miércoles, 26 de febrero de 2014

Setenil sobre mojado, de Toni Keeler


Navegan nuestros amigos por internet (Gracias Antonio). Si hace unos días nos hacíamos eco del uso irresponsable de las redes sociales con el asunto del "diablillo", hoy nos alegramos de que imágenes como esta se presenten al público en general mediante la divulgación por la red, en este caso mediante su publicación en la galería fotográfica de Toni Keeler, fotógrafo norteamericano prestigiado por sus reportajes de corte etnográfico.
La instantánea está tomada desde El Lizón y coge una perspectiva picada donde se intuye de soslayo La Plaza, con el río y la calle Triana a la espalda. El piso mojado aumenta la sensación de vértigo, como el acero pulido de un tobogán.
Años sesenta, al igual que la mayor parte de la colección de este veterano artista, quizás Semana Santa por el puesto de tiro pichón frente a la casa de Candidita.
En la desolación de las calles vacías se palpa la frustración por esa procesión suspendida, la sensación de que el aguacero primaveral no dejará salir a esas imágenes tan veneradas.
Quizás Toni Keeler permaneciera al margen de ese sentimiento tan nuestro, tan trágico e infantil a la vez. Él simplemente afinaría sus sentidos para que el objetivo pudiera plasmar la verdad de esa luz única e irrepetible que sucede a la lluvia de la tarde.
"Nunca me imaginé el impacto y la cautivadora impresión  que me causaría Andalucía durante mi primera visita. Tenía 21 años y estaba de viaje por España en una vieja motocicleta. Creo que la música era lo que más me sedujo (fue mi primer contacto con el flamenco, que sigue siendo mi pasión ... y mi frustración ...), pero  también los pueblos, la gente, el paisaje de Andalucía, que siempre me hace vibrar"
Toni Keeler. Serie Andalucía. Photo Gallery

¡A nosotros nos sucede lo mismo! ¡Salud amigos!

Nota: Reitero mis gracias a Antonio Marín García, que descubrió esta imagen y me lo hizo saber.

martes, 18 de febrero de 2014

Festival solidario Setenil con Miguel


El festival solidario Setenil con Miguel será en  los días 8 y 9 de marzo. Os paso el cartel definitivo publicado en Imagina Setenil. Recordaros así mismo que la camiseta para ser sorteada de la Selección Española  y dedicada por los jugadores se expondrá durante estos días en El Bar La Escueva . ¡No dejes de comprar tu papeleta!

¡Salud amigos!

