miércoles, 3 de marzo de 2010

Setenil en un día de Febrero de 1963

De Fotos Antiguas
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En la anodina vida de un pequeño pueblo perdido en la Sierra durante los años 60, pocos eran los hechos capaces de sacar de la rutina diaria a sus habitantes; quizás un accidente, un velatorio o una riada eran algunas de las pocas situaciones que lo lograban, acaparando por unos días o instantes la atención de la gente.
Pues bien, el 16 de Febrero de 1963 se dieron las tres circunstancias al unísono; una tremenda riada que provocó numerosos daños en los campos del término, la muerte y posterior velatorio del conocido dueño de una antigua mercería del Pecho de la Plaza, y finalmente el tremendo accidente provocado por una greera que casi mata a dos Guardias Civiles del Puesto de Setenil. Tres acontecimientos que mantuvieron en estado de sitio al pueblo en aquel lluvioso febrero de 1963.
Por lo que a mi respecta, siempre he conocido el asunto de accidente, más que nada porque el principal protagonista del asunto era mi padre y como si de una anécdota familiar se tratara, siempre se habló del tema en casa. Además, en Setenil fue un asunto muy sonado y fueron muchos los vecinos que me lo refirieron en alguna ocasión. Por otro lado, gracias a un pariente en la Dirección General de Madrid tuve acceso a la documentación que daba cuenta de los hechos, lo cual, contrastado con los testimonios de familiares y conocidos pudo darnos una visión más o menos clara de lo que pasó en aquellas jornadas.
En principio os paso una versión íntegra del atestado que el Teniente Coronel Primer Jefe de Cádiz transmite a sus superiores, con copia al Capitán General de la IIª Región Militar, quizás algo larga pero bastante esclarecedora, y escrita en un sobrio lenguaje militar, de forma metódica y correcta según el reglamento:

Dirección General de la Guardia Civil
237ª Comandancia. Jefatura. Sección Personal. Negociado 2º. Nº 350
Asunto: Cuenta accidente en el que resultaron heridos un Cabo1º y un Guardia 1ª, e instrucción de diligencias previas.

