martes, 25 de mayo de 2010

Un periodista de El Imparcial en Setenil (5): Fin del reportaje.

De Fotos Antiguas
Después de cinco entradas incluida esta, que nos ha cogido todo el mes de Mayo con la romería de por medio, vamos a finiquitar el asunto de la visita que el reportero de El Imparcial Manuel Weiss realizara a Setenil en aquellos días de Septiembre y Octubre de 1905.
De estas crónicas que a modo de confidencias se publican en el diario madrileño se pueden sacar muchas conclusiones, fruto quizás de la exhaustiva labor descriptiva del periodista que une a su profesión una clara vocación artística, como podemos comprobar en cada uno de los artículos que hemos examinado, y que nos dan una idea del estilo literario que se cuece en estos periódicos, auténtica cantera de escritores.
No en vano existe gran similitud entre Weiss y otros periodistas de renombre, como es el caso de José Martínez Ruiz “Azorín”, colaborador en ese mismo año de 1905 de El Imparcial y compañero por tanto de nuestro protagonista con quien debió coincidir al menos por unos meses. También anduvo el maestro "Azorín" a lomos de mula y en vagones de segunda por esas tierras de Dios en pos de historias muy parecidas a estas que hemos conocido. Así, fruto de este trabajo nace la serie de artículos de Los Pueblos (Diario España, 1904) y La Andalucía Trágica (El Imparcial, 1905), que junto a Castilla, España, La Ruta de Don Quijote, La Voluntad y otras, forman parte de lo mejor de la literatura española contemporánea.
Quizás nuestro Weiss sea un autor mucho más modesto, pues según se desprende de estos relatos ya debe ser una persona mayor cuando se pasea por Setenil, y queda un poco a desmano de los nuevos aires literarios que recorren el país, pero el caso, por lo que a nosotros respecta, es que significa un auténtico privilegio poder leer sus extensos artículos, de una prosa añeja y abigarrada que entronca directamente con la literatura española del siglo XIX, con el aliciente añadido de ser Setenil de las Bodegas el escenario donde se desarrolla la trama de esta historia romántica.
Y es que sin darnos cuenta casi, hemos podido asomarnos al Setenil de principios de siglo de una manera tan deliciosa que no hacía falta sacar imágenes para hacernos una idea de cómo era la vida en esta pequeña localidad de la sierra.
Hemos conocido lo recóndito y lejano que podía estar de la capital, los forestales alrededores del pueblo, lo extraordinario y pintoresco de sus calles más emblemáticas. Conocemos la posada de La Victoria de la Calle Ronda con sus nueve ventanas ovaladas, junto a la que existía una especie de tasca donde forasteros y lugareños juegan al billar, peculiar ambiente nocturno de esta calle donde se presuponen los expositores de los pocos comercios de la villa. Alguien me comentó hace tiempo que por aquellos entonces, en los días agradables, los barberos afeitaban en la puerta, los artesanos salían a trabajar en la misma calle e incluso un tratante hacía correr un mulo ante un posible comprador. Allí hemos sabido de los amores de postal andaluza de esa parejita de la reja en la templada noche setenileña, que bien podrían haber sido pintados por Romero de Torres en cualquier patio cordobés. Hemos tenido ocasión de tratar con algunos paisanos como Don Pedro, entrado incluso en su hogar, regalándonos el relato de un momento tan íntimo en la vida de esta familia como es el de la cena. Una estampa en definitiva de la vida cotidiana de nuestro pueblo en 1905 que como digo puede valer por el mejor reportaje fotográfico.
Dejamos como recordarán a Don Manuel Weiss de copas con el caballista de Estepa, cortijero de profesión como él mismo detalla, y conocedor como sabemos de los tejemanejes del Vivillo y su cuadrilla. Gasta además el muchacho mucha animadversión por el bandolero, y aporta novedosos detalles de cómo sucedieron los hechos, cuya historia se asemeja mucho a la de otro forajido ya muerto conocido como el Maruso, cuyos hechos y vicisitudes son recordados por Weiss de “El Bandolerismo: Estudio Social y Memorias Históricas”, por el Excmo. Sr. Don Julián Zugasti, exdiputado en Cortes, ex director de Propiedades del Estado y ex gobernador de Córdoba, en cuya lectura pasan los dos interlocutores parte de la noche, resaltando el cortijero las similitudes que hay entre la vida de José Carrasco El Maruso y su compañero de profesión El Vivillo.
Finalmente, después de algunas copas de aguardientes y un buen número de cigarros, ambos hombres se despiden afablemente, no sin antes darle el caballista en confidencia su nombre, refiriéndole, ante la estupefacción del periodista, que la verdadera causa de su animadversión al Vivillo, la auténtica razón por la que delata su paradero y descubre sus tretas, no es otra que la de que él mismo fue una de las víctimas aquel día de Septiembre del robo en la Cañada del Boquerón.
Weiss se levanta temprano para coger el tren hacia Córdoba, pues tiene que cubrir la detención de un famoso delincuente, que como otro Vivillo, les ha caído en suerte a los cordobeses,”...pero este no debe ser tan vivillo como el otro. ¡Al de Estepa no hay quién le coja!”.
Imaginamos al periodista a lomos de caballo, (debía existir un servicio de bestias a modo de taxi), atravesando los densos encinares que separan el casco urbano de la lejana Estación de Setenil. Suponemos que pasaría por El Alambique, Pata Hierro, quizás cogiera por el Nogalejo y el Manchón de Rosas hacia La Mata de Vargas y Conejito. Imaginamos ese trecho de espeso arbolado que se asomaba hasta las mismas puertas del pueblo, pero... dejemos que el propio Weiss nos cuente sus últimos instantes en Setenil;
“Cuando atravesaba de nuevo el espeso encinar que separa el pueblo de Setenil de la vía férrea de Algeciras, por la cual había de emprender mi regreso a Córdoba, sentí las pisadas de un hombre que caminaba detrás de mi caballo. Llegó el viandante, me dio los buenos días y sin moderar su acelerado paso, me dijo familiarmente:
-¿Qué se va de vuerta?
-De vuelta, vamos.
-¡Poco ha dormio usté esta noche!
-¿Usted lo sabe?
-¿No he de saber? ¡Pues poco que charló usted con Paco Viches en la posada, en la sala de arriba!- Y aquel hombre apretó el paso hasta alejarse del alcance de mi voz que le llamaba para que me sacase del abismo de asombro en que, no sé si en chanza, ó de veras, acababa de sumirme”.
Así que ese misterioso caballista que pasara la noche anterior de cháchara y aguardiente con nuestro protagonista, pasó de ser un enamorado despechado de la gallarda hija del Vivillo, a un hacendado víctima del famoso robo, para resultar al final, cuando Weiss está a punto de tomar el tren y dejar Setenil, que se trata de Paco Vilches, el bandolero alcalareño, que quizás envidioso de la fama del de Estepa, se llega al periodista para meterle las cabras en el corral y decirle que el Vivillo no pudo cometer el robo sólo, y que necesitó su ayuda. Por estas sierras, hasta el bandolero tenía su orgullo.
Y Weiss, veterano periodista y experto criminólogo, que muy posiblemente cubriera terribles asesinatos por esos pueblos de la España del XIX, con elementos que tenían en las balas de la guardia civil o los hierros del garrote su destino, se diría así mismo mientras montaba en el tren y dejaba estas tierras para siempre;
“¡No! si asesinos he visto pocos, pero flamencos un montón”

Fuente: Manuel Weiss. Diario Liberal El Imparcial. Domingo 8 de Octubre de 1905. Hemeroteca Nacional.
Para saber más:
"Azorín" Wikipedia.
El Imparcial. Wikipedia.

