sábado, 10 de marzo de 2012

Pasos Largos (II): El personaje


En la anterior entrada sobre el célebre Pasos Largos, nos centramos en un aspecto que sin duda marcó su azarosa vida; la caza, o mejor dicho, el furtivismo. Así mismo vimos que si bien Juan José Mingolla no había nacido en Setenil, setenileños eran su padre y sus abuelos.
En “Bandoleros en la Serranía de Ronda”, de Isidro García Sigüenza (Edit. Serranía), nos hablan de ese origen setenileño: “...en un precioso pueblo de esta Serranía, en Setenil de las Bodegas, vive en estos momentos, absolutamente ajeno a estas convulsiones sociales y políticas, un modesto matrimonio formado por Cristóbal Mingolla y Ana Gallardo, quienes sintiendo que los ingresos procedentes de la barbería, el trajín de sacar muelas y un huertecillo que cultivan no dan ni para subsistir, han decidido cambiar la actual residencia por otra más aislada y a un tiempo más prometedora situada en el Puerto de los Empedrados, a medio camino entre Ronda y el muy interesante pueblo de El Burgo".
Así se refleja la inscripción de nuestro protagonista en el registro: “En la villa de El Burgo, a siete días del mes de mayo de de 1873, ante el Sr. D. José de la Rosa Bernal, Juez Municipal de ella y de mí, el Secretario, compareció Cristóbal Mingolla Ramírez, natural de Setenil, provincia de Málaga, Partido Judicial de Olvera, mayor de edad, casado, del campo, domiciliado en esta Villa, habitando en el campo, en un ventorrillo denominado Puerto de los Empedrados, término de esta Villa, presentando un niño para inscribirlo en el Registro Civil...Que es hijo del declarante y de su esposa Ana Gallardo...Que es nieto por línea paterna de Francisco Mingolla, natural de Setenil y de Inés Ramírez, que era natural de esta villa, ambos ya difuntos...”
[Registro Civil de El Burgo. Sección 1ª, tomo 2, folio 94]
Evidentemente Juan Mingolla Gallardo era de El Burgo, como él mismo declara en la entrevista que Sánchez Ocaña le hace en la cárcel de Málaga, aunque la verdad es que ser de un término u otro puede ser irrelevante, pues Pasos Largos es un personaje propio de la Serranía.
Serranos desde luego son los parajes por los que se mueve nuestro protagonista. Serranos son los montes por los que furtivea o asalta a los paisanos. Los contornos de Arriate, Cuevas del Becerro, Zaharilla, Ronda, quizás Setenil, son el escenario de sus andanzas. Como las presas a las que acecha y da muerte en el monte, Juan no entiende de jurisdicciones, términos, lindes, mojones o vallas, y anda velozmente de un lugar a otro haciendo honor a ese apodo que heredara de su padre.
Recuerdo a una anciana de Setenil que hablaba de Pasos Largos con devoción, lo más seguro es que no lo hubiera conocido, ni tan siquiera verlo de lejos, pero sin duda llegaron a sus oídos noticias de sus correrías, desde luego mitificadas hasta el punto de convertir al forajido en un Robin Hood moderno. El manido tópico del bandolero que roba a los ricos para repartir el botín con los pobres.
La biografía de nuestro bandido está jalonada de hechos y aventuras pintorescas, algunas dramáticas, como el asesinato de los Tribuneros, otras realmente cómicas o ridículas, dignas del mismísimo bandido Fendetestas interpretado por Alfredo Landa en El Bosque Animado. Cierto es que Pasos Largos robó a algunos ricos, como fue el caso de Diego Villarejo, dueño del Cortijo Zaharilla, pero también atemorizó, extorsionó e hizo daño a gente humilde.

En su favor habría que alegar que era justo con quien se portaba bien con él, pero así mismo implacable con aquellos que lo traicionaban, que no le prestaban ayuda o que simplemente hacían algún comentario despectivo a su persona. Su mera presencia generaba terror en la Serranía, incluso entre los miembros de la benemérita.
Desde luego el nombre de Pasos Largos está unido a ese halo romántico del bandido acusado injustamente, quizás incluso idealizado como adalid de un pueblo oprimido. La trayectoria del último bandolero de la Serranía se corresponde con los años más convulsos de la historia de España y su dramático final coincide en el tiempo con los años previos a la Guerra Civil. Injusticia, represión, miseria... parece lógico que en el subconsciente de la gente humilde quedara esa imagen del bandido justo que castiga a los poderosos.
Si consideráramos a Pasos Largos un autentico bandolero, su figura resultaría anacrónica por estar totalmente fuera de contexto. Juan Mingolla desarrolla su “carrera” en las tres primeras décadas del siglo XX, para venir a morir en el 1934, en plena II República. Muy lejos quedan ya las figuras de los setenileños Cencerrito y Choricito o el mismísimo Vivillo que operaron a principios de siglo. Pero el caso es que Juan Mingolla no es un bandolero, no forma una partida de caballistas, ni tan siquiera es uno de tantos contrabandistas que faenaban por la sierra en aquellos tiempos. Pasos Largos es un cazador furtivo que vive de la caza, bordeando la ley, incumpliéndola en la mayoría de los casos, pero sólo se echa al monte cuando le ajusta las cuentas a aquellos que le hacen daño, aunque sea de una manera atroz y desproporcionada. En cierto modo, como manifestó a la prensa el mismo dueño de El Sibajas, la taberna donde perdía su dinero en las cartas, Pasos largos no era más que un desgraciado, un pobre diablo.
En el museo del bandolero de Ronda se encuentran gran parte de sus pertenencias, entre ellas la negra cruz patriarcal con la que aparece en algunas fotografías. Su pose, salvaje y desafiante, parece retar a los espectadores.
Después de una larga temporada en la cárcel tras el crimen de los Tribuneros, Pasos Largos, ya viejo y enfermo, se echará de nuevo al monte para encontrar finalmente la muerte a manos de la Guardia Civil. Los agentes trataron de que se entregara pero el fiero bandido salió de la cueva donde se escondía disparando su escopeta.
Un cinematográfico final para un personaje digno de la imagen más salvaje y enriscada de nuestra Serranía.
Fuentes:
Badoleros en la Serranía de Ronda. Isidro García Siguenza. Editorial la Serranía.
Pasos Largos, el último bandido andaluz. Revista La Estampa". Entrevista en la cárcel de Málaga por V. Sanchez Ocaña. Febrero de 1934. Biblioteca Nacional de España

Imagenes; Recreación del asesinato de uno de los Tribuneros y robo a Diego Villarejo. Interpretación de Ribero Gil. Revista La Estampa. Febrero de 1934. Biblioteca Nacional de España.

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