viernes, 28 de octubre de 2011

Especial Fiesta de Todos Los Santos y Difuntos: Atrapadas en el cementerio



Quien nos lo iba a decir; Ya están aquí las fiestas de Todos los Santos y Difuntos...¡esto va que se las pela! que diría un amigo nuestro. Al menos, la fiesta parece coincidir con una llegada del otoño con todas sus consecuencias atmosféricas, que ya era hora, y podemos subir al cementerio con esa chaquetilla que dormía almidonada en el ropero y teníamos tantas ganas de volver a vestir.
Y en estas fechas, como es de rigor en esta página que abomina de jalogens y necedades de ese tipo, toca hablar de estos fastos, tan religiosos y tan paganos a la vez, en que subimos al lugar donde reposan nuestro seres queridos ¿Recuerdan el año pasado cuando hablábamos del cementerio?
"¿no habéis soñado alguna vez que os quedáis encerrados en el cementerio de Setenil? Quizás esto representa el miedo a lo desconocido que habita en nuestro subconsciente, y la recurrente pesadilla de quedar atrapados entre sus altos muros es la angustia vital que todos llevamos dentro..." ¡Quedar atrapados en el cementerio de Setenil! ¿Una pesadilla? pues eso precisamente es lo que le ocurrió a dos buenas señoras de nuestra localidad, como nos contó una de ellas no hace mucho entre divertida y nerviosa, reconociendo en todo momento el miedo que llegaron a pasar.
Ocurrió el suceso en una tarde de otoño en la que las dos hermanas subieron a preparar sus nichos familiares para el día de difuntos, con tan mala suerte que el sepulturero, pensando que no quedaba nadie en el recinto, cerró la verja dejándolas encerradas.
Se pueden imaginar ustedes la situación; Un lugar solitario, alejado de cualquier vecindad y poco transitado, la tarde crepuscular de otoño, el viento aullando entre altos cipreses y tétricos panteones, dos señoras, de buen ver aún, pero incapaces de ponerse a atarragar por esos altísimos muros.
Sin un móvil que pudiera sacarles del trance, la única solución parecía gritar, desgañitarse, liarse a pegar voces hasta que los ecos de sus lamentos llegaran al pueblo y alguien viniera a socorrerlas. La otra opción, esperar a que las echaran de menos y subieran a buscarlas, quizás a altas horas de la noche... ¡no! mejor seguir pegando voces, aunque era evidente que nadie podría escucharlas.
El sol se esconde en el horizonte, las últimas láminas de luz parecen difuminarse en la densa atmósfera otoñal, mientras nuestras señoras, afónicas, se aferran a la fría verja metálica con la esperanza de ver surgir en el camino a algún salvador.
En eso que, a lo lejos, subiendo entre la vereda flanqueada de olivos, se distingue una figura: Paso calmo, andar parsimonioso y sosegado, como si estuviese arando por esos campos, paraguas en mano, pantalón de rayas, botas, chaqueta y camisa abotonada hasta la nuez, un hombre grande, de porte antiguo, como salido de una foto de los años veinte. ¿Quien sería esa persona que pasaba a esas horas por un lugar tan a desmano? Las mujeres reanudan sus voces para llamar su atención.
No se quién pasaría más miedo, si las mujeres al ver un desconocido que pasaba por el cementerio en la oscuridad, o el pobre hombre al escuchar un lastimoso quejido de ultratumba, casi espectral por estar ya las dos afónicas, que sale del interior del cementerio.
Supongo que el caminante estaría tentado a volverse por sus pasos y salir corriendo, pero se ve que alguna de ellas, lo conocería y lo llamó por su nombre:
¡Pedro! ¡Pedro por Dios! sácanos de aquí.
Y Pedro, sorprendido, se asomaría al cementerio para percatarse de que no se trataba de dos ánimas que le pedían ser liberadas, sino dos señoras del pueblo, muy vivas las dos y con más miedo que todas las cosas.
Señoras, les responde Pedro, es que yo no tengo teléfono, y aún me queda un largo trecho hasta llegar a mi casa, que vengo de mi olivar en los Montecillos y tengo que llegar hasta la Campiña.
¡Pedro por favor! te llegas al pueblo y avisas a mi marido que venga a sacarnos de aquí.
Y el buen hombre, resignado, emprende el camino para abajo para dar aviso en el pueblo, tranquilo, parsimonioso, con ese andar sereno y calmoso del que sabe que nadie le espera en casa, pensando quizás que ya podía haber cogido por otro trecho que le hubiera evitado el contratiempo de tener que bajar a Setenil. Bueno, que se le iba a hacer, de buen cristiano es socorrer a quien lo necesita, trataría de consolarse nuestro amigo.
Así es como que gracias a Pedro, estas dos señoras evitaron pasar encerradas unas cuantas horas en el cementerio, ya que me imagino que tarde o temprano alguien subiría a buscarlas, aunque, quedar atrapados entre esos altísimos muros en plena oscuridad, con todas esas historias de muertos, fantasmas y aparecidos que conocemos de pequeños asaltándonos por la cabeza, no debe ser plato de buen gusto. ¿Ustedes que opinan?

