lunes, 28 de junio de 2010

Llega el Verano

De Corpus 2010
A estas alturas de Junio, pasada ya la mágica noche de San Juan y todos sus fastos, sólo nos queda resignarnos a la inexorable llegada del verano y sus consecuencias; Calor, verbenas, barbacoas, bodas, fiestas ibicencas y saraos varios, que si la economía y la salud nos lo permiten harán que a mediados de agosto deseemos que llegue el otoño con todas nuestras fuerzas.
En Setenil, cuando aún las noches son frescas, la Feria del Carmen suele resultar el pistoletazo de salida de un verano que hasta la feria de Agosto saca la bandera de temporada alta, con la afluencia de turistas y la clásica llegada de aquellos setenileños que están fuera y que desean pasar las vacaciones en el terruño. Buena costumbre en verdad la de volver a la tierra de uno.
A partir de ahora, si desde los campos agostados os llegan los sones de "La Rumba Portuguesa" o "Stéreo Love" y una voz cavernosa os incita a bailar al ritmo de "Paquito el Chocoletero", no temáis, no imaginéis que el calor que habéis pasado durante el día os está jugando una mala pasada, simplemente es que DJ Gallo, el famoso animador local, ameniza una velada y desde un improvisado tablado anima al personal: “Esa peña de Setenil, que baile…”
¡Salud! Y buen verano a todos.

miércoles, 23 de junio de 2010

La Noche de San Juan

"Anticuado, interrogo las estrellas,
su desnudo, inapelable misterio,
mientras miro las llamas en la playa,
en esta noche cuando empieza el verano"

[Extracto: Noche de San Juan.
Juan Luis Panero]


“Desde la Mesa de Ronda la Vieja el panorama que se divisa es
realmente espléndido, grandioso, sublime; dilatada porción de
las provincias de Málaga, Granada, Córdoba, Sevilla y Cádiz; Sierra
Morena y Sierra Nevada aparecen en las lejanías del inmenso
horizonte como defumadas con sutil polvillo gris; una faja de indecisa
neblina indica el curso del Guadalquivir; los repliegues del
terreno ocultan á Carmona, Utrera, Morón y Osuna, cuyos términos
se descubren; más cerca, Grazalema (la Lacibula de los
romanos), Olvera y Setenil, y las moriscas Torre-Alháquime,
Zahara y Pruna, con sus atalayuelas de espionaje y de defensa...;
hacia Levante la enhiesta-roca donde se asentó la legendaria
Muncía de César y Pompeyo, y á sus espaldas los macizos montañosos
de la Axarquía Rondeña, velando el continente africano;
con razón puede llamarse ese sitio el Mirador de la Andalucía
baja, ¡Qué infinito es el poder divino!, he dicho muchas veces
contemplando hermosura tanta como desde la renombrada planicie
de la despoblada Acinipo se descubre”
Fuente: Acinipo. Memoria escrita por D. Antonio Madrid Muñoz: Informe redactado por D. Antonio Blázquez en virtud de acuerdo de la Academia.
Publicación: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. 2008.
Edición Digital a partir del Boletín de la Real Academia de la Historia. Tomo 63

Acinipo, buena atalaya para disfrutar de la noche de San Juan. Quizás, en esta mágica noche, podamos ver las lejanas hogueras que otras gentes encienden bajo las estrellas.

Para saber más:

Festividad de San Juan. Wikipedia.

