sábado, 3 de marzo de 2012

Pasos Largos (I): El oficio de la caza


Ya ven amigos, Pasos Largos era el misterioso personaje que dejábamos apuntado en la última entrada. ¿Setenileño? Bueno, una pequeña licencia del que les escribe, ya que en realidad Juan Mingolla Gallardo nace en un cortijo del término de El Burgo, aunque en algún sitio se le ha definido como natural de Setenil, error lógico si tenemos en cuenta que setenileño era su padre. Son detalles que veremos en una próxima referencia biográfica del personaje.
Hoy, en relación con la anterior entrada sobre Juan Lobón, lo que trataremos es conocer la faceta cinegética de Pasos Largos, aspecto fundamental en su azarosa vida y desde luego bastante peculiar. Algún autor ha señalado que la pasión por la caza del famoso bandolero fue la causa de su trágico destino.
Pese a todo, no encontraremos en su biografía tradicionales escenas de caza o lances al uso. Nada de monterías, batidas, cotos, licencias, repetidoras, cupos.....cuando hablamos de la faceta cinegética de Pasos Largos, nos referimos a la caza total, al ancestral baile de la vida y la muerte en el monte:
“la única lucha cabal, la única lucha lícita, es la que mantiene uno mismo contra el instinto de los animales, campando ambos por los breñales y en igualdad de condiciones”
La cacería de Pasos Largos no es hobby ni deporte, ni tan siquiera una afición desaforada. Juan es cazador por necesidad, porque no sabe ni quiere hacer otra cosa que no sea rastrear, acechar, bregar por la sierra tras los bichos. Otra época, otra naturaleza, otros hombres, lo mismito que el célebre Juan Lobón:
“Cuando se mienta un cazador, se mienta la que se ha casado con la caza, no al que chicolea con ella por la reja. El que tiene ese oficio es porque lo aprendió y le da de comer...en el monte sólo viven los flacos, los que tienen el miedo metido por el culo. El ojo que se confía no ve, ni la oreja confiada escucha, ni la nariz ventea. Al cazador lo amaña el miedo a volver de vacío que es la muerte, y el miedo a la guardería que es la cárcel. El miedo enseña a taparse del guarda en un lentisco del tamaño de un palmo, que ha arrimarse sin que te huela, a una cabra subida en unas piedras. El miedo enseña a llevar la sombra en los riñones, a ser como una piedra en un majano y un tronco de chaparro en el chaparral. A eso enseña el miedo, que el hambre enseña a todo lo demás”.
Estamos en las primeras décadas del siglo XX. Pobreza, marginación, injusticia y movimientos sociales forman parte de la cotidianidad andaluza. Hace mucho tiempo que quedaron atrás los tiempos en los que los hombres podían campear libremente por el monte y ahora incluso las tierras más agrestes y salvajes están sometidas a la jurisdicción de un propietario.
El furtivismo surge como una respuesta más a la usurpación de la tierra que sufre la población rural andaluza tras las desamortizaciones, una rebeldía contra la injusticia que supone la prohibición de andar por ese monte en el que sus padres y abuelos tuvieron libre acceso.
En diversas entrevistas Pasos Largos expresa su ley, una ley que como es lógico choca contra todos los códigos y restricciones:
“Los bichos montunos son de todos y de nadie; del que los trinca. No hay castigo por matarlos. Si el dueño de una tierra no quiere cazadores en lo suyo, eche los bichos fuera. Si no los echa y alguien entra allí a cazar, no hay castigo...Con la ley nueva en la mano, yo puedo matar al bicho del coto que sale a la cañada y no puedo matar el de la cañada que entra en el coto...”
No hay nada de ideología política en el discurso del furtivo, ni siquiera un trato especial para el cazador, sólo un desesperado grito de justicia:
“Si lo que no me dejan entrar con arma en lo del señorito, en no pisando trigo, ni zahína, ¿qué daño hace el arma al campo? Si por el bicho no hago daño, porque no tiene dueño, y por el campo tampoco lo hago, ¿qué es lo que castiga la ley? Por eso digo que la ley es mala”.
El furtivo vive de la caza, para comerla y para vender las piezas abatidas. Pasos Largos se aficiona al juego y por la necesidad de dinero se ve obligado a arriesgar cada vez más en sus correrías y monterías. Guardas y Civiles le persiguen por el monte, pero él hace honor a su apodo y vuela por las breñas como un bicho montuno, aunque su mal vivir le acabará pasando factura; un propietario cansado de que le matara las mejores piezas de sus tierras, organizó su captura y la perdición de este atávico personaje.
La biografía de Pasos Largos está repleta de escenas dignas de figurar en un relato de aventuras, algunas pintorescas, otras dramáticas, ridículas y cómicas en muchos de los casos, pero en gran parte de estas anécdotas, reales o figuradas, el monte, el campeo, una u otra escopeta, el guiso de un conejillo recién cazado para almorzar por ejemplo, no paran de aparecer en el repertorio.
En relación con las escopetas, se cuenta que tras un atraco en el cortijo de Zaharilla, Pasos Largos se queda con la escopeta del propietario, mucho más moderna que la suya. El bandido tenía la constumbre de esconder armas por la sierra por si en algún momento le hacían falta, así que esconde la vieja, un ejemplar antiguo que se cargaba por la boca, en las cercanías de la Peña. El caso es que no hace mucho, unos jóvenes de Cuevas del Becerro dieron con un ejemplar de similares características, por lo que inmediatamente se identificó como la escopeta del famoso malhechor. ¡Fantástico hayazgo! desde luego.
Juan Mingolla Gallardo, no era un bandolero, era un pobre diablo incapaz de adaptarse a una vida normal en sociedad. En Ronda o en cualquier otro pueblo de la sierra, Pasos Largos se mostraba torpe, fácil objetivo de listillos y espabilados, pero en el campo se manejaba a su gusto, no había atajo que no conociese, cueva que no hubiera servido de improvisado cubil y bicho que se le escapase... un lobo rabioso, un animal salvaje que tenía en la sierra su casa. Ser bandolero o bandido no era algo inherente en él, quizás un accidente. Juan Mingolla Gallardo, alias Pasos Largos era un furtivo, el último cazador auténtico de la Serranía.
Fuentes:
Los últimos bandoleros. Jose María de Mena. Almuzara.
Badoleros en la Serranía de Ronda. Isidro García Siguenza. Editorial la Serranía.
Pasos Largos, el último bandido andaluz. Revista Estampa". Entrevista en la cárcel de Málaga por V. Sanchez Ocaña. Febrero de 1934. Biblioteca Nacional de España

1 comentario:

  1. Gran historia la de este personaje, hace poco Rafael conoci trabajando en Ronda a un familiar suyo, Juaquin del Burgo , el cual me conto algunas cosas de el y su vida,sin duda la sierra era su gran mansión y en la que se sentia libre y comodo , en el monte se aprende muchas cosas sin uno darse cuenta , con el tiempo se llega a conocer ciertos lugares como la palma de la mano, caminos ,atajos, cuevas , etc..en fin un mundo el cual me gusta mucho , hay una pelicula de este hombre la cual es muy bonita , seguro que la habras visto, si no es asi dimelo que yo la tengo y te la puedo emprestar, un saludo.

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