miércoles, 28 de julio de 2010

Un fotógrafo de Setenil

Mi tío Manolo Marín me dijo en una ocasión que el retratista Antonio Sánchez, de haber nacido en una época mejor o de haber dispuesto de mayores medios, hubiera sido el mejor fotógrafo de la comarca, con permiso claro está del famoso rondeño Miguel Martín.
Como muestra un botón, y hoy os presento esta serie de tres fotografías donde además de apreciar la extraordinaria nitidez y técnica de las composiciones, podemos conocer como eran algunos de los lugares más emblemáticos de Setenil a finales de los años 60, tomadas además desde una perspectiva inusual, casi como si de postales se tratara.
Vista de La Plaza
En primer lugar tenemos una panorámica de la Plaza del pueblo, hoy de Andalucía y en aquellos tiempos de Jose Antonio, tomada desde el balcón que hay sobre el Callejón, que llama la atención además de por la amplitud, por el pequeño kiosco exagonal, que yo conocí de chico regentado por Antonio "el manquito", aunque no tengo claro que ya lo llevara en aquellos años.
Calle Herrerías
La segunda instantánea es de la Calle Herrerías, descrita por algunos como la más bella calle de Andalucía. Desde luego que Antonio Sánchez supo captar en esta foto la verdad de la calle; casas encaladas hasta el suelo con el techo de roca sobre unos escalones empedrados.
Sagrado Corazón de Jesús en el Carmen
La última es del Sagrado Corazón de Jesús (aún con las manos) en el Carmen, y la Iglesia y la Torre al fondo, como si se tratara de un mismo conjunto cuando todos sabemos lo lejos que están del objetivo, como si la Villa surgiera desde El Carmen. Impresionante cuando comprobamos que aún no está edificada la plazoleta, como si aún fuera ese campo del que se habla en la poesía.
Un ejemplo las tres instantáneas del buen hacer de este fotógrafo setenileño que tuvo el estudio en la Calle Ronda (Pío XII en los años 60), y al que quizás en Setenil no se le haya dado el mérito que merece. Las tres fotos están selladas con el membrete de Foto: A. Sánchez, Pío XII, Setenil (cádiz).

lunes, 26 de julio de 2010

La hamburguesa versión Setenil

masita de chorizo

Muy interesante este artículo que apareció ayer domingo en la Voz Digital, donde de una manera sencilla e inocente y en relación con una singular tapa del pueblo, nos hacen un repaso de parte de la oferta hostelera setenileña . El artículo podría haberse titulado; "la masita de chorizo y su idiosincrasia en el entorno rural de un pueblo andaluz", pero la verdad es que les ha quedado muy bien y además aportan muchos datos sobre algunas empresas del pueblo, tanto de la cooperativa cárnica donde se produce la materia prima, como de algunos establecimientos donde se consume.
Quizás por la costumbre no me había percatado de que este sencillo aperitivo pudiera llamar la atención de los visitantes, y aunque reconozco que está muy rica (la recomiendo con dos gotitas de Tabasco), se trata tan sólo de un pequeño ejemplo de la amplísima batería de tapas que nos pueden ofrecer los bares y restaurantes setenileños.
Para aquellos que no lo sepan, Setenil es un lugar estupendo para tapear y comer, y pronto hablaremos de algunos de los establecimientos con más solera y tronío del lugar.
¡Salud y buen provecho! que a esta hora ya pega una cervecita fría con su tapa.
Fuente:
La hamburguesa versión Setenil. La voz Digital.