El Capitán de la 7ª Compañía de esta Comandancia, con residencia en Villamartín, en escrito Nº 244 de fecha 18 del actual, me participa que el día 16 de los corrientes, el Cabo 1ª Rafael Vargas Sánchez, Comandante del Puesto de Setenil de las Bodegas, de dicha unidad, y Guardia 1º del mismo, José Santofimia Vela, salieron a prestar el servicio de correrías y vigilancia de carreteras, e informarse, a la vez, del estado de algunas casas que por su proximidad al río Guadalporcún corrían peligro de ser inundadas, debido al alto nivel de aguas que llevaba el mismo, cuyo servicio lo practicaban por la carretera de Setenil a Torre Alháquime, desde las 5:30 horas a las 12 del citado día, y cuando ya venían de regreso al puesto, por haber finalizado aquel, acompañados del paisano don Blas Camacho Sánchez, de 34 años, casado, hijo de Bartolomé y María, natural y vecino de Setenil, domiciliado en Calle San Benito Nº8, que accidentalmente se les había unido un momento antes, y, según manifestaciones de dicho señor (único testigo presencial), al llegar a la altura del Kilómetro 1 de dicha vía, el Cabo, por temor a algún desprendimiento de tierra, ordenó el paso distanciados en hileras y arrimados al lado izquierdo de la carretera, yendo en el primer escalón el señor Camacho seguido del Cabo y en último lugar el Guardia; al momento de tomar estas precauciones, se produjo un desprendimiento de tierra, que si bien al paisano no le hizo daño alguno, al Cabo y al Guardia los envolvió el barro y piedras lanzándolos por un terraplén a una distancia de unos 20 metros aproximadamente; dicho señor Camacho, al apercibirse de lo ocurrido se lanzó rápidamente hacia el lugar donde creía podía encontrarse la pareja, viendo al momento como el Guardia Santofimia salía de entre el barro por sus propios medios, pero no así el Cabo Vargas, que tapado casi totalmente por el lodo permanecía inconscientemente, teniendo que hacer grandes esfuerzos para sacarle, lográndolo al poco rato y evitando con ello su seguro fallecimiento por asfixia; en este estado y auxiliado también por el vecino de un rancho próximo que acudió al oír los gritos de auxilios dados por el señor Blas, llamado don Joaquín Camacho Robles, de 42 años, casado, campo, hijo de Andrés y Ana, natural y vecino de Setenil, domiciliado en Calle Calaña sin número, y por varios vecinos que espontáneamente se presentaron en el lugar del accidente, fueron trasladados con toda urgencia Cabo y Guardia a la Casa-Cuartel, donde por el médico titular, Don Ricardo Lafuente Lacalle, fueron asistidos de primera intención, presentando las siguientes lesiones; Cabo 1º Rafael Vargas Sánchez, “contusiones y magullamientos por todo el cuerpo y conmoción cerebral, de pronóstico reservado”, y Guardia 1ª José Santofimia Vela, “contusión toráxica con magullamientos en diferentes partes del cuerpo, neuritis plexio-braquial, de pronóstico leve, salvo complicaciones”.
Por dicho Capitán, se practicaron las indagaciones correspondientes, para venir, en conocimiento de cómo se habían desarrollado los hechos, personándose en la localidad de Setenil, y a su requerimiento el médico efectuó nuevo reconocimiento a los lesionados, manifestando la necesidad de hospitalizar al Cabo, pero que no era aconsejable el efectuarlo hasta que transcurriera un plazo superior a 24 horas, ya que al hacerlo antes se corría el riesgo de un posible derrame, y en cuanto al Guardia, lo encontró muy mejorado, no siendo necesaria su hospitalización, pues cree que dentro de 8 ó 10 días se encontraría bien. Por ello, en la mañana del día 18 del actual, sobre las 10 horas, y después de haber experimentado cierta recuperación, el Cabo 1º Rafael Vargas Sánchez fue trasladado al Hospital de Ronda, donde quedó ingresado en la Sala Militar, habitación Nº7, y según manifestación del director, al día siguiente sería sometido a una exploración cervical para comprobar si tenía alguna lesión, quedando el Guardia, como antes se expone, aquejándose únicamente de dolores, que según el médico que le asiste, son reumáticos, originándose por los golpes sufridos en la caída.
Dicho Capitán considera lo ocurrido como un hecho casual y fortuito que no pudo evitarse; no sufriendo el armamento desperfectos de ninguna clase, y n cuanto al vestuario, la capa de servicio del Cabo, tricornio y una bota han quedado inservibles, al igual que el reloj de pulsera de dicha Clase, así como el tricornio del Guardia Auxiliar.
En virtud de lo expuesto y considerando el Jefe que suscribe, la importancia de las lesiones, así como del accidente en cuestión, con esta fecha dispone, de que por el Comandante Juez instructor de esta Comandancia, Don Mariano Cobos Blanca, auxiliado de Secretario, se proceda a la instrucción de las diligencias previas que determina el artículo 517 del Código de Justicia Militar, para el debido esclarecimiento del hecho ocurrido.
Lo que tengo el honor de participar a la respetable y superior autoridad de V.E. para su debido conocimiento y como continuación a mi radiograma de fecha 16 del actual; significándole, que a la vez doy cuenta , a la sección de Justicia de ese Superior Centro Directivo y al Exmo. Señor Capitán General de la IIª Región Militar.

Dios guarde a V.E. muchos años.
Cádiz, 20 de Febrero de 1963
Exmo. Señor: El Teniente Coronel Primer Jefe

Exmo. Señor Teniente General, Director General de la Guardia Civil. Madrid.







De CARTELES

De CARTELES
Foto; Primera y segunda Páginas del informe.

