universo.
Recuerdo cuando jovencillo, quizás rondando aquellos maravillosos 18 años, cuando nos dio a un grupo de amigos por pasar la noche viendo la lluvia de estrellas, las famosas "lágrimas de San Lorenzo". Así nos fuimos al cementerio para subir al tejado de la emisora que está junto a la ermita de San Sebastián y acostarnos mirando hacia el firmamento dirección noroeste. Allí estábamos Antoñín, Pepe, Antonio María, mi primazo José, Blas, Fali desde luego y otros muchos. Las risas y las bromas se sucedían sin parar. Muchos de los mejores chistes que he escuchado en mi vida son de aquella noche.
Pronto, a eso de las dos de la madrugada comenzó la lluvia de estrellas. Al principio las contábamos y pedíamos deseos, pero luego, cuando aquel goteo constante empezó a convertirse en una verdadera catarata, simplemente nos callábamos y disfrutábamos del espectáculo. No creo que por aquel entonces alguno de nosotros conociera la explicación científica de ese fenómeno, pero desde luego estábamos sobrecogidos ante la maravilla de la que éramos testigos. Quizás, sin saberlo, nunca vimos las cosas tan claras y nítidas como en aquel instante.
Pasarán los años, y seguramente, para la mayoría de los que estuvimos allí, esa noche de verano fue sin duda una de las más mágicas y especiales de nuestra vida.
Así pues, con ustedes un viaje a las estrellas desde Setenil para dejarnos sorprender por la inmensidad del cosmos. ¡Os dejo pensando y con la fantasía volando!
¡Salud!
 
Ver entrada antigua:
El cielo desde Setenil : Setenil Rural

martes, 5 de agosto de 2014

Señora de negro sobre fondo blanco. Por Marefa Vilchez



Dice uno de esos tertulianos televisivos, catedrático de no sé qué asignatura en no sé qué universidad, colega de sus alumnos y optimista congénito, que no nos preocupemos por el lenguaje, que nunca se ha escrito tanto como se escribe ahora con la revolución de los whatsApp, así que dejemos al chavalerío en paz con nuestras neuras e historias, que bastante tienen ellos con no chocarse con las farolas de lo absortos que andan.
Dice un fotógrafo, profesional del photoshop y paladín de los pixeles, curtido en mil y una bodas y comuniones, que nunca se han hecho tantas fotos como en la actualidad...y nunca se han perdido tantas imágenes como ahora.
Las fotos de los móviles y los whatsApp son la quintaesencia de la inmediatez de esta vida nuestra. En un plis-plas unos chavales se hacen un selfie en el Mandalá delante de unas niñas y se la mandan al colega que se ha quedado en casa para darle envidia. Esa foto y ese mensaje tienen una actualidad de horas, quizás de días. A la mañana siguiente parece como algo borroso que ocurrió en la nebulosa del duerme vela, e inmediatamente viaja al limbo tenebroso de la oscuridad digital...el todo y la nada.
Nunca se ha escrito tanto y nunca se ha fotografiado más que hoy día, y sin embargo, como en un decorado de cartón piedra, ¡que vacío parece todo!
Yo, que no soy ni mucho menos un optimista congénito como ese tertuliano dicharachero, me enamoré de esta foto que encabeza la entrada desde el primer día. La autora es Marefa Vílchez, una setenileña afincada en Sevilla. Está tomada en el Cerrillo a finales de los ochenta  y en ella podemos ver a Ana, una anciana entrañable, sentada en el umbral de su casa.
Puede que Ana sólo tratase de taparse los ojos de la claridad del sol, aunque a mí me parece la misma imagen de la abnegación, como si hubiera alcanzado la inconsolable firmeza de un hecho cierto, puede que un asunto trivial, quizás la constatación insondable de que la vida ha pasado como un caballo a galope...y al fondo se ve el mar.
Marefa comprendió que algo estaba pasando y tuvo la habilidad de ralentizar el momento y plasmar el instante mismo de una fotografía de verdad. Por eso esta imagen es distinta, diferente, original, sin poses ni afectaciones, sin teatralidad, libre de artificios y trampantojos. La fotógrafa ha parado el tiempo para atrapar el alma de la anciana y traspasar de esta manera el mero hecho de lo utilitario.
Nunca sabremos que pasaba en esos momentos por la cabeza de Ana, pero mucho me temo que nada que nos resulte ajeno, nada que algún día, como un fantasma, no nos asalte a nosotros mismo en el desvelo de una noche oscura.
Por eso esta foto es atemporal y profundamente humana, dueña además de una extraña belleza que nos cala en las entrañas.
Quizás por ahí podamos empezar a deshilachar el concepto de lo que significa el Arte. 

