lunes, 10 de enero de 2011

El caciquismo en Setenil (I)

De Fotos Antiguas
Imaginen ustedes por un momento que una persona detenta el poder económico, político y moral de un pueblo. Imaginen que esa persona usa las enormes influencias que tiene en beneficio propio, sin que ningún asunto, por muy insignificante que sea, escape de su conocimiento. Este poderoso no tiene ideología definida y de un modo paternalista, se considera a sí mismo como garante del bienestar y progreso del pueblo. Mientras tanto, su gente, aquellos que le son afines, acatan este orden de cosas como algo natural, esperando siempre el beneplácito de su caudillo.
En El Cacique, novela de 1963 de Luis Romero, la muerte y posterior velatorio del cacique local, sirve de hilo argumental a una narración que describe a la perfección el modus operandi del cacique, las paradojas de su actuación, y la incertidumbre, esperanzas y desasosiego que produce en los paisanos su desaparición. Nos damos cuenta de hasta que punto el cacique controlaba todos y cada uno de los resortes de la vida cotidiana de su pueblo.
El caciquismo es una degradación del sistema político de la Restauración Española (1874-1923), fórmula de rotación de los partidos conservador y liberal, y cuyos pilares eran prácticas como el encasillado, el clientelismo y el pucherazo, términos todos ellos que definen el funcionamiento corrupto del sistema democrático liberal.
Como se explica en la Wikipedia, el fenómeno caciquil se define a las mil maravillas en esta frase del cacique de Mijas después de unas elecciones:
Nosotros, los liberales, estábamos convencidos de que ganaríamos las elecciones. Sin embargo, la voluntad de Dios ha sido otra. Al parecer, hemos sido nosotros, los conservadores, quienes hemos ganado las elecciones.
Hemos tenido la suerte de encontrar en la Hemeroteca Nacional esta carta publicada en el diario liberal Iberia el 12 de enero de 1885, donde un militante liberal de Setenil se queja ante sus correligionarios de los atropellos que sufren los suyos por parte de sus adversarios políticos, y cuya trascripción íntegra nos sirve para comprender los tejemanejes del funcionamiento del sistema y de aquellos que lo ejercían en nuestro pueblo.