jueves, 27 de octubre de 2011

Un paseo por Las Cuevas de Román



Un paisaje en forma de cañón horadado por el agua, pitas y chumberas, tajos, corralillos delimitados por muros de piedra. Estas fotos no pueden ser sino de una excursión a las Cuevas de San Román. A la moda sesentera, este grupo de chicos y chicas, quizás ejerciendo de improvisados cicerones para enseñar a algún visitante uno de los lugares más singulares de Setenil, posan sonrientes para la cámara. Antes, como ahora, gustaba de inmortalizar los momentos divertidos, curiosos, plasmar para la posteridad la visita a un lugar especial. Lástima que el artista no se diera el gusto de hacer alguna que otra panorámica para concretar con seguridad de lo que hablamos.





lunes, 24 de octubre de 2011

LLuvia



Hoy, por fin, ha llovido de verdad; Unos veinte litros aproximadamente según las zonas, y además de una forma calmosa y serena. Estas son las lluvias caladeras, las que llenan los pozos, asientan los polvos, riegan los árboles y ablandan las tierras resecas del largo verano. Por aquí por el sur, este es nuestro deshielo particular, nuestra vuelta a la vida. Hoy los olivos estarán saciándose de agua.

"Es un besar azul que recibe la Tierra,
el mito primitivo que vuelve a realizarse.
El contacto ya frío de cielo y tierra viejos
con una mansedumbre de atardecer constante"

(F.G.L)
Así de bonitos quedaron los cielos de Setenil al aterdecer.
¡Salud!