Un periodista del Imparcial en Setenil (4): Los misterios del "caballismo"

Nota: Esta entrada es la continuación de Un periodista de El Imparcial en Setenil (1), (2) y (3), publicadas en estradas antiguas de este mes de Mayo (pasamos los enlaces al final de estas líneas), y cuya lectura es imprescindible para coger el hilo del relato. Ya saben ustedes, nos pilló la romería y lo trastocó todo.
De CARTELES

Manuel Weiss, el reportero de El Imparcial que cubre el asunto del Vivillo, sigue mandando sus crónicas desde Setenil para que sean publicadas cada dos o tres días en el diario madrileño. Nos ha contado sus vicisitudes en el viaje, la impresión que le causa su llegada a este extraño y misterioso pueblo de la Andalucía profunda, su entrevista con Pedro Guzmán, una de las víctimas del forajido, y con el Cabo Romano, comandante de puesto de Setenil que fue el primero en salir en su búsqueda.
Weiss es un periodista sagaz que calla más que habla y se da cuenta de que no le dicen toda la verdad de lo sucedido o se omiten algunos detalles en los testimonios, unos por secreto profesional y otros por precaución, es como si el asunto del robo del Vivillo fuera una cosa natural e inherente a la naturaleza atrabiliaria del sur salvaje y misterioso que se describe en las novelas románticas.
Nuestro periodista cabila pensativo después de la cena en ese salón de la Posada de la Victoria que ya conocemos, y su natural observador se fija en aquellos detalles intrascendentes quizás para el esclarecimiento de los hechos, pero vitales para dar forma y cuerpo al relato. Weiss se deja llevar quizás por encanto de placentera vida nocturna en Setenil:
"La posada silenciosa durante el día, se había animado mucho aquella noche después de la cena. Por el portón, de par en par abierto, entraban y salían los huéspedes, los trajinantes y también los vecinos curiosos que, con cualquier pretexto, acudían a ver al señor forastero, al periodista que había venido desde Madrid para enterarse de lo que le había ocurrido á Pedro Guzmán con el célebre Vivillo en el camino de Villamartín.
La luz blanca y vivísima que brotaba de un mechero de acetileno pendiente del techo, resbalaba por las blanqueadas paredes del portal y sobre el oscuro trozo de calle que servía de fondo al marco de la puerta, veíanse cruzar sombras humanas, femeninas siluetas, que iban y venían por aquella vía principal, donde se hallaban establecidos los pocos comercios de Setenil..."
Gracias a ese gusto literario de nuestro periodista, tan criticado por otro lado por sus competidores, podemos hoy disfrutar de estas fantásticas perspectivas de la vida cotidiana del Setenil de comienzos de siglo, quedándonos con algunos de los mejores pasajes, reales o inventados, de cuanto se ha escrito sobre nuestro pueblo:
"...En el espacioso portal, de suelo empedrado en el centro y embaldosado en los márgenes, comenzaban á extender sus zaleas y á preparar sus lechos improvisados los madrugadores arrieros, en tanto que el cosero desalbardaba su mulo y el mulo olisqueaba, alargando el pescuezo, la mesilla en que despachaban la cena los quincalleros ambulantes.
De un local inmediato que forma parte de la misma posada y hace las veces de café y casino, partía el confuso rumor de voces que discutían, charlaban, reían, dominadas intermitentemente por el sonido inequívoco de las bolas de billar al chocar entre sí.
Antes de retirarme á mi habitación, donde las virginales cuartillas me esperaban, me había situado en el umbral de la puerta de la calle. La noche, clara y templada, parecía una noche de primavera. A la luz vacilante de un farol próximo contemplé ensimismados á dos novios que, en la reja de una casa frontera, pelaban la pava. Del galán sólo se percibía la escorzada figura, indolentemente apoyada en los barrotes de aquella cárcel de amor, y la tapa de un sombrero de los que por aquí llaman hongos y el resto de España llaman cordobeses ó sevillanos. De la festejada moza pude ver, aunque confusamente, el torso vestido de claro y la cabeza coronada de negros cabellos entre los cuales blanqueaba una flor que no tardó en ir a parar á los labios del tenorio de chaqueta corta...
-¡Amor!...Es el único bien que hay en la vida- pensé con el poeta, recordando otras noches y otras flores (¿quién no tiene algunas en su vida?) que alegraron los días de mi ya fugitiva juventud".
Weiss se nos pone tierno y sentimental mientra nos relata esta secuencia que sucede frente al portal de la posada. Hasta ese momento, los cronistas nos habían contado las hazañas y reyertas de moros y cristianos, y de los viejos legajos de los archivos salían los fríos datos de repartos, testamentos y pleitos, historias de guerrilleros y bandoleros por la sierra, pero hasta ahora nadie nos había contado el encanto de una pareja de novios en Setenil durante una suave noche de Septiembre. Desde luego que tuvimos suerte con el hecho de que el director de El Imparcial nos mandara a este periodista con vocación de literato.
De este ensimismamiento pasajero que sufre Don Manuel, viene a sacarle un extraño sujeto que entra en la posada y le da un golpe amistoso en el hombro para llamar su atención. Weiss lo describe como un tipo alto "...con el sombrero de ala ancha muy echado a la cara, que sin detenerse y haciéndome con la cabeza una seña para que le siguiera, empezó á subir los tramos de madera que conducen al piso superior de los que tiene la posada...representaba unos treinta años, iba bien vestido á la andaluza, y su rostro, afeitado completamente, lo mismo podía pertenecer á un labrador acomodado de aquellos contornos, á un contrabandista de los muchos que pueden verse por Setenil, ó ¡quién sabe! si alguno de los mozos crúos que en estos días han resucitado las andanzas del caballismo".
Los dos desconocidos se sientan en una mesa de un saloncito y el caballista da dos palmadas para que el mozo les sirva unas copas de aguardiente. Saca un paquete de tabaco de Gibraltar y papel de liar, le ofrece a su intrigado acompañante y los dos se lían unos cigarros. ¿Quién es este enigmático personaje que aborda de esta manera a nuestro protagonista?
El propio Weiss se muestra perplejo como podemos comprobar, aunque por su natural tranquilo e inquisitivo no se deja intimidar, mientras permanece a la espera de que el desconocido le saque de dudas.
El caballista se presenta como natural de Estepa, paisano por tanto del Vivillo, y tajantemente y sin preámbulos asegura al periodista que conoce de las andanzas del bandolero, así como su paradero.
Ahora el que se queda perplejo es el muchacho cuando Weiss le responde que no le interesa "...no soy polizonte ni guardia civil”.
¿Entonces a que ha venido usted a Setenil? El periodista le expone las causas de su viaje, que no son otras que conocer las causas del resurgir del bandolerismo en la región, y que nada le importa saber en que boquete se ha metido el Vivillo o que es lo que ha hecho con el botín de su robo.
El misterioso caballista se queda descuadrado ante la inexorable respuesta recibida, pero aún así insiste, “pues mire usted, valga por lo que valiere y por si le sirve a usted de algo, yo quiero decirle lo que sé”.
Evidentemente el muchacho tiene interés en contar lo que sabe, y Weiss, con cierta resignación quizás, se somete a pasar la noche oyendo su historia.
Comienza entonces el caballista a hablarle del robo a los feriantes de Setenil, y que los ladrones no se encuentran escondidos en cerros escarpados ni oscuras cuevas, sino que andan tranquilamente por sus pueblos, donde encuentran refugio y descanso, ya que ni la población ni las propias autoridades darán cuenta de su paradero. Así ocurre con el Vivillo, que lleva una sosegada vida familiar en su Estepa natal, y que “ha puesto sus amores en su hija, guapísima muchacha cuyos vestidos de seda y joyas valiosas son la envidia de sus compañeras y amigas”.
Sigue aportando valiosos datos sobre el robo en la Cañada del Boquerón y deja caer la posibilidad de que otro bandolero famoso, un tal Paco Vilches, estuviera compinchado con el de Estepa para perpetrar el robo.
¿Paco Vilches? Ahora Weiss empieza a mostrar interés por el relato y le pregunta por este nuevo personaje en la historia
“Paco Vilches es un contrabandista de Alcalá del Valle, al que hace cerca de un año que no se le ha visto por aquí. Según la Currita, su amada, muy conocida en Setenil, Vilches se marchó á probar fortuna a Buenos Aires, y se sabe que hace unos meses escribió una carta á su amiga anunciándole que en Abril desembarcaría; pero es lo cierto que nadie dice que le haya vuelto á ver por aquí”.
El caballista deja caer que el Vivillo no podría haber actuado sólo y que ha necesitado de los conocimientos del de Alcalá para perpetrar el robo, de hecho, mientras un grupo de forajidos maniataban a las víctimas, dos de ellos permanecían apartados del sendero a cierta distancia, con lo que deduce que se podía tratar del Vilches y el Vivillo, jefes a la par de la cuadrilla de bandoleros.
El visitante sigue largando detalles de la vida del Vivillo, de la ayuda que recibe de sus paisanos con la complacencia de las autoridades, y que se le puede dar caza tal y como ocurriera décadas atrás con el Maruso, otro famoso forajido que cayó en manos de la Justicia, dando detalles del procedimiento ideal para su captura. Pero nuestro amigo Weiss es mucho periodista, y como perro viejo que es desconfía de su interlocutor. ¿Por qué razón habla de esta manera del Vivillo? ¿Qué interés puede tener en que sea capturado? ¿Por qué le quita el protagonismo exclusivo en el robo a los feriantes?
Entonces, como una chispa, una idea relampaguea en la cabeza de Weiss: “¿Será este hombre un amante despechado y vengativo de la gallarda hija del Vivillo? Asido a esta sospecha, me propuse observar y arrancarle sagazmente sus secreto á mi desconocido interlocutor...”
Quedan los dos hombres, caballista y periodista, en el salón de la planta superior de la Posada de La Victoria. Les han servido otras dos copas de aguardiente y encienden sendos pitillos. Abajo los muleros y los arrieros juegan a las cartas y al billar, y en la calle, ya más tranquila a estas horas, el mozo sigue requebrando a la chavala de la reja. Mientras tanto, nuestro periodista de El Imparcial, apura a sorbos de aguardiente su última noche en nuestro pueblo.
Mañana trataremos de saber el resto de esta conversación nocturna, y ver definitivamente en que quedan todas estas confidencias literarias de Manuel Weiss en Setenil.