Creo que la cuestión ha quedado clara; el Teniente Coronel Primer Jefe con sede en Cádiz, da cuenta a su superior, el Director Gral. De la Guardia Civil, de la información sobre el asunto remitida en su momento por el Capitán de la 7ª Compañía con sede en Villamartín y de la que depende el Puesto de Setenil.
Se trató de un hecho casual y fortuito que no pudo evitarse, y aunque para la mayoría de los setenileños la cosa quedó aquí, según otros documentos de los que tengo copia, este atestado no era más que el comienzo de un procedimiento que, según las ordenanzas militares, debía investigar lo ocurrido sin obviar ningún detalle, tratando según mi opinión, de desechar cualquier sospecha de sabotaje o conspiración como causa del accidente. Así nos encontramos con un dictamen del Señor Auditor de Guerra de la Segunda Región Militar, un Decreto de Resolución de la Autoridad Judicial y un Acta de Hospitalización del principal herido, que dejan el asunto atado y bien atado. Nadie puede negar la diligencia militar para no dejar ningún cabo suelto, nunca mejor dicho.
Al final como digo, todo quedó en un hecho casual y fortuito que no pudo evitarse, aunque según mi opinión quedan algunas cosas en el aire. Veamos:
El accidente se produce en el kilómetro 1 de la carretera Setenil- Torre Alháquime, a la altura aproximada de los Caños, que fue donde la greera sepultó a los Guardias. En principio, el informe menciona que a la Pareja se les unió por el camino un civil, aunque según algunos testimonios, Blas Camacho cedió su propio vehículo a la Guardia Civil para acceder a las zonas inundadas, pese a lo cual, en algún momento los tres hombres tienen que bajarse y seguir el final del trayecto a pie. Este detalle del vehículo parece oportuna y expresamente ocultado en las diligencias previas, lo cual nos da que pensar que la Comandancia de Villamartín o no conocía esta circunstancia o trata de ocultarla a sus superiores. El caso es que el Puesto de Setenil por aquellos entonces carecía de vehículo y para llegar a determinados lugares necesitaba la colaboración de los vecinos.
Otro detalle que queda diluido tras la frialdad del atestado policial es el de la gravedad del principal herido, el Cabo Vargas, que salvó la vida de milagro gracias a la ayuda de los vecinos. Es más, según varios testigos presenciales, cuando fue rescatado del barro se consideró que estaba muerto y colocándole un crucifijo entre las manos, se le practicó una extremaunción de emergencia, y es que estos setenileños de los años 60 conocían la importancia de los sacramentos para un cristiano. El caso es que alguno de los rescatadores debía conocer algo de primeros auxilios además de auxilios espirituales, porque Rafael Vargas Sánchez resucitó de entre los muertos para volver a la vida, poder casarse con mi madre y hacer a este que les escribe.
Además de Blas Camacho, otros setenileños me contaron que fueron testigos de los hechos, interviniendo incluso en el rescate, entre ellos se encontraban Sebastian Domínguez (padre de unos buenos amigos) y Antonio Porras Ortiz (que hoy sería mi suegro). Con todos hablé de este asunto y hoy siento no haber indagado más en lo que recordaban de los hechos.
Por otro lado, tuve la oportunidad de conocer en Madrid a un hijo de José Santofimia, que me relató su versión de los hechos según la cual, conociéndose de antemano la peligrosidad del servicio, el Guardia se prestó voluntariamente de entre los miembros del Puesto para acompañar al Cabo, al que le unía una amistad casi familiar.
Por último decir, que 198 pesetas fue el coste de la hospitalización del Cabo Vargas, las cuales tuvo que pagar a tocateja en Ronda, aunque después le fueron restituidas, y es que las ordenanzas son las ordenanzas. Leyendo estos documentos me pongo a pensar en cuanto deben nuestros militares y Fuerzas de Seguridad a la democracia, que por aquel curioso día de febrero de 1963 quedaba aún muy lejos.
Dejamos aquí los hechos de este 16 de Febrero de 1963, en el que nuestro pequeño pueblo despertó del letargo invernal merced al sonado velatorio de un conocido vecino, una tremenda riada que inundó campos y haciendas y una famosa greera que casi se lleva por delante a dos Guardias Civiles. Seguro que los setenileños tuvieron tema de conversación durante una buena temporada.

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