lunes, 11 de agosto de 2014

El cielo desde Setenil (Reedición)

Con ocasión de la conmemoración el 10 de agosto del día de San Lorenzo, retomamos esta entradita de septiembre de 2010 donde al hilo de este maravilloso espectáculo que es la Lluvia de las Perseidas, rememoro unos hechos de mi adolescencia.
Después de finiquitada nuestra feria creo llegado el momento de relajarnos para recrearnos con el añorado silencio, y un consejo amigos, no dejad que las prisas os impidan disfrutar, aunque sólo sea por unos instantes, de este maravillo cielo estrellado que como un manto en la noche cubre Setenil.
 
 
El cielo desde Setenil
 
Me manda Juan Ignacio Marín un artículo donde da rienda suelta a una de sus grandes aficiones, la astronomía, un tema desde luego al que me acerco virgen e impoluto pues reconozco mi total ignorancia en la materia, aunque no por ello dejo de sorprenderme ante cualquier descubrimiento científico o la simple visión del firmamento en una noche estrellada.
En un blog como este, donde la mayoría de las veces nos dejamos llevar por el día a día, la anécdota o lo que los especialistas llaman la microhistoria, ver y conocer lo que hay sobre nuestras cabezas, en el cielo, más allá de lo que a simple vista se puede percibir, no deja de hacernos pensar en las banalidades de nuestro mundo y que nuestras alegrías y penas, nuestras disputas y querellas, son sólo un ínfimo átomo de polvo en la inmensidad del universo.
Recuerdo cuando jovencillo, quizás rondando aquellos maravillosos 18 años, cuando nos dio a un grupo de amigos por pasar la noche viendo la lluvia de estrellas, las famosas "lágrimas de San Lorenzo". Así nos fuimos al cementerio para subir al tejado de la emisora que está junto a la ermita de San Sebastián y acostarnos mirando hacia el firmamento dirección noroeste. Allí estábamos Antoñín, Pepe, Antonio María, mi primazo José, Blas, Fali desde luego y otros muchos. Las risas y las bromas se sucedían sin parar. Muchos de los mejores chistes que he escuchado en mi vida son de aquella noche.
Pronto, a eso de las dos de la madrugada comenzó la lluvia de estrellas. Al principio las contábamos y pedíamos deseos, pero luego, cuando aquel goteo constante empezó a convertirse en una verdadera catarata, simplemente nos callábamos y disfrutábamos del espectáculo. No creo que por aquel entonces alguno de nosotros conociera la explicación científica de ese fenómeno, pero desde luego estábamos sobrecogidos ante la maravilla de la que éramos testigos. Quizás, sin saberlo, nunca vimos las cosas tan claras y nítidas como en aquel instante.
Pasarán los años, y seguramente, para la mayoría de los que estuvimos allí, esa noche de verano fue sin duda una de las más mágicas y especiales de nuestra vida.
Así pues, con ustedes un viaje a las estrellas desde Setenil para dejarnos sorprender por la inmensidad del cosmos. ¡Os dejo pensando y con la fantasía volando!
¡Salud!
 
Ver entrada antigua:
El cielo desde Setenil : Setenil Rural

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