lunes, 23 de julio de 2012

Aquellas ferias de entonces (I)


Agrupación flamenca Andalucía. Setenil 1965

Hubo un tiempo, hace mucho tiempo, que Setenil celebraba sus ferias de agosto dentro del pueblo. Con muchas variantes, pues cada año era distinto, el recinto ferial comprendía desde la Villa, donde se ponía la Caseta Municipal,  hasta las Cuevas donde se colocaban los cochecitos, caballitos y "voitomas".
Setenil entero era una fiesta, un pueblo en feria para alegría de chicos y mayores y regocijo de negocios que veían como por unos días sus establecimientos se convertían en improvisadas casetas.
Había corridas de toros y charlotadas, pasacalles, gigantes y cabezudos, fuegos artificiales, agrupaciones flamencas y grupos modernos al mejor estilo ye-ye de la época, como hemos tenido ocasión de recordar gracias a los viejos cuadernillos que se editaban para las ferias.
Entre las Cuevas del Sol y Las Cuevas de la Sombra, justo en la explanada del río, se colocaban los columpios y demás atracciones, así que el tránsito de gente por las calles era constante.
La feria no era un postizo ajeno al pueblo sino que era algo propio que se desarrollaba en las mismas entrañas de Setenil para disfrute de todos, ya que el sólo hecho de ver el ambiente que había en la calles era un espectáculo, así que las personas impedidas y los ancianos también participaban de estos días aunque sólo fuera comiendo pipas en los umbrales de sus casas y viendo a la juventud pasear .
En breve disfrutaremos de algunas anécdotas e imágenes de aquellas ferias de entonces.  Hoy nos quedamos con unas entrañables imágenes de cuando las fiestas de agosto se celebraban dentro del casco urbano de Setenil.
¡Salud amigos!


Trabajos de montaje de un tablao en la plaza

Orquesta Los Andaluces y Tony Rodas 1961 en Setenil de las Bodegas
con Sebastian Calvente, Tony Rodas, Enrique García y Alias.
 
Orquesta Los Andaluces y Tony Rodas 1961 en Setenil de las Bodegas
con Sebastian Calvente, Tony Rodas y Enrique García.
 
Feria en el río, entre las Cuevas del Sol
y de La Sombra.
Fuente: Imágenes de la Línea de la Concepción en Blanco y Negro. Creado por Luis Javier Traverso.
Para saber más: Fiestas y obras en el Setenil de los XXV Años de Paz. Setenil Rural.
Nota. Doy las gracias a aquellos que nos han dejado las fotos para que todos las disfrutemos

viernes, 20 de julio de 2012

Cabras monteses en Setenil


Incluso en la ajetreo de una maratoniana jornada laboral, el autor de estas imágenes ha tenido la sensibilidad y el gusto de parar su furgoneta en un arcén para fotografiar esta manada de cabras monteses paciendo a la altura del Cortijo Zaharilla, a pocos kilómetros de la estación de Setenil.
Puede que vengan de la Sierra de las Nieves o de Los Merinos y que la alta densidad de ejemplares y la consiguiente escasez de alimento y agua las haya empujado a buscar nuevos abrevaderos lejos de sus lugares de origen. Quizás el acercarse tanto a parajes de relativo tránsito humano sea algo coyuntural motivado por la necesidad, así que no deja de resultar una imagen curiosa a la par que emocionante ver a estos enriscados animales tan cerca de nuestras casas.
Sea como fuere, en ese trocito de carretera que hay de la estación de Setenil a Cuevas del Becerro, yo mismo al pasar con el coche he tenido la oportunidad de grabar a un grupo de buitres dando buena cuenta de los restos de una cabra, a un águila imperial bajar al suelo para capturar una presa, a búhos y cárabos devorando ratones después de que pasara la cosechadora, cernícalos, zorros, meloncillos, tejones y ahora estas cabras monteses. Desde luego, un lugar extraordinario para disfrutar de un encuentro con algunas de las especies más señeras de nuestra fauna.
¡Salud amigos!

martes, 17 de julio de 2012

El Pleito del Chopo Martel (II)


Imagen: pequeño extracto de la acuarela
original del primer tercio del XVIII 
Entre las raídas hojas de un viejo tomo encontramos una lámina que nos llama la atención. Un arroyo y una laguna de vivos colores azules, en ocre verdoso la vegetación mientras el muro de piedra aparece en un violeta difuminado. Con una bonita caligrafía se indican los nombres de los lugares; Fuente de las Ciciones, ¿camino, albercón? de leches, Camino de la fuente de las Ciciones, Pared de Martel, así como los propietarios de las fincas; Manchón de Ramírez, Aranzada de viña de Marcos de Figueroa y de Cueto, Viña de Pedro Martel, Viña de Roque Rodríguez, Viña de Juan Beltrán, Viña de Marcos Francés, de Alonso Moreno. En el centro del dibujo, más o menos, un árbol talado ¡un chopo! como reza la inscripción bajo del dibujo. No cabe duda, tenemos en nuestras manos un original de la auténtica acuarela del Pleito del Chopo Martel, quizás la que sirviera de prueba pericial en el proceso y lo que es seguro, el mismo ejemplar que inspiró a los Hermanos de las Cuevas para escribir sobre los pleitos de ese Setenil que ya a principios del siglo XVIII queda muy lejos de las hazañas del romancero.
“Por casualidad, hemos encontrado en otro libro de Don pedro Montero, la famosa pintura u otra pintura sobre el caso. Está bastante bien trazada y hasta coloreada con acuarela. El arroyo o la fuente es azul y la pared y el vallado iluminado en violeta. Las viñas, entonces, tenían piedras, como para pleitos”
¿Dónde estaría esa viña de la que habla el dibujo? Fuente de las Ciciones...no tengo claro que aparezca señalado el topónimo “de Leches”. ¿Puede tratarse de las Secciones o las cesiones? Alguien me dice que el lugar se encuentra entre La Cacería y los Vaqueros, a la altura del Arroyo Martín que baja del Quejigal acunado entre La Umbría y Las Arenas. Si es así, en aquellas huertas y bancales delimitados por densos encinares y vegetación de ribera lucían en tiempos ricos viñedos. Allí justamente era donde se alzaba el chopo en cuestión, origen de la querella entre Don Pedro Montero de Santisteban Martel y Don Salvador Ramírez.
En el pleito se cita que fue un tal Luís Díez quién realizó la acuarela, quizás por encargo de Don Salvador Ramírez, al menos eso se entiende en el monográfico de los Hermanos de las Cuevas, aunque el dibujo lo hemos cotejado gracias a un descendiente de Don Pedro Montero de Santisteban y Martel. Algo no encaja por tanto, o bien el dibujo original lo encargó este último, o este ejemplar se trata de una copia coetánea del original o cada uno de los litigantes encargó su propio dibujo. Quizás la acuarela, tras el pleito, terminara finalmente en manos de Don Pedro que la insertó con el resto de documentos, sea como fuere, es emocionante tener en mis manos un pergamino cuyos dibujos cuentan una historia que ocurrió en Setenil hace trescientos años, una historia de dignidades, prerrogativas y derechos que hunden sus raíces en aquel pueblo pequeño y orgulloso de hidalgos y labradores, una historia que toma forma entre tenues tintes violetas y azules.
Fuentes: Setenil de los Hermanos de las Cuevas y Setenil Rural
Para saber más: Asunto de lindes: El pleito del chopo Martel. Setenil Rural

martes, 10 de julio de 2012

Diccionario setenileño (X): De compras

En aquella casa de un campo de Setenil se criaban cuatro mocitas casaderas, así que esa huerta era visita obligada para el ditero; Cacharros de cocina, ropa y menaje de casa para el ajuar, vestidos y pinturillas para la feria... El ditero no cabía en sí de gozo pues haría buenas ditas con las niñas a las que todo les parecía poco. Luego venía la señora de la casa, mujer austera donde las hubiera, y haciendo criba devolvía todo lo que sus hijas habían cogido. Su gozo en un pozo.
El ditero era un vendedor ambulante que, primero en bestia y luego en furgoneta, recorría pueblos y campos y hacía ventas por encargo que luego cobraba a plazos, la dita.
En aquellos años donde el dinero era escaso y circulaba con dificultad, más o menos como ahora, la gente ideaba sistemas alternativos de compra-venta donde funcionaba la palabra y la confianza en las personas.
En las panaderías y otros comercios era usual el crédito, es decir, permitir que el cliente retirara el producto para pagarlo cuando entrara dinero en la casa, bien por el cobro del jornal o el pago de la cosecha. Un curioso método de control de estas transacciones era la taja, tablilla de madera, normalmente higuera, a la que se le hacía una mella cada vez que el cliente retiraba un kilo de pan, por ejemplo. Este sistema me lo contó mi tío según lo hacían desde siempre en la panadería de sus padres y abuelos.
El recuerdo de esa antigua panadería que horneaba en su horno de leña junto al río, nos trae de vez en cuando palabras ya en desuso. Así nos encontramos con zaramalla (¡gracias Consuelo!), algo así como ramaje de encina lo suficientemente fino como para no llamarlo leña y que bajaba del monte en su burra un tal Nicolás, hombre simplón y sin muchas letras al que los niños mortificaban con sus bromas y burlas.
Por afinidad, zaramalla también puede referirse a cosa de poca importancia, sin mucho valor e incluso algo mal hecho, mal cosido o desordenado.
Aún se usa en los pequeños comercios el término vecero, referido al chorreito constante de clientes que se pasan por el establecimiento a comprar con regularidad. “la cosa está mala, pero yo con mis veceros voy tirando”. La palabra deriva de “vez”, algo así como turno, cuyo origen se remonta a la sucesión más o menos cíclica de cargos y puestos de responsabilidad en determinadas instituciones, normalmente cabildos y concejos comunales. De ahí pasa a la voz que todos conocemos hoy.
En una tienda de Setenil, de esas de las de toda la vida donde puedes encontrar de todo, escuché hace unos días a unas mujeres hablar de que tenían prisa, que tenían la casa como una chacalaca, es decir, desordenada, todo manga por hombro, algo parecido a la otra acepción de zaramalla.
Busco la palabra en un diccionario pero lo más parecido que encuentro es chachalaca, referido a un pájaro americano similar al pavo. En Setenil se dice cuando algo está desordenado o mal hecho que parece el nido de una abubilla, un bonito pájaro que podrás ver saltando por los árboles de rama en rama. ¿Tendrá algo que ver nuestra chacalaca con una desviación de chachalaca? La verdad es que no lo sé. Lo cierto, y ya que hablamos de pájaros, es que para chacalaca buena la que ha liado la casta política en este país durante tantos años de despipote y locura. ¡80.000 cargos políticos en España entre la administración central, autonómica y local! Quizás, lo que tendrían que recortar sería a ellos mismos si no queremos volver a vernos vendiendo zaramalla por las calles. ¡Que desatre!
Perdón amigos pero hay días en los que voy a reventar.
¡Salud!


La foto, aunque no tiene nada que ver con el tema del que hablamos, estuvo colocada en un antiguo establecimiento de Setenil. Además, la pinta del paisano es un auténtico poema, ¡y las manos! Miren con que cara de delectación mira la copa de vino. El eslogan publicitario decía algo así como que "con fino Soto siempre serás uno de nosotros". Sin palabras.

martes, 3 de julio de 2012

Tarde de toros en Algeciras



Este grupo de señores y señoritos posan pinchos y peripuestos ante el objetivo de la cámara en la Plaza de toros de Algeciras. Estamos en los años veinte, año arriba, año abajo, la estampa de los protagonistas no deja lugar a dudas con esos clásicos trajes de antes de la Guerra; Bombines, sombreros panameños, de ala ancha y de media caña, pajaritas, corbatas y chalecos, cigarros puros y bastones, barbas y muchos bigotes. La burguesía agraria y comercial, quizás algunos profesionales libres, conservadores y liberales, masones y reaccionarios, el retrato de un sector de la sociedad andaluza.
Entre el público algunos setenileños, un tal papá Jose Antonio, como reza en el reverso de la postal, y en el que creo reconocer al famoso médico Pérez. ¿Cómo sería el viaje desde Setenil a Algeciras? ¿dónde pasarían la noche? ¿cómo se organizaría un viaje de este tipo? ¿quién torearía esa tarde?
Es la época dorada del toreo; Joselito el Gallo exprime las últimas gotas de un toreo antiguo y clásico que morirá con él en Talavera mientras Juan Belmonte, el Pasmo de Triana, sobrecoge al respetable con un toreo nuevo y diferente, ese en el que los pies se plantan en la arena para dirigir al toro con las manos y el alma... como un símil, la vieja España daba paso a una modernidad que no dejaba de resultar trágica y cruel.
Quizás en Algeciras, en un ambiente festivo y alegre, estos señores fueran testigos de aquellos lances que estaban cambiando la estética y esencia de la Fiesta.