domingo, 23 de octubre de 2011

Las casas cueva de Setenil (II); Por los Caños



Seguimos nuestro camino por debajo de La Variante, el cañón se estrecha, nos acercamos al cajón del río. Estamos en mitad de los escarpes.
Un antiguo molino reconvertido en... ¿camping?, un vertedero, gracias a dios sellado. Por aquí había un camino acondicionado y señalizado que nos conducía hasta La Molinilla, pero ya no existe. Las peñas se superponen en estadios, estas más humanizadas, con una mezcla de colores entre ocres y negruzcos. Viejos olivos se retuercen en la tierra pedregosa.
Justo en la curva, antes de enfilar hacia Los Caños y Las Calañas hay algunos habitáculos incrustados en los tajos. Tengo la llave de uno de ellos, su dueño la dejó olvidada en mi coche y aún no he tenido ocasión de devolvérsela, así que aprovecho la ocasión para entrar. Subo los escaloncitos que forman las lajas de piedra en la roca, las ramas de la higuera casi taponan la entrada. Parece como si el monte estuviese devorando la casa.
Me quedo perplejo...desde fuera no parece tan grande. Está limpia, sólo un suave polvillo, casi lunar, cubre el piso. Las huellas de mis botas quedan marcadas. Es mucho más amplio de lo que parece desde fuera pues la cueva se mete hacia dentro, mucho más de lo que abarcan los muros de piedra tosca del exterior. El techo y el suelo de piedra caliza mientras un muro divide la estancia en dos. Hasta no hace mucho aquello fue un corral de cabras.
Desde dentro veo llover, pero allí dentro no cae una gota de agua. No digo que aquello sea un lugar acogedor para vivir, ni mucho menos, pero esa antiquísima vivienda está en perfecto estado; Limpia, saneada, con los muros y tajos intactos, sin señales de desprendimientos. Quizás su posición en esquina de sensación de estabilidad.
Frente a la desalentadora impresión de abandono y ruina de la casa de La Esquimona, esta vivienda cueva, gracias al uso y mantenimiento rutinario de sus dueños, te deja un buen sabor de boca.
Cierro la vieja puerta de madera, bajo los escalones naturales y me dispongo a coger el coche, que por El Tejarejo vienen asomando más nubes negras. En frente, La Molinilla y Peña Caída, más viviendas incrustadas en los tajos. Otro día nos daremos una vuelta por allí, que tengo que visitar a un viejo amigo.




























sábado, 22 de octubre de 2011

Las Casas Cuevas de Setenil (I): La Esquimona


Sólo es agua que cae del cielo, como dije alguna vez, pero que bien sienta sentir la lluvia después de tanto tiempo. Olor a tierra mojada y pasto húmedo, no ha llovido mucho, pero al menos parece que cambia el ambiente.
No es mal día para salir a pasear. Dejo el coche y camino por la Variante. A los pies mismos del Tejarejo, disfrutamos de uno de los espacios más singulares de Setenil; Los Escarpes del Trejo, tres o cuatro kilómetros jalonados de tajos, abruptas pendientes, sinuosos meandros, barrancos y cuevas. No es de extrañar que en estos parajes nos encontremos con algunas de las casas cuevas que aún quedan en Setenil, casi todas usadas como corrales y en la mayoría de los casos en ruinas, aunque alguna se encuentre en perfecto estado.
En la carretera me cruzo con un señor mayor
¿Qué pasa amigo, necesita ayuda?
No, sólo he bajado para hacer algunas fotos
Pues has elegido buen sitio, porque esto es bonito ¿Conóces el pueblo?
Entonces le explico que soy de Setenil, y que sólo quería fotografiar algunas de las casas que hay en La Variante.
Esta zona se llama La Esquimona, antes vivían en esas casas algunas familias, pero ahora son corrales, me cuenta el paisano. Por los años cincuenta, prosigue, cayó una greera que atrapó a una gente. Murió un muchacho y a otro le cortaron un brazo, y las casas quedaron bastante dañadas...ten cuidado si andas por ahí. Me cuenta
Ten mi paraguas y ya me lo das en otra ocasión.
Rehúso el ofrecimiento de José, y tras unos saludos sigue su camino mientras yo me acerco a La Esquimona.
Antiguas viviendas o corrales bajo los imponentes tajos que cortan de manera abrupta con las tierras del Tejarejo. Arriba algunas encinas y abajo chumberas, todo parece desolado, como abandonado. Se nota el efecto de los desprendimientos.
La vivienda no puede dar mayor sensación de rusticidad; piedras toscas conforman una fachada blanca mientras el mismo tajo hace de techo, suelo y pared trasera, característica típica de las casas cueva setenileñas donde la oquedad es en gran medida natural y sólo se le añade de fábrica la parte exterior. Quicios de madera, pequeñas oquedades para las ventanas, solana en el exterior. Dentro, la luz entra por los huecos de la pared dibujando extrañas formas y sombras. Desde allí las vistas no pueden ser mejores; Setenil se divisa como emergiendo de entre las piedras.
Hábitat troglodítico, anacrónico y primitivo. Una visita a la casa cueva de La Esquimona, aún en ruinas, es como viajar a otra época.


















