viernes, 23 de diciembre de 2011

Navidad en Setenil


Foto: Setenil. Navidad de 1981
Algo tiene un Portal de Belén que a todos nos gusta; La cotidianidad de las figuras, la humilde y a la vez solemne imagen del recién nacido en el pesebre, el escenario del campo invernal, los animalillos, el río, las notas de humor, la historia que representa. ¿Recuerdan el Nacimiento que ponían todos los años en la Iglesia o la visita para ver el de los Remedios, tan grande que cogía todo el patio del santuario? Quizás sea que nos transporta a esa niñez en la que, ilusionados, sacábamos las figuras de algún cajón y nos pegábamos la tarde colocándolas, o cuando salíamos al campo a buscar piedras y musgo.
Es curioso como cada pueblo imagina la escena de la Natividad según sus usos y costumbres; En Nápoles, donde muchos ubican el nacimiento de esta tradición, decoraban las imágenes con los ropajes de la época, usando como decorados réplicas de sus construcciones y edificios emblemáticos, así como los paisajes propios del sur de Italia, tal como podemos ver en pinturas medievales o renacentistas. Así, un Belén que recogiera las tradición de Setenil debería contener casas blancas entre tajos, un río que baja de la sierra serpenteando y mujeres que lavan la ropa en su cauce, olivos y aceituneros, carboneros y caleros en el monte, recias encinas y cochinillos de montanera, quizás alguna matanza. Los pastorcillos pasarían la noche en las Cuevas de la Sombra, el torreón podría ser el Palacio de Herodes, los Reyes Magos vendrían Escalante abajo y el portal estaría bajo el Tajo Lizón, al resguardo de las frías heladas de Diciembre, y al caganer, como hacen los catalanes en sus belenes, que cada uno le ponga la cara que quiera.
¡Feliz Navidad a todos!

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