Cosas de comé. Blog particular

miércoles, 21 de julio de 2010

Pelagius el godo

Cae la lluvia con fuerza, y ya van más de quince días sin parar. Entre las altas montañas, negros nubarrones llegan desde el oeste y penetran en la espesura de los bosques. Las nieblas besan las tierras ahítas de agua y violentos torrentes socavan los tajos y cortados. El agua rezuma por todos lados; por la hierba, por los árboles, por las piedras. No hay descanso. No puede haber nada seco en este reino de musgo, hiedra y barro.
Siete hombres bajan a caballo ladera abajo. Llevan un herido en una improvisada camilla de palos y su paso se hace arduo y asfixiante. Los caballos hunden sus patas en el fango y tienen que descabalgar. Por fin llegan a una vereda de piedra por la que discurre el agua y la comitiva se reagrupa para seguir en fila, parsimoniosos, exhaustos, unos detrás de otros.
Allá lejos, como a una legua de distancia, se vislumbra una tenue cortinilla de humo negro, que se confunde con el nublado. Una pequeña aldea sobre una peña es lo que buscan entre caminos embarrados y densas arboledas. Quizás allí puedan comer y descansar algo. Es la única opción que tienen para poder continuar.
El grupo entra en el humilde villorrio, unas destartaladas chozas se reparten bajo una torre de piedra que domina el conjunto en lo alto de la atalaya y bajo cuya base se cobijan, cinco o seis de estas, no más. Los arroyos bajan de las alturas buscando el fiero río que poco más abajo combate los tajos en estruendosa batalla. Con el eco, el entrechocar de rocas se hace aterrador, como si el mundo se estuviera derrumbando, bajo aquella pequeña aldea.
El grupo se planta en la era de piedra, algunos ayudan a refugiar al herido bajo una cueva. Nadie sale a recibirlos. Son siete hombres de aspecto temible; con cotas de mallas, cascos, espadas. Capas raídas a modo de abrigo totalmente empapadas. En verdad, con tanta mugre y tanta agua que corre por sus cuerpos, pronto crecerá la hierba entre los jirones de sus ropajes. Uno de los guerreros le hace una señal a otro para que llame a una choza. Con tintineo de hierros, el caballero golpea el madero de la puerta de una de las chozas. Quizás los habitantes de la casa ya tendrían idea de la llegada de la comitiva, pero esos aldabonazos debieron de sentirlos como si el mismísimo demonio estuviera en la entrada.
Se escucha un leve sonido de pasos, una tranca que se abate, una puerta que abre su mitad superior. Una figura se asoma, toda tapada con un áspero manto, como una aparición. De dentro de la casa sale un ligero calor y un aroma a guiso. Todos los extraños, instintivamente se llevan la mano a la empuñadura de sus espadas.
El hombre alto que parece el cabecilla del grupo se adelanta hacia la choza. Su aspecto parece terrible. Bajo el casco asoman desaliñadas greñas y su rostro parece un mapa surcado de cicatrices. Quizás la vieja pensó que si, que no se habían equivocado; el mismísimo demonio estaba en la puerta de su casa.
- ¡vieja! Soy Pelagius y estos son mis hombres. Venimos cansados y hambrientos. Alguno viene mal herido. Necesitamos refugio para esta noche. No podemos pagarles pero tampoco les haremos ningún daño.
La figura de la puerta permanece estática, como petrificada por la partida voz de aquel terrible hombre que le pide cobijo.
Pelagius entra en la choza. Se tiene que agachar para no darse con los bajos techos de caña y adobe. Por dentro parece mucho más grande que desde fuera, ya que está construida aprovechando una hendidura de la piedra, como una cueva. En una esquina arde un puchero que alumbra la estancia. No más de diez personas, viejos, mujeres y niños permanecen sentados en el suelo, aterrados y sobrecogidos ante la presencia de ese terrible extraño.
Pelagius hace una señal a los suyos, y entre tres o cuatro meten al herido dentro.
- Tendréis que hacernos sitio. Sólo necesitamos descansar y comer algo. No os haremos ningún daño.
Los aldeanos reaccionan y ayudan a aposentar al herido. Corren unas cortinas y lo meten en el interior de la gruta. La choza sólo tiene de adobe y caña la fachada y algo de techo, el resto es una amplia cueva que se estrecha conforme se avanza hacia dentro.