Nota: Gracias a Marefa Vilchez por compartir esta imagen y a Pedro Andrades (el hijo de Pedrín) por recuperarla.
¡Salud amigos! y ¡buena Feria!

jueves, 10 de julio de 2014

Setenil adentro

Bueno, bueno, la que se ha liado con lo de las cruces. Mira que he tratado de pasar página insertando una historia de nuestro amigo Juan, la de los perrillos que le parió la Chica cuando las últimas lluvias, pero nada, la gente sigue con lo de las cruces.
¿Y dónde dices que están? ¿Y es verdad que se presentó todo el pleno municipal? ¿Quién es el del Equipo D?
Y yo, claro, un poco sobrepasado con el asunto les digo que todo fue un cuentecillo, que los personajes son ficticios, salvo Rafael V. y lo de las peyaítas de yeso que son tan ciertos como los tajos…porque, ¿qué necesidad tengo yo de meterme en estos líos, cuando no tengo ningún problema personal con el alcalde ni ningún miembro del actual gobierno municipal? Cierto y verdad es que no me gusta esa manera de reinterpretar Setenil, el modo de usar a las personas y su forma de hacer política, algo así como un caciquismo a la antigua donde se reparten favores y gracias según las circunstancias. En otros lugares donde he vivido (Sevilla y Málaga, por ejemplo), los ciudadanos como tales tienen derechos y deberes y no mercedes otorgadas por la gracia de un político.
El caso es que estos días he tenido tiempo de mirar mucho a los tajos y la verdad es que me ha dado ocasión para reflexionar, pensar sobre la relación de los setenileños  con estas piedras milenarias entre las cuales un día nuestros antepasados ubicaron sus moradas.
En cierta ocasión unos amigos de Alcalá del Valle nos visitaron en Setenil con sus hijos, dos niños de entre cuatro y siete años.  Recuerdo la cara de los chavalitos cuando andábamos bajo los tajos, la manera en la que miraban esas cornisas interminables de las Cuevas del Sol que parecen desafiar la ley de la gravedad, y como se sobrecogían conforme nos adentrábamos más adentro de la piedra. Esos niños literalmente estaban aterrorizados cuando perdieron toda la visión del azul del cielo y se vieron envueltos bajo una cúpula mineral.
Me llamó la atención la reacción de esos pequeños, acostumbrados en su corta edad a levantar sus cabezas y sólo tener sobre ellas a las nubes y los pájaros. Quizás, sean estas piedras, estos tajos, este cañón fluvial que nos alberga el verdadero clic que define el ser setenileño, una especie de pesadez mental, de aturdimiento anímico  que nos oprime y nos impide descongestionarnos hasta que no salimos a campo abierto, allá por la Campiña o a la Mata de Vargas, por ejemplo.
Quizás, aquello que precisamente hace único a Setenil como espacio físico, confiera también a sus gentes una personalidad propia y definida, vital y sorprendente en ocasiones, apática e indiferente en otras, capaz de lo mejor y de lo peor  y que ha marcado nuestro devenir como grupo humano. 
¡Salud amigos! y buena fiesta del Carmen 

