Sería por el año de 1996 cuando a Don José Domínguez le publicaron su librillo de poemas. Pienso que nada le pudo hacer más ilusión porque el hombre le daba una promoción, que ni la Editorial Planeta con sus libros premiados; ¿Que llegaba un autobús de turistas? allí estaba el bueno de Don José ofreciendo sus libros al personal.
Fue de esta manera como me vendió un ejemplar en la puerta del bar Zamudio, creo recordar que fueron 500 pesetas de las de entonces y que se tubo que llegar a su casa a buscarlo porque ya los había vendido todos. Además, por añadidura, me recitó algún poema y como siempre me contó unas anécdotas. Tijeras, como se apodaba, era todo un personaje; Poeta, recopilador de romances y contador de historias, además, no hay estudioso del folklore popular de Setenil que no le haya sacado algo de su repertorio.
No hay que ser muy ducho en literatura para reconocer que los poemas de José son de una escasa calidad técnica y que la reiteración de algunos temas sobre la actualidad de ese momento los hace demasiado simples. Parecía como si el hombre los escribiera después de ver el telediario. En su defensa se podría alegar que demasiado que hacía rimas, ya que José no sabía leer ni escribir. Para mi esto no es ningún mérito, ya que aunque alguien tenga un defecto y sea capaz de superarlo, sólo admiramos la capacidad de afrontar la adversidad pero no hay porqué admirar un resultado mediocre. Pero amigos, aquí viene lo bueno, en una maraña de rimas dedicadas a la política, la guerra, la paz y otros temas de actualidad, Don José inserta poemas que son capaces de conmovernos y emocionarnos al mismo tiempo; Es cuando habla de la vida, la muerte, el amor, la naturaleza, los temas inherentes a la condición humana. Es sorprendente como aborda esos temas tan transcendentales con una mirada casi infantil e inocente.
Por otro lado, una lectura de este sencillo poemario nos deja un buen sabor de boca, pues en el fondo de una sociedad dominada por el dinero y los prejuicios, Tijeras irradia optimismo y una gran fe en la condición humana. Es el testamento de un hombre con una sed ancestral de paz y justicia.
Tijeras se expresa de esta manera en un poemilla dedicado a un huerto que tiene en un tajo:
Fue de esta manera como me vendió un ejemplar en la puerta del bar Zamudio, creo recordar que fueron 500 pesetas de las de entonces y que se tubo que llegar a su casa a buscarlo porque ya los había vendido todos. Además, por añadidura, me recitó algún poema y como siempre me contó unas anécdotas. Tijeras, como se apodaba, era todo un personaje; Poeta, recopilador de romances y contador de historias, además, no hay estudioso del folklore popular de Setenil que no le haya sacado algo de su repertorio.
No hay que ser muy ducho en literatura para reconocer que los poemas de José son de una escasa calidad técnica y que la reiteración de algunos temas sobre la actualidad de ese momento los hace demasiado simples. Parecía como si el hombre los escribiera después de ver el telediario. En su defensa se podría alegar que demasiado que hacía rimas, ya que José no sabía leer ni escribir. Para mi esto no es ningún mérito, ya que aunque alguien tenga un defecto y sea capaz de superarlo, sólo admiramos la capacidad de afrontar la adversidad pero no hay porqué admirar un resultado mediocre. Pero amigos, aquí viene lo bueno, en una maraña de rimas dedicadas a la política, la guerra, la paz y otros temas de actualidad, Don José inserta poemas que son capaces de conmovernos y emocionarnos al mismo tiempo; Es cuando habla de la vida, la muerte, el amor, la naturaleza, los temas inherentes a la condición humana. Es sorprendente como aborda esos temas tan transcendentales con una mirada casi infantil e inocente.
Por otro lado, una lectura de este sencillo poemario nos deja un buen sabor de boca, pues en el fondo de una sociedad dominada por el dinero y los prejuicios, Tijeras irradia optimismo y una gran fe en la condición humana. Es el testamento de un hombre con una sed ancestral de paz y justicia.
Tijeras se expresa de esta manera en un poemilla dedicado a un huerto que tiene en un tajo:
“Sacando piedras como loco
Porque otra cosa no había
Me pasé muchos años,
Muchos meses, muchos días.
Trayendo tierra de otra parte
Porque poca tierra tenía,
Hoy tengo un huertecillo
Que de verlo da alegría.
¡Pero cuanto he trabajado!
Y con la fe que lo hacía.
Montar un huerto en un tajo,
Donde esperanzas no había”
La Ilusión José Domínguez (Setenil 29/05/85)
¿Se puede contar de forma más bonita y humilde el amor que una persona siente por un pedacillo de tierra? Quizás inconscientemente José nos hace una síntesis de la vida; dura y difícil, pero que con constancia y trabajo puedes sacarle algo bueno, incluso donde no hay esperanzas.
“Heme en un huerto que tengo
Me he pasao media vida
Sembrando y viendo nacer
El sustento de cada día.
En frente una carretera
Espejo del movimiento…”
(La vida podría ser de otra manera. José Domínguez. Setenil. 10/03/82)
Tijeras tiene plantado su huerto sobre un tajo cerca de un riachuelo, a cuyo extremo hay una carretera comarcal, bulliciosa para un hombre de campo. Allí, descansando con la soleta en las manos, el hortelano ve los coches, las gentes pasar y reflexiona sobre las cosas de la vida. Pienso que esos poemas de política y actualidad los sacaba frente al televisor, pero los otros, los poemas sobre las cosas verdaderas de la vida los sacaba labrando su pedregoso huerto:
“¿Te acuerdas cuando vivías
Muy cerquita del pueblo?