Setenil, 7 de enero de 1885
Señor director de la Iberia
Muy señor mío y querido correligionario: nos falta la resignación y se agota la paciencia, sintiendo el cúmulo de aprensiones y violencias de que estamos siendo víctimas. Voy a hacerle a usted una ligera reseña, que sería interminable si fuese detallada, de la triste y funestísima administración de los conservadores de este pueblo.
Nuestro amigo y correligionario el exalcalde y presidente actual de este comité liberal dinástico, persona digna, de modesta posición, de consecuencia y lealtad inquebrantable, que como todos sus compañeros y amigos, están siendo objeto de sus más escandalosas venganzas, de las iras de este raquítico partido conservador (pues no pasan de tres y están desunidos).
Cuando nuestros amigos entraron en abril del 81 encontraron la administración de este pueblo en la [baraunda] más grande; se debía por atrasos 36000 y pico pesetas, había anda menos que 65000 de déficit en los presupuestos que se habían dejado de repartir desde el 73 en adelante y el reparto del 81 en abril estaba por hacer. Nuestro amigo D. José del Rio, alcalde entrante en el referido año, normalizó la administración; tuvo que pagar todos los atrasos de esta, pagó también a la misma por moratoria y cédulas personales no expedidas por su antecesor, y que fueron tomadas con la debida protesta, 8100 reales, que luego se le reclamó al alcalde conservador por orden de la administración y se le cobró porque así correspondía.
Pues bien, al salir el señor del Rio de la alcaldía, el actual ayuntamiento no sólo le hace pagar a nuestro amigo las moratorias de su tiempo y cédulas personales no expedidas, sino que hoy se le obliga, por la vía de apremio, a que reingrese a su antecesor los 8100 reales que le cobrara el ayuntamiento y que ingresaron en la administración como si fuese una deuda particular, habiendo tenido que verificar el pago en evitación de mayores sacrificios con protesta y entablando la correspondiente demanda de alzada para ante el señor gobernador (que estoy seguro no revocará este acuerdo), y en este caso para ante el señor ministro.
Este ayuntamiento aprueba la conducta del señor del Rio, pues le imita. El señor del Rio cobró a su antecesor la demora y cédulas personales, otro tanto hace le actual con el señor Rios, pero á que cobrarle además las que el paga las de un tiempo y las del tiempo anterior, sin que se haya una razón que justifique esta medida.
Además resalta la repugnante conducta por los individuos de esta situación, que hacen del pueblo el más desgraciado de la provincia; a varias familias conocidas por sus filiación al partido constitucional, que son las más, se trata, por todos los medios más rastreros conocidos de estos hombre sin conciencia, de arruinarlas, y pesan sobre ellas enormes impuestos dada su pequeña fortuna, visitándoles diariamente el ejecutor de apremios y subastando sus bienes.
Hay varios contribuyentes que poseen un capital de 80 a 100000 duros y pagan, como sucede hoy, de 25á 50 pesetas de consumos, mientras que el exalcalde constitucional, teniendo menos, paga la enorme suma de 7002 reales por el mismo impuesto, sin que se les oiga sus reclamaciones ni aquí ni en la provincia, por estar todo autorizado por los caciques. Se les impide sus reuniones, siendo vigilados y perseguidos por la guardia municipal y civil, ordenada por el monterilla de este pueblo, y conducidos a la cárcel si se les ve en casinos ó cafés, habiendo estado a punto de morir a manos de la guardia nuestro digno amigo de no impedirlo un miembro de su familia que se interpuso con sus ruegos.
Véase, señor director, un rasgo característico de esta gente, que comprueba lo que vengo diciendo con motivo del proceder ilegal y arbitrario empleado en el reparto del impuesto del 70 por 100 sobre arbitrios, fueron algunos individuos de la situación anterior y otros vecinos sin opinión política al ayuntamiento a hacer las debidas reclamaciones; y como uno de ellos no saliera bien informado de su cuota, llegose a preguntar al secretario, y no estando en su casa, ofreció volver, como lo hizo. Avisado el cabo de la guardia lo prendió, arguyendo que no iba con buenos propósitos.
Unen porque si, este hecho sin importancia con incidente inesperado, y es que estando varios de nuestros correligionarios tomando café, y entre ellos un oficial de la secretaría del ayuntamiento, a uno de los amigos, enseñando o examinando un arma, se le disparó, hiriéndole levemente la mano, y haciéndole una quemadura en la ropa al citado escribiente, sin causarle lesión alguna.
Como no había mediado cuestión alguna, lo que menos pensó este escribiente fue en dar cuenta al juzgado; pero al apercibirse el secretario, instrumento la venganza de estos mezquinos conservadorcillos, incitó al empleado a que se quejara amenazándole con perder el destino si no lo hacía y al fin cedió, redactando el mismo secretario los partes de denuncia, dándole un viso de criminalidad y un colorido tal, que eriza el cabello recordarlo. Se exageró el hecho de tal modo, escribiendo nada menos que al gobernador de la provincia, al jefe y cacique de ellos, al juez de distrito, al jefe de la guardia civil, diciéndole en oficio, que en Setenil se ha descubierto una asociación de la Mano Negra, compuesta de los individuos (y citaba a casi todos) que formaron parte del ayuntamiento anterior, juramentados a matar a los empleados del ayuntamiento y alcalde. Nuestros amigos fueron presos por la guardia civil sin orden judicial con todas las precauciones y conducidos al juzgado del partido, que decretó su libertad después de prestar declaración. Y no me ocupo de las coacciones electorales ejerciendo presión por medio de la guardia para evitar que nuestros amigos emitan su sufragio, debiendo ser destinado esta cuerpo para proteger al elector; ni de la subasta de la media, hecha a favor del hermano del teniente alcalde sin admitir proposición a ningún postor; ni de la incompatibilidad del teniente alcalde con el cargo de recaudador que desempeña, autorizando el cobro de apremios en su provecho; ni de los secuestros diarios de la correspondencia, que rara vez llega a nuestras manos, teniendo que variar la dirección las de interés para que se le de curso y sea recibida por nosotros. Baste decir a usted que su periódico, que debe recibir el presidente de este comité, se recibe aquí una vez a la semana, a lo más dos, sin poder saber a que atribuir esta falta. Suponemos, sin que podamos asegurarlo, que depende unas veces de aquí y otras de la administración del correo de Olvera, ciudad donde reside el cacique más inmediato, ni de otras mil exacciones.
Bueno sería, señor director, llamar la atención de las autoridades superiores para que pusiesen fin a tantos abusos, e imitaran estos políticos la conducta de nuestros amigos cuando mandaban, que vivían tranquilos, mientras ellos se agitaban en cafés o casas particulares tratando de política o de lo que tuviesen conveniente, sin que nunca se les persiguiese ni menos pensarán en evitar sus reuniones; así es que le aconsejamos sigan esa conducta, que es más noble, liberal y digan de personas que se estimen en algo.
Suyo afectísimo, S.S.Q.S.M.B
El corresponsal

Fuente:
La Iberia. Diario liberal
12 de enero de 1885
Biblioteca Nacional de España

No he querido entrar más detalladamente a explicar el funcionamiento del caciquismo, que queda suficientemente claro en el enlace de la Wikipedia de abajo y en la propia carta, pero si podemos aclarar una serie de cuestiones:
Sería incorrecto calificar de cacique a una persona fuera del ámbito político de la Restauración Canovista, incluso cuando la situación se le asemeje mucho en otros periodos políticos de la historia de España. La esencia de este sistema se basa en la democracia coartada de este periodo y la naturaleza de la España Rural del siglo XIX. Sería así mismo un error identificar a Liberales y conservadores con izquierda y derecha, pues ambos, pese a sus notables diferencias, son los garantes de un sistema donde aún no tienen cabida los partidos de corte social u obrero.
El cacique, en muchos casos, aparece como un bienhechor de su pueblo, como un padre con sus hijos. Son los que arreglan las carreteras, los que consiguen que el tren pare en la localidad, los que traen la luz eléctrica y el teléfono, los que dan los empleos y generan industria y quizás, si se trata de una persona culta y refinada, los que actúan de mecenas de los artistas. Conocedores de los resortes del poder, son los que traen el progreso (...) en definitiva y así se les suele considerar, aunque evidentemente, con fondos públicos y en beneficio propio.
Por último y como nota curiosa, en esta carta tan ilustrativa no aparece el nombre del liberal autor de las quejas, sino que firma como El Corresponsal, personaje que también aparece en El Cacique de Luis Romero, cuando el maestro de escuela escribe a su periódico para comunicar el fallecimiento de tan ilustre prócer de la localidad, que resulta es entre otras cosas, el mayor contribuyente a los fondos de la escuela.
Sobre la figura de los corresponsales locales de los periódicos hablaremos en otra ocasión, así como de otros aspectos del caciquismo en Setenil.
Para saber más:
El Cacique. Luis Romero. Premio Planeta de Novela 1963

1 comentario:

  1. Menudos personajes estaban hechos estos conservadorsillos. habría que ver como se lo montaban los liberales cuando les tocaba su turno.

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