La inaguración de la Cooperativa El Agro de Setenil


En aquella España de 1959, la inauguración de una cooperativa agraria en un pequeño pueblo de la Sierra de Cádiz debía suponer todo un acontecimiento. Hoy, con la que nos está cayendo encima, resultaría un auténtico milagro.
El caso es que estas instantáneas parecen constatar aquel acontecimiento, la inauguración de la Cooperativa El Agro con sus almacenes en La ladera, que aún hoy podemos ver con sus azulejos conmemorativos. El grupo posa para la posteridad en la puerta del edificio, junto a la carretera; Autoridades locales y provinciales, funcionarios, el Comandante de Puesto, el párroco, agricultores y comerciantes. Gracias a alguna ayuda he podido identificar a varias personas; José Ortíz, un antiguo alcalde, el Comandante de Puesto Rafael Vargas Sánchez, Diego Valencia, Zambrana, Enrique Morales, el Alcalde Cristóbal Ordóñez, Don Sebastian el cura, Antonio Bastida, Bartolomé Villalón Tornay, Sebastián Porras González, Antonio Camacho Aguilera, Mayordomo de Los Negros, Pedro Ordóñez, Francisco Jiménez, presidente de la primitiva Asociación de Agricultores y Ganaderos de Setenil, José Domínguez, primer alcalde de Setenil tras la Guerra Civil y Hermano Mayor de los Blancos, Pepe Estévez y otros que por ahora soy incapaz de reconocer.
Ahí los tenemos a todos, felices por la inauguración de una cooperativa que sin duda podría generar grandes beneficios a Setenil en general y a ellos en particular.
Posteriormente, en 1966, esa cooperativa agraria se refunda en cooperativa olivarera gracias a la creación de la almazara y molino que hoy todos conocemos; "...anhelada meta que convierte a los olivareros en fabricantes de aceite. Jamás el agricultor pudo soñar que llegaría a la industrialización y comercialización de su propios productos..." Como aparece en el ABC del 1 de enero de 1966.
Muchos avatares ha sufrido desde luego esta cooperativa, cuya historia es digna de un estudio particular. Hoy desde luego nos quedamos con los primeros instantes de su dilatada existencia y las fotos de aquellos que lo presenciaron aquel día.












De Fotos Antiguas
Nota:Ignoro si esta última foto es del mismo día, ya que está localizada en otro lugar, muy posiblemente en la PLaza de la Villa, a la salida de la Iglesia. ¿Se trataría de una misa de acción de gracias o una visita al pueblo de las autoridades? La verdad es que no lo sé

martes, 18 de octubre de 2011

II Tostón de Clásicos y Motos en Setenil



El próximo sábado 29 de Octubre se celebrará en Setenil el II Tostón de Clásicos y Motos; Fiesta, música, comida y por supuesto preciosos coches y motos de época. Una buena oportunidad para disfrutar de estos viejos cacharros y conocer de paso Setenil de las Bodegas.