Setenileños en el África Occidental Española

Diego Lebrón y Cristóbal Linares en el ABC
 
Siempre he escuchado que las personas tenemos una tendencia natural a recordar las cosas buenas que nos han pasado en la vida y a obviar aquellas ingratas y desagradables. Es corriente que los que han hecho la mili nos hablen de lo bien que estaban, de los buenos compañeros que tenían, de la camaradería que había entre ellos y el buen ambiente que reinaba en la compañía. Pocos son los que te cuentan las horas que tenían de guardia, las duras caminatas, del hambre que pasaron o de las bromas pesadas que se gastaban en el cuartel.
Me cuenta Juan que su destino en Sevilla era inmejorable. Todas las mañanas llevaba un parte desde el Cuartel de Intendencia en La Puerta de la Carne hasta Capitanía en la Plaza de España. El oficial le colocaba el papelillo entre la culata de subfusil y la palma de la mano y Juan tenía que entregarlo en su destino sin perder el paso y con el arma al hombro. Me lo imagino haciendo ese trayecto de 600  ó 700 metros con paso marcial por el  Prado de San Sebastián.
Desembarco de tropas españolas en Sidi Ifni
Un buen día llegó al cuartel  la orden de que tenía que desplazarse a Cádiz, después a las Canarias y de allí a Sidi Ifni, donde desembarcó con su mosquetón, cargado de municiones y una manta a la bandolera. No sabía ni donde estaba.
De ir casi todos los fines de semana a su casa pasó nuestro amigo a no poder ni tan siquiera avisar a su familia de por donde andaba.
Juan cogió destino en la panadería del cuartel y no participó en acciones de combate, pero nos cuenta con orgullo los desfiles de las tropas españolas por aquella ciudad africana y que todavía se le ponen los pelos de punta cuando ve a la Legión entrando en Setenil.
En mis conversaciones con él, Juan olvida los malos momentos y la incertidumbre con la que vivió aquellos largos meses de mili  y se queda con los hechos positivos de aquella aventura de su juventud en tierras africanas.
¡Si me viera mi madre donde estoy! Pensaba Juan por aquellos entonces.
Mucho más dramática es la historia de Diego y "Tobalito". Son ellos dos los que aparecen en esa foto que encabeza la crónica del ABC, “Los últimos de Filipinas, primeros de Ifni”, un artículo de Don Antonio Burgos que reclama un reconocimiento ya en 1974 para los veteranos de Ifni.
Destacados en el Regimiento Extremadura número 15 de Algeciras, tuvieron la suerte de ser destinados en la misma unidad. Paco Bermúdez, otro setenileño de la misma quinta, andaba destinado en otra compañía en el Aaiun. Sus vidas se cruzaron  cuando Francisco viajaba en la trasera de un camión en un convoy militar. Al percibirse de que aquellos que le saludaban eran sus paisanos, se tiró del vehículo para fundirse en un abrazo con ellos.
Cuentan Diego y "Tobalito" que eran constantes los intercambios de disparos entre ellos y las líneas enemigas. Los marroquíes trataban de cogerlos por sorpresa con ráfagas de ametralladora y los españoles respondían con fuego de mortero en las posiciones enemigas. Por la noche los legionarios hacían un reconocimiento  y recogían los cadáveres de los enemigos abatidos.
Estando una tarde atrincherados en sus posiciones y dando buena cuenta de un guiso de pollino, a un compañero se le ocurre rebuznar después de probar el primer bocado, a lo que el enemigo responde con una andanada de ametralladora que pasó por encima de sus cabezas. Cuenta Diego que si los disparos hubieran volado medio metro abajo, ninguno de los que allí estaban hubiera salvado el pellejo.
La vida diaria de estos muchachos se desarrollaba en una trinchera excavada en la arena y protegidos por una lona y una alambrada de espino. Entre "escuchas" y guardias, en muchas ocasiones se tuvieron que guardar las espaldas bajo la noche estrellada del desierto, alertas a las idas y venidas del enemigo y con el miedo en el cuerpo por las posibles emboscadas.
Imaginen pasar una mili entera en estas condiciones. La mayoría de ellos no pudo disfrutar ni un solo día de permiso, salvo "Tobalito" que viajó a la península para conoce a los mellizos que le nacieron estando él en el Aaiun.
Diego y "Tobalito" son hoy día como hermanos, pues mantienen los lazos de inquebrantable amistad que fraguaron cuando jóvenes en aquellas tierras del Sáhara Español.
Fueron muchos los setenileños que hicieron la mili en lo que entonces era el Sahara Occidental Español, pero los que la hicieron en 1957, el año en el que se desarrolló la Guerra de Sidi-Ifni,  participaron en un conflicto bélico entre tropas españolas y fuerzas marroquíes dentro de las tensiones del proceso de descolonización de Ifni, Protectorado y Sahara Español, por entonces bajo administración de España.