lunes, 7 de julio de 2014

Historias de verano (II): Juan en su laberinto

Ha comenzado el varano con agua. Rara está la atmósfera. Ya por San Juan lo que se espera en Setenil es calor y más calor. Corpus de estío, mosquitos, juncia, terrazas y verbenas nocturnas, julios, agostos y el implacable rigor de la canícula del sur.
Suena un trueno entre los tajos, cae la fina lluvia sobre las matas de pimiento que ya rebosan de caperuzas verdes. No puede ser buena esta agua que cae del cielo cuando la puebla lo que pide es sol que caliente la tierra y el líquido frescor del arroyo inundando los surcos.
No puede ser buena esta agua, piensa Juan apoyado en la zoleta, siempre negativo, nunca satisfecho con los caprichos del tiempo.
Allá, en la higuera que ya luce brevas negras le espera la majuana con el mosto, ¡qué remedio! Al mal tiempo buena cara, que decía el otro.
Se sirve nuestro amigo un chato claro y fresco que apura con placer. Entra el hombre del campo en una especie de letargo y ensimismamiento que es desde hace unos meses su estado natural. Barren las nubes los campos oscureciendo tajos y chopos. A lo lejos, bajo las metálicas gradas del cadena se oyen los lastimeros lloros de una camada de perritos, agudos y finos, casi imperceptibles. Solo la llegada de la perra Chica hace que cesen los quejidos y comience un gutural ronroneo de chupeteos y absorciones.
Por si fuera poco, la leal e incondicional Chica se le presenta ahora con este panorama, que las desgracias nunca vienen solas. La deformidad de su barriga y las ubres colgonas del animalito ya le venían avisando, que se la habían desgraciado otro año más. ¡Será puta la perra!
Juan apura otro sorbo de mosto, se agacha como puede con su pata de palo bajo el cadena y niega con la cabeza. Cuatro o cinco barrigudos se emplean con avidez, casi con violencia, en las mamas de la perra.
La Chica, satisfecha y maternal, le mira con esos ojos grandes y tristes que parece que adivina sus pensamientos.
Ya desde el primer día pretendió meterles mano y echarlos al saco, cuando sólo eran una masa sanguinolenta de criaturas sin alma ni gracia. No fue capaz Juan de apartar a la perrilla de sus cachorros y se consoló diciéndose así mismo que había de dejarlos algunos días más para que le limpiaran los calostros y el animal no enfermara.
Y ya han pasado cinco días, y una semana, y la Chica se va confiando y se acerca al arroyo a beber y se asoma a la vereda a ladrar cuando pasa la Puch amarilla del vecino que viene a echarle de comer a los animales.
Y Juan no ha sido capaz de meterle mano y tirarlos al arroyo, como hacen los hombres del campo cuando se da la circunstancia. En el bar nadie los quiere, que los ha pretendido dar. Los niños de la calle le han pedido alguno pero apresurada ha salido alguna madre para decirle que no quiere animales en casa.
Ya se aventura alguno de los cachorros a salir de debajo del tractor, el más valiente, el machito blanco que parece el mejor alimentado, asomando su cabecilla a la claridad del día, olisqueando el mundo azul, hoy algo gris, que existe fuera de su cubil. Las eternas tardes de verano que parecen no tener fin.
Piensa Juan  en mil y una maneras de quitarse de en medio la camada, y todas le parecen crueles  y atroces. Le cuentan cuando despachan los cafés de la mañana como lo hacen, que no sufren las criaturas de lo tiernos que están, pero a Juan le falta ánimo y decisión, aunque no es la primera vez que se ha visto en las mismas. Quizás sean los años.
Se sirve el rudo hombre del campo un vasito más de mosto. Ahora son dos perritos más los que se asoman al exterior, uno de color canela y otro con una manchita negra en el hocico, más graciosa que todas las cosas. Dan saltitos y juguetean, corretean a su alrededor y huyen asustados a la oscuridad del oruga cuando truena como un trabuco el escape de la Puch del vecino, que se vuelve al pueblo después de apañar a los bichos.
Luego salen de nuevo los animalitos, más confiados y animosos que antes. Ahora saltan y acechan bajo sus pies y el de la manchita negra en el hocico le muerde los cordones de las botas.
Juan está confuso. No quiere ni siquiera mirarlos. A lo lejos, desde el arroyo, la Chica con las ubres hinchadas y brillantes observa la escena, confiada y satisfecha.

