sábado, 9 de enero de 2010

Veladas y estampas típicas en bares y tascas de Setenil


Sabiendo que se estaba asistiendo a algo irrepetible, con un tomavistas se les cogió allá por el 1986, cuando llevaban más de quince años como pareja artística de tronío y solera. Bartolo, como salido de una película de Curro Jiménez, y Jurado, alto y cojo, formaban una pareja única e improvisada que tenía su peculiar tablao en el bar el Puente.
Jurado siempre me recordó a Don Quijote; Alto y con un enorme bastón, que a modo de lanza no dudaba en usar y levantar hasta el cielo cuando el bueno de Bartolo lo sacaba de sus casillas. Bartolo llevaba unas cuidadas patillas y un pelo ceñido al cráneo. Camisa clara y estrecha y pantalón oscuro de rayas finas. Trabajador del campo, para que decir más.
El espectáculo comenzaba cuando alguien le pedía a Jurado que recitara alguna poesía:
- "María Manuela ¿me escuchas?"
Solía comenzar la más famosa de sus odas.
Entonces Bartolo le respondía por Farina, con genio y gracia y acompañando con los nudillos sobre el mostrador.
Hasta aquí la cosa normal. El clásico número del pique de dos artistas.
Luego, al término de cualquier poesía, Bartolo se reía y le sacaba punta a la rima de su oponente, y el hasta entonces comedido Jurado entraba al saco, iniciándose entre ellos una batalla dialéctica de gran calidad artística que hacía disfrutar de lo lindo al personal. La sangre nunca llegaba al río, pero si es cierto que Bartolo tuvo que salir alguna vez huyendo del bastón de Jurado.
Bartolo era un tío estupendo. Su presencia siempre me resultó familiar y no recuerdo en los días de mi vida una persona más campechana y noble que él. Era un tío flamenco y peculiar, alegre, amigo de todos y bruto como ninguno, aunque con una finísima cabeza para los números. Sus frases, muchos años después de su muerte, forman parte de muchas coletillas populares y nadie en Setenil pregunta quién fue la persona que hablaba de esa manera.
Jurado era de otro estilo. Más viejo y serio, sentío y cabal con un toque de doliente fantasía. Igualito que el hidalgo manchego, inventó un peculiar mundo de refranes, dichos e historias propias y ajenas que a fuerza de ser escuchadas por diferentes generaciones todos los setenileños tomamos como propias.
Nadie puede olvidar que un día, a un perro que le salió ladrándole al encuentro, le metió la mano por la boca y agarrándole el rabo le dio la vuelta del revés.
No menos peculiar resulta la historia del día que paseando por el campo se le cruzó un conejo. Jurado le lanzó una vara de membrillo que llevaba y lo atravesó, pero no pudo matarlo. Al año siguiente, paseando por el mismo lugar, le pasó junto a los pies un conejo con una rama de membrillo del que brotaban hermosas hojas verdes y un par de frutas amarillas.
Contaba también, que arto como estaba que los gorriones le comieran las brevas de una higuera que tenía en el campo, le untó las ramas con pegamento cola. Cuando llegó la bandada de pájaros todos se quedaron pegados y al levantar el vuelo arrancaron la higuera de cuajo.
- "Y si no lo creen, suban ustedes al campo y verán el agujero".
Jurado era así; Serio y sentencioso, capaz de demostrarte la verdad de su historia, buscando en el personal que lo escuchaba una señal de asentimiento. Digno sucesor de Quevedo, ni el mismísimo De La Serna pensó en imágenes más surrealistas para sus Greguerías.
La pareja se disolvió cuando fueron muriendo, cada uno en su momento y manera y sin muchos alardes.
Posibles fuentes literarias de los artistas:
Greguerías. Ramón Gómez de la Serna.
María Manuela; ¿Me escuchas? Rafael de León (Poeta Andaluz)
Rafael Farina. Wikipedia.

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