domingo, 16 de octubre de 2011

Ecos de Sociedad; La boda del siglo



El viernes 3 de enero de 1919, el diario católico Siglo Futuro publica bajo el sugestivo título de "andaluzas, boda clásica", la noticia del enlace matrimonial del joven de La Torre José Zamudio Villalba con la setenileña Carmen Carrasco Domínguez. La boda se celebra en Setenil, a donde llega la gente de La Torre en alegre expedición. El periodista, que firma con las iniciales J.Mª V, se deshace en elogios a los contrayentes, sus familias, ambos pueblos, las niñas del lugar y al lucero del alba si fuera menester de lo agustito que debía estar el tío, que se debió de dar un homenaje por estos andurriales de aquí te espero. Así lo cuenta el protagonista:
"Encontrándome casualmente en uno de los rincones más pequeños y más simpáticos de Andalucía he tenido ocasión de presenciar una boda de las más sonadas que por estos pueblos se han celebrado; en el pueblo de Torre-Alháquime, que esbelto, se eleva sobre una peña; pueblo religioso con fervor, rendido devoto de la Virgen Inmaculada, tranquilo y sosegado, digno y cabal hasta más no poder, en todo es bueno, buenas son sus gentes, buenas son sus autoridades, buenos los vecinos, de entre los que destaca una colección de muchachitas que son como una antorcha de piedad, delicadeza y hermosura que alumbra no solamente a la Torre sino a los demás pueblos de alrededor.
Fue la boda del distinguido y rico joven don José Zamudio Villalba con la bellisima señorita de Setenil, Carmen Carrasco Domínguez, de una de las principales familias de dicho pueblo.
En este se celebró el acto, y a él acudieron las más distinguidas familias de La Torre en alegre expedición. El recibimiento en Setenil fue por demás extremoso, rebosando por todas partes la alegría.
A las nueve de la noche y ante el altar de la Inmaculada, adornado con exquisito gusto, se celebró el acto. La novia vestía rico traje de crespón de seda blanco con aplicaciones de plata, cuyo bello conjunto era realzado por el simbólico azahar.
Bendijo a los contrayentes el párroco de La Torre don Juan Gago Moreno, y actuaron de padrinos Don Francisco Zamudio, padre del novio, y sus distinguida esposa Doña Nazaria Villalba, que estuvo representada por su bellísima hija Trinidad.
Verificado el acto se celebró una recepción en la que los invitados fueron obsequiados con delicado gusto por las familias de Zamudio y Carrasco.
La boda de José Zamudio ha sido un acontecimiento en estos pueblos de la sierra, porque es cumplido caballero cristiano, porque se quiere mucho por aquí a su familia y porque ha tenido gran acierto en elegir compañera.
De corazón les desea felicidades".
J.Mª. V.
El autor trata de realzar en esta noticia de ecos de sociedad, las bondades de un catolicismo rural no exento de elementos idealizados y nostálgicos, de un mundo que ya en aquel lejano 1919 parecía en extinción.
Fuente: El Siglo Futuro. Diario católico.
Madrid viernes 3 de enero de 1919




sábado, 15 de octubre de 2011

Setenil en Causas de la escasez y deterioro de los caballos de España


Fruto quizás del celo patriótico y regenerador que envolvía a los miembros de las reales sociedades de amigos del país, nacen obras como esta que tenemos hoy entre manos, una mezcla de censo estadístico y tratado científico relacionado con el mundo del caballo.
Esta obra, dedicada a analizar la decadencia del caballo español y los medios de mejorar esta situación, nace como encomienda que por Orden de Su Majestad hace el Ministro de la Guerra al autor, Don Pedro Pablo de Pomar en el año de 1791, tratándose en sus páginas las causas que a su juicio deterioran la sangre de los antaño afamados caballos españoles, las malas prácticas de los ganaderos así como una serie de consejos para mejorarla. Así mismo, aparece un trabajo estadístico de propietarios, correspondiendo Setenil a los lugares del partido de Ronda, junto a localidades vecinas como Arriate, Alcalá del Valle o la misma Ronda.
La relación de Setenil comprende a 21 propietarios, dueños de 45 yeguas, 2 tusones, 5 tusonas, 6 potros y 12 potrancas.
El informe del autor respecto al partido de Ronda no puede ser más desalentador; "En este registro se ve, que en el año de 90, 654 yeguas no han dado ningún potro, y solamente 58 potrancas, con que se prueba la degeneración y debilidad de los padres, que hembrean más que machean...reflexionese ahora, que si de estas 477 crías, con la mitad machos y la mitad hembras, no resultan sino 238 potros de servicio de 2624 yeguas, debiéndose decir que no todos los 238 han de ser buenos, y que tal vez entre ellos sólo habrá diéz ó veinte que valgan para el servicio de las armas...pudiéndose sacar iguales notas al poco más o menos de todos los registros que traigo de Andalucía". Finalmente, a modo de sentencia concluye el autor: "Estas verdades se harán siempre increíbles á quién no las especule por menor".
Quizás este estudio, nacido en un tiempo donde la cría de caballos era una industria estratégica de los estados, pueda aportar muchos conocimientos a los aficionados actuales, entre los que Setenil cuenta con un gran número.