lunes, 21 de junio de 2010

España-Honduras. Añoranzas del Mundial 82 en Setenil

Foto: Naranjito, la mascota del Mundial España 82

Ahora que estamos inmersos en pleno Mundial de Fútbol Sudáfrica 2010, y que precisamente nuestra selección se juega hoy el cobre con la todopoderosa selección de Honduras, me viene a la memoria aquel decepcionante debut de España en el Mundial 82 contra el equipo centroamericano.
Seguro que se acuerdan. En el subconsciente colectivo de la nación quedará aquel mundial que nos tocó organizar como un soberbio fracaso en lo deportivo, aunque no tanto en lo publicitario y económico, donde se demostró al mundo que España era un país moderno, solvente y capacitado para llevar a cabo grandes eventos mediáticos.
El caso es que España debutó aquel 16 de Junio de 1982 contra la Honduras de Gilberto, Costly y “Pecho de águila” Zelaya, autor este último del gol de su equipo.
Empate a uno al final del partido y el consecuente catastrofismo y pánico generalizado de la opinión pública del país, que veía que esa selección a la que algunos daban como predestinada a llegar a lo más alto, se empezaba aquedar en nada.
Recuerdo el ambiente que había ese verano en Setenil, con la emoción que producía el primer mundial con la televisión ya generalizada en casi todos los hogares, y los bares atestados de gente para ver y disfrutar de los partidos.
Un día, antes del debut de España, se organizó un partido en la Calle Ronda, con ceremonia de inauguración incluida, donde se situaban las porterías una en la puerta de Gonzalo el del pan, al inicio de la Calle Cantarerías y la otra en el bar de Domingo. Luego, ante el éxito del evento se planteo la idea de ampliar el campo hasta la puerta de Pedrín, pero ya esto era demasiado y lo tuvimos que dejar porque los porteros se aburrían. Puede que haya sido el campo más largo y estrecho de la historia reciente del fútbol, y aunque el juego era divertido, la verdad es que resultaba poco práctico. Más que nada era por llamar la atención, pues la gente se asomaba a las puertas de las casas y de los bares para presenciar el correteo de decenas de chavales por la calle. Éramos la sensación del verano en Setenil, y hasta las mujeres nos permitían que les diéramos pelotazos a las fachadas encaladas. Todo en el pueblo era buen rollito futbolero.
Después del empate ante Honduras, España derrotó a Yugoslavia pero perdimos con Irlanda del Norte, lo que nos obligó a jugárnosla contra la poderosa Alemania, con la que perdimos, e Inglaterra con la empatamos, así que al final eliminados de nuestro mundial.
Cuando la selección jugaba a la desesperada contra esta última, más quizás por dejar un buen sabor de boca que por opciones reales de clasificación, entramos algunos niños en el Bar El Puente cantando aquella coplilla que se generalizó durante el mundial al rimo de una conocida marcha, esperando quizás ganarnos la simpatía del personal que veía el partido:
“¡Aupa España! vamos a ganar,
Para España la copa del Mundial.
Será en Madrid la gran final
Y nuestro equipo ganará,
Con coraje y con nobleza
El equipo nacional…”
Entonces, un vecino que asistía perplejo al partido, se volvió, me dio una colleja y me dijo;
¡Cállate ya!
Por aquellos días, cuando la selección estaba al borde de la eliminación, empezábamos a estar un poco pesaditos con el mundial, y ya no éramos esos simpáticos niños que animaban el pueblo con su fiebre futbolera.
El mundial se lo llevó la Italia de Paolo Rossi, y aunque la selección española fue un fracaso, siempre nos quedaría la ilusión de ver por primera vez en directo a Maradona, Sócrates o Zico, aunque yo desde luego me quedo con el fabuloso camerunés Roger Milla y sus regates increíbles, y desde luego con nuestro Naranjito, que no podemos dejarlo atrás; ¡Dios mío! Una naranja como mascota para un mundial. Eso sólo puede ocurrir en España.
Pues nada, que hoy 21 de Junio nos la jugamos contra Honduras. Esperemos que la historia no se repita y la selección Española, esa que ahora llaman la Roja, se coma a Honduras y le den una alegría al país, que buena falta nos hace.
Disfruten todos del partido y ¡Aupa España!
¡Salud!

miércoles, 16 de junio de 2010

El 1º de Mayo de 1936 en Setenil. Los sucesos del Puerto del Monte.