Enlaces:
Un periodista del imparcial en Setenil (1) El viaje y primera noche en la posada.
Un periodista del imparcial en Setenil (2) En casa de Don Pedro.
Un periodista del imparcial en Setenil (3) Entrevista con el cabo Romanos
Fuente:
Manuel Weiss. Los Misterios del "Caballismo". Diario Liberal El Imparcial. 5 de Octubre de 1905. Hemeroteca Nacional.

domingo, 23 de mayo de 2010

Los "calís" y la restauración de la Torre de Homenaje en Setenil

De fiestas
Lo de la restauración de la torre de homenaje de la Villa nos viene de perlas para hacer una referencia más a los cernícalos setenileños, como nos comenta Vespertinus40 en comentarios, al indicar que las obras se tuvieron que paralizar durante un tiempo para no molestar la cría de la aves en el torreón, y que también se apunta en estas noticias de la prensa local (Europa Press 22 de Junio).
"...Además, añadió que esta obra se está llevando a cabo con un "gran respeto ecológico y medioambiental", ya que se está respetando varios nidos de cernícalos ubicado en la Torre, por lo que se ha preferido suspender momentáneamente la obra en el lugar en el que está el nido hasta que las aves se apareen, algo que hacen entre la primavera y el verano".
Es curioso comprobar como en este grabado de Pieter Van Der AA, de 1715, se representa la torre de homenaje de Setenil sobrevolada por una bandada de pájaros, que pueden ser perfectamente cernícalos.
"(...)Del Siglo XVIII, es el siguiente grabado en cobre de Pieter Van Der AA, de 1715, una especie de copia del de Franz Homerberg, con algunos otros detalles que merece la pena comparar detenidamente (hay mucha más gente que en el anterior, así como una nube de aves sobrevolando el Torreón). Mide este grabado 12,5x16 cm, está en blanco y negro y como primicia curiosa decir que el original está a la venta en un anticuario de Sevilla por el módico precio de 55 €. Toda una ganga para coleccionistas".
(Setenil Rural. La ciudad sale de las murallas).
Como podemos comprobar, la relación de Setenil con los cernícalos viene de lejos, muy posiblemente desde que los hombres humanizaron la Villa, y las aves se beneficiaron de las atalayas que representan las construcciones para anidar y otear su territorio de caza. Siempre han anidado los calices en Setenil, y no cave duda de que son un elemento imprescindible de nuestro paisaje. Que lo sigan haciendo durante muchos siglos más depende de todos nosotros.
De Fotos Antiguas

Fuente:
La Junta restaura la Torre del Homenaje en Setenil y crea un mirador en la parte superior Cádiz, 22 Mayo (EUROPA PRESS)

Restauración de la Torre de Homenaje en Setenil. Cope.es Cádiz

viernes, 21 de mayo de 2010

Diccionario Setenileño (6): Un cernícalo un calí

En aquellos días de nuestra niñez, cuando nuestro lugar de juegos no era otro que ese río maravilloso que atravesaba Setenil desde el Charco de los Caballos hasta la Molinilla, pocas cosas había que confirieran mayor prestigio a un chaval que tener un calí. Quizás ser un gran jugador de futbol-playa (o mejor dicho, fútbol-río), estar en la banda de niños legionarios de Gallardo o manejar los luchacos como Bruce-Lee podían convertirte en un chico popular por una temporada, pero nada, créanme, nada era tan íntimamente satisfactorio como el hecho de pasear por tu barrio con un calí gitano sobre el hombro.
¿Y que es un calí? Se preguntarán los amigos que no son de Setenil. Pues calí es la denominación que aquí le damos al cernícalo primilla (falco naumanni), ese halcón pequeñito que durante los meses cálidos sobrevuela los campanarios y torreones, y que en Setenil nombramos con la onomatopeya de su peculiar llamada: ¡calí, calí, calí!
Sería por aquellos años cuando se retransmitían los episodios de la Fauna Ibérica de nuestro añorado Félix Rodríguez de la Fuente, donde los naturalistas amansaban águilas reales con el fin de capturar zorros para colocarles un eco localizador. Todos recordamos esas imágenes en la que expertos cetreros paseaban por esos montes del interior ibérico con las gigantescas rapaces sobre sus puños enguatados para soltarlas al aire cuando el raposo saltaba de su madriguera. Todos los niños queríamos ser como Félix y andar por el campo con un águila a nuestro lado, como el Señor de las Bestias.
Por aquellos entonces, aún era común sacar de los nidos de cernícalo un par de pollos con el fin de amaestrarlos y que sirvieran de mascotas, una costumbre antiquísima que desde siempre se ha practicado en Setenil como nos contaban nuestros mayores. Recuerdo a Frasquito un señor mayor que todos los fines de semana se dejaba caer por el pueblo y al que todos los zagalillos nos gustaba acercarnos, pues nos contaba historias de bichos y alimañas montunos, y lo que es más importante, nos prometía que la próxima vez que bajara nos traería un pollo de calí que anidaba en un tajo próximo a su cabaña.
No recuerdo si sería Frasquito, pero el caso es que por aquellos entonces, a un amiguillo nuestro le regalaron un auténtico calí gitano, hembra de la especie algo más oscura, grande y agresiva que el macho, y que nuestro vecino paseaba orgulloso por el pueblo. Todos los niños nos llegábamos a su casa para ver como le daban de comer trozos de pollo, y buscábamos ranas vivas en el río para soltarlas en la calle y ver como el pájaro se lanzaba para darles caza. Era lo más parecido que podía haber en Setenil a los documentales de Félix.
Un día de esos, en pleno verano, paseábamos todos detrás de José Antonio y su calí, cuando el pájaro pegó un revoleo y cayó al río. Entonces un señor mayor que estaba en el bar se lanzó en busca del ave que se estaba ahogando, metiéndose en fango hasta las rodillas. El calí, heredero quizás de una estirpe de rapaces veneradas por los súbditos del mismísimo AbolcaÇin el Cordi, y viéndose tan groseramente manoseado, la emprendió a picotazos con el viejo, que con vehemencia lo levantó en el aire con la intención de estamparlo contra la piedras del puente. Cuando cogía aire para dar impulso a la acción, debió escuchar el buen hombre como desde el puente se descojonaba de risa el personal con la imagen de un hombre hundido en cieno hasta las rodilla y vilmente herido por el calí. El hombre se contuvo de golpear al animal y sólo llegó a mascullar algún improperio contra el bicho y la madre que lo parió, quedando la cosa en eso ,mientras toda la zagalería se preguntaba como era posible que alguien pudiera coger un calí de frente sin protegerse de las garras y el pico.
Pasaron los años, Frasquito murió y yo me quedé sin ese calí que nos tenía prometido. Nosotros crecimos, los capítulos de la Fauna Ibérica fueron quedando en le olvido de una época ya pasada y otros menesteres acapararon nuestra atención más que pasear por las calles del pueblo con un pájaro. Pero hoy día, cuando echo la vista atrás y recuerdo las cosas de mi niñez, pienso que siempre me quedará la pena de no haber tenido un calí y pasearlo por el campo, lanzarlo al aire en busca de algún pajarillo y llamarlo para que volviera sobre mis hombros: ¡calí, calí, calí!