Ante la mirada de los niños, los guerreros se quitan sus pesadas cotas de malla y se desnudan frente a la candela. El entrechocar de las armas produce un rítmico sonido. Algunos lucen terribles heridas, muchas aún abiertas, que brillan a la luz de la lumbre como extrañas medallas.
- vieja, tendrás que hacer más puchero. Ya puedes llegarte a las otras chozas en busca de alimento o de lo contrario mandaré a alguno de mis hombres.
La pobre mujer coge a dos niños y sale rápido fuera, corriendo entre el barro y la lluvia, para golpear la puerta de unos de sus vecinos.
De la humilde choza sale un humo negro y un denso olor a hierro, sudor y sangre se mezcla con el cálido aroma del guiso que se cuece en el fuego. Los hombres dormitan apesadumbrados en un extraño silencio. Los niños los contemplan asombrados, como si enfrente tuvieran a extraños seres mitológicos.
Pelagius los observa. Pasa la vista por la estancia y no puede evitar detenerse en una bella joven de enormes ojos negros que le observa. Quizás el fiero guerrero tenga una hija de parecida edad.
Un viejo aparta a un niño y se sienta frente a él.
- dígame señor; ¿Qué ha pasado? ¿Es verdad lo que cuentan?
- Y ¿que es lo que cuentan viejo? Responde Pelagius.
-Que los godos han sido derrotados. Que han caído muchos y los que han sobrevivido huyen por los campos. Que el propio Rey ha muerto. Que los africanos andan cerca.
La vieja le sirve un tazón de caldo y el guerrero se toma su tiempo para probarlo.
- es cierto viejo. Han muerto muchos y nadie sabe donde está el rey. La consigna ahora es salvar el pellejo y huir. Los africanos nos persiguen y no deben de andar muy lejos. Esta maldita lluvia nos ha dado una tregua.
Pelagius sopla su tazón y bebe.
- nosotros huimos de esta tierra, aquí ya no podemos hacer nada. Quizás ustedes deberían hacer lo mismo. Esa hermosa muchacha sería un buen trofeo para uno de esos despiadados jinetes que andan por esas sierras.
La cara del godo parece más terrible con el resplandor de las llamas y el vapor que exhalan sus cabellos aún mojados. Sus palabras suenan inquietantes y sombrías en el interior de la caverna.
- viejo; necesitamos a alguien que nos ayude a salir de estos montes antes de que los africanos nos atrapen. ¿Sabes de alguien en la aldea que nos pueda servir?
- Yo mismo os acompañaría si las piernas me pudieran sostener. Respondió el viejo señalando con ambas manos sus tullidas extremidades. La mayoría de los jóvenes fueron reclutados el pasado verano para la batalla y los demás huyeron cuando se fue la guarnición de la torre. Aquí sólo quedamos los que no hemos podido escapar. Muchos de estos niños son huérfanos.
Pelagius no pudo sentir más que lástima de aquellas criaturas asustadas y desvalidas. Quizás la situación de los aldeanos fuera más difícil que la de ellos.
- ¿crees que nos pasará algún mal si permanecemos en la aldea? Continua el viejo
- No se. andan por los montes en grupos pequeños en busca de partidas como la nuestra, son gente fiera y ruin y una cosa está clara, vienen para quedarse. Puede que sólo les interesen las grandes ciudades. Nosotros desde luego trataremos de llegar a la meseta antes de que nos atrapen, puede que en cualquier otro sitio los Godos anden reagrupándose. Nadie sabe nada.
El guerrero termina su tazón y se acerca hacia el lisiado:
- este hombre herido puede que no pase de esta noche. De todas formas no podemos llevarlo con nosotros, así que necesito que cuidéis de él hasta que muera. Luego le dais cristiana sepultura.
El viejo asienta con la cabeza.
- así se hará.
Sin mediar palabra, el godo reclina su cuerpo sobre un jergón de paja y cierra los ojos:
- descansemos viejo.
El temporal arrecia durante toda la noche. Los truenos retumban en los tajos como rugidos de bestias gigantes. El río suena con estrépito bajo la aldea, terrible e inexorable, arrancando trozos de las propias entrañas de la tierra.
Antes de que amanezca, los guerreros se preparan para salir, se calzan sus cotas de malla, sus cascos, sus armas. Preparan sus caballos. La lluvia no les da un respiro, es como si el cielo se hubiera hundido en aquellos escarpados cerros.
Por el camino empedrado, la tropa retoma su camino, apesadumbrados, heridos y derrotados. Pelagius vuelve la vista atrás y ve al grupo de niños observando la partida en el quicio de la puerta. Repara en los enormes ojos negros de la bella joven. Quizás, el godo tuviera en algún sitio una hija de la misma edad.
De Genérico