Foto: Reproducción de un original de Agustí Centelles. "Juego de Niños" 1936
El 1º de Mayo de 1936, las agrupaciones de izquierda de Alcalá del Valle, Arriate, Torre Alháquime, Ronda la Vieja y Setenil de las Bodegas deciden celebrar la fiesta del trabajo juntas. Para evitar la prohibición de manifestaciones en los núcleos urbanos impuesta por el Gobernador Civil de Cádiz, se decide celebrar la concentración en el Puerto del Monte, en el término de Setenil, muy posiblemente en el encinar donde hoy se celebra nuestra romería de San Isidro.
Unos meses antes, concretamente el 16 de Febrero de 1936, se han celebrado las últimas elecciones en la España republicana con la consiguiente victoria del Frente Popular, una coalición de fuerzas republicanas y de izquierda donde destacan el PSOE, el PCE y los republicanos de Azaña y Martínez Barrios, así como otras agrupaciones minoritarias. Los anarquistas, pese a que no se presentan a las elecciones, no se muestran beligerantes con esta formación y como todos sabemos se encuadran en el mismo bando.
Atrás quedan las opciones republicanas moderadas, superadas quizás por la progresiva radicalización de la vida política y social, y unos acontecimientos que, inexorablemente, llevan la nación al abismo de una guerra fraticida. Como una metáfora de lo que se avecina, la celebración del 1º de Mayo en el Puerto del Monte termina en tragedia cuando aún quedan más de dos meses para el inicio de la contienda. A estas alturas, dos maneras antagónicas de ver la vida, contrarias e irreconciliables, velan sus armas a la espera de lo que parece inevitable.
La concentración obrera se desarrolla de una manera festiva y alegre, casi como si de una romería laica se tratase, y allí acudieron los principales líderes de izquierda de la comarca, como Cándido Marín Portales, alcalde socialista de Alcalá del Valle y José Morales Usagre, de las Juventudes Socialistas de La Torre. Por parte de Setenil suponemos la presencia del destacado líder socialista José Domínguez Camacho y de Diego Tornay Mariscal, excelentes oradores los dos y que llegaron a tener puestos de responsabilidad en el consistorio setenileño.
Como abanderado de la Juventudes Socialistas de Setenil iba Don Cristóbal Andrades, que como él mismo nos contó en aquella semana santa de 2008 (ver entrada de 22 de Febrero de 2010. Etq. Historia), fue testigo directo de los acontecimientos, al ser con tan sólo 16 años el portador de la bandera de los socialistas setenileños. Nos habló Don Cristóbal de la alegre jornada que se vivió ese día, y como, al regresar al pueblo, la Guardia Civil les cortó el paso en el Llano del Higuerón, produciéndose a continuación varios disparos con la consecuente desbandada general en un caos absoluto.
Para conocer los hechos hemos de acudir al libro recientemente publicado "Socialistas de Torre Alháquime. De la ilusión Republicana a la tragedia de la Guerra Civil. 1931-1946)", de Fernando Romero Romero, donde se hace un exhaustivo estudio de los sucesos de aquella jornada.
Fue el Alcalde de Alcalá del Valle quien el mismo día del incidente avisa por telegrama al Gobernador Civil de lo ocurrido, declarando que volviendo los manifestantes al pueblo sobre las 6 de la tarde, fueron interceptados por una patrulla de la Guardia Civil que abrió fuego contra ellos, ocasionado dos muertos y un herido. Posteriormente, el edil alcalareño modificó su primera declaración, fruto quizás del ardor de los momentos vividos y del interés en defender y exculpar de cualquier delito a sus correligionarios. De esta manera manifiesta que los guardias interceptaron a los obreros de Alcalá y La Torre en el Llano del Higuerón, y que ninguna parte estaba dispuesta a retroceder ni dejar pasar a la otra. Después de un largo tira y afloja entre guardias y manifestantes, por la mediación de las autoridades y los oficiales, se decide que el vehículo de la benemérita permanezca en la carretera mientras la manifestación cruza, hasta el momento en que sin saber de que manera, tras una serie de insultos y forcejeos, los guardias abren fuego con el resultado que ya conocemos (se habla de que alguien arrebató el mosquetón a un guardia).
Después de esta segunda versión, se producen detenciones de militantes de UGT,CNT y IR de Alcalá del Valle y Torre Alháquime, que acaban en la cárcel de Olvera, con el inicio de los procedimientos judiciales por un tribunal militar de Ronda con la instrucción de un sumario por agresión a fuerza armada, pero el 2 de Junio, el Tribunal Supremo declara que quien debe conocer del asunto es "...el Juez de Olvera, Don Juan María Merino, para sustanciar las responsabilidades derivadas de los sucesos ocurridos el día 1 de Mayo de este año en los pueblos de la provincia de Cádiz, Alcalá del Valle, Setenil y Torre Alháquime. En todos los sumarios anteriores, al ser nombrados los mencionados jueces dejarán de actuar los militares que instruían diligencias".
La Vanguardia. Pág.20 Miércoles 3 de Junio de 1936.
Evidentemente se produce una intervención política que da un vuelco en los procedimientos, pasando ahora las fuerzas de orden público a ser investigadas por el exceso de celo en su intervención. De esta manera, los guardias fueron interrogados e incluso se llegó a exhumar uno de los cadáveres para dilucidar si la víctima fue disparada por la espalda. Finalmente se presentó en las localidades afectadas una comisión de parlamentarios del Congreso de los Diputados para interrogar a los protagonistas. En la memoria de los responsables del Frente Popular estarían los sucesos de Casas Viejas de 1933, escándalo que a la postre significó una de las causas de la caída de la coalición republicano-socialista de Azaña.
Al final la cosa quedó en el traslado de los guardias a otras localidades, quedando el sumario paralizado después del inicio de la guerra.
Los hechos que son relatados en "Socialistas de Torre Alháquime" y en la noticia de La Vanguardia, son bastantes esclarecedores y sólo me asalta la duda de si el altercado se produjo con el grueso de la manifestación o sólo con los representantes de Alcalá y La Torre. Fernando Romero parece decantarse por esto último, y parece lógico pensar que en lo que hoy sería Pata Hierro, o quizás en el Nogalejo, los militantes de Setenil se separasen del resto para bajar al pueblo distante a menos de un kilómetro, mientras que el resto subía por la Huerta de los Llanos, siendo interceptados en el Llano del Higuerón, entendiendo claro está, que los manifestantes torreños trataban de volver a su pueblo por la vereda que sale al final del Arroyo de Alcalá. Sería lógico como digo y así se apunta en el libro, pero según el testimonio de Don Cristóbal Andrades, él mismo, con su tremolante bandera al viento, se encontró con la guardia civil frente a la comitiva, y fue testigo de los disparos y el desbarajuste que le sucedió posteriormente, con lo que se desprende que los hechos también afectaron a los manifestantes setenileños.
Fuera como fuese, queda claro la gravedad de los acontecimientos del 1º de Mayo en El Puerto del Monte, anticipo quizás de lo que estaba por llegar.
Algunos meses después, dominada ya toda Andalucía por las tropas de Franco, el nuevo régimen se apresura a depurar responsabilidades. Así, el hecho de haber asistido a la reunión del 1º de Mayo en el Puerto del Monte, era mencionado en los atestados, sumarios y declaraciones de las causas abiertas contra muchos vecinos, considerándose como prueba de adhesión a organizaciones de izquierda.
Conociendo estos acontecimientos y tantos otros que se suceden en aquellos convulsos momentos previos al inicio de la Guerra Civil, se puede entender ese antiguo y enquistado axioma de que "todo fue inevitable", que nada ni nadie era capaz de detener la locura colectiva que se aproximaba. Era como un polvorín a punto de estallar, donde el más mínimo roce, la más mínima provocación encontraría destinatario seguro. Muy posiblemente todas las guerras civiles tengan inicios similares.
Fuentes:
"Socialistas de Torre Alháquime. De la ilusión republicana ala tragedia de la guerra civil. 1931-1946". Fernando Romero Romero. 2009. Editado por el Exmo. Ayuntamiento de Torre Alháquime (Cádiz)
"La Vanguardia. Miércoles 3 de Junio de 1936".
"Jornaleros y Organizaciones Obreras. Villamartín 1900-1936". Fernando Romero Romero. Exma. Diputación de Cádiz.
Para saber más:
Cristóbal Andrades, un guerrillero de Setenil contra los nazis. Setenil Rural.
El Frente Popular. Wikipedia.
Los sucesos de Casas Viejas. Wikipedia.