Algunos de estos setenileños son Juan Domínguez Avilés, Diego Lebrón, Francisco Bermúdez, Cristóbal Linares, Paco Pérez, Juan Pastrana, Miguelito Rocha . Su historia comienza en los salones donde se tallaron los mozos de la quinta del 56 y se desarrolla en las arenas del desierto. Su historia, toda una odisea cuyo relato nos impresiona por su dramatismo y franqueza.
Como cuenta Don Antonio Burgos en  su crónica de 1974, “hay una generación de Ifni, que supo batirse el cobre a su tiempo y hora, sudar tinta y meterse de sopetón en distantes ensaladas de tiros. Cuando se habla ahora de participación política de apertura, pienso en los que fueron muchachos en Ifni, infantes de los Regimientos de Soria número 9, o de Granada número 34, artilleros del 14 Ligero, paracaidistas de la Bandera de Alcalá de Henares. Ellos si que pueden argüir como mérito civil para la participación el valor militar de haber hecho una guerra. Una guerra intensa y montaraz que, desgraciadamente, aún no está escrita en la historia del país”.
(Antonio Burgos. ABC. 20 de Abril de 1974)
Sus historias, las de Juan, Francisco, Diego, "Tobalito" y tantos otros, aquellos muchachos setenileños que fueron arrancados de sus hogares con veinti pocos años y llevados a tierras africanas en un auténtico escenario de guerra,  no están destacadas de grandes hazañas bélicas ni acciones de combate, pero todos cumplieron con creces el deber que por aquellos entonces se exigía a los jóvenes españoles y realizaron el verdadero acto heroico que el destino les tenía deparado; volver a Setenil con los suyos.
  
Cristóbal Linares "Tobalito" en el momento de licenciarse

Cristóbal Linares "Tobalito"

Para saber más:

La Guerra de Ifni. Wikipedia.
Ifni: La Guerra que España libró con Marruecos a sangre y fuego. ABC. Historia militar de España
Últimos de Filipinas, primeros de Ifni. Antonio Burgos. ABC. Abril de 1974
Regimiento Extremadura. Wikipedia

viernes, 14 de febrero de 2014

Bicicletas para los niños de Mozambique

 
Este es el cartel de la 1ª Campaña solidaria de recogida de bicis usadas en la Sierra de Cádiz, para colaborar  con la ONG Siloé en sus campañas de Ayuda al pueblo de Mozambique.
En el encargado de la campaña en Setenil es nuestro Cura-Párroco, Ramón Clavijo.
Si estás interesado o crees que puedes colaborar, ponte en contacto con él.
 
¡Salud a todos!

lunes, 10 de febrero de 2014

Los indiotas de Setenil

Recuerdo mis primeros carnavales como si fueran hoy mismo. Al tratarse de una fiesta relativamente reciente y sin mucho arraigo en Setenil, no me había prodigado mucho en acudir al pueblo durante el fin de semana en el que se celebraban, así que aquel pasacalle me resultó toda una sorpresa. Medio centenar de personas ricamente enjaezadas con mil y un disfraces, a cual más disparatado, subía en asonante algarabía por el pecho de la plaza. Bombos, pitos, tambores y ese famoso estribillo del

“Que bonito está mi pueblo
Está bonito de verdad,
Que bonito está mi pueblo
Cuando llega el carnaval…”

Luego, en La Plaza, les esperaba un gentío alborotado que aplaudía a rabiar la entrada de aquella alegre tropa  y un tablado donde Manolo Benítez ejercía de maestro de ceremonias. Unas fiestas donde los setenileños eran los verdaderos protagonistas, del pueblo y para el pueblo, una auténtica expresión popular de alegría y celebración del carnaval.
De todas las agrupaciones que participaban en aquellas fiestas, me acuerdo en especial de la que formaban un numeroso grupo de amigos que, comandados por el sin par José Antonio “El Piti”, destacaban año tras año  tanto por la originalidad de sus disfraces como por la picardía y atrevimiento de sus letras.
Fue a mediados de los años noventa cuando estos chavales se echaron a la calle disfrazados de indios. Por norma general en esta agrupación, las mujeres solían vestir bonitos vestidos que realzaban su belleza quedando los hombres relegados a disfrazarse con grotescos ropajes que exaltaban su aspecto cómico. En esa ocasión el dimorfismo sexual era mínimo y todos los componentes vestían un traje marrón con flecos, diferenciándose únicamente los hombres con un tocado de plumas a modo de jefe siux. El disfraz en sí no era ese año de los más espectaculares de su historial, pero el tipo y sobre todo la letra de alguno de sus estribillos fue lo que hizo que aquella actuación quedara grabada en la retina de todos.
Subían los grupos uno a uno al tablao. Manolo los iba presentando. Unos cantaban, algunos hacían alguna gracia, otros simplemente enseñaban su disfraz, hasta que llegaba el plato fuerte de dos o tres chirigotas que desplegaban su repertorio. Entonces les llegó el turno a ellos, a los Indiotas de Setenil, y el gentío que abarrotaba la Plaza de Andalucía se quedó estupefacto al oír de las bocas de aquellos chavales una de sus letras:   