lunes, 19 de julio de 2010

La Batalla de las Fuentes del Guadalete

Caballeros cristianos y musulmanes. Cántigas de Alfonso X El Sabio
En el año 711 de nuestra era, tropas musulmanas procedentes del Norte de África y comandadas por Tarik, (Ṭāriq ibn Ziyād al-Layti en árabe, طارق بن زياد, Tarik en la transcripción tradicional española) desembarcan en Gibraltar, mientras Don Rodrigo, el último rey de los godos, se dispone a la defensa de su reino. El resultado de esta famosa batalla es bien conocido: Las tropas norteafricanas vencen a los godos y conquistan la antigua Hispania romana, que salvo un pequeño rincón del norte peninsular, queda sometida a los invasores. Comienza así un largo periodo de la historia de España que desde la baja Edad Media llega hasta la Edad Moderna. Ocho siglos que han marcado el devenir histórico de los pueblos de la Península Ibérica.
Y todo como decimos comienza con esta batalla, donde como cuenta el Romance épico de El Reino Perdido:
“Las Huestes de Don Rodrigo se desmayaban y huían,
Cuando en la octava batalla sus enemigos vencían...”

Sobre los hechos y circunstancias de la batalla han corrido ríos de tinta, y en determinados aspectos fantasía y realidad se funden, como ocurre con el mito de la Cava y la traición del Conde Don Julián, aunque la magnitud de la circunstancia histórica resulta evidente en tanto en cuanto su resultado produjo la pérdida o la adquisición de un reino, según desde el campo que se mire.
Lo que pretendemos con la entrada de hoy es hacernos eco de las continuas polémicas que existieron sobre el lugar geográfico de la contienda, que desde principios de siglo mantuvo en discordia a diferentes escuelas de medievalistas españoles.
De hecho, aún hoy, en pleno siglo XXI, cuando la historia y la arqueología se preocupan quizás de asuntos más técnicos que puedan aportar mayor información para el conocimiento del pasado, el primer encuentro con los musulmanes aparece como algo difuso, y el escenario geográfico donde se desarrolla puede despistarnos.
Así, los niños-guía que enseñan Arcos de la Frontera a los visitantes cuentan que la batalla se celebró justo debajo de su pueblo, en las orillas del río, y así podemos llegar a creerlo si no indagamos mucho, puesto que la presuponemos en algún punto del río Guadalete.
La polémica en las primeras décadas del siglo XX se centraba en dilucidar si el encuentro entre las tropas de Tarik y Rodrigo (o Roderik), tuvo lugar en la Janda gaditana, entre las localidades de Barbate y Medina Sidonia, o en los márgenes del Guadalete. El hecho de que hoy la conozcamos por el topónimo de nuestro río nos da idea de que corriente ganó esta porfía, gracias sobre todo a la intervención del famoso historiador Sánchez Albornoz.
El artículo que presentamos en esta entrada representa un ejemplo de esta corriente guadaletista, donde Jerónimo Bécquer (1857-1925), comenta para el Boletín de la Real Academia de la Historia (Tomo 68. 1916), la obra “Rectificaciones Históricas; de Guadalete a Covadonga” de Ricardo Burguete, donde se hace una defensa de las fuentes del Guadalete como el lugar exacto donde se dilucidó esta crucial batalla para la historia de España, es decir, entre las Serranías de Ronda y Grazalema, muy cerca de la antigua ciudad de Accinipo, posiblemente con varios escenarios de combate entre los que pudieran estar las Mesas de Setenil, es decir, nuestra campiña.
Perdonen si me he enrollado hasta llegar a este punto, pero me parecía importante ponerlos en antecedentes.
La defensa que se hace en el artículo de Bécquer sobre este libro se basa en la experiencia militar del autor, que sin menospreciar los textos árabes y latinos sobre el asunto, se ampara en la lógica del arte militar y la importancia que para la guerra suponen los accidentes geográficos, que desde luego descartarían una batalla a campo abierto sin que los invasores cuidaran sus espaldas. Así lo cuenta el propio autor:
“Desembarcado Tarik en Gibraltar, si su objetivo era abrir la
campaña en dirección recta á Córdoba, habría sido un desatino el encaminarse hacía el Barbate y lago de la Janda, porque dejando á su derecha y á retaguardia en parte el macizo montañoso de la Serranía, se exponía á que lo ocupase Don Rodrigo, en cuyo caso se habría visto aquél precisado á retroceder y se hubiese encontrado bloqueado en el Peñón. Gibraltar sólo carece de valor, si la Serranía está ocupada y fortificada; pero si la Serranía está abandonada y desmantelada, Gibraltar tiene un valor incalculable...”
