viernes, 13 de abril de 2012

La exposición



A mediados del pasado mes de marzo, Rafael estaba exultante; en el Ayuntamiento le habían dado permiso para poner la exposición en el museo de la Calle Vilches y lo que es más importante, tenía la llave. Poquito a poco, recorrió la distancia que separa los dos edificios y abrió la puerta. Su alegría se vino un poco abajo cuando vio en las condiciones que estaba, pero nada, ni la humedad ni el polvo podrían aplacar su determinación.
Toda su familia se puso manos a la obra; limpiar y frotar, rascar los desconchones de humedad y blanquear, arrancar el verdín de las losas, rozar las hierbas que en el patio buscaban el azul del cielo. Cuando yo me llegué por primera vez ya estaban terminando. Rafael me enseñó las tres plantas del edificio, ya limpio y saneado, y me explicó las ideas que tenía en mente para desarrollar la exposición. Poco a poco fueron llegando las piezas; fósiles, usos de piedra, cerámicas, monedas, botones, lámparas, libros explicativos. Para los objetos pesados; restos de columnas, estelas etc. le tuvieron que ayudar algunos amigos. Unas borriquetas y unas tablas de obra sirvieron para preparar los stands.
Algunos días después me llegué de nuevo por la Calle Vilches. Las piezas estaban ordenadas cronológicamente y a su lado podías ver una lámina o libro donde se explicaban los temas a tratar. Los objetos más valiosos; algunas monedas, vasijas de barro y la estela nazarí estaban protegidos bajo unas hornacinas. Un buen vecino se encargó de darle algo de luz eléctrica. Aquello ya parecía un museo.
La gente empezó a llegar y Rafael les iba guiando por las distintas mesas de la sala. Así nos enteramos que esas enormes bolas de piedra era la terrible munición escupida por las bombardas cristianas en los distintos asedios a Setenil, tal como ocurrió en el fallido intento de Fernando de Antequera, que ordenó a sus artilleros a que cada artefacto disparara a diario un mínimo de cuarenta de esas. Lógico es que se encuentren en todo el perímetro de La Villa a nada que se escudriñe entre los olivares. La cruz patriarcal del siglo XVIII, negra y abierta, contrasta dentro de la oquedad en la que está colocada con el blanco de la pared, dando idea de sincretismo cristiano y pagano en un mismo objeto. Me probé unos dedales metálicos que quizás protegiera los dedos de una chica en el siglo XIV mientras hilaba, cogí con mis manos hebillas romanas y visigóticas, puntas de lanza y hachas de piedra. Me explica que el talismán lo encontró en la demolición de los viejos muros de una casa, que ese trozo de columna los sacó de una zanja cuando las máquinas destrozaban una villa romana en la Preciada, que esas cerámicas las rescató de la escombrera resultante de levantar el suelo de la Cantarería, ¡claro! Pensé yo, es normal que en la Cantarería se encuentren restos de cántaros.
Poco a Poco, vecinos de Setenil fueron donando objetos de sus casas; Un precioso trillo de sílex, la copa, el anafre y la badila de latón, una jáquima hecha a mano, platos antiguos, bellísimas lámparas de aceite. Un buen amigo nos enseño un paquete de utensilios y aperos gastados por el trabajo en las faenas del campo y que pretendía donar al museo. Rafael tuvo que advertirles que la exposición era provisional.
En Semana Santa empezó a entrar más gente. Julio Pardillo, como geólogo que es, alucinó con la colección de fósiles, sobre todo con los trilobites y el diente de Megalodon azul mineral de unos ciento cincuenta millones de años. De Madrid eran muchos de los visitantes y gracias al Facebook una familia inglesa buscó ex proceso la Calle Vilches para visitar la exposición. A Rafael le hubiera gustado que su buen amigo, el arqueólogo madrileño Juan Ignacio Marín, hubiera estado por el pueblo para hacerle una visita. Juan Ignacio nos transmitió su amor por la historia de Setenil, demostrándonos que se puede ser erudito sin llegar a ser pedante.
Grupos de escolares han pasado por las salas del museo, algunos jóvenes se han llegado varias veces para bombardear a Rafael a preguntas; ¿eso es un hacha de guerra? ¿Y las espadas? Él les aconseja que estudien y que lean mucho. Se han repartido muchas láminas del Civitates Orbis Terrarum, ese dibujo de las cabritas que George Hofnaglius grabara allá por 1564 y que representa un Setenil que poco a poco se desparrama muralla abajo. Impresionan la calle que parte en dos Los Cortinales, el torreón desmochado décadas atrás por la artillería de los Reyes Católicos, la Torre del Espigón, la casa de Candidita como antiguo pósito de grano, San Benito a las afueras del pueblo, los caleros humeantes, la calle Ronda como si fueran las Cuevas de San Román. Ahora todos tendremos en casa una lámina que representa un Setenil de hace cuatro siglos, todos hablaremos de los fósiles sepultados en montañas de estratos, del botón desprendido de una camisa que un soldado de Felipe II perdiera en el abrevadero de un pozo, unos acinipos que quizás sirvieran para comprar alimento, o los maravedís para pagar una jarra de vino en una taberna. La gente desde luego hablará del edificio de tres plantas que muy posiblemente fuera la morada de ese Esteban de Vilches alcaide de Setenil y de Arriate, del patio empedrado con su aljibe y la pila de lavar, los atrojes de ventanas ovaladas, un edificio en definitiva digno de albergar algún día un museo.
Rafael me regala la última de las láminas y empieza a empaquetar cuidadosamente los objetos de su colección. Se llevará primero las cajas pequeñas mientras que para las piezas grandes usará el coche. Luego se dará una vuelta por la casa para comprobar que no ha dejado ninguna ventana abierta, que todo está limpio, que no deja nada olvidado. Cogerá aire, cerrará la puerta, devolverá las llaves y dará las gracias a los responsables por dejarle usar el museo.
Rafael tenía la ilusión de enseñar a paisanos y visitantes una parte de la colección adquirida durante toda su vida. ¡nada más y nada menos!

4 comentarios:

  1. Rafael Domínguez Cedeño.14 de abril de 2012, 12:05

    Colección que algún día me gustaria que se expusiera no de forma temporal sino permanente, la gente a disfrutado viendo nuestra evolución a traves de los siglos, por lo tanto los responsables deben de plantearse alguna solución , ya que son muchos los edificios cerrados ya en Setenil , como son muchos/as , los que en estos días se han volcado y ayudado a realizar está exposición , por lo tanto quiero aprovechar y dar las gracias a todos/as por su colaboración , han sido muchisimas las donaciones que no he querido aceptar ya que como tu bien dices se trataba de una exposición temporal y por tanto tendría que volver a dar a cada uno sus cosas, lo que más me a gustado en verdad es esa colaboracción ciudadana que yo no esperaba hacia mi, en fin una bonita experiencia a tener en cuenta, gracias y un gran saludo.

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  2. Gracias a ambos Rafaeles porque cada uno de vosotros engrandecéis la imagen de nuestra bonita ciudad. Abrazos amigos.

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  3. Una lástima que ya no haya museo. Ha sido muy interesante. Setenil necesita algo para la gente, y más limpieza que está de asco. Gracias a dios que las mujeres limpian las puertas de sus casas que si no nos comia la mierda

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  4. Ademas el río, que es una pocilga y se le están cayendo las piedras.
    hay que arreglarlo y embellecer nuestro querido pueblo que esta muy sucio y abandonado

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