"En el ayuntamiento han cambiao de coche,
No se han comprado un twingo ni tampoco un opel,
Que montón de dinero se habrán gastao,
Pá el peazo coche que se han comprao.

El alcalde lo coge lo necesario,
Porque eso de ir andando es un calvario,
Y después dice el tío que no ha robao,
Nosotros aguantando y tós callaos.

Somos los indios, indiotas del sur
Hemos venido cantando el tuc-tuc,
Al ayuntamiento nos gusta cantar
Fumamos contigo la pipa la paz".

Montse, Eduardo, Antoñín, Lina Marín, Pedro Jesús Zamudio, Rafalito Andrades, José Antonio “EL Piti”, Isabel y Mari Villalón, Encarni Márquez, Tere, Mari Francis, Antonia, Pepi Moreno y Carmelita Corral son los que aparecen en la foto aunque desde luego había otros componentes del grupo, más o menos fijos como Laura, Rafael “Bolero”, Romero, Esther y Marisol Andrades, Alonso Zamudio, Sebastián Bermúdez y algunos otros que ese año, por la razón que fuera, no aparecen retratados haciendo el saludo indio.
La actuación de los Indiotas de Setenil hubiera quedado en un mero lance propio de la idiosincrasia del carnaval, esa de reflejar con guasa las cosas que han pasado en el año, la de saltarse por un día las normas y criticar al poder establecido, si no hubiera sido porque al excelentísimo munícipe, que en aquellos lejanos años noventa era el mismo que rige hoy los destinos de esta noble villa, no se lo hubiera tomado a la tremenda y “llamado a consulta” a los padres de todos y cada uno de los componentes de la chirigota.
Aún hoy, cada vez que recuerdan aquella ocurrencia del alcalde, las anécdotas son varias. Eduardo y Montse estaban casados e incluso tenían hijos. Cuenta Eduardo que ¿qué hubiera pasado si, haciendo caso a la orden de citación, se presenta en el Ayuntamiento acompañado de su Padre, el inolvidable Eduardo Hidalgo? La que se hubiera montado en aquellos salones hubiera sido para grabarlo en vídeo y venderlo para que hicieran una película, pues las escenas que se habrían sucedido hubieran sido de lo más divertidas.
De todas maneras, con la presencia de gran número de padres y de todos los chavales, lo que pasó aquel día fue de lo más surrealista, propio como decimos de una película de Berlanga donde magistralmente se parodian los excesos del modo de ser de los españoles. Delante de un video VHS de la actuación, con suma maestría del manejo  del Play, del pause y del patrás, palante, el alcalde y los suyos le echaron en cara a todo ese grupo de ciudadanos lo que habían cantado esa noche de carnaval, que estaba muy feo hablar de esas cosas, y que si en Cádiz se querían meter con el Rey, con el presidente del gobierno y con todo bicho viviente, ese era su problema, que en Setenil eso de salirse del tiesto “nanai de la China”.
Puede que la letrilla tuviera algo de “mala uva”, e incluso resultara injusta, pero vista con el tiempo no deja de transmitir cierta inocencia y candor, mientras que la consiguiente reprimenda del alcalde rozó el ridículo.
El caso y es lo que importa, que desde aquella famosa “llamada a consulta” en los salones del Ayuntamiento, los carnavales de Setenil vinieron a menos año tras año hasta convertirse en la fiesta sin gracia y sin chicha que se celebra hoy día. Siempre se ha achacado este exceso de celo de los responsables municipales en mantener intacta su reputación como la causa principal del declive, ya que provocó el aburrimiento y la apatía de esta agrupación puntera.
De facto y desde aquel día de ponía coto a los temas a tratar mediante la aplicación de una censura en toda regla, estableciéndose unos límites a la actuación de las agrupaciones, aunque quizás, y para ser justos, se puede barajar la hipótesis de que este grupo y algunos otros, tanto por el paso de los años como por la propia evolución de sus vidas,  habían agotado su capacidad de transgresión y la mera posibilidad física de dedicarle tanto tiempo a la ardua tarea de preparar su exuberante puesta en escena.
De todas maneras la política del Ayuntamiento, no sé si espontánea o intencionada, fue más sutil y efectiva. A partir de ese momento se atrasarían las fechas de los carnavales para intentar que las afamadas chirigotas y comparsas de Cádiz Capital vinieran a Setenil. A partir de ese momento serían otros los que actuarían en los tablados de La Plaza para cantar de una manera mecánica y sin mucho espíritu, (por andar ya metidos en cuaresma y tan lejos de su tierra, imagino) a su Tacita de Plata del alma, a los verdes mares y al aire de levante que baña de salada claridad la ciudad.
Nosotros, "los catetos de Setenil, ese pueblo perdido en la Sierra de Cádiz al que no viene ni Dios" (sic), podríamos haber seguido cantando nuestras cosas, hablando de nuestros aires, ensalzando la belleza de nuestros campos, el azul de los cielos, la rusticidad de las casas metidas en los tajos. Cantando eso de;