Es decir, sería evidente que los norteafricanos, una vez desembarcados en Gibraltar, y viendo la escasa resistencia que se les oponía, buscaran la ocupación de los principales núcleos geográficos del sur peninsular, lo cual los encaminaba directamente hacia el Valle del Guadalquivir, concretamente hacia las populosas ciudades de Sevilla y Córdoba. Acceder a estas directamente desde la bahía gaditana, sin ninguna protección a retaguardia, significaría a todas luces una auténtica negligencia).
Avance de la caballería musulmana. Cántigas de Alfonso X El Sabio
“...Que Tarik, al encontrar abandonada la Serranía se apresuró á ocuparla, lo demuestra el camino que siguió luego Don Rodrigo. Si aquél hubiese situado su ejército en las orillas del lago de la Janda, los visigodos, al llegar á término de Medina Sidonia, no hubieran tenido más que tomar el camino alto de todos los tiempos que conduce á Alcalá de los Gazules y á Algeciras, envolviendo y rebasando la línea de Tarik, el cual se hubiese visto obligado á retirarse precipitadamente y á encerrarse en Algeciras ó en Gibraltar. Pero como Tarik estaba en la Serranía, Don Rodrigo no tenía más remedio que atacarlo en ésta; y como para apoderarse de un macizo montañoso no hay otro recurso que el de asediarlo por sus más anchas entradas y atacarlo ascendiendo con diversas columnas combinadas para obligar al enemigo á extender el frente, debilitándolo, Don Rodrigo, viniendo de Córdoba, no podía aventurarse á forzar el paso por los desfiladeros que desde El Margen, por Teba y Cañete, conduce á las Mesas de Setenil; ni a atravesar los Gaitanes para embestir el frente oriental de la ciudadela de Ronda, y no le quedaba otro recurso que operar por el frente occidental en su parte norte, utilizando el amplio y accidentado portillo existente entre la prolongación del Peñón de Algamita(s) por las sierras dé las (V)eguas y de Algodonales, y la Sierra de Grazalema, en cuyo portillo nace, en tres brazos, el famoso Guadalete.
Y esto es, indudablemente, lo que hizo Don Rodrigo, atacando por ese portillo, que le permitía operar con tres columnas en combinación que se apoyasen y alineasen para atacar, envolver y romper á un tiempo por un flanco y por el centro la línea de defensa de Tarik, que se extendía, sin duda alguna, desde las mesetas de Setenil al cerro de San Cristóbal, en Grazalema, es decir la línea de fuentes del Guadalete; y debía estar ahí la línea de defensa, porque los musulmanes no podían esperar ser atacados por otra parte viniendo Don Rodrigo desde Córdoba. Así se explica también que Tarik pidiese urgentemente refuerzos á Muza, pues la defensa de las altas mesetas de la Serranía de Ronda exige una guarnición proporcionada á su magnitud...”
Así pues, entiende el autor que Tarik asciende desde Gibraltar afianzando posiciones por la Serranía de Ronda, presentando un amplio frente donde quedaría incluido parte de lo que hoy es término de Setenil, mientras Don Rodrigo se apresta a combatirlo llegando desde Córdoba).
"...Realizándose así por parte de Don Rodrigo la operación, que en el lenguaje de la ciencia militar moderna podría llamarse «ruptura operativa», se explica que diversas crónicas arábigas digan que la batalla duró de cuatro á ocho días, pues indudablemente al ascender los visigodos por las orillas de los tres brazos del Guadalete, se verían precisados á sostener durante varios días diversos combates, porque Tarik saldría á cerrarles el paso en las estrechuras para ceder lentamente con defensa obstinada en los recuestos de la montaña, hasta que se produjo la traición que ocasionó la derrota de Don Rodrigo. Pero la batalla no habría podido durar, no ya ocho días, como dicen algunos cronistas, ni siquiera cuatro, como afirman otros, si se hubiese librado en las inmediaciones de la laguna de la Janda, terreno ligeramente ondulado en el cual, sobre ser pequeño para el número de combatientes, las armas que entonces se usaban y la diferencia de fuerzas entre moros y cristianos, hacían imposible un combate de semejante duración.
Mapas de situación y movimiento de tropas