lunes, 14 de junio de 2010

Una agrupación masónica en Setenil en 1887

De Fotos Antiguas

Rebuscando en la Hemeroteca Nacional hemos dado con valiosos documentos gráficos y documentales que se refieren a Setenil, así como simples noticias que nos dan cuenta de hechos curiosos que acontecen en nuestro pueblo, y que si se sabe leer entre líneas pueden aportar datos de gran valor histórico y sociológico.
Para esta entrada aportamos hoy un anuncio de Enero de 1887 que aparece en el periódico madrileño Los Dominicales del Libre Pensamiento, donde un grupo de setenileños muestran su condolencia por la muerte del conocido activista anticlerical y masónico Antonio Rodríguez García-Vao, asesinado por un fanático en Diciembre de 1886. Así aparece la nota, entre las condolencias de las agrupaciones masónicas de Burgos y Medina del Campo:

Homenaje a la figura de R.García-Vao
Notas de pésame:
Setenil- Los masones residentes en dicha villa, doloridos con la pérdida del infortunado García-Vao, envían el más sentido pésame á la atribulada familia y redacción de Las Dominicales, haciendo presentes votos por que sea descubierto y castigado el desalmado criminal,- Galileo, gr: 9º -Olózaga, gr: 3º- Prim:2º, gr:2º-David, gr:2º-Paz, gr:2º-Quevedo,gr:1º-Lanuza,gr:2º-Lutero,gr:30
Fuente: Los Dominicales del Libre Pensamiento.
22 de Enero de 1887. Nº214
Hemeroteca Nacional
Como podemos observar, son ocho los masones de la agrupación setenileña, y aparecen con sus respectivos nombres en clave y su graduación dentro de la logia. Para los pertenecientes a este tipo de agrupaciones, en determinados casos y máxime tratándose de un pueblo pequeño, era importante mantener el anonimato, aunque puede tratarse más de una pose presuntuosa que de un verdadero temor a ser conocidos.
Los motivos y fundamentos de las logias masónicas no son claros, pero se puede decir que la búsqueda del conocimiento y la solidaridad entre sus miembros son características comunes a todas ellas.
No sabemos el nombre de estos masones setenileños, ni su ideología ni condición social, lo que si queda claro que no deja de sorprender el gran número de miembros de la agrupación en un pequeño enclave rural como Setenil, con las connotaciones que desde luego puede tener el hecho de su existencia, pues su presencia denota importantes grupúsculos intelectuales y culturales en nuestro pueblo para finales del siglo XIX.
Así, no sería muy desatinado pensar en esas tertulias de casino, donde tras unos cafés y copas de cortesía, miembros de la burguesía setenileña, labradores de ideas conservadoras y comerciantes y profesionales liberales, se pasaran las tardes en discusiones políticas bajo el denso humo de los puros.
De estas reuniones deberían salir gran parte de los miembros de la logia masónica de Setenil.
Para saber más:
Antonio Rodríguez García-Vao. Wikipedia
Masonería. Wikipedia

Nota: La foto que encabeza esta entrada es del famoso reportaje de Miguel Martín de 1927, con el antiguo casino en primera línea. Queda para otro día un análisis más detallado de esta famosa instantánea de Setenil.

jueves, 10 de junio de 2010

Un grupo de "calís" en Setenil

De de Setenil69

Como posando para el fotógrafo, podemos ver este grupo de calís en la Iglesia de la Encarnación de Setenil, un grupo familiar donde parece que hay dos pollos vestidos de este año, listos quizás para iniciar sus prácticas de vuelo, y uno de los progenitores, aunque no podría asegurarlo. Es de destacar la perfecta mimetización que tienen en la tosca piedra caliza que desde siempre se ha usado para construir en nuestro pueblo, como si formaran parte integrante de los edificios donde crían.
Bajo una teja, en un canalón o en cualquier recoveco de unas piedras centenarias, podemos disfrutar de la entrañable y familiar vista de nuestros calís; los pequeños setenileños alados.

Para saber más:

Diccionario setenileño(6); Un cernícalo un calí. Setenil Rural
Los calís y la restauración de la Torre de Homenaje en Setenil. Setenil Rural.

Cernícalo (Cernícalo Primilla). CISB

lunes, 7 de junio de 2010

Corpus Christi en Setenil

"Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol; Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión", reza el famoso dicho, aunque en nuestro pueblo, como en casi toda España, celebramos en domingo el día del Señor.
Ayer el recorrido procesional bajó desde la Villa hacia la Calle Ronda, para coger a continuación por las Cuevas del Sol, Maestro Jiménez y Calles Triana y Vega, un precioso recorrido jalonado de esparto, juncia, palmas y altares improvisados.
Lástima que este año las riadas de invierno hayan dejado los arrollos cercanos con pocas plantas en su cauce, y se ha dado el caso de que los vecinos han tenido que comprar a 10 € el manojo de juncia, por eso la poca cantidad de verde que se ve en la calle.
Precioso y diferente de todas formas estaba ayer Setenil, tan florido y alegre.