“Ya estamos aquí otro año
Pueblo querido para cantarte
Eres tu lo que nos llena de ilusión
y de amor durante todo el año.

Este carnaval  que hoy te cantamos
y que todos llevamos en la sangre
que por eso somos gaditanos
y sobre todo setenileños.

Por tus calles y tus esquinas
por esas casas bajo los tajos
y sobre todo por tus mujeres
eres el rincón más bonito de Cádiz…”

Contando sin tapujos las cosas que pasan en el pueblo, en el Ayuntamiento con sus políticos, como hacen en todos los lugares de España, haciendo bueno el dicho de que en carnaval, al menos por una noche, todo está permitido, todo es lícito. Pero los setenileños, ya se sabe… En fin, hubiera sido bueno desde luego para la salud social de nuestro pueblo y una señal de normalidad que estas coplas continuaran año tras año. Quizás hubiera calado en la ciudadanía una mayor capacidad de implicación en los asuntos que le son propios, un sentimiento justo en definitiva de expresarse libremente y sin reprimendas en aquellas cuestiones que le competen.
Los Indiotas de Setenil y sus padres se fueron a sus casas, mosqueados y abrumados por la falta de cintura y la incapacidad de autocrítica de sus responsables políticos y con ellos, los carnavales de Setenil se fueron al garete, al menos en su esencia verdadera y más pura.
Eran otros tiempos. Los políticos miraban a sus ciudadanos desde una atalaya, apoltronados en sus sillones, confiados y seguros de su poder. Hoy  en día sería impensable un acto de este tipo. ¿Se imaginan ustedes a un alcalde mandando cartas de citación a los componentes de una chirigota con motivo de su última actuación? Al alcalde en cuestión se le cae el pelo, le lloverían las críticas por todos lados, las redes sociales arderían con la ocurrencia del político y en el siguiente febrero no sería una si no un millón de coplillas las que le lloverían. Sencillamente, haría el indio.

"Somos los indios, indiotas del sur
Hemos venido cantando el tuc-tuc,
Al Ayuntamiento nos gusta cantar
Fumamos contigo la pipa la paz".
¡Jau!

