domingo, 13 de diciembre de 2009

La Campaña de la Aceituna en Setenil


Llega Diciembre y se inicia la campaña de la aceituna en Setenil y toda la Sierra de Cádiz, y aunque quizás algunos olivareros lleven más tiempo faenando, es ahora cuando la almazara de la Cooperativa El Agro empieza a funcionar a pleno pulmón. Ya hemos probado el primer aceite del año, aún de un color verde oscuro y espeso, que como es lógico mantiene las características propias del aceite de Setenil; una textura densa y un aroma y sabor amargos propio del olivar de montaña. Puro zumo de aceituna.
Me manda Setenil69 unas fotos de