lunes, 30 de junio de 2014

Historias de verano (I): Cruces blancas en los tajos de Setenil

No tengo claro quién fue el primero que se dio cuenta. Quizás mucha gente las hubiera visto antes pero nadie se percató de lo extraño que hacían en lo alto del tajo. Las cruces desde luego llevan mucho tiempo ahí, desde siempre, pero claro, alguien tuvo que atisbar que aquello resultaba, cuanto menos, extraño.
¡Una cruz en el tajo! Gritó aquel hombre, y entonces todos empezaron a hacer fotografías con sus móviles.
Bueno, así empiezan las cosas, de la manera más simple que podamos imaginar. Luego todo siguió como ya sabemos. La voz se corre, la gente del pueblo se acerca a ver de que se trata y empiezan a circular los rumores; la clásica leyenda del tesoro escondido por los moros, que si es una cruz que conmemora algún terrible suceso (infidelidad, muerte e incesto, no falla), que si algo de apariciones y espíritus…en fin. Primero los blogs locales, el Imagina, el Numismática, el Rural, que son de lo más enteradillos, y luego la noticia corre como la pólvora por las redes sociales:
¡Aparecen misteriosas cruces en los tajos de Setenil!
De la curiosidad inicial se pasa a la rumorología más diversa no existiendo setenileño que no se pasara por esa calle y estirara el pescuezo para buscar la cruz. Los turistas ya se sabe, si ven a un grupo de paisanos mirando para arriba pues miran ellos también y fotografía al canto con selfie incluido.
La cosa se disloca y ante la relevancia del asunto, el Ayuntamiento, siempre tan atento a este tipo de cuestiones que interesan al bienestar de los vecinos, decide tomar cartas en el asunto.
Mañana de verano. La comisión en pleno, escoltada por la policía local y el perito municipal, se planta bajo las susodichas cruces.
Pues si señor, parece una cruz…
Y blanca, apunta el alcalde.
Todos asienten con la cabeza.
En la mente de alguno quizás vislumbrara la posibilidad de sacarle rendimiento a tamaño descubrimiento, un acicate turístico, ¡cruces en las cuevas! quizás una escuela taller…bueno, poquito a poco. Lo primero es lo primero. Hay que llamar a los entendidos, que para eso se les paga, y que se realice un informe previo para enviarlo a Cultura con el fin de pillar alguna subvencioncilla que haya por ahí suelta. Estas cosas funcionan así.
Dicho y hecho. Teléfono, ¡aquí y ahora! ¡ya!
¡Han llamado al Equipo D! ¿El Equipo D?  Un grupo de élite de especialistas en diversas materias cuya misión es…bueno cosas de estas, así como al estilo de Expediente X.
En cinco minutos llega una furgoneta con los cristales tintados de negro. El público se agolpa expectante; ¡El Equipo D! Han llegado los del Equipo D!
Entonces se baja de la furgoneta un hombre de mediana edad vestido a modo de explorador que sin mediar palabra se dirige hacia el lugar mismo donde está la corporación local en pleno.
¡Corten la calle! Acordonen cuatro metros en derredor del perímetro crucífero…una escalera, ¡rápido!
Un operario trae la extensible y ante la mirada de un público expectante arma los cuerpos articulados de la susodicha, retrocede unos pasos y cruza los brazos. Toda suya señor.
El técnico del Equipo D saca unos utensilios de la mochila, coge aire, mira a los ojos del alcalde y comienza ascensión. Uno, dos, cinco, nueve, catorce peldaños hasta veintitantos que es la altura máxima. Luego, como Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, brazos arriba y cuello casi en horizontal para recoger algunas muestras. Metro para medir la longitud del fenómeno y finalmente fotografías desde diferentes perspectivas. Descenso, con cuidado de no caer que la altura es considerable, hasta el salto final a metro y medio del suelo.
