Seguro que recordamos aquellas entradas que en Octubre del año pasado dedicamos al Vivillo y sus andanzas por Setenil, donde los periodistas nos ofrecían desde un punto de vista un tanto sensacionalista una visión romántica y estereotipada del bandolerismo en Andalucía.
En aquellos meses de Septiembre y Octubre de 1905 fueron muchos los reportajes que cubren el suceso del robo de los feriantes setenileños, lo cual dio ocasión para que toda España conociera ese Setenil que se asomaba al siglo XX con una historia de bandoleros al más puro estilo romántico. Así, hicimos especial hincapié en el reportaje que para la revista Nuevo Mundo prepara José Campúa, que da buena cuenta de la noticia en siete páginas donde aparecen algunas de las primeras imágenes que hay de nuestro pueblo, y avisamos de que pese a que aunque este reportaje puede ser considerado un auténtico tesoro documental para Setenil, la calidad literaria del texto es relativa y los datos aportados no eran fundamentales para conocer los hechos. Lo importante quizás para el periodista jerezano y su periódico era aportar testimonios de primera mano e imágenes que suscitaran la imaginación de unos lectores sedientos de noticias impactantes sobre aquella Andalucía profunda que no quería desvanecerse.
Vimos entonces como fueron muchos los intrépidos periodistas que pasan por Setenil para cubrir los hechos como si de auténticos reporteros de guerra se tratase. De estos, y pese a que fue el referido Campúa el que se llevó el gato al agua, destaca Manuel Weis, periodista de El Imparcial, cuyos textos, a modo de impresiones, destacan por su calidad literaria y artística . Así pues, si en aquellos días de 1905 a las fechorías del Vivillo en Setenil le puso imágenes el Sr. Campúa, fue Weis el que con su fina pluma aporta los detalles más pintorescos y poéticos de la historia.
Después de una serie de teletipos que informan del robo al Sr Pedro Guzmán y otros paisanos que se dirigían a la feria de Villamartín, el Diario Liberal el Imparcial manda al reportero Manuel Weis a cubrir la noticia. De esta manera nos adentra el periodista en la historia:
"El Bandolerismo Andaluz. Sobre el terreno. Primeras Impresiones. Setenil 29 de Septiembre.
Tres diferentes líneas de ferrocarril y una cabalgadura es necesario utilizar para llegar desde Madrid a Setenil, recóndito pueblo de la provincia de Cádiz y uno de los más pintorescos y caracterizados de la tierra baja de Andalucía.
El viaje, aún utilizando la más rápida combinación de trenes, no se lleva a cabo en menos de veinte horas, que son precisamente las que he necesitado en invertir para llegar a este pueblo donde desde hace pocas horas me encuentro.
No estuve desacertado al elegir este punto como primero en mi itinerario. En Setenil reside la última víctima conocida del Vivillo y de sus caballistas. En Setenil está la autoridad (el cabo de la Guardia Civil de este puesto), que primero ha dirigido la acción de la ley hacia la partida de malhechores...de Setenil por último parte el camino donde no hace todavía ocho días cometió su última ruidosa fechoría la partida del Vivillo...
Explicando por qué el periodista ha elegido á Setenil como punto de partida para sus observaciones acerca de la reaparición del bandolerismo en Andalucía...consignar las primeras impresiones que he podido recoger desde que el tren traspuso las abruptuosidades de Despeñaperros hasta este momento en que, encerrado en el modesto cuarto de una posada, al que sirven de mobiliario unas sillas de enea y una mesa de roble y de decorado unos cuantos cromos de La Lidia representando hechos célebres del toreo, escribo a la luz de una vela estas cuartillas, que mañana se llevará el cartero y que al siguiente día deberán llegar a Madrid".
El periodista evidentemente escribe desde una habitación de la Posada de La Victoria, la cual nos describe de manera tan minuciosa, y en estas primeras impresiones nos relata la conversación que sobre el tema del bandolerismo en Andalucía tiene con otro pasajero del tren, rico hacendado que le da una visión muy particular de los hechos. "En Córdoba subió al mismo departamento que yo ocupaba un señor elegantemente vestido, si bien descubría en su rostro, adornado por espesas patillas negras, en su tez bronceada por el sol y el aire y en el rústico desenfado con que se expresaba, la contextura del hombre hecho a las faenas del campo. Según pude comprender después en el curso de la conversación, que no tardamos en entablar, mi compañero de viaje era el tipo perfecto del hacendado andaluz, dueño de extensos olivares y de numerosos cortijos, con sus puntas y ribetes de ganado".
El rico hacendado como digo, pone en antecedentes al periodista de lo que se cuece en Andalucía, de la sequía y la pobreza, y de como ante tanta miseria los propietarios "hemos hecho lo que hemos podido y algunos más de lo que han podido. Nos hemos agregado muchos más trabajadores de los que necesitamos. Hay casas que sostienen a más de mil hombres, a los cuales no necesita para nada y nada hacen, pero se les paga su jornal como si trabajaran..." Aún así, el hacendado niega cuestiones políticas en el asunto del Vivillo, encuadrándolo en un tema de mera delincuencia, y en un gesto de patriotismo autonómico sentencia "...además no es conveniente que se hable mucho del bandolerismo. Eso retrae a los extranjeros que dejan mucho dinero a las industrias andaluzas y a las cuales perjudica con esas cosas que dicen ustedes en los periódicos".
De esta manera tan tajante trata de zanjar el asunto del bandolerismo este curioso personaje que ve el asunto de una manera mucho más pragmática que su interlocutor.
Todas estas reflexiones y muchas más plasma Manuel Weis en unas cuartillas en su primera noche en Setenil bajo la tenue luz de un candil, encandilado quizás por el monótono ronroneo del río que pasa bajo su ventana, embargado seguro por el misterio de ese pueblo recóndito y primitivo que se encuentra cuando baja desde la estación a lomos de caballería. Dejamos por hoy a Don Manuel en esa humilde habitación de La Posada de La Victoria en la Calle Ronda que seguro que está deseando echarse a dormir después de veinte horas de viaje y las sensaciones de la jornada. Mañana será otro día y pronto conoceremos de sus pesquisas durante su estancia en Setenil.
Fuentes: Manuel Weis. El Imparcial. Diario Liberal. 30 de Septiembre de 1905. Biblioteca Nacional de España.
Para saber más:
El Vivillo en Setenil (I) y El Vivillo en Setenil (II)
De CARTELES |
Imágenes; parte del reportaje de Campúa para Nuevo Mundo
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