...Y no se diga, como he oído afirmar á persona muy competente, que el encuentro comenzó en la laguna de la Janda, y que Don Rodrigo se fue retirando hasta sufrir la derrota definitiva en las orillas del Guadalete; porque esto contradice un aserto en el cual convienen todos: que la batalla se iba desarrollando en sentido favorable á los visigodos, hasta que se produjo la traición de los witizianos. Para que Don Rodrigo se hubiese ido retirando desde la laguna de la Janda, pretendiendo buscar refugio en la Serranía por el portillo del Guadalete, era preciso que desde el primer momento la suerte de las armas le hubiese sido adversa, pues nadie se bate en retirada cuando va venciendo. Además, se olvida que en las inmediaciones de la laguna de la Janda todo favorecía á Don Rodrigo, que no sólo tenía fuerzas mucho más numerosas que las de Tarik, sino que contaba con abundante caballería,
de la que carecían los musulmanes, y que éstos no eran árabes, sino bereberes, más acostumbrados á la guerra de montañas que á luchar en campo abierto: otra razón para creer que Tarik, en cuanto desembarcó, debió apresurarse á ocupar la Serranía. No se sabe de ciencia cierta en qué parte de la línea de batalla cumplieron los witizianos su compromiso de abandonar á Don Rodrigo y revolverse contra él, y no parece verosímil que se confiase á parientes cercanos de Witiza el mando de las columnas que formaban las alas derecha é izquierda del ejército real; pero el terreno dice que la columna que avanzaba por Zaframagón, que correspondía al brazo tercero del Guadalete, debió ser la que consumó la traición, pues siendo aquélla la destinada á envolver, se explicaría perfectamente que al trocarse en enemiga los visigodos fuesen rechazados en la hondonada que forma el río entre Puerto Serrano y Villamartín...”
Quedan claras por tanto las teorías de Burguete, que defendidas por Jerónimo Bécquer, sitúan el encuentro entre godos y bereberes del 711 en las fuentes del Guadalete, con un amplísimo y abrupto frente fácilmente divisable desde las ruinas de la antigua ciudad de Accinipo, es decir; Montecorto, la Sierra de Grazalema, Los Villalones, la Campiña Setenileña, Algodonales, Zahara etc y cuyo resultado no se dilucidaría hasta que no trascurrieran varias jornadas de lucha.
Imaginamos a esos godos derrotados huyendo en desbandada y perseguidos por sus feroces enemigos por la sierra. Con ellos quizás fuera Don Pelayo, un espadario de Don Rodrigo, que llegando a Covadonga se aprestaría a reorganizar a los suyos y hacer frente a los invasores.
Aparecen ahora esos versos del Romancero sobre la pérdida del reino, como más reales y dramáticos, cuando nos describen el cansancio del caudillo godo y las terribles heridas de su cuerpo. Sólo ahora, conociendo que por los escarpados riscos de la serranía se tuvo que batir con sus enemigos, y muy posiblemente perder la vida, cobra verdadera dimensión el poema épico:

ROMANCE SEXTO - EL REINO PERDIDO
Las huestes de don Rodrigo desmayaban y huían
cuando en la octava batalla sus enemigos vencían.
Rodrigo deja sus tiendas y del real se salía,
solo va el desventurado, sin ninguna compañía;
el caballo de cansado ya moverse no podía,
camina por donde quiera sin que él le estorbe la vía.
El rey va tan desmayado que sentido no tenía;
muerto va de sed y hambre, de velle era gran mancilla;
iba tan tinto de sangre que una brasa parecía.
Las armas lleva abolladas, que eran de gran pedrería;
la espada lleva hecha sierra de los golpes que tenía;
el almete de abollado en la cabeza se hundía;
la cara llevaba hinchada del trabajo que sufría.
Subióse encima de un cerro, el más alto que veía;
desde allí mira su gente cómo iba de vencida;
de allí mira sus banderas y estandartes que tenía,
cómo están todos pisados que la tierra los cubría;
mira por los capitanes, que ninguno parescía;
mira el campo tinto en sangre, la cual arroyos corría.
Él, triste de ver aquesto, gran mancilla en sí tenía,
llorando de los sus ojos desta manera decía:
«Ayer era rey de España, hoy no lo soy de una villa;
ayer villas y castillos, hoy ninguno poseía;
ayer tenía criados y gente que me servía,
hoy no tengo ni una almena, que pueda decir que es mía.
¡Desdichada fue la hora, desdichado fue aquel día
en que nací y heredé la tan grande señoría,
pues lo había de perder todo junto y en un día!
¡Oh muerte!, ¿por qué no vienes y llevas esta alma mía
de aqueste cuerpo mezquino, pues se te agradecería?»

Fuentes: artículo de Jerónimo Bécquer para el Boletín de la Real Academia de la Historia (Tomo 68. 1916), sobre la obra “Rectificaciones Históricas; de Guadalete a Covadonga” de Ricardo Burguete. Biblioteca Cervantes vitual.
Romance sexto: El Reino Perdido.
Para saber más:

La Batalla del Guadalete. Wikipedia.


¿ Dónde nace El Guadalete? Blog Entorno a Jerez

Aconsejo especialmente la lectura de "Orígenes de la Nación Española. El Reino de Asturias." de Claudio Sánchez Albornoz, uno de los mejores estudios sobre la invasión musulmana y los primeros años de la Reconquista, contada de una manera exquisita al estilo de los viejos relatos de batallas. Una obra imprescindible para conocer la Edad Media Ibérica

viernes, 16 de julio de 2010

Fiestas del Carmen en Setenil

De El Carmen
De El Carmen
Este fin de semana se celebran en Setenil las fiestas en honor a la Virgen del Carmen, copatrona de Setenil junto a San Sebastián.
Hoy viernes saldrá una procesión con la virgen en andas para iniciar posteriormente la berbena en la Plaza del Carmen, junto a la ermita del mismo nombre, en el barrio del Cerrillo, que durará hasta el domingo.
Es la feria del Carmen como dijimos el pistoletazo de salida del verano setenileño, el momento en que tradicionalmente aquellos que estaban fuera del pueblo llegaban para pasar sus vacaciones y el lugar donde se reencontraban con familiares y amigos.
Así que si quieren disfrutar de una tradicional fiesta con orquesta, con Paquito el Chocolatero asegurado, no dejen de venir a Setenil.
Por otro lado, la próxima semana iniciamos la normal actividad del blog, con fotos antiguas, artículos de historia e historias y anécdotas. Les adelanto que hay algo de batallitas, de espadas y cosas de esas que nos gustan tanto.
Buena feria del Carmen, y felicidades a todas las Carmencitas.
¡Salud!
De El Carmen

De El Carmen

Fotos: Estatua del Sagrado Corazón y Escaleras del Carmen, en uno de los accesos a la plazoleta. Impresionante estructura excavada a mano en la piedra .

lunes, 12 de julio de 2010

Setenil celebra el mundial de España...¡en Holanda!