¿Alguna consideración inicial? prorrumpe el excelentísimo munícipe.
Aún es pronto para asegurar nada. Necesitamos analizar las muestras obtenidas, pero nos atrevemos a pensar que hablamos de una datación aproximada de entre mil a mil quinientos años, posiblemente del periodo medieval o quizás anterior, de tipología religiosa o incluso mágica. Algún asentamiento cristiano previo al 711, sin descartar un origen mozárabe. Se han encontrado inscripciones de procedencia templaría en algunas iglesias castellanas ubicadas en cañones fluviales como este que nos alberga, aunque quizás y no lo descarto, se podría hablar de inscripciones rúnicas de origen escandinavo. Rus, mayus…todos lo miran perplejos… vikingos, para que todos nos entendamos, cuyo radio de acción hacia el siglo IX de nuestra era comprendía ciertas áreas del Mediterráneo occidental e incluso el Valle del Guadalquivir, quedando determinadas zonas de la Serranía de Ronda a mano de hipotéticas depredaciones.
El público que se agolpa entorno al técnico no puede dar crédito a lo que oyen sus oídos; ¡Templarios, vikingos símbolos mágicos!
Entonces el alcalde le echa la mano sobre el hombro al técnico y se lo lleva a parte.
Bueno, bueno, ante todo precaución…templarios, ¿eso tiene algo que ver con la inquisición?
No jefe, nada que ver. Hablamos de monjes guerreros que montaban monasterios para guardar caminos y parajes para defender a los files en sus peregrinaciones a lugares santos. Quizás por aquí hubiera algún lugar sagrado...
Para, para…¿y lo de los vikingos? No se, pero suena algo violento e incluso racista, y lo de los monjes me parece algo inverosímil, además, una cruz, una cruz no veo yo tan clara. Son más bien cuatro bolas. Ya sabes que Setenil es un lugar multicultural y una cruz aquí en un sitio tan turístico…
Claro, claro señor alcalde, balbucea el técnico. Quizás, prosigue el eminente político, unas inscripciones musulmanas en todo caso.
¿Unas suras del Corán por ejemplo jefe?
Claro, claro, a eso me refería, unas suras, como los moros estuvieron tanto tiempo aquí en el pueblo.
Dejemé pensarlo, Sr alcalde, ya sabe como son estas cosas.
Claro, hijo mío, claro, piénsatelo, pero calladito con lo de los vikingos y mucho menos con lo de los monjes y los templarios, que Setenil es un centro multicultural. Que no se te olvide.
El técnico le comenta al oído algo al alcalde, recoge sus cosas y se marcha tan rápido como llegó. Tele Alcalá termina el reportaje pasando de un panorámico de la calle a  un zoon de la cruz en toda regla. De libro, vamos.
La delegación municipal se reúne en corro, alguna consigna y dos palmadas. Bueno señores, el espectáculo ha terminado. En breves días tendrán cumplida noticia del asunto en la gacetilla local previo a un informe técnico emitido por los especialistas.
La multitud se dispersa en grupos que charlan animadamente del asunto.
La cosa permanece candente por unas semanas. Calderón pasó un día y dejó caer de soslayo algo de los extraterrestres y el fin del mundo, hasta que la cosa fue perdiendo paulatinamente interés.
A las pocas semanas aparece la gacetilla local, pulcra y aseada, con el membrete municipal del escudo y el yugo en el centro.
En portada y con letras mayúsculas se hace referencia al asunto de las cruces: "Inscripciones musulmanas en las Cuevas del Sol. Otro hallazgo del Equipo D." y una imagen del alcalde dirigiendo los trabajos con las inscripciones de fondo.
