jueves, 21 de octubre de 2010

Algunos apuntes sobre la emigración en Setenil

A principios de los años setenta, algunos paisanos que trabajaban en la Junta de Energía Nuclear tienen la brillante idea de organizar una comida de setenileños residentes en Madrid. Cada uno tiene el teléfono de unos pocos y estos los datos de otros tantos, así que puestos en faena se inicia la red de llamadas y la organización del evento.
El lugar elegido un merendero del Parque del Retiro, donde previamente han acordado que aunque traigan la comida y usen las mesas, las bebidas serán consumidas en el local. El día previsto para la reunión se llegan a presentar más de 250 setenileños, que felices de reencontrarse con sus paisanos se disponen a pasar un día de fiesta.
Reuniones de este tipo se suceden en distintos puntos de la geografía nacional y europea. Más de mil emigrantes de Torre Alháquime, Setenil y otros pueblos vecinos llegan a reunirse en Zurich en un evento de similares características. Las famosas Casas de España en las principales ciudades destino acogen fiestas y eventos, en muchos casos sufragados por las embajadas, aunque en la mayoría de las ocasiones se tratara de concentraciones espontáneas.
Entre las décadas de los sesenta y los setenta nos encontramos a miles de setenileños y andaluces desperdigados por medio mundo, en busca de un futuro mejor que su tierra era incapaz de proporcionarles: Madrid, Cataluña, las Vascongadas dentro de España, y Suiza, Holanda, Francia y Alemania sobre todo eran las zonas de destino de los emigrantes setenileños en particular y andaluces en general, una auténtica diáspora que vació nuestros pequeños pueblos serranos y los sumió en una decadencia de la que aún no se han podido recuperar.
Efectivamente, si miramos una tabla demográfica donde se mida la población en Setenil desde 1900 hasta nuestros días, podemos comprobar el paulatino aumento de almas en nuestro pueblo desde principios de siglo, seguramente como consecuencia de las mejoras de las condiciones de vida y los avances y universalización de la medicina, que reduciría drásticamente en las primeras décadas del siglo XX la mortalidad infantil, fruto de lo cual se pasa de 3291 habitantes en 1900 a 5005 habitantes en 1960.
Pero justo al inicio de la década de los 60, cuando lo lógico sería una explosión demográfica, nos encontramos con el desplome en el padrón de habitantes que se mantiene durante toda la década, llegando a 1970 con tan sólo 3455 almas censadas en Setenil; 1550 habitantes menos que diez años atrás. Estos 1550 setenileños, a los que ahora había que sumarles sus hijos, son los que se reunían en el Retiro madrileño o en las Casas de España de Zurich o Eindhoven . Un auténtico descalabro demográfico y social para un pequeño núcleo rural como el nuestro. Luego, en la década de los noventa aparece en la pirámide un tímido repunte de la población, fruto del retorno de muchos de los que se fueron en los años sesenta, aunque en la inmensa mayoría de los casos han dejado en los países que les acogieron hijos y nietos. Miles de setenileños de corazón que nunca formarán parte del padrón municipal.
El fenómeno de la emigración en Andalucía es un tema bien estudiado, y desde no hace mucho, forma parte de la temática de películas y series de corte documental. Algún autor ha manifestado que la emigración es el hecho más relevante y significativo de la historia reciente de Andalucía, en tanto en cuanto a modificado, para bien y para mal, la vida social, económica, cultural y emotiva de la región.
Los emigrantes, al volver no sólo traían regalos y souvenires para sus familiares, sino que dejaron divisas que sirvieron para el crecimiento económico de España, y una visión muy diferente de la vida que contrastaba con la de aquellos que se quedaron en el pueblo. Ideas de democracia y libertad quizás que sirvieron para crear un germen de cambio en la sociedad, y que mantenía en constante vigilancia a los servicios de inteligencia de los cuarteles rurales.
Recuerdo una conversación con un emigrante que salió de Setenil siendo un muchacho. Cuando viajaba en el tren dejaba un pueblo gris y pobre, anclado en otra época, y llegaba a una Europa libre, democrática y moderna. Recuerda este setenileño lo chocante que le resultó su primera visita a la Plaza del Dam de Ámsterdam en plena revolución Hippie; “No hagas la guerra, haz el amor”... Igual que en la plaza del pueblo.
Obviando frivolizaciones del asunto, la emigración llegó a resultar un drama para aquellas familias que se separaban, en una época en que las comunicaciones no funcionaban como hoy día. En algunos casos resultaba una auténtica tragedia dejar atrás la tierra que les vió nacer y los seres queridos que quedaban en ella.
Conocer cómo se desarrolló este proceso para tantos y tantos setenileños que un día cogieron las maletas y salieron destino a otros paises en busca de una vida mejor, es conocer nuestra historia. En próximas entradas iniciaremos un recorrido emocional por muchas de estas trayectorias vitales.

Pirámide de población de Setenil
Instituto Nacional de Estadística

Para saber más:
Setenil de las Bodegas. Wikipedia.

2 comentarios:

  1. Muy interesante esta entrada. Detrás de cada número de ese padrón y de esas migraciones hay vidas que quedan marcadas para siempre y que como tú dices nunca formaran parte del padrón de Setenil, como por ejemplo tú o yo, pero que nos sentimos de esa tierra como el que más.
    De todas formas hay un dicho por hay " un setenileño nace donde le da la gana".
    Un abrazo amigo.

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  2. Hola Pepe
    Nosotros al menos cogíamos los Amarillos en el Prado y en tres horas estábamos tomando cervecitas en lo de Sebastián, pero, ¿te imaginas ir a Setenil de verano en verano?
    un abrazo
    (¿cómo llevas lo de Felipe II?)

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