Para saber más:
Cernícalo (cernícalo primilla. Falco naumanni) CISB
Onomatopeya. Wikipedia.

martes, 18 de mayo de 2010

Algunas fotos de la Romería 2010 en Setenil

Pasamos algunas fotos de la Romería de este año mientras conseguimos subir en YouTube el resto de vídeos.
De Romería 2010
En la Iglesia de Nuestra Señora de La Encarnación, durante la misa de romeros del viernes.
De Romería 2010
De Romería 2010
Viernes de Romería; Tras la misa se lleva el estandarte a la Casa de Hermandades, donde se toma una copa para ir calentando motores, pero sin abusar que por la mañana hay que madrugar para hacer el camino.
De Romería 2010
La residencia de ancianos de Setenil se llama San Isidro Labrador, como nuestra Hermandad, y el sábado antes de iniciar el camino la carreta del santo paró en su puerta. Nadie merece un homenaje más que ellos.
De Romería 2010
El cazador cazado, que no es otro que ¡Setenil 69! y como no podía ser de otra manera, con la cámara en ristre.
De Romería 2010
San Isidro por Pata-Hierro, junto a una majestuosa encina.
De Romería 2010
Los caballistas de Setenil, cabales y serios, como hay que ir cuando se monta a caballo.
De Romería 2010
Paca y Juana, dos florecillas de primavera entre los trigos.
De Romería 2010
No puede haber romería sin un buen jamón,
pero por favor Miguelito, súbete ese pantalón.
De Romería 2010
De Romería 2010
De Romería 2010
Ni Julio Romero de Torres soñó con mujeres tan guapas para sus pinturas.(y poco presumidas que se ponen las chavalas para las fotos)
De de Setenil69
De de Setenil69
De de Setenil69
De de Setenil69
De de Setenil69
las últimas no son fotos de este año,
pero si las pongo hoy, tampoco hace daño.

lunes, 17 de mayo de 2010

Romería de San Isidro 2010 en Setenil de Las Bodegas

Cansados pero alegres y divertidos, los romeros de la Hermandad de San Isidro Labrador de Setenil de Las Bodegas emprenden el camino de vuelta desde La finca La Escalanta al pueblo, para dar conclusión así a más de tres días de romería, que ya se nota en los cuerpos y las caras el cansancio de tanto desvarajuste.
Hoy algunos de estos romeros salen para el Rocío con la Hermandad de Ronda, que ya es tener ganas de fiesta, pero la mayoría volvemos a nuestra rutina diaria, deseosos todos de que llegue la próxima romería. Un abrazo a todos.
Disfruten de este vídeo y no dejen de reparar en los jocosos comentarios del personal.
Para Saber más: Tienen que visitar la página de la Hermandad de San Isidro, cuyo enlace aparece en el archivo de este blog, y donde nuestro amigo Francisco nos dará muchos más detalles de cuanto aconteció en la Romería 2010.
¡Salud!


Web Romería de San Isidro en Setenil (http://www.sanisidrosetenil.com/index2.htm)

viernes, 14 de mayo de 2010

Reportaje de la Romería de Setenil 2008

Al ritmo de unas sevillanas donde se enuncian todos los pueblos de la Provincia de Cádiz, podemos disfrutar de este power point sobre la Romería de San Isidro en Setenil del año 2008, con estupendas imágenes de romeros, carretas y caballistas haciendo el camino por los verdes senderos de La Mata de Vargas y La Escalanta.
Preciosas imágenes que nos van metiendo en ambiente, y es que ¡ya estamos en Romería!
Nos vemos en el camino. ¡Viva San Isidro y viva Setenil!

Power point: Setenil 69

miércoles, 12 de mayo de 2010

Romería de San Isidro en Setenil: Año 1949, los orígenes de la Romería.

De Fotos Antiguas
De Fotos Antiguas

Fotos: San Isidro en precesión por las Cuevas y la Calle Ronda. En el balcón Doña Filomena con su nieta Filomena Villalón Tornay.

Representa este pequeño reportaje uno de los primeros testimonios gráficos de la Romería de San Isidro en Setenil de las Bodegas, donde podemos ver como un grupo de romeros llevan al santo en procesión por las Cuevas de La Sombra hacia la casa de Doña Filomena Ramírez Salas, en cuyo salón se le rezará una novena.
Los orígenes de nuestra romería están ligados inexorablemente a su persona, popularmente conocida en Setenil como Filomena "La Lozera", por regentar un negocio de venta de lozas o de materiales de construcción, además de una antigua panadería familiar. Nace en 1883, hija de José Ramírez Torres y Josefa Salas Anet, y se casa con Bartolomé Villalón Aguilera, viviendo toda su vida en su casa de la Calle Ronda nº25.
Desde joven, sentía gran devoción por San Isidro y fueron varios los viajes que hace a diferentes santuarios isidrianos, incluido Madrid, aunque fue gracias a una visita a la casa natal de Fray Leopoldo de Alpandeire la razón por la que San Isidro llegó a Setenil. Según se cuenta en la familia, en una humilde estancia de esta casa y escondida detrás de un mueble, encontró una estampa del santo madrileño, lo que fue considerado por ella como una premonición que le llevó a encargar una imagen del santo, que fue sufragado a partes iguales por ella y la Hermandad de Labradores de Setenil.
En este primer año de 1949, por falta de tiempo no se pudo celebrar la romería, y el asunto se limitó al rezo de una novena en el salón de la casa de su camarera (nueve días ante un altar de flores), pero a partir de ese año se inician las romerías con la salida procesional al campo, normalmente a la Venta de Leches, adquiriendo la romería prestigio y solera. Doña Filomena, en un gesto de generosidad, hacía un reparto de bolsas con vituallas para que todos pudieran disfrutar de la fiesta y de la devoción a San Isidro. Nace como podemos ver nuestra hermandad con vocación de solidaridad y desprendimiento.