El texto, largo y barroco, insufrible por más señas, hablaba de los pormenores del descubrimiento, fruto por supuesto de una ardua labor multidisciplinar de investigación. En principio y resumiendo mucho, venía a decir el artículo que si en un primer momento se barajó la hipótesis de que las señales vinieran a representar algunas suras del Corán que señalaran el lugar de enterramiento de algún santón musulmán en lo que antaño fuera un morabito, al final se señaló como cierta la hipótesis de que se trataba de caracteres árabes que conmemoraban la victoria de un caudillo musulmán sobre tropas enemigas, quizás y muy posiblemente una victoria de las tropas del emir Abd al Rahman sobre los invasores normandos, los mayus, cuando las tropas setenileñas cabalgaron junto a las huestes del gran Musa ibn Qasi y del eunuco Nasar. Se deja caer además la posibilidad de que en el mismo partido de Setenil se sucedieran refriegas entre avezados jinetes serranos y los mayus que ascendieron Guadalete arriba hasta sus mismas fuentes.
Divaga el técnico del Equipo D en esta y otras hipótesis señalando que “las disputas constantes entre peninsulares del norte y peninsulares del sur aceraron de tal manera el talante y el espíritu de estos guerreros que consiguieron derrotar a los mismos normandos que tenían por aquellos tiempos aterrorizados a los pueblos atlánticos de Europa.”
Al final solución de concenso; para recalcar la multiculturalidad de nuestro pueblo, inscripciones musulmanas, y para contentar al técnico del Equipo D lo de los vikingos, que ya llevaba unos años dándole vueltas a la historieta y no sabía dónde colarla. En definitiva, nada de cruces que eso ya no se lleva y queda muy carca y muy de derechas, y la cosa ahora va por lo de la multiculturalidad, que por ahí si que pueden llover las ayudas. Ahora si se puede ir pensando en subvenciones, escuelas taller y cosas de esas. De un plumazo, maniobra política de altura…es que el que vale, vale.
Bueno, en eso quedó la cosa…vikingos, batallitas, jinetes musulmanes…¡que historia! Al final llegó el verano y todo se fue diluyendo. Nada como tres meses de sopor y calor para anestesiar la mente.
El Carmen, La Feria, fue una de esas mañanas de poniente en las que los abuelos aprovechan para estirar las piernas con la fresquita cuando llegó Rafael que, apoyado en su bastón, se plantó debajo de la cruz. Después de unos instantes mirando al tajo se dirige al grupo que tomábamos el fresco en la albarrá y nos dice;
Era mi hermano un niño de unos dieciséis años cuando hizo eso. Todos nos quedamos perplejos. Estábamos en la cochera de Ortíz y al muchacho no se le ocurre otra cosa que lanzar al tajo cuatro peyaitas de yeso con tan buen tino que hizo una cruz. Aún recuerdo como se reía…pobrecillo.
Rafael permanece unos instantes en silencio mirando la cruz del tajo, luego nos sonríe y reanuda su marcha oscilante al compás de una pierna mala y ese bastón de madera que le ayuda en sus andares.
¡Cuatro peyaitas de yeso! Ni tesoros, ni templarios, ni vikingos ni moros…a tomar por culo el cantarito. Y ahora ¿que hacemos? ¿Se comunica a las autoridades lo del hermano de Rafael o seguimos para adelante con lo de la inscripciones árabes? ¿La verdad prosaica de la broma de un adolescente hace sesenta años o un eslabón más en la multiculturalidad de Setenil? No sabe uno que es lo mejor para el pueblo, máxime cuando se comenta que ya se han tramitado los primeros papeles para la pesca de unas ayudas de la Junta. Dinerito fresco ahora que está la cosa tan mala y lo que es más importante, votos, que ya están las municipales a la vuelta de la esquina…Sólo espero que no le ocurra ningún accidente al bueno de Rafael, que los talibanes de la multiculturalidad no se andan con chiquitas.