De Corpus 2010

De Corpus 2010

De Corpus 2010

De Corpus 2010
Algunos altares en la Calle Ronda
De Corpus 2010
Claudia, Lorena y Blanca en el portal de la casa de Pedrín.
De Corpus 2010

De Corpus 2010

De Corpus 2010
Las porras de juncia, una antigua y bonita tradición. ¿Quién no recuerda de chico el día del Corpus crujiendo una porra contra el suelo?
De Corpus 2010
De Corpus 2010

De Corpus 2010
Nuestro párroco, bajo palio, con la Sagrada Forma por la Calle Ronda

De Corpus 2010
De Corpus 2010
De Corpus 2010
Las hermandades de Setenil con sus estandartes en la procesión, así como los niños que han hecho este año la Primera Comunión.
De Corpus 2010
De Corpus 2010
Rezo ante el precioso altar frente a la Casa de Mena, en la Calle Triana. Finalmente, tras pasar la Custodia, la gente se acerca a admirar los altares.
Hasta aquí el Corpus Christi 2010 en Setenil. Un saludo desde Setenil Rural a todos los setenileños que están fuera y que se acercan con tanto cariño a estas páginas.
¡Salud!

miércoles, 2 de junio de 2010

De la ciudad de la vid y las espigas, a la Mesa del Gigante

De ACINIPO
De la ciudad de la vid y las espigas a la Mesa del Gigante. (Un imaginario viaje desde Acinipo a Setenil hace 2000 años)
Desde lo alto, a la vista de las águilas, la ciudad se ve ordenada y recta. Cuadriculada y llana como un mapa. Una planicie rodeada de extensos campos de cereal y vides en el centro de un mar de densos bosques que se pierden en el horizonte. Sólo a ras de suelo, a la vista del grave hombre, se atiende a lo desnivelado del terreno, la recta mesa sobre la que está ubicada, y como chorrea hacia abajo hasta los primeros terrenos cultivados.
Dos hombres a caballo y un sirviente bajan la ladera por el camino empedrado, desde la parte alta hacia los arrabales de la periferia donde están las puertas de la muralla. Las gentes los miran al pasar, sobre todo al joven que no es de allí. Podían pasar por padre e hijo pero sólo son parientes cercanos y no se conocen desde hace mucho.
Accinipo era hermosa, eso era lo que pensó el muchacho, aunque no tanto como su Córdoba natal, ni tan rica y populosa. Era una villa provinciana y agrícola enclavada en una zona solitaria e inhóspita, todo lo contrario de lo que el espíritu del muchacho demandaba, sobre todo desde que sabía que partiría hacia Roma para hacer carrera. No eran campos y bosques lo que tenía en mente sino aquel crisol de caminos y gentes que era la gran urbe itálica y poco o nada era lo que creía que le podría ofrecer aquel villorrio. Pero a su padre se le ocurrió que antes de coger el barco visitara a sus parientes y el lugar de donde él salió siendo joven. La primitiva patria de sus antepasados; aquel poblado enclavado en lo alto de una ladera como si de un nido de águilas se tratase. La vieja ciudad de las espigas y la vid, agrícola y provinciana, de gentes trabajadoras y orgullosas donde aún latía un corazón guerrero.
Antes de franquear la muralla, la comitiva para junto a la fuente donde el sirviente llena de agua fresca unas botas de piel, y al pronto atraviesan la puerta principal vereda abajo, entre rebaños de ovejas que parten hacia los campos.
A ambos lados del camino se ven olivos viejos y retorcidos que hunden sus raíces en la tierra roja. Todavía quedan arroyos de las últimas lluvias de la primavera y el musical ronroneo les acompaña hasta que doblan hacia los primeros sembrados que ya comienzan a madurar. A su vista se extiende un mar de trigo mecido por el viento al unísono. Lejos, en el horizonte, se vislumbran las negras selvas. El muchacho vuelve la vista atrás y ve como la villa asciende hacia la enorme mole del teatro cuya parte trasera sobresale por encima de las murallas de piedra. Tendrían que cabalgar mucho hasta perderla de vista, única referencia civilizada en una tierra salvaje y agreste. Los antiguos pobladores sabían donde levantaban sus casas. Pensó el joven.
-Debes saber Marco, que estas fértiles tierras son el gozo de esta ciudad. Los dioses nos beneficiaron con feraces predios y abundante agua. Los demás lo ponemos nosotros. Nadie en Hispania maneja el arado como las gentes de Accinipo.
- vuestras monedas así lo atestiguan tío, aunque ya sabes que no es precisamente una yunta de bueyes lo que más enardezca mi corazón.
- ya lo veo Marco, pero te será útil y beneficioso allá donde vas pasear por estas tierras y ver como viven sus gentes. Un hombre público debe conocer el mundo más allá de lo que dicen los libros, y más allá de lo que ven sus ojos. No lo olvides. En Roma conocerás gentes de todo el orbe que te hablaran de las excelencias de sus países, y te encontrarás con romanos que quizás te echen en cara tu origen provinciano. Córdoba es una gran y próspera ciudad, pero tu padre nació aquí, y de aquí son parte de tus ancestros. Es bueno que veas nuestros campos y nuestros bosques. Quizás sea la única oportunidad de tu vida de conocerlos. Cuando salgas hacia Roma quién sabe cuando podrás volver.
El muchacho quedó pensativo. Cuando salió de Córdoba y de despidió de sus padres y hermanos la emoción del momento no le hizo pensar que pasaría mucho tiempo hasta que pudiera volver a verlos. Las palabras de su tío lo dejaron pensativo y meditabundo, hasta que el vuelo cercano de unas aves le devolvió a la realidad.
El camino transcurría sin sobresaltos y sin mucha charla. El muchacho parecía distraído observando a los campesinos en sus labores. Pronto, los extensos campos de labor y las huertas iban dando paso a pequeñas arboledas que poco a poco se hacían más abundantes. Las zarzas cuajaban los arcenes de los caminos y en los arroyos y riveras crecían gran cantidad de chopos y álamos que se elevaban hacia el cielo como lanzas puntiagudas. Conforme se alejaban del radio de acción de los arados, en dirección al occidente, la naturaleza agreste se hacía más patente y majestuosas encinas y quejigos bordeaban el camino. Algunos nogales sobresalían entre la espesura.
