El río a finales de los años 70 |
Caminando por el río como de costumbre, entre ortigas y desagües, en busca de una cabaña que teníamos en un solar donde antaño había una gran casa. El paso continuo de niños llamaría la atención de una vieja que desde una ventana me increpa:
-Niño ¿Qué es lo que estáis haciendo que andáis con tanto trajín?
-Una cabaña en los escombros
-¿una queee?
-una cabaña en los escombrooooss. Le grito
-y tú ¿de quién eres?
-Soy nieto de Isabel Tornay
¿de quieen? Vaya por dios. Además de entrometida, sorda
- de Isabeeeeel Tornayyyy. Le repito
- Pues que sepas que se lo voy a decir a tu abuela, y os voy a denunciar a la Guardia Civil, pandilla de golfos.
Ya me pilló. Eso me pasa por tratar de ser educado. Seguramente la buena señora ya la habría tenido con alguno de mis amigos, que ante tanta curiosidad la habrían mandado a la mierda en román paladino.
Pelea a palos en Las Cuevas:
El enemigo nos lleva ventaja en número y armamento. Tratamos de huir por las Cuevas de la Sombra hacia la Calle Ronda donde nos acogeremos a sagrado, pero nos damos cuenta de que estamos rodeados. ¡Celada! ¡Celada! Estamos perdidos, grita uno de la tropa. La situación parece complicada y nos hacemos fuertes en el inicio del pecho de la Cantarería . Hay que tomar una decisión: En el suelo veo una lata con la tapa abierta y se la lanzo a un enemigo, impactándole de lleno en la frente;¡zas! La sangre le corre a borbotones mojándole la cara y el rival empieza a llorar. Los suyos acuden a socorrerlo y nos abren el camino para que podamos huir. Desde luego que estábamos asalvajados.
Un cabrero ecologista:
Bajando por el Almendral buscamos la rivera entre gigantescos árboles y marañas de zarzas. La idea es cortar un par de chopos para hacer una cabaña en un claro del bosque. Nos llevamos media mañana dale que te pego con el hacha, turnándonos para no cansarnos, hasta que un cabrero nos increpa desde el monte con una navaja en la mano:
¡hijos de la grandísima puta! (perdonen la expresión, pero si pusiera algo más fino no sería creíble) Pero ¿qué hacéis? Os voy a capá, mancha de sinvergüenzas.
Salimos a correr campo a través dejando en el lecho del río el fruto de nuestro trabajo, mientras el hombre nos persigue gritándonos y lanzándonos piedras con la honda. Pies para que os quiero, que ya me veía yo de soprano para toda la vida en el coro de la iglesia.
Algún tiempo después comprendí lo importante que son para las cabras, las verdes hojas de chopo durante la prolongada escasez del verano.De Setenil Rural
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