De Fotos Antiguas
Foto: Doña Filomena y la Hermandad de San Isidro reparten bolsas con comida (También están el alcalde Domínguez y Juan Jiménez, responsable de la Hermandad de Labradores)
Su devoción prevé incluso el día en que ella falte, pues al dejar la tradición del cuidado y preparación de San Isidro en la persona de su hija Doña Encarnación Villalón Ramírez, le deja como mejora en el testamento lo que se conoce como la "partida de San Isidro"; dos fanegas de olivar en los Montecillos para que se sufraguen los gastos que este menester pudiera ocasionar. En dicho testamento también se contemplan los gastos de la colonia del cristo de La Veracruz, antigua tradición familiar.
La Romería es hoy una celebración consolidada en Setenil, gracias a la labor de nuevos romeros que han conseguido una fiesta sin parangón en la comarca, y todo se lo debemos a estos humildes orígenes donde una mujer de enormes condiciones, que quizás se adelantó a su tiempo, se empeñó en traer a San Isidro Labrador a Setenil.
Doña Filomena tiene un monolito conmemorativo en la Venta de leches, lugar de celebración de las primeras romerías de Setenil en honor a San Isidro.
De Ruta de los bandoleros
Foto: Monolito conmemorativo del 50 aniversario de la romería en la Venta de Leches.
De Fotos Antiguas

Foto: Papeleta de pago de la cuota sindical de la Hermandad de Labradores y Ganaderos de Setenil, germen de la futura Hermandad de San Isidro.

Para saber más: Página Web de La Romería de San Isidro Labrador en Setenil. Hermandad de San Isidro.

Nota: Muy posiblemente las dos primeras fotos sean de 1949 de la llegada del santo a Setenil y la segunda, la del reparto, sea de 1950, aunque también es posible que todas formen parte del mismo reportaje.

lunes, 10 de mayo de 2010

Romería de San Isidro Labrador 2010 en Setenil de las Bodegas

De CARTELES

El próximo fin de semana se celebra en Setenil la romería en honor a San Isidro Labrador, una de las fiestas más singulares y atractivas de nuestro pueblo, y cuyo programa de actos pueden ver abajo de estas líneas o consultar en la página Web de la Hermandad y en el blog de Turismo de Setenil, cuyos enlaces se muestran en el archivo.
Recomiendo a todas aquellas personas que quieran pasar un buen día de romería, que se animen a hacer el camino desde Setenil hasta la finca La Escalanta, atravesando lugares de indudable encanto en un ambiente festivo y alegre.
En la Romería de Setenil todos son bienvenidos, y durante el camino la Hermandad de San Isidro prepara una comida para todos los romeros, haciendo honor a una antigua tradición de generosidad y fraternidad donde el compartir forma parte de la misma esencia de la fiesta.
Desde estas páginas animamos a todos los setenileños y visitantes a disfrutar alegremente de la fiesta sin dañar los lugares que atravesamos, pues no podemos olvidar que pasamos por lugares de gran valor natural.
¡Buena Romería de San Isidro a todos!

Programa de Actos
Jueves 13 de mayo
Primer día de triduo. Iglesia del Carmen
Viernes 14 de mayo
20:30 h: Segundo día de triduo. Parroquia de Ntra Sra de la Encarnación.
Traslado del Estandarte en procesión desde la iglesia a la Casa de Hermandades acompañado del Tamboril.
Degustación de Manzanilla y tapeo en la Casa de Hermandades de La Coronilla
22:00 h: Verbena en Calle Cuevas del Sol.
Sábado 15 de mayo. Romería
10:30 h: Concentración. Rezo Ángelus y Salida
11:00 h: Salida.
15:00 h. Parada para almuerzo en el campo
17:00 h. Llegada Finca La Escalanta.
23:00 h: Rezo del Rosario anta la Carreta de S. Isidro
Domingo 16 de mayo. Romería
12:00 h: Misa de Romeros ante la Carreta
18:30 h: Regreso de San Isidro a Setenil.

De CARTELES

viernes, 7 de mayo de 2010

Un Periodista de El Imparcial en Setenil (3): La entrevista con el Cabo Romanos

De Fotos Antiguas

Iría el bueno de Manuel Weiss subiendo el pecho de La Plaza sumido en sus pensamientos y cavilaciones, con la cabeza llena de ideas e imágenes de fieros bandoleros serranos desvalijando a los ricos y alternando con las lugareñas en fondas y posadas, y aunque no sabemos ni la edad ni el tipo del periodista, supongo que andaría sofocado por la pendiente que ha de salvar hasta llegar al cuartel, que suponemos sería el que en Setenil se conoce como Cuartel Antiguo, situado en el inicio de la subida al Carro. No tengo muy claro esta última cuestión del cuartel, aunque supongo que por 1905 estaría en ese lugar donde antaño debía existir una enorme y señorial casa que a mediados del siglo XIX se destinaría a uso militar, tal como ocurre en casi toda España, donde los hacendados locales ceden grandes viviendas para el establecimiento de la entonces recién creada institución armada.
Busca el periodista al comandante de puesto de Setenil por aquellos entonces, al Cabo Don Mariano Romano Escribano, personaje que ya conocemos en este blog cuando lo de las entradas sobre el Vivillo, y que fue retratado por Campúa cuando andaba en persecución del bandido.
Resulta la entrevista con el Cabo Romanos fundamental para conocer los hechos que trata de escudriñar nuestro protagonista, aunque a estas alturas del blog eso ya nos va interesando menos y lo que vamos buscando es conocer algunos detalles sobre la vida de nuestro pueblo a principios de siglo.
Así, Don Manuel llega al cuartel en busca de Don Mariano y le dicen que no se encuentra en el puesto pues ha salido a acompañar al Teniente que se dirige a Alcalá del Valle, y que debe de estar al llegar. Impaciente el periodista, sale en su búsqueda por el lado contrario a la entrada que cogió el día anterior, dice que baja, así que debió coger por el Callejón, donde está el restaurante El Mirador, hacia Las Calañas:
"...Como se me había dicho que el cabo no tardaría en regresar a Setenil me dirigí á su encuentro, y saliendo del pueblo por opuesto lado al que me había servido de entrada, comencé á bajar la pendiente y accidentada vereda que conduce por entre cerros y barrancos a Alcalá del Valle. No tuve necesidad de andar mucho, pues no tardó en aparecer en una revuelta del camino la oscura silueta de un guardia civil que, sólo, á pie y sin fusil, subía lentamente la penosa cuesta.
-El es- me dijo el vecino que me servía de guía- ¡Ya verá usted que bello sujeto es el Cabo Romano!- Añadió mi acompañante, y me propuso esperar á que llegase el cabo al punto del camino donde nos encontrábamos en aquel momento.
En los pocos minutos que duró nuestra espera, mi acompañante (cuya admiración hacia el Cabo Romano aumentaba mi impaciencia por conocer á éste) me descubrió con cuatro rasgos la semblanza moral del personaje a quien aguardábamos".

Como podemos leer, Weiss sigue con su rica prosa describiendo los acontecimientos de una forma tan teatral, que podemos imaginarnos a Don Mariano subiendo lenta y parsimoniosamente la cuesta de Los Caños, supongo que cansado ya a estas alturas del Vivillo, de los oficiales y los periodistas que de seguro turbaron la rutina diaria de su vida de guardia de un pequeño núcleo rural.
"El cabo-comandante de la Guardia Civil de Setenil es un veterano de la disciplina y de la abnegación militar. En la manga del severo uniforme luce el Cabo Romano, además de las rojas insignias de su graduación, unos brillantes galoncillos, que forman como un pentagrama de plata sobre el cual colocan sus marciales notas la vocación y la bravura del viejo soldado reenganchado..." Vemos de qué manera Weiss nos hace una introducción del personaje, donde aún desde lejos ya destaca su militar porte, cuya descripción le sirve para captar al instante la curiosidad del lector. Por fin se encuentran nuestros protagonistas:
"...La llegada de la persona aludida interrumpió la encomiástica relación de mi acompañante, el cual me presentó al cabo del puesto de Setenil, hombre de unos cincuenta y cinco años, enjuto, nervudo, de fisonomía noble y enérgica.
El Cabo Romano me recibió afablemente y al saber el objeto de mi viaje á Setenil, se ofreció á decirme cuanto supiese, sin perjuicio de la justicia ni de los deberes de su uniforme.
El acento de puro de Castilla, la hidalga expresión que Mariano Romano Escribano puso en estas palabras de nuestra conversación, que indujeron á preguntarle:
-¿No es usted andaluz?
-No, señor, soy de la provincia de Segovia. Y mientras me explicaba brevemente cómo las vicisitudes de su carrera le habían llevado á residir en aquel rincón de Andalucía, nos encaminamos, o mejor dicho, nos encaramamos a la casa-cuartel, situada en un altozano desde el cual se domina, como desde una torre, el laberíntico plano del pueblo de Setenil".
Aprovechamos en este momento para introducir una somera biografía que los hermanos De Las Cuevas insertan en su monografía sobre Setenil, y que dan cuenta de la impecable hoja de servicios de Don Mariano:
“… Cabo Romanos, del puesto de la Guardia Civil de Setenil, Don Mariano Romano Escribano, natural de Monzoncillo, en Segovia. Un año después de la visita de Campúa a Setenil, es ascendido a sargento y pasa a Lérida, aunque luego retorna a La Línea, y retirado, otra vez a Setenil…27 años de servicio en la Comandancia de Cádiz, por Bornos, El Bosque, Ubrique y Setenil…con datos curiosos para la historia de la provincia: Descubrimiento y captura de los autores del robo de alhajas en la Iglesia de Zahara; Huelga General en 1891; Persecución del bandido Pitero en 1892; detención de los autores a mano armada en el Molino de Osio y Villa Taza en Puerto Real, en 1907…etc., etcétera…”
El veterano cabo inicia entonces la relación de los hechos mientras reconoce la existencia de bandidos en la comarca: "...Precisamente en tal día como aquél y con motivo de la feria de Villamartín, á la que nunca van menos de cuatro á seis mil duros, es costumbre que se situase una pareja en el sitio mismo donde El Vivillo y los suyos estaban apostados. Pero ahora, hay escasez de fuerza en los puestos y ese día hubo que dejar desamparado aquel lugar para no privar de seguridad a la feria de Villamartín".
Entonces el periodista interpela al cabo por el motivo de que los hechos sean atribuidos al Vivillo con tanta seguridad, cuando existe el rumor en otros medios de que otro bandido apodado El Cristo, anda por estas sierras asaltando a indefensos viajeros. Este asunto es conocido como la "Resurrección de Cristo", donde se habla de que un antiguo bandolero y contrabandista dado por muerto vuelve a las andadas, lo cual sirve para que en otros periódicos ataquen las crónicas que desde Setenil manda Manuel Weiss a El Imparcial. En estos ataques se dice que nuestro periodista se deja llevar en demasía por su afición literaria y que incluso se ha atrevido a resucitar a un muerto para que ejerza de nuevo sus antiguos menesteres.
No dejo de pensar que este asunto de El Vivillo, a parte de representar un jugoso filón donde vender historias muy del gusto de los lectores, encierra un claro trasfondo político donde liberales y conservadores se atizan de lo lindo por el tema de la inseguridad en el campo andaluz. Periodistas como Weiss, en mi opinión, tratan de buscar la raíz del asunto al hablar de las difíciles condiciones de vida de la población rural.
Siguiendo con nuestro asunto, el Cabo Romanos niega categóricamente la intervención de El Cristo en el robo a Don Pedro, en tanto en cuanto "... el Cristo está más muerto que mi abuelo, que murió hace treinta años. Justamente el teniente á quien acabo de acompañar por el camino de Alcalá, fue el oficial que mandaba á los guardias que mataron al Cristo. Además, antes de dar sepultura á su cadáver, cuando le llevaron a Ronda, fue identificado por un hermano del bandido". Don Mariano no se baja del burro e inculpa al Vivillo en el robo, asegurando que lo conoce bien y que lo ha tratado pudiendo describir su físico y sus artes a la hora de robar y contrabandear (Cuenta el Cabo Romanos que el Vivillo amaestraba perros para que le pasaran mercancías desde Gibraltar a sus cuarteles). Se relatan entonces las andanzas del bandolero y su intervención en otros hechos delictivos de los que ya hablamos en su día, así como queda clara su estrecha relación con Setenil:
"...ha venido aquí con frecuencia. Precisamente acostumbra á parar en la posada donde está usted ¿no se aloja usted en la casa de la Victoria? (ojo con el servicio de inteligencia de La Guardia civil. A ver si se creía Weiss que el Cabo Romano no sabía que andaba por el pueblo husmeando un periodista).
Asentí á esta pregunta y dirigí la conversación por el lado de las causas del bandolerismo y de su represión.
-Lo que ocurre- me dijo sobre el particular el Cabo Romano- es que eso que llaman ustedes el caciquismo es el mayor inconveniente para la justicia. Además, de poco sirve que la Guardia Civil se mate persiguiendo á los malhechores, si luego ó no se les castiga ó saliendo de presidio á los pocos años ó á los pocos meses...".
Deja caer Don Mariano la idea de oscuros intereses que favorecen la delincuencia y mientras sigue con una descripción de los hechos, muestra su esperanza de que en la próxima feria de Ronda la naturaleza arrebatada del de Estepa le incite a actuar, y pueda ser localizado y capturado por la justicia. El mismo Weiss se atreve a transcribir las ilusiones del militar sabiendo que para cuando se publique esta entrevista la feria de Ronda ya habrá finalizado, pues "acaso no debiera revelar lo que sobre la esperanza de una próxima captura me dijo el simpático comandante de Setenil. Pero cuando estas cuartillas se publiquen la feria de Ronda se habrá verificado y no será inconveniente ni indiscreta aquella manifestación".
Poco más interesa de esta entrevista entre Weiss y el Cabo Romano y ya se dispone a finiquitar el artículo, no sin antes apuntar unos detalles que sirven para picar la curiosidad de los lectores: "...Mañana contaré las cosas que he oído referir del Vivillo, de su familia que tranquilamente mora en una de las más ricas urbes de Andalucía; de su hija, garrida moza, alta como una lanza y fresca como una mañana de Abril que luce joyas y pañuelos de espuma. Y ya verá el lector si es curioso el singular enlace de las peligrosas aventuras del bandido con la tranquilidad inalterable del hogar". ¡Que pedazo de artista resulta Don Manuel! que viendo como entre ricos labradores y aguerridos guardias se le acaba la historia y aludiendo a cierta información que maneja desde hace días, nos introduce la figura de la bella hija del bandolero. ¿Quién es esta buena moza? ¿Qué pinta en la historia? ¿Quién, cuando y cómo ha obtenido esta información nuestro reportero de El Imparcial? Esperaremos a nuevas informaciones desde Setenil.
Fuentes: Manuel Weiss. Diario Liberal El Imparcial. Martes 3 de Octubre de 1905. Biblioteca Nacional de España.
Nota: Cuando las entradas dedicadas al Vivillo en Setenil, tuvimos la ocasión de ponernos en contacto con Leticia, una descendiente del Cabo Romanos que se mostró muy contenta de poder saber cosas de su tatarabuelo, y como ella mismo nos contó "...somos nietos de Mariano Romano Ramos, que también nació en Setenil. Su padre se llamaba Lucio Romano y su abuelo era el Cabo Mariano Romano Escudero. Tal vez quede en el pueblo gente que recuerde a mi familia. Yo fui hace unos años a conocerlo y me pareció precioso, tal y como aparecía en las fotos y pinturas que me enseñaba mi abuelo de pequeña". (Vean aquellos comentarios).

De Fotos Antiguas

jueves, 6 de mayo de 2010

Un reportero de El Imparcial en Setenil (2). En casa de Don Pedro

De Fotos Antiguas
Ayer dejamos a Don Manuel Weis acostadito en su habitación de la posada de La Victoria, propiedad como ya sabemos de Doña Victoria Vargas Valencia, no sin antes haberle dado tiempo a redactar unos cuantos artículos que a modo de folletines se irían publicando sucesivamente en El Imparcial. De esta manera, el periodista nos dejó unas primeras impresiones sobre el largo viaje de Madrid a Setenil, algunos apuntes sobre el bandolerismo en Andalucía y una somera descripción del humilde lugar donde se hospeda, lo cual puede servir para iniciar esta serie sobre las andanzas del Vivillo en Setenil. Esa misma noche del 29 de Septiembre, Weis deja escrito otro artículo para que sea publicado el próximo 2 de Octubre, y donde nos deja la impresión que le produce su llegada a Setenil y la entrevista en casa de Pedro Guzmán, como podemos leer a continuación:
"Desde Setenil. Al llegar. Panorama y escenario. Una víctima del Vivillo. En casa de Don Pedro Guzmán. Relato del despojo.
El pueblo de Setenil no aparece á la vista del viajero hasta que éste llega al fondo del inmenso barranco, del tajo profundo, dentro del cual y por encima del que se asienta la más extravagante y pintoresca agrupación de viviendas humanas.
Figuraos un ancho río que hubiera empobrecido hasta convertirse en un arroyo miserable y fangoso.

Imaginad que en tiempos remotos, acaso prehistóricos y durante siglos y siglos, la corriente impetuosa y constante de las aguas hubiera socavado las laderas del barranco que sirve de lecho al río, hasta el punto de formar en una y otra margen dos enormes cornisas de roca.
Colocad bajo la concavidad de esas cornisas que amenazan aplastar las calles empinadas, casitas alegres, de fachadas azules y rosadas, humildes chozas y silos tenebrosos, y por encimas de esas calles y de esas casas, en laberíntica y ascendente espiral, otras calles y otras viviendas y las ruinas de un castillo y los muros morenos escarificados, vetustos, de una iglesia con apariencia de mezquita.
Y con todos estos elementos escenográficos y arquitectónicos, no podéis formar sino idea muy remota del aspecto, de la estructura, del sorprendente panorama de Setenil, visto desde la entrada por la senda, casi imperceptible, que de la estación ferroviaria conduce al pueblo.
Vadeando el sediento arroyo se entra en la población por la calle principal, llamada de Ronda, una calle cubierta á trechos por la techumbre de roca de la consabida cornisa.
Al promedio de esta extraña vía se encuentran frente a frente y á izquierda y derecha, respectivamente, la casa de Don Pedro Guzmán y la posada de la victoria, el domicilio de la víctima y el alojamiento del secuestrador, del contrabandista el Vivillo, que ha pernoctado muchas veces en la habitación, con ventana al río, donde escribo estas cuartillas..."
Que útil le hubiera resultado a Weiss una cámara fotográfica como la que usaba su compañero y competidor José Campúa, aunque estarán de acuerdo conmigo en que suple a las mil maravillas esta carencia con su escritura, abigarrada y barroca desde luego, pero capaz de describir a la perfección lo que un viajero podía encontrar al llegar al pueblo.
Como dijimos ayer, el periodista escribe desde la misma habitación donde en otras ocasiones se hospedara el bandido, y de seguro se hospedará también el mismo Campúa, con vistas al río y a la Calle Triana. La posada de La Victoria, como se dice, queda justo en frente de la casa de Don Pedro, con lo cual podemos hacernos una idea de donde vivía este hombre conociendo la amplia fachada de la actual Discoteca la Pozá.
Seguimos con el relato del Manuel Weis:
"...En el momento de llegar, la posada, una posada clásica de Andalucía, estaba muy animada. Por fuera paseaban ociosos muchos mozos del campo y un gitano terne y jacarandoso corría por la calle una mulilla, cuya estampa admiraba el presunto comprador.

Tuve que esperar a que el Sr Guzmán regresase de sus fincas y era ya de noche cuando penetré en la cómoda y típica vivienda del rico labrador, quien, en unión de sus dos hijos, simpáticos muchachos de doce á catorce años, se hallaba sentado á la mesa, mientras servía la cena al marido y á los hijos la dueña de la casa".

Por estos días de septiembre, el bueno de Don Pedro aún no habría lidiado con muchos periodistas, y relajadamente invita a Weis a su casa, y por lo que parece, le ofrece mejor recibimiento que el que recibe Campúa unas semanas más tardes, que se las ve y se las desea para entrevistar y fotografiar al protagonista. Para mediados de Octubre, Pedro Guzmán estaba literalmente hasta los mismísimos de periodistas, del Vivillo y la madre que los parió, pero ese 29 de Septiembre, Weiss puede entrevistarlo a placer en su misma casa.
"...-con mucho gusto referiré á usted el lance- me dijo, contestando á mi ruego el Sr. Guzmán,-y para no interrumpir mi relato- agregó- me permitirá que acabe yo de cenar y hablaremos tranquilamente.
Me pareció muy justificada la animosa indicación del Sr. Guzmán, y mientras la cena concluía, contemplé con agrado aquel sencillo cuadro de familia y con curiosidad examiné la estancia. No faltaba allí ninguno de esos detalles que la conformidad establece en la casa del labrador rico, ni la chimenea monumental, que ha de alegrar con su amoroso fuego las veladas de invierno, ni la clásica alacena, empotrada en la pared, donde lucen vistosamente confundidas la loza de Sevilla, los juguetes que eran el encanto de los angelitos que se fueron al cielo y las flores de talco que han de adornar las andas de la Virgen el día de la fiesta del pueblo".
Vemos como el periodista maneja los tiempos a la perfección, y en ese intervalo que parece tenemos que cumplir hasta que Don Pedro termine la cena, Weis nos describe soberbiamente la casa de su anfitrión que parece que estamos sentados en la misma mesa y sólo nos falta oír los sorbos de sopa del labrador. Nos queda el misterio de las últimas palabras sobre los juguetes de los angelitos que se fueron al cielo. Seguimos con el relato:
"...Don Pedro Guzmán es hombre de unos cuarenta años, buen mozo, de cabello abundante y negro, en el que empiezan á platear, de semblante grave y melancólico, de mirada firme y expresiva. El rostro afeitado, no se diferenciaba del de los jornaleros á sus órdenes; el traje era medio señoril.
Concluida la cena de D. Pedro Guzmán, me concedió el objeto de mi visita. Creo que me ofreció un cigarro de tabaco gibraltareño y aún creo que lo fumé para que este obsequio sirviese en mi memoria de recuerdo a la proverbial hospitalidad andaluza. Por fin el Sr Guzmán tuvo a bien contarme su triste aventura. Separose la víctima del Vivillo de la mesa del yantar, y sin más proemios comenzó de este modo su relato:
¿Quiere usted saber lo que me ocurrió en el camino de Villamartín cuando fui robado y amarrado? Pues voy a referírselo detalladamente..."
Comienza en estos momentos el relato de Don Pedro hace de los hechos, muy interesante por cierto, pero que no es el objeto de esta entrada donde sólo pretendemos ver como enfocaban estos periodistas la noticia, y la particular visión que tenían al adentrarse en esta parte de Andalucía, trágica y misteriosa tan alejada de la gran urbe capitalina.
Resulta desde luego entrañable la visión que tiene Don Manuel a su llegada a Setenil, del ambiente de la calle donde un gitano le enseña una mulilla a un posible comprador, de la casa del Sr Guzmán, su mobiliario, la imagen familiar con esos niños, y desde luego, la teatralidad del relato, donde como decimos podemos imaginarnos a Don Pedro apartándose de la mesa para, tras ofrecerle un cigarro a su interlocutor, iniciar el relato de lo que le sucedió con el Vivillo.
Leer el amplio artículo es necesario para conocer los hechos y entiendo yo, que a parte de la indudable calidad artística que Manuel Weis imprime a sus artículos, es capaz de desgranar por secuencias los hechos, aportando a la vez certeros comentarios.
"..Habíamos interrogado á la víctima. Íbamos á averiguar la opinión del representante de la ley en Setenil. Desde la casa del Sr. Guzmán fuimos a la casa cuartel de la Guardia Civil para hablar con el comandante de puesto. Después de incidentes, que mañana serán narrados, nos encontramos con el cabo Mariano Romanos Escribano, tipo clásico y admirable del benemérito instituto. Lo que él nos dijo será motivo de inmediata información".
Dejamos a Manuel Weis camino del Cuartel de la Guardia Civil, intrigados seguro por lo que el aplicado periodista nos pueda contar mañana tras sus investigaciones por aquel Setenil de 1905.

Fuentes: Manuel Weiss. Diario Liberal El Imparcial. Lunes 2 de Octubre de 1905. Biblioteca Nacional de España.


De Fotos Antiguas

miércoles, 5 de mayo de 2010

Un reportero de El Imparcial en Setenil (I) El viaje y primera noche en la posada.


De Fotos Antiguas 1
Seguro que recordamos aquellas entradas que en Octubre del año pasado dedicamos al Vivillo y sus andanzas por Setenil, donde los periodistas nos ofrecían desde un punto de vista un tanto sensacionalista una visión romántica y estereotipada del bandolerismo en Andalucía.
En aquellos meses de Septiembre y Octubre de 1905 fueron muchos los reportajes que cubren el suceso del robo de los feriantes setenileños, lo cual dio ocasión para que toda España conociera ese Setenil que se asomaba al siglo XX con una historia de bandoleros al más puro estilo romántico. Así, hicimos especial hincapié en el reportaje que para la revista Nuevo Mundo prepara José Campúa, que da buena cuenta de la noticia en siete páginas donde aparecen algunas de las primeras imágenes que hay de nuestro pueblo, y avisamos de que pese a que aunque este reportaje puede ser considerado un auténtico tesoro documental para Setenil, la calidad literaria del texto es relativa y los datos aportados no eran fundamentales para conocer los hechos. Lo importante quizás para el periodista jerezano y su periódico era aportar testimonios de primera mano e imágenes que suscitaran la imaginación de unos lectores sedientos de noticias impactantes sobre aquella Andalucía profunda que no quería desvanecerse.
Vimos entonces como fueron muchos los intrépidos periodistas que pasan por Setenil para cubrir los hechos como si de auténticos reporteros de guerra se tratase. De estos, y pese a que fue el referido Campúa el que se llevó el gato al agua, destaca Manuel Weis, periodista de El Imparcial, cuyos textos, a modo de impresiones, destacan por su calidad literaria y artística . Así pues, si en aquellos días de 1905 a las fechorías del Vivillo en Setenil le puso imágenes el Sr. Campúa, fue Weis el que con su fina pluma aporta los detalles más pintorescos y poéticos de la historia.
Después de una serie de teletipos que informan del robo al Sr Pedro Guzmán y otros paisanos que se dirigían a la feria de Villamartín, el Diario Liberal el Imparcial manda al reportero Manuel Weis a cubrir la noticia. De esta manera nos adentra el periodista en la historia:
"El Bandolerismo Andaluz. Sobre el terreno. Primeras Impresiones. Setenil 29 de Septiembre.
Tres diferentes líneas de ferrocarril y una cabalgadura es necesario utilizar para llegar desde Madrid a Setenil, recóndito pueblo de la provincia de Cádiz y uno de los más pintorescos y caracterizados de la tierra baja de Andalucía.
El viaje, aún utilizando la más rápida combinación de trenes, no se lleva a cabo en menos de veinte horas, que son precisamente las que he necesitado en invertir para llegar a este pueblo donde desde hace pocas horas me encuentro.
No estuve desacertado al elegir este punto como primero en mi itinerario. En Setenil reside la última víctima conocida del Vivillo y de sus caballistas. En Setenil está la autoridad (el cabo de la Guardia Civil de este puesto), que primero ha dirigido la acción de la ley hacia la partida de malhechores...de Setenil por último parte el camino donde no hace todavía ocho días cometió su última ruidosa fechoría la partida del Vivillo...
Explicando por qué el periodista ha elegido á Setenil como punto de partida para sus observaciones acerca de la reaparición del bandolerismo en Andalucía...consignar las primeras impresiones que he podido recoger desde que el tren traspuso las abruptuosidades de Despeñaperros hasta este momento en que, encerrado en el modesto cuarto de una posada, al que sirven de mobiliario unas sillas de enea y una mesa de roble y de decorado unos cuantos cromos de La Lidia representando hechos célebres del toreo, escribo a la luz de una vela estas cuartillas, que mañana se llevará el cartero y que al siguiente día deberán llegar a Madrid".
El periodista evidentemente escribe desde una habitación de la Posada de La Victoria, la cual nos describe de manera tan minuciosa, y en estas primeras impresiones nos relata la conversación que sobre el tema del bandolerismo en Andalucía tiene con otro pasajero del tren, rico hacendado que le da una visión muy particular de los hechos. "En Córdoba subió al mismo departamento que yo ocupaba un señor elegantemente vestido, si bien descubría en su rostro, adornado por espesas patillas negras, en su tez bronceada por el sol y el aire y en el rústico desenfado con que se expresaba, la contextura del hombre hecho a las faenas del campo. Según pude comprender después en el curso de la conversación, que no tardamos en entablar, mi compañero de viaje era el tipo perfecto del hacendado andaluz, dueño de extensos olivares y de numerosos cortijos, con sus puntas y ribetes de ganado".
El rico hacendado como digo, pone en antecedentes al periodista de lo que se cuece en Andalucía, de la sequía y la pobreza, y de como ante tanta miseria los propietarios "hemos hecho lo que hemos podido y algunos más de lo que han podido. Nos hemos agregado muchos más trabajadores de los que necesitamos. Hay casas que sostienen a más de mil hombres, a los cuales no necesita para nada y nada hacen, pero se les paga su jornal como si trabajaran..." Aún así, el hacendado niega cuestiones políticas en el asunto del Vivillo, encuadrándolo en un tema de mera delincuencia, y en un gesto de patriotismo autonómico sentencia "...además no es conveniente que se hable mucho del bandolerismo. Eso retrae a los extranjeros que dejan mucho dinero a las industrias andaluzas y a las cuales perjudica con esas cosas que dicen ustedes en los periódicos".
De esta manera tan tajante trata de zanjar el asunto del bandolerismo este curioso personaje que ve el asunto de una manera mucho más pragmática que su interlocutor.
Todas estas reflexiones y muchas más plasma Manuel Weis en unas cuartillas en su primera noche en Setenil bajo la tenue luz de un candil, encandilado quizás por el monótono ronroneo del río que pasa bajo su ventana, embargado seguro por el misterio de ese pueblo recóndito y primitivo que se encuentra cuando baja desde la estación a lomos de caballería. Dejamos por hoy a Don Manuel en esa humilde habitación de La Posada de La Victoria en la Calle Ronda que seguro que está deseando echarse a dormir después de veinte horas de viaje y las sensaciones de la jornada. Mañana será otro día y pronto conoceremos de sus pesquisas durante su estancia en Setenil.
Fuentes: Manuel Weis. El Imparcial. Diario Liberal. 30 de Septiembre de 1905. Biblioteca Nacional de España.
Para saber más:
El Vivillo en Setenil (I) y El Vivillo en Setenil (II)


De CARTELES

Imágenes; parte del reportaje de Campúa para Nuevo Mundo