Custos era un hombre de mediana edad, aunque la piel curtida y las numerosas cicatrices que marcaban su rostro le hacían parecer más viejo. De joven, como tantos otros muchachos nativos, se alistó en las legiones romanas y así pudo salir de su patria y conocer otros lugares. Luego volvió a su tierra natal para hacerse cargo del patrimonio familiar y se convirtió en un hombre modestamente acomodado, labrador y ganadero, heredero de una estirpe de hombres que sabían como nadie aprovechar los abundantes recursos que esta naturaleza les ofrecía. Custos era un amable y hospitalario pariente, pero guardaba en su carácter un punto tenebroso y oscuro, tanto como la exuberante naturaleza de la que formaba parte. Quizás fueran sus años en las legiones lo que añadió ese toque sombrío a su espíritu, pero Marco pensó que en su padre notaba algo parecido, lo cual contrastaba en la histérica algarabía que era la alegre ciudad de la rivera del río Betis, donde fue a parar cuando aún era un muchacho. Era esta tierra áspera y dura, el silencio de sus campiñas, la oscuridad de sus bosques, lo agreste y escarpado de sus roquedos lo que confería a sus hijos ese ánimo taciturno y hosco pero impetuoso y valiente que le sorprendió a su llegada.
En ese mismo instante, mientras trataba de desentrañar los entresijos del espíritu de las gentes del lugar, no sabía muy bien el motivo de esta improvisada excursión. Esa mañana, su tío lo despertó y le dijo que saldrían fuera de la muralla. El hubiese preferido conocer más a fondo la ciudad, pequeña si la comparaba con su querida Córdoba, pero bonita y sorprendente. Le hubiera gustado volver al teatro y verlo de día, pues sólo lo conocía de cuando entró por primera vez en la anochecida. Le hubiera gustado pasear por el zoco y las tiendas, ver los lugares públicos, conocer a las muchachas del lugar. Quizás todo esto le habría borrado esa idea del espíritu sombrío que vio en los pastores que salían con sus rebaños para el campo, los campesinos dedicados a sus labores, las mujeres que entraban a vender castañas y almendras y en su propio tío, que en silencio le llevaba por un camino que poco a poco se adentraba en la espesura del bosque.
A media mañana, el camino que llevaban comenzó a subir gradualmente y el bosque se hizo dueño del paisaje. Ya no había campos de trigo ni viñedos, ni siquiera se veían olivares cuidados. La comitiva aceleró el paso hasta llegar a lo alto de una colina donde Custos dio orden de parar para refrescarse y comer un poco.
- ves Marco, es allí donde vamos
Dijo el hombre señalando con el dedo al horizonte.
-te llevo a un lugar especial para nuestras gentes. No esperes encontrar allí grandes monumentos ni edificios, pero eso no quita para que sea un lugar especial.
Las palabras de Custos despertaron el interés del muchacho, que con la vista trataba de distinguir sin conseguirlo que es lo que señalaba su tío.
Desde ese punto más alto comenzaron una tenue pero prolongada bajada. Si volvías la vista atrás aún se podía ver la ciudad amurallada, con el enorme teatro en la parte superior, aunque llevaban más de dos horas de ininterrumpido viaje. En frente, un océano de árboles que se perdía en la lejanía.
- Nuestra familia habitó estas tierras desde tiempos inmemoriales y entre los fundadores de Accinipo están nuestros ancestros. Ellos buscaron un lugar idóneo para vivir, en lo alto de nuestra colina, inexpugnable por el levante y el poniente, con abundante agua, tierras fértiles y bosques cercanos donde abunda la caza y la pesca. Una tierra agraciada por los dioses. Aquí poco a poco fuimos suavizando nuestras tradiciones de fieros cazadores y guerreros, y cuando llegaron los romanos no tuvimos muchos problemas en adoptar muchas de sus costumbres, e incluso acogimos de buen agrado algunos de sus dioses. Nos romanizamos. He de confesar que no nos ha ido mal del todo, incluso muchos de nosotros hemos servido en sus legiones. Somos romanos. Pero has de saber que en el corazón de nuestras gentes aún se veneran viejas divinidades. Deidades que no tienen formas, ni estatuas ni templos como las que encuentras en las ciudades. Ya lo verás.
Estas palabras hicieron pensar al joven, nacido y crecido como romano. Sabía que sus antepasados eran hispanos pero tampoco se había parado mucho en conocer las viejas tradiciones de su pueblo. Lo veía como una rémora del pasado. Su ilusión era estudiar y hacer carrera en Roma a donde su padre, un próspero comerciante de aceite podía enviarle. Esta visita le resultaba del todo un incidente en su viaje. Él hubiera deseado dirigirse directamente hacia Malaca para coger el barco, pero estas eran las órdenes de su padre y debía obedecer. De todas formas era un muchacho curioso y las palabras de su tío empezaron a despertar su interés, sobre todo ahora que parecían llegar al lugar que quería que viese.
Después de un de un continuo subir y bajar pendientes, el camino de bifurcaba en dos, uno empedrado que se adentraba bosque arriba, y otro estrecho de tierra, no más que un sendero, que a forma de galería discurría entre encinas y zarzas. Pronto, la vereda se colocaba paralela a un arroyo de aguas cristalinas que serpenteaba entre las rocas. Conforme se seguía el meandro del río, el paisaje se hacía imposible, inverosímil. De pronto se vieron en el fondo de un cañón con cuevas y tajos a ambos lados. Arriba se asomaban encinas e higueras de formas imposibles, algunas casi colgando de la piedra calcárea. Las zarzas crecían por doquier y algunas pendían desde arriba hasta el río tapando las cavernas formadas bajo las simas. El arroyo se abría y estrechaba, lo mismo formaba pequeños remansos que caía violentamente en cascadas improvisadas. La trocha en la que se había convertido el camino se veía cortada continuamente por troncos podridos derribados por las últimas crecidas del río. Tuvieron que descabalgar para poder seguir.