Pasaba yo, noche y día
¿Cuantas veces?, no me acuerdo.
En tu puerta te ponías
Con tu vestido el más nuevo
A mí la sangre me hervía
Por no encontrar el remedio.
Que otro hombre te quería
Que valido por sus medios
Tú le correspondías
Un amor que yo no entiendo.
Que de sufrir te veía
Por que sufrías por dentro
Siendo a mí a quien querías,
Nos íbamos consumiendo.
Vivir toda una vida un amor sin remedio
Por una sociedad podrida
Que la divide el convenio”.
José Domínguez (Setenil 27/08/60)
Creo que hay un poema en este librillo para cada situación de la vida y me gustaría insertar alguno de vez en cuando, ya que de otro modo puede que nunca lleguemos a conocer la obra de José. El libro es bastante difícil de encontrar aunque quizás puede que lo tengas en tu casa. Leerlo significa adentrarte en la propia vida de un setenileño singular, al que como tantos otros, le tocó vivir los años más duros de la historia reciente de España; Sus anhelos, sus frustraciones, sus penas y alegrías, quedan reflejadas en sus poemas. Un auténtico testimonio de vida.
En una de nuestras muchas charlas, le pregunté a Don José si no le importaba que le apodaran Tijeras, a lo que el buen hombre me contesto, con esa manera suya que parecía que estaba recitando; “Como habría de importarme que me llamaras Tijeras, cuando esto, el apodo, fue lo único que heredé de mi padre, y lo llevo con mucho orgullo”.
Dejamos por hoy al amigo Tijeras con otro de sus sencillos poemas:
Porque otra cosa no había
Me pasé muchos años,
Muchos meses, muchos días.
Trayendo tierra de otra parte
Porque poca tierra tenía,
Hoy tengo un huertecillo
Que de verlo da alegría.
¡Pero cuanto he trabajado!
Y con la fe que lo hacía.
Montar un huerto en un tajo,
Donde esperanzas no había”
La Ilusión José Domínguez (Setenil 29/05/85)
¿Se puede contar de forma más bonita y humilde el amor que una persona siente por un pedacillo de tierra? Quizás inconscientemente José nos hace una síntesis de la vida; dura y difícil, pero que con constancia y trabajo puedes sacarle algo bueno, incluso donde no hay esperanzas.
“Heme en un huerto que tengo
Me he pasao media vida
Sembrando y viendo nacer
El sustento de cada día.
En frente una carretera
Espejo del movimiento…”
(La vida podría ser de otra manera. José Domínguez. Setenil. 10/03/82)
Tijeras tiene plantado su huerto sobre un tajo cerca de un riachuelo, a cuyo extremo hay una carretera comarcal, bulliciosa para un hombre de campo. Allí, descansando con la soleta en las manos, el hortelano ve los coches, las gentes pasar y reflexiona sobre las cosas de la vida. Pienso que esos poemas de política y actualidad los sacaba frente al televisor, pero los otros, los poemas sobre las cosas verdaderas de la vida los sacaba labrando su pedregoso huerto:
“¿Te acuerdas cuando vivías
Muy cerquita del pueblo?
Pasaba yo, noche y día
¿Cuantas veces?, no me acuerdo.
En tu puerta te ponías
Con tu vestido el más nuevo
A mí la sangre me hervía
Por no encontrar el remedio.
Que otro hombre te quería
Que valido por sus medios
Tú le correspondías
Un amor que yo no entiendo.
Que de sufrir te veía
Por que sufrías por dentro
Siendo a mí a quien querías,
Nos íbamos consumiendo.
Vivir toda una vida un amor sin remedio
Por una sociedad podrida
Que la divide el convenio”.
José Domínguez (Setenil 27/08/60)
Creo que hay un poema en este librillo para cada situación de la vida y me gustaría insertar alguno de vez en cuando, ya que de otro modo puede que nunca lleguemos a conocer la obra de José. El libro es bastante difícil de encontrar aunque quizás puede que lo tengas en tu casa. Leerlo significa adentrarte en la propia vida de un setenileño singular, al que como tantos otros, le tocó vivir los años más duros de la historia reciente de España; Sus anhelos, sus frustraciones, sus penas y alegrías, quedan reflejadas en sus poemas. Un auténtico testimonio de vida.
En una de nuestras muchas charlas, le pregunté a Don José si no le importaba que le apodaran Tijeras, a lo que el buen hombre me contesto, con esa manera suya que parecía que estaba recitando; “Como habría de importarme que me llamaras Tijeras, cuando esto, el apodo, fue lo único que heredé de mi padre, y lo llevo con mucho orgullo”.
Dejamos por hoy al amigo Tijeras con otro de sus sencillos poemas:
“Le he dado vida a una piedra
Que todo el mundo pisaba
Y cuando la hice tierra
El mismo pueblo la amaba”
La Vida. José Domínguez (Setenil 08/09/86)
Que todo el mundo pisaba
Y cuando la hice tierra
El mismo pueblo la amaba”
La Vida. José Domínguez (Setenil 08/09/86)
Fuente: El Poeta que no pudo aprender a leer. José Domínguez. Setenil de las Bodegas
No hay comentarios:
Publicar un comentario