jueves, 2 de agosto de 2012

Un verano como tantos

A sofocantes golpes de calor y atemperadas treguas avanza este verano. A veces pienso que como si un barco de vela se tratase estamos a merced de los vientos; Ahora solano, tórrido y seco que llega por el levante agostando los yermos campos recién arados, luego poniente, que desde el lejano atlántico llega preñado de salada claridad para enfriar las noches y pintar tibios amaneceres de rocío.
Un triste evento nos sirve para andar por esas calles donde antaño corrían hordas de zagales. Hoy toca solano y el calor acumulado durante el día parece guarnecerse entre los tajos. Las arañas, grandes y terribles, amenazantes con sus largas patas afiladas, salen de sus nidos, caen de los tejados o emergen de las oscuras cavidades de los contadores de agua, mientras, en alguna pared, las salamanquesas recrean primitivas sombras verticales alrededor de la tenue luz de una farola. Quizás aún puedas ver sentada a una abuela tomar el fresco en la puerta de su casa, lo mismo hasta algunos niños cuchicheando y riendo en el umbral.
Por los resquicios de ventanas entreabiertas se intuyen escenas familiares, niños y mayores reuniéndose alrededor de la mesa. Es la hora de la cena y un agradable olor a pimientos, papas y berenjenas fritas embarga las calles vacías. Las huertas, las humildes pueblas labradas a golpes de zoleta y regadas con agua y sudor, llenan las alacenas y colorean de olores y sabores mesas con manteles de hule. Ya los tomates  rojos, los de carne, esos pintones que parecen que van a reventar en la mata, se muestran en el plato como la mejor de las carnes, el eterno consuelo del pobre.
Junto a las rejas de una antigua casa se reúne la gente, triste evento como digo que sirve para congregar al personal, eterno ritual de respeto de familiares y vecinos para con quien emprende el postrero viaje. Allí, en aquella céntrica calle otrora transitada y alegre, se forman grupos, hay saludos para aquel paisano que lleva tiempo sin venir por el pueblo, se habla del campo, del precio del trigo, de la situación económica y la crisis, como no. Ese triste evento, como todos, sirve de improvisada asamblea vecinal para tomar el pulso del día a día.
Un hombre de edad cercana a la jubilación comenta que ha vivido muchas crisis pero que como esta ninguna, alguno augura algo parecido a lo del 36, otro cuenta que coincidiendo en un bar con el alcalde le sugirió que le buscara trabajo, que llevaba dos años parado, y a ante las lamentaciones de este por los recortes que estaban sufriendo las administraciones se vio en el compromiso de invitarlo al café que estaba tomando. Todos reimos la ocurrencia, pero él permaneció en silencio.
La crisis, la puñetera crisis que se está llevando por delante tantas cosas, no todas buenas, que también se está llevando mucha porquería y "sin dios". Es el momento de la solidaridad familiar, aquella que quizás nunca haya faltado pero que ahora se hace más patente. Nunca los huertos fueron tan precisos, tan necesarios, nunca una caja de papas recién sacadas de la tierra fue regalo tan grato para esos vecinos que están pasando una mala racha.
La gente sigue llegando, ahora parece que corre una ligera brisa pero las fachadas de las casas siguen desprendiendo fuego. En el cielo la luna se pone redonda y recorta la silueta cúbica de la iglesia, ahora cuadriculada y milimetrada por el andamiaje de las obras de restauración. Más de un año de faena dicen que hay, que bonita va a quedar, que limpia y arreglada, que ganas tenemos de que en un lejano pueblo de Castilla o Extremadura restauren alguna vieja iglesia para que los obreros de Setenil puedan ir a trabajar.
Damos por concluida nuestro compromiso y retornamos a casa. Por el camino, ya diluido el debido respeto, me comentan que la muchachería prepara una quedada para protestar contra la supresión de la feria de día en Las Cuevas. Twiter, Facebook, macrobotellona reivindicativa, el 15 M a la setenileña. No hay nada como que te machaquen la feria para movilizar al personal. Al menos esto calienta algo el ambiente que lo de la feria parece que no va con nosotros, que no hay nada  que celebrar, aunque al final sabemos que cada cual hará lo que le venga en gana; Cuevas o Alambique, o las dos, la feria de día o la de noche, o ninguna que el bolsillo no está para locuras, en Setenil somos así.
En fin, un verano como tantos, un verano como todos, caluroso, largo, con el telón de fondo gris y depresivo de una crisis que se ha instalado en nuestras vidas para quedarse. Como siempre digo por estas fechas, nada como una buena chubascada para que enfríe algo el ambiente.
¡Salud amigos en estos calurosos días de verano!
PD; Buena feria, seáis lo que seáis.

8 comentarios:

  1. Cuanta razón tienes.

    ResponderEliminar
  2. Yo digo lo mismo, ni en las Cuevas ni en el Alambique, que la cosa está muy fea y no hay trabajo.

    ResponderEliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar
  4. Otras veces ha habido crisis, pero estoy con los que opinan que lo de ahora no es una crisis, es una estafa. Saludos Rafa.

    ResponderEliminar
  5. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar
  6. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar
  7. Un setenileño afincado en Málaga me comentó que deseaba venir este año a la feia de Setenil, ya que llevaba muchos años sin hacerlo. Yo le comenté que la feria ya no es lo que era, que este año había liquidado la feria de día en las Cuevas y que lo de arriba no terminaba de gustar al personal. El creyó que lo de arriba aún era El Poli, no tenía ni idea de lo del Alambique.
    La verdad es que me emocionó y todo el candor de este buen paisano nuestro, así como el recuerdo de aquellas ferias de nuestra juventud junto a la piscina.

    ResponderEliminar