Fuente:
Causas de la escasez y deterioro de los caballos de españa y medios para mejorarlos. Don Pedro Pablo de Pomar, miembro de la Sociedad de Amigos del País. Madrid 1793.

Nota: Dedicado a mi amigo Pepe, gran aficionado a los caballos e inquieto ganadero.

viernes, 14 de octubre de 2011

El abuelo



Tenía yo un abuelo, algo flamenco y altanero
amigo de sus amigos y en las fiestas el primero.
Tenía este abuelo mío un bonito trabajo;
Convertir el trigo en pan en su horno de abajo.
Por las tardes a sus huertas acudía con ilusión;
La Noria, Los Montecillos y por supuesto El Manchón,
a regar los surcos de tierra, con el agua y el sudor.

Era este hombre un maestro en mil alquimias;
De la tierra sacaba tomates y calabazas,

las espigas de trigo convertía en hogazas,
y como por ensalmo, la conversión del vino,
la hacía por el camino.

Temeroso del Señor, sin ser beato ferviente,
que bien sabía que no había trigo sin simiente,
no olvidaba al cielo de vez en cuando una oración,
respeto y temor del hombre sencillo,
hechicero en su horno y en el campo labrador.

Algunas mañanas, desde las nube baja
un cálido aroma a leña y pan,
que mi abuelo al Señor le hace unos ochitos
y raudo a las huertas celestiales acude a regar.
(dicen que deja a tres o cuatro ángeles amasando)

(Septenilium)