Marco parecía sobrecogido. Aquellas piedras parecían tener vida. Las había de formas caprichosas que asemejaban cuerpos de mujer, senos, vulvas, genitales. Había dibujos hechos por la mano del hombre aprovechando las formas, salientes y hendiduras de la piedra. Muchas grutas parecían habitadas, por lo menos temporalmente, pues se veían restos de hogueras. De algunas salía hacia arriba un hollín negruzco que se mezclaba con el ocre de la roca y el verdín. El agua rezumaba por todos lados. Caía en pequeños arroyuelos por el monte de arriba y parecía que brotaba de la misma piedra. Había trechos en los que pasaba por un auténtico pasillo de roca, un túnel pétreo húmedo y negro.
En unas partes la corriente forma playitas de fina arena y guijarros por donde pululan ranas y serpientes. En otras partes, pequeños estadios de roca ascienden paralelos al cauce dándole la forma de los graderíos del circo. Aquel arroyo, simple y humilde había creado una inverosímil obra. Es normal que los hombres de aquellas tierras se acercaran al lugar con veneración y recogimiento. Allí depositaban ofrendas e improvisaban altares, ocultos a los ojos que no querían ver. Árboles gigantes, cuyas raíces asemejaban las garras de un gigante, que desde el fondo del barranco crecían buscando la luz hasta salir a la superficie y donde el piar de los pajarillos se hacía casi ensordecedor por el eco.
La vereda se bifurcaba en incontables carriles, algunos prácticamente cubiertos por la espesura. Siguiendo uno de ellos, al llegar a unas rocas junto al río, Custos indica a su sirviente que amarre los caballos y ambos parientes comienzan una escalada monte arriba. A un lado el tajo con su cuevas y en el otro extremo una caída hacia el río. Los dos hombres suben entre las encinas ayudados de las manos. En mitad de la cuesta, en una pequeña era, Custos indica a su sobrino con el dedo; una majestuosa peña se levanta entre los árboles. Tajo sobre tajo, pero este risco es diferente, más alto y recio. Parece el pecho pujante de un coloso.
-es allí donde vamos Marco, ¡ánimo!, valdrá la pena.
El joven, caldeando, sigue subiendo, no hace ningún comentario. Por nada del mundo dejaría de ascender hasta llegar a la cima.
Siguen un sendero. El camino se hace menos abrupto y llegan a una explanada donde recuperan el aliento. Están en la cumbre, una enorme mesa desde la cual se puede observar todo el camino que han realizado y reconocer los serpenteos del río, que a forma de meandros crea el enorme cañón, que desde dos puntos convergen en uno sólo para iniciar el recorrido, desde su parte más ancha hasta los escarpes finales donde se va estrechando y perdiendo altura. La enorme peña sobre la que están, se yergue como un muñón en el centro del desfiladero. Aquí se divisan los cuatro puntos cardinales, una panorámica impresionante de aquel país de piedra y maleza. La mesa del gigante. Enormes árboles centenarios pueblan la cima, hasta los mismos bordes del tajo y las zarzas bajan precipicio abajo.
Marco corre de un extremo a otro, se asoma una y otra vez para verlo todo. Su corazón está sobrecogido. Custos desde lo lejos le hace señas para que se acerque a donde él está, justo en el centro, donde se yergue el enorme tronco de una encina carcomida por el tiempo y en cuya hueca cavidad cabrían más de diez hombres. Pintada a media altura y aprovechando un saliente en la corteza aparece dibujada una figura antropomórfica.
- esto es lo que quería que vieras Marco. Sobre este altar se han realizado las ofrendas a nuestras divinidades, hoy ya casi olvidadas pero presentes aún en muchos de nosotros. Aquí nos presentó tu abuelo a tu padre y a mí, como hicieron con él y con sus padres. Aquí realizaron sacrificios nuestros ancestros y aquí están los restos de muchos de ellos.
Marco permanece en silencio, mientras su tío esparce unas cenizas y deja unas figuritas de barro rezando unas letanías en una lengua extraña, de signos ininteligibles para el muchacho. Su corazón está sobrecogido mientras presencia la ceremonia. Eso era lo que quería su padre, una bendición para su hijo de los dioses antiguos, aquellos que fueron adorados por las gentes de estas tierras mucho antes de la llegada de los romanos y mucho antes de la fundación de la propia Accinipo. Al mismo tiempo Marco se conmueve ante lo salvaje y primitivo de aquellos ritos, de aquellos árboles, de aquellas rocas eternas. Buscó en lo más hondo de su alma y supo verse como una parte de todo aquello, que no era ajeno a esa obra. Aquellos ritos nacían de lo más insondable del corazón humano, de sus miedos y anhelos. Había dioses para invocar buenas cosechas, la fertilidad de las mujeres, protección en la batalla, pero aquella divinidad nacía de la tierra misma, del espanto de aquellos hombres ancestrales a todo lo que les sobrepasaba, la vida y la muerte misma, la supervivencia y el pavor de vivir.
Eso era por lo que su padre quiso mandarlo a la vieja ciudad de sus antepasados. Pasaría mucho tiempo hasta que pudiese volver, si es que lo hacía algún día. Debía de llevarse como bagaje algo más que el recuerdo de su familia. Debía de llevarse una porción del espíritu de sus ancestros y la bendición de sus atávicos dioses.
[Septenilium; Escrito por Rafael Vargas Villalón]
De Setenil Rural