¡Salud amigos!

martes, 4 de febrero de 2014

Juan Solano; in memoriam

 
El pasado viernes por la mañana me lo encontré en las escuevas. Iba con dos bolsas de pan sobre los hombros a modo de cerones y acompañado como siempre por su nieta. Andaba de charla con unos paisanos y me acerqué a saludarlo.
- Cuando yo conocí a este hombre, dije al grupo, era así de grande, señalando con mi mano al cielo.
- Cuando yo te conocí, me respondió Juan, eras así de pequeño, colocando la palma de la mano a un metro del suelo, que ibas al Manchón agarradito de la pierna de tu padre que en gloria esté.
Seguro que en el cielo hay huertos que atajar y caos de agua limpia y cristalina.
¡Hasta siempre Juan! 
 
Juan Solano en Setenil Rural:
 
 
 
 
 
 

Del diablillo de Setenil y otras cuestiones

¿Recuerdan el diario de Antoñita Sánchez? ¿Las fiestas del Patrón San Sebastián, las salidas al campo, los eventos del mes de Mayo, las cartas a las amigas? Puede que sólo se tratara de un mero ejercicio escolar redactado por una niña de unos once años, pero sin duda su lectura permite hacernos una somera idea de algunos aspectos de la vida en Setenil en las primeras décadas del siglo XX. Tengo que buscar una libretita que tenía mi abuelo donde anotaba asuntos relacionados con el campo y la panadería, las aceitunas, el aceite, la fecha en la que paría una cochina y los cochinillos que tenía, el precio del trigo, de la harina, los kilos de pan que se llevaban a los cortijos, la leña que bajaban del monte.
Más actual es un diario que conocí no hace mucho donde se daba fe de todo tipo de cuestiones, tanto familiares como de la actualidad diaria del pueblo, del cumpleaños de un nieto, por poner un ejemplo,  la fecha de un fallecimiento, pasando por todos y cada uno de los eventos, por muy pequeños que sean, que se desarrollan en Setenil. Este diario secreto, cuando le pasen unos años por encima, tendrá un valor incalculable y será un instrumento imprescindible para conocer el modo de vida de los setenileños a principios del siglo XXI y las cosas que sucedían en el pueblo.
Evidentemente, un diario siempre es el resultado de la persona que lo escribe, es decir, si es una niña de once años sus páginas reflejarán las cosas que solían hacer las niñas de su edad que iban al colegio, pues en aquellos años habría una gran cantidad de niños sin escolarizar. Así pues, el diario nos dará una visión parcial de las cosas, que nos ayudará a conocer el mundo en el que fue escrito, pero parcial en todo caso.
¿Qué pasaría si nosotros mismos nos propusiéramos dar cuenta de todo lo que ocurre en un pueblo como Setenil? Por definición, un blog viene a ser algo parecido, un cuaderno de bitácora donde el capitán del barco recoge todo lo que acontece durante la travesía. Quizás, dentro de muchos años y si todas estas páginas virtuales perduran en el tiempo, blogs, tags, pods, wasaps, serán unas herramientas imprescindibles para conocer la época en la que se desarrollaron.
Por ejemplo, a finales de enero de 2014, un tal “Diablillo de Setenil” publicó en una página homónima una acusación cuyo contenido no vamos a repetir pues tampoco tiene relevancia.
En un principio, el hipotético estudioso del futuro podría tomar la afirmación de “diablillo” como cierta (poco meticuloso sería desde luego), aunque la lógica científica le haría contrastar la información con más material al respecto.
Veamos el caso más detenidamente; el tal “diablo”, partiendo del principio de que “difama que algo queda” y amparado por el velo negro del anonimato, publica su diatriba. Debido a la gravedad de las afirmaciones y a lo candente de determinadas cuestiones de ámbito local (que el futuro estudioso indague), se produce una oleada de respuestas sin precedentes en su contra que obligaron a “diablillo” a cerrar el quiosco al día siguiente.
