martes, 19 de agosto de 2014

Setenil en la memoria

 
Se acaba de publicar en Imagina Setenil una entrada titulada Setenil en la Memoria, un ambicioso proyecto, abierto y en permanente construcción,  donde se espera compartir con todos el inmenso caudal cultural y nostálgico que significan las imágenes del pasado.
Nunca en Setenil se había hecho algo parecido. Ya veníamos avanzando que estamos viviendo una auténtica revolución en este aspecto, no sólo por la cantidad de material que se está aportando, sino por la calidad del mismo. Hemos pasado en dos o tres años de conocer únicamente el reportaje de los años veinte de Miguel Martín, a rescatar, datar, catalogar y editar correctamente las imágenes de fotógrafos de la talla de Campúa, Romero de Torres, Ortiz Echague, Tony Keeler, Andrada, Nicollas Müller y tantos otros, sin olvidarnos de nuestro Antonio Sánchez, auténtico fedatario de la vida setenileña durante décadas.
Pera además, como decimos, hemos cambiado el objetivo, hemos reenfocado la lente y miramos el mundo nostálgico de la fotografía con otra percepción; reitero lo de paisaje y paisanaje, Setenil y sus gentes, los hombres y mujeres que habitaron nuestro pueblo, que trabajaron, sufrieron y rieron aquí, Como dice el propio Pedro Andrades, Setenil en la Memoria pretende "recoger el latido de la vida cotidiana de Setenil en los duros años de la postguerra y la dictadura que marcaron la existencia de nuestros abuelos y de nuestros padres. Años difíciles, de supervivencia, de burros por las calles y harapos sin disimulos, de calles empedradas y casas sin agua corriente, de trabajos de sol a sol… y también de alegrías, porque, al fin y al cabo, fue el tiempo que nuestros mayores recordarán siempre con la nostalgia de la juventud".
Una anécdota que me gustaría compartir con ustedes. Juana Marín Ponce es una setenileña que vive en Madrid. Hace unos meses me aseguró que tiene en su casa una caja llena de fotografías y había dejado dicho a sus familiares que cuando ella faltase se desprendieran de la misma. Ella decía que ¿Quién querría esas antiguas imágenes llenas de gente en la mayoría de los casos hoy fallecidos? Yo la disuadí de esa idea y le expliqué que esas fotografías, esas gentes que salen trabajando, bailando o simplemente posando para la cámara son la memoria viva de Setenil, son lo que tenemos hoy para conocer la vida de entonces. Esas fotografías eran muy valiosas.
Ella me ha ido pasando gran cantidad de esta colección, esta que encabeza la entrada por ejemplo, donde un grupo de trabajadores realizan labores de trilla en el Manchón de Rosas. Mulos, carretas, trillos y esos cuerpos rudos y sufridos de las gentes del campo. Casi en el centro el que fue su marido, Antonio Bastida Reina, el único que no lleva sombrero y la claridad de la tarde ilumina su rostro. Otra imagen de postal, de un espacio físico de Setenil bien conocido por las encinas de la Mata de Vargas al fondo, los aperos de trabajo y sobre todo, como un elemento consustancial al paisaje, esos hombres jornaleros y trabajadores que son la misma imagen de la dignidad de las gentes del sur.
Por eso son tan importantes estas imágenes, porque nos hablan de un mundo de trabajo y esfuerzo, lejos de tópicos manidos y clichés impuestos.
Setenil en la memoria. Hoy todos los setenileños estamos de enhorabuena.

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