De La Clica
Nota: Estas últimas fotos son de La Clica, pero bien pudo haber un tiempo en que Setenil fuera algo muy parecido; Un profundo e impenetrable cañón cuajado de una vegetación que desde el lecho del río ascendiera por los tajos hacia la superficie. No sería raro imaginar a los hombres sobrecogidos ante esa obra de la naturaleza.

martes, 1 de junio de 2010

Un cura valiente en Setenil

De Fotos Antiguas

De Enero de 1896 es esta curiosa noticia que acontece en Setenil, donde se cuenta el asalto al domicilio del Cura-párroco del pueblo por un par de malhechores, y que pese a la violencia con la que se emplean, son repelidos de manera heroica por el sacerdote. Así se cuentan los hechos en el diario catalán La Dinastía:

“Un hecho que ha causado dolorosa impresión, al propio tiempo que justa indignación en los ánimos ha tenido lugar hace pocas noches en Setenil (Cádiz).
Cuando se encontraba el señor cura párroco de la localidad rezando para acostarse, tres hombres que sin ser oídos habían logrado franquear la puerta, se precipitaron en el domicilio de aquél y sorprendieron á la anciana criada, á la cual maniataron y maltrataron bárbaramente.
Los criminales violentaron después la puerta que daba acceso á las habitaciones del dignísimo sacerdote, y sin otros razonamientos le dispararon un tiro que le produjo una herida leve en la cabeza.
El señor cura, que ya estaba preparado para la defensa con una escopeta de dos cañones, á pesar de encontrarse herido, no quiso inferir daño alguno a los criminales, y con exposición de su vida abrió uno de los balcones y disparó al aire para pedir socorro, en tanto que amonestaba a los bandoleros para que abandonaran la casa. Así lo hicieron los ladrones, confundidos, sin duda, del admirable ejemplo de perdón que les había dado el sacerdote.
La guardia civil los persigue activamente, y se cree que pronto caerán en poder de la justicia.
El sabio párroco está recibiendo felicitaciones de todas las personas importantes de la provincia”.
Queda fuera de dudas el arrojo y valor de este cura de Setenil del que ignoramos su nombre y su domicilio, y entendemos que el móvil del asalto es el robo, pero me vienen a la cabeza una serie de preguntas: ¿Era normal en aquellos entonces que un sacerdote tuviera una escopeta de dos cañones en su habitación? ¿Quienes eran las personas importantes de la provincia que lo felicitan? ¿Estaba de veras rezando nuestro cura cuando se produjo el asalto? Aquí queda la noticia tal cual y que cada uno saque sus conclusiones.
Fuente: La Dinastía (Nº 5699)
Diario político, literario, mercantil y de avisos
Director: D. Marcial Morano
Barcelona, jueves 16 de enero de 1896
Hemeroteca Nacional
Nota: La foto que encabeza esta entrada no es del cura en cuestión, ya que se trata del corte de una famosa instantánea de las elecciones de 1936, pero coincidirán conmigo en que la cara del sacerdote es todo un poema y que parece que bajo la sotana lleva algo. ¿Una escopeta quizás?
¡Salud!