Nota; Las misteriosas formas existen y son fácilmente visibles en las Cuevas del Sol, siendo real el origen que les atribuye Rafael V. Los demás hechos que se relatan así como los personajes que aparecen en este cuentecillo son pura ficción. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Dedicado a los políticos visionarios que ven algo donde en realidad no hay nada y luego son incapaces de ver lo que las demás personas distinguen con claridad.

martes, 13 de mayo de 2014

Ezequiel en Setenil

 
Ezequiel es un hombre menudo, sus ojos son pequeños pero expresivos y curiosos, creo que algo claros. Su indumentaria es parecida a la que conocemos del programa  Tierra y Mar aunque quizás el pasado viernes  fuera algo más clásico. Como siempre, apareció tocado con esa famosa “mascota” que se ha hecho tan popular y que se ha convertido en su sello particular.
Ezequiel paseó por Setenil, visita de rigor a la Iglesia Mayor y al Lizón, y saludó a tantos paisanos como se le acercaron. Luego bajó a las Cuevas para hablar de su libro.
Al empezar la charla hizo referencia al discurso de José Saramago cuando la ceremonia de los Nobel , allá por 1998,  aquel en el que hace una alabanza de las gentes del campo a través de la figura de sus abuelos: “El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir. A las cuatro de la madrugada, cuando la promesa de un nuevo día aún venía por tierras de Francia, se levantaba del catre y salía al campo, llevando hasta el pasto la media docena de cerdas de cuya fertilidad se alimentaban él y la mujer…”
Así empezó su charla. El auditorio estaba conformado por una gran variedad de personas, jóvenes y mayores, gentes del campo, algunos emprendedores  locales. Ezequiel hizo un breve repaso a la temática del libro que allí presentaba. Desde el primer momento quedó patente la cercanía del protagonista y su raza de periodista, de indagador de las vidas ajenas. Reclamaba ese contacto con la gente que allí se congregaba. Luego, en la firma de ejemplares, demostró su oficio cuando preguntaba a cada uno para poder personalizar las dedicatorias; ¿Cuántos olivos tienes? ¿Cómo recolectas  las almendras? ¿Qué raza de oveja estáis criando?
El campo y sus gentes, también el mar,  los animales que pueblan esta tierra, los antiguos oficios, las formas de vida, pero sobre todo sus gentes, a los que Ezequiel Martínez ha sacado del anonimato y ha dotado de un halo de dignidad. Ese es el gran legado de Tierra y Mar, esa es la filosofía del programa y de eso trata el libro.
Podremos no compartir al cien por cien todas sus afirmaciones, podemos discernir con él en su forma de entender el mundo rural, pero esa forma de pensar es honrar la memoria de nuestros abuelos y de sus formas de vida, de la gente que mimaba los olivos durante todo el año y que vareaba con cuidado para no dañarlos, de los que trillaban en la era, de los que aventaban el grano, de los carboneros y caleros que vivían del monte y las encinas, de los cabreros que recorrían cañadas y veredas, que desmochaban los chopos en verano para saciar la sed de sus animales. Paisaje y paisanaje, compromiso y respeto, mirar al pasado para afrontar con garantías el futuro… Yo no sé ustedes, pero oyendo a Ezequiel se me vino a la cabeza la figura de mi abuelo, de aquel hombre humilde que por la mañana hacía pan en su horno de leña y por las tardes subía al Manchón para regar su huerta.  ¡Qué me hubiera gustado poder presentarle esa tarde a Juan Solano!
Al principio de la charla, cuando Pedro Andrades presentaba al famoso periodista de Canal Sur, Ezequiel subió la mirada al techo de roca bajo el que se celebraba el acto. En un reborde de la piedra tosca, las golondrinas se afanaban en fabricar sus nidos de barro, del río al tajo,  del tajo al río, peyaita a peyaita, y esos inconfundibles chilliitos que son el anuncio del cercano estío.
Absorto en el trabajo de estos pajarillos Ezequiel estuvo abstraído por unos segundos, quizás reclamando para sí y para todos el derecho al silencio, al sosiego,  al disfrute de la contemplación de la naturaleza y la sonora verdad del rumor del agua.

"Para mí ha sido un orgullo y una satisfacción compartir las vivencias de la gente trabajadora del campo y de la mar, acompañando a los profesionales y amigos del programa y de la RTVA con quienes he tenido el honor de convivir en todos estos últimos, y fructíferos, años de mi vida laboral que me han llevado al estado de júbilo en el que me encuentro."