jueves, 13 de octubre de 2011

Acinipo, la ciudad de La luna y las estrellas




Con el fin de dar a conocer a los miembros de la Academia y al público en general la importancia histórica de las ruinas de Acinipo, el cronista rondeño Don Manuel Madrid Muñoz, allá por 1913, hacía un pormenorizado recuento de los tesoros hayados en Ronda La Vieja.
Don Antonio, que algo sabría del asunto, nos habla de lápidas, ídolos, figuras, elementos arquitectónicos y sobre todo de monedas;
"Monedas de Acinipo con el cuño ya descrito (Esa palabra entre dos espigas, una de cebada y otra de trigo, por el anverso, y por el reverso dos á modo de soles, algunas estrellas y puntos que parecen aludir á una constelación, y quizás también al inmenso firmamento que desde sus muros se abarca, y el racimo de uvas bajo trilobado pámpano, son los blasones de la rica colonia inmune, fertilísima y agrícola, albergue en todo tiempo de tranquilidad y de bienestar...) y otras en cuyo reverso se ve un alacrán, de oro, hace pocos años se encontró un soberbio Nerón como á media legua de la Mesa de Ronda la Vieja, en el paraje conocido por Venta de Leche—según algún grave historiador, el mitológico río Letheus... Ciñéndose á los atributos ó emblemas que se ostentan en esos trocitos de bronce, entiende este Correspondiente, que la palabra Acinipo expresiva de montón o agrupación, tiene que ser común á la riqueza agrícola y á la vinícola de la comarca, como lo prueban las espigas de trigo y cebada y el racimo de uvas abrigado por su pámpano; y que los soles, en algunas monedas, se nota un trazo en forma de media luna, las estrellas, y si se quiere ver en esos puntos una constelación, todo ello es sencillamente alegórico á que la protección de los astros adorados por los pueblos nacientes como símbolo de la divinidad se debía la fertilidad de los campos por el calor y la lluvia; mucho más tratándose de Acinipo, pueblo agrícola por excelencia..."
La moneda clásica de Acinipo es la que describe el cronista de Ronda, esa de las espigas y el racino que Rafael D.C. nos muestra en su blog, pero Don Antonio Madrid también nos habla de otras cuya temática parece referirse al cielo y las constelaciones, en concreto a la luna y las estrellas. Ignoramos si estas monedas son acuñadas en Acinipo, o si por el contrario lo son en otro lugar, tal como ocurre con esa moneda de la época de Jesucristo que pudimos admirar en "Setenil Historia y Numismática", acuñada en Jerusalén y encontrada en Setenil.
El símbolo de la media luna y la estrella, pese a estar relacionado en determinadas ocasiones al Islán, es un símbolo universal, casi alegórico, que viene a representar al cielo y la divinidad, asociado en los pueblos orientales a los ciclos lunares, la fertilidad de la tierra y todo lo relacionado con la agricultura. Así pues, sin descartar en ningún momento la acuñación de esas monedas en cualquier lugar del Mediterráneo oriental para pasar posteriormente la ciudad de la vid y las espigas, no sería descabellado imaginar esos símbolos como propios de Acinipo, población agrícola por excelencia que tenía en las fértiles campiñas su más preciado tesoro.
De hecho, la orientación y la peculiar inclinación de la Mesa de Ronda la Vieja, hace que al observar el cielo en la noche veamos una imagen parecida a esta que encabeza la entrada; Una inmensa luna, creciente en este caso, que saliendo por el horizonte se dispusiera a trazar un arco para atravesar el firmamento y perderse en las postrimerías del alba. Abajo, siguiéndole, una estrella que si bien parece grande comparada con las demás, al circular junto a nuestro satélite parece minúscula.
Estoy seguro que Juan Ignacio que es astrónomo y sobre todo Rafael D.C. que es experto en numismática, tendrán algo que decir al respecto , pero yo no puedo sino pensar en esa ciudad como un inmenso observatorio abierto al firmamento que parece rendir tributo diario al sol, la luna y las estrellas . No puedo sino imaginar a sus gentes desde la inmensa mole del teatro, desde sus templos y palacios, desde sus calles y hogares, admirando sobrecogidos el movimiento perpetuo de los astros como si de una representación dramática se tratase.
Para saber más:
Ronda la Vieja en 1913. Setenil Rural






lunes, 10 de octubre de 2011

El viejo


Viejo y eterno; Cúmulo de años y pesares
de nubarrones sombríos y esperanza marchita,
arrugas, manchas e historias borrosas
que ni olvidar se pueden.
Viejo y eterno; De manos pulidas,
gastada la piel del tórrido verano
y del frío de antaño, del carbón y la lumbre,
del hambre atrasada y del dolor de estómago,
de tragarse las ganas con la mirada gacha.
Viejo y eterno de mirada triste
y frente lúcida;
Humilde y sereno
huérfano de risas y juegos,
cansado de vivir sin ganas.
Dime viejo;
¿Hubo una madre, una juventud,
una novia bonita y risueña
que te robó el corazón?
La memoria te chirría dentro de la cabeza.
Son muchas las nostalgias
y bien quisieras, si pudiera ser,
olvidar, dormir, perder la razón,
dejarte ir, abandonarte,
desmantelar tus recuerdos
sin ruido ni llantos... Sólo.

(Septenilium)

sábado, 8 de octubre de 2011

Crepúsculo en Setenil


Crepúsculo en Setenil: Como un cielo encendido en ascuas, cárdenos fulgores flamean en nuestro poniente, allá donde antaño se levantaba una ciudad.