Fenómeno curioso este. Todos sabemos que lo publicado en Internet siempre deja rastro y difícilmente desaparece, así que la publicación y sobre todo la batería de respuestas que le suceden permanecerán en los anales locales por su impacto social y mediático.
Pero, ¿Quién es este “diablillo” que con tanta saña se ha empleado y tan presto a esconderse ha corrido cuando una avalancha de bofetadas a modo de encolerizados Twist le llovieron por doquier? No lo sabemos, al menos por ahora. Se han barajado nombres, ya se sabe como son estas cosas, aunque sería bueno recordar que todo linchamiento moral es reprobable desde cualquier punto de vista.
El tal “diablillo”, o quizás deberíamos llamarlo “satancillo”, no ha elegido el apodo a la ligera. Diablo, a la par que malicioso o peligroso, viene a significar algo así como un duendecillo travieso en determinado aspectos, máxime cuando se le une el diminutivo. Setenil, Satanil, satancillo, diablillo, bueno, las cosas de la etimología.
Aparte de su jactancioso alias, de “diablillo” poco se sabe, salvo la hincha que le tiene al autor de Imagina Setenil. Si es alguien iletrado, quizás sería de buen corazón ayudarle en la ardua tarea de acercarse adecuadamente y de una manera más positiva al mundo de internet e incluso, ya que estamos, algo de gramática y expresión escrita. Si por el contrario es una persona de estudios, bueno, esto ya es más grave, pues hablamos con un necio en el sentido amplio de la palabra.
Si la iniciativa de buscarse enemigos y prodigarse en calumnias viene por iniciativa propia lo imaginamos como una persona profundamente envidiosa y con grandes deficiencias sociales. Si por el contrario sus acciones corresponden a un mandato o recibe ordenes de un superior, no cabe duda de que hablamos de una persona de muchas tragaderas y de amplias posaderas para aguantar las embestidas del destino.
Si este fuera  el caso, “diablillo” sería el paradigma de la estupidez porque pretendiendo dañar a alguien en beneficio de otro, consigue justamente lo contrario y perjudica a aquel que pretende beneficiar realzando la figura del otro a quien pretendía dañar. En fin, si yo fuera su jefe lo despediría ipso facto.
Sin duda el estudioso del futuro accederá a estas páginas de la intrahistoria de manera cauta y precavida, quizás con un esbozo divertido en su rostro, no es para menos, con el varapalo que se ha llevado el pobre diablo y su posterior desbandá, pero desde luego su interés se centrará en aspectos más concretos e interesantes de la realidad. Me refiero a la relación de los hombres con las nuevas tecnologías de la comunicación; mensajes, Wasap, redes sociales, a la inmediatez de las informaciones que vuelan o circulan por la red, en la mayoría de los casos sin ser contrastadas, la impunidad con la que se actúa, la falta de responsabilidad de una sociedad donde no se respeta la privacidad ni la honorabilidad de las personas.
No hace falta viajar hasta el futuro para comprender que esta revolución vertiginosa que se está produciendo en el mundo de la información y las comunicaciones viene siendo un tema de reflexión de los estudiosos en la actualidad, y nos advierten de que la distancia con la que se difama o se emiten juicios de valor hace que los autores se sientan más seguros y protegidos, máxime cuando se realizan desde el anonimato o desde un alias, como es el caso que nos ocupa.
Todo esto que ha ocurrido con lo del “diablillo” nos tiene que hacer recapacitar. En cierto modo, la rapidez en la que se viene desarrollando este fenómeno del mundo de la información y las tecnologías nos ha convertido a todos en niños que jugamos con armas de fuego. Pueden ser útiles pero también muy peligrosas. La manera en la que el tal “diablillo de Setenil” se ha comportado nos recuerda mucho a  un niño que ha roto de una pedrada los cristales de una ventana y ha corrido a su casa, confiado en que nadie descubra que él ha sido el culpable.

¡Salud amigos!