Isabel y Cheche rodeadas de oranges
Isa y Cheche con la roja
Esto es valor y lo demás es tontería; dos chicas naturales de Setenil, Isabel y Mª José Villalón Marín, hijas de Bartolo y Antonia, animan vestidas con la roja a la Selección Española durante la final del mundial, ¡rodeadas de cientos de aficionados holandeses!
El que las presenta es el alcalde de la localidad de Woorden, y ante el abucheo generalizado dicen que España les ganará 3 á 0.
Al final del partido las únicas que bailan son ellas.
¡Bravo Isabel! ¡Bravo Cheche!
¡Viva España!

Setenil celebra el mundial de España

Ayer por la noche, después de que España derrotara a una durísima Holanda, cientos de setenileños se echaron a la calle para celebrar la conquista del Mundial de Sudáfrica 2010. Hombres, mujeres, niños, jóvenes y mayores, desde la Villa al Cerrillo, pasando por la Calle Ronda y Las Cuevas, Setenil era un hervidero de gente entusiasmada con la victoria de los nuestros. El personal se dedicó a cantar y bailar por las calles y desde cualquier toma de agua las mangueras se encargaron de refrescar al personal.
Durante el partido lo pasamos mal, pero al final valió la pena: España, nuestra selección, campeona del Mundial de Sudáfrica 2010.
Un abrazo a todos.
¡Salud y viva España!

jueves, 8 de julio de 2010

Setenil con la Roja: España en la final del Mundial

De setenil
No tenía pensado asomarme por el blog hasta dentro de unos días, pero es que esto es muy grande; España, el equipo que he seguido desde que era un crío, ha llegado a la final de un Mundial por primera vez en su historia, y ¡de que manera! Ganando a Alemania.
Ahora me vienen a la cabeza todos los momentos que he vivido viendo a la Selección, buenos y malos, que de todo hemos tenido; desde el Mundial 82, hasta lo del Gandül, pasando por el 12-1 a Malta, y aunque aún queda lo más dificil, parece que estoy como en una nube.
Setenil, como el resto de España, es una maraña de banderas rojigualdas y camisetas rojas. Es como si nos hubiéramos quitado de encima todos nuestros complejos y por unos días, la palabra crisis hubiera desaparecido de nuestro pensamiento.
Este es el momento; ¡A por ellos! ¡Aupa España!
¡Salud!
De setenil

viernes, 2 de julio de 2010

Setenil Rural: Unos días de descanso.

El autor de estas líneas
Estimados amigos; Setenil Rural se cogerá unos días de descanso, que no de vacaciones, para atender unos asuntillos que requieren de más tiempo. Aún así, trataré de actualizar a diario los apartados de comentarios y correo electrónico.
De todas formas, si algún acontecimiento requiere de nuestra atención, por ejemplo que España gane el Mundial, no duden de que saldremos a celebrarlo por estas páginas.
Pues eso, a mediados de julio volvemos a la carga con las pilas cargadas.
Nos vemos por el pueblo y buen verano a todos.
¡Salud!

jueves, 1 de julio de 2010

Bar Frasquito: Una bodega de Setenil

Frasquito en su bodega
En las Cuevas del Sol, una de las calles más emblemáticas y visitadas de Setenil, se encuentra el Bar Frasquito, una preciosa bodega bajo la roca donde se pueden degustar carnes y chacinas ibéricas, quesos, vinos y otras especialidades de la tierra.
Frasquito, después de una intensa vida de trabajo, ha decidido optar por el merecido descanso que por edad le corresponde, no sin antes dejar en buenas manos este templo de la tapa que representa su tasca.
Enhorabuena Frasquito y a disfrutar de tu jubilación.
De SETENIL
De SETENIL