Ezequiel Martínez. Tierra y mar.

Para saber más:
Discurso de José Saramago. Saramago, opiniones.
Ezequiel Martínez bajo los tajos de Setenil.  Imagina Setenil

Estas fotos son del reportaje que realizó Ángel Medina Laín, a quién agradecemos su trabajo.





Ezequiel y Sebastián. La cercanía del periodista
 

Francisco y Juan, de la Junta de San Isidro Labrador,
le ofrecen a Ezequiel la medalla de la hermandad
 

Ezequiel y Pedro, maestro de ceremonias del acto
 

Ezequiel firma ejemplares rodeado de productos locales
 


Su "mascota", sello inconfundible
 

martes, 6 de mayo de 2014

Colgado por Setenil

Desde el Bañuelo, sonoro nombre de aquella fuentecilla que alegre fluía bajo las peñas de la Jabonería, el fotógrafo plasma al escalador en esforzado escorzo, literalmente colgado del tajo. La iglesia y la Villa al fondo, como testigos mudos de la proeza.

lunes, 5 de mayo de 2014

Ezequiel Martínez presenta “Tierra y Mar” en Setenil

El popular periodista y escritor Ezequiel Martínez presentará en Setenil, el viernes 9 de mayo, su libro “Tierra y Mar”, en el que recoge su experiencia de veinte años al frente del programa de TV que mejor ha contado, y con más pasión, cómo es el mundo rural y la realidad más profunda de Andalucía.
“Tierra y Mar” nos ha permitido a muchos andaluces conocer mejor y valorar más Andalucía, acercarnos a muchos de sus desconocidos rincones y a sus anónimos protagonistas: agricultores, ganaderos, pequeños empresarios del mundo rural y de la mar, artesanos… todos aquellos hombres y mujeres que con su esfuerzo han permitido conservar las costumbres y nuestro patrimonio rural.
Para su despedida de la TV, Ezequiel Martínez eligió imágenes de Setenil, en una impagable promoción del que considera “uno de los pueblos más bellos de Andalucía“.
El encuentro que realizaremos en el “Bar Las Escuevas” es una ocasión única de charlar sobre el presente y futuro del medio rural, un asunto crucial para un pueblo como Setenil que se debate entre la presión de la crisis económica y la esperanza del aprovechamiento de recursos como el aceite, la ganadería o nuestro singular paisaje natural. Os esperamos

lunes, 21 de abril de 2014

Setenil diferente

 
En el Setenil  romano y patricio de lápidas y columnas que adornaron los viejos caserones de los conquistadores,  en el de los ilustres apellidos que salen del romancero  que inspiraron historias de caballeros y celadas, recio y castellano con su espíritu de hidalguía, de pleitos de lindes y añejos legajos, en el de los libros de limpieza de sangre. El nido de águilas con su atalaya nazarí y su egregio templo de gótica firmeza, en  el Setenil de piedra caliza modelado por el río a modo de serpiente, de tajos y encinas, el que adoró a asombrosas deidades surgidas del espanto, a viejos dioses de forma humana,  que plegó sus rodillas mirando a oriente y el que todas las primaveras representa la pasión de Cristo bajo un cielo de roca.
En esa noble villa del antiguo Reino de Granada, de cuevas horadadas por el río y chozas de piedra,  alguien quiso ver, quizás buscando esa “Andalucía recóndita” que fascinara a románticos viajeros que llenaron esta  tierra de tópicos e imágenes de postal, la verdad de esta vieja  gitana junto a su nieto.
Pepe, el hijo de Carmela, con su abuela en un escampado del Carril,  atrás y fuera de la escena un zagal desarrapado y que no es otro que Antonio Francés, cuya destartalada figura no parece interesar al fotógrafo.
Fotografía de postal, de museo diría yo, deteriorada por el tiempo pero digna de portada de ensayo etnográfico, tan diferente… y que sin embargo también es Setenil.

Nota: Agradezco a Pedrín (padre) la contribución de material fotográfico y la impagable aportación de su inmenso caudal de recuerdos.