
Son
Los Frontones, junto con
La Mata, una pequeña porción de lo que antaño fue el extenso monte de Setenil, y me refiero a monte con mayúsculas, espacio diferente a las dehesas más o menos roturadas para uso del ganado, como
La Preciada, Mata de Vargas, Escalante o Almendral.
La gente de campo dice que se trata del último trozo de monte del término de Setenil, donde las encinas comparten su espacio con las jaras, aulagas, retamas, esparragueras y espinos de tagarninas, por poner algunos ejemplos de la gran variedad de especies arbustivas propias del bosque mediterráneo.
Llegamos a
Los Frontones desde
La Limosna, después de una prolongada subida que nos lleva hasta
La Mata. Hoy nos quedaremos por estos farallones que se asoman a Setenil como un enorme balcón desde el que divisamos gran parte del término y la comarca. Así, no perdemos de vista la mesa de
Ronda La Vieja, vemos
La Venta de Leches, La Hoya del Espino, Las Arenas, en algunos momentos Olvera, Grazalema e incluso el castillo de Pruna encaramado a la peña.
El caserío del cortijo, como es habitual se encuentra en ruinas, pero la
majada vieja, el habitáculo de piedra para cobijo del ganado, se encuentra en un decente estado de conservación, pese a carecer de techo, quizás por estar aún en uso.
Por el intrincado laberinto de trechos, accedemos a un calero, vestigios de un pasado donde los hombres vivían de la foresta. Un trecho de camino de piedra superpuesta nos lleva a esta reliquia, dejando atrás numerosos puestos de caza de cuando los zorzales tenían por
Los Frontones paso obligado.
El matorral nos daña las piernas, corre una ligera brisa y el intenso frío nos corta la cara, no en vano andamos por la umbría de un bosque afamado, abrupto y escarpado, el último monte de Setenil.




Fotos: Caserío de Los Frontones















Fotos: la majada vieja




Fotos: algunas vistas desde Los Frontones


Fotos: paso de piedra para salvar un desnivel



Foto; un calero de piedra

Foto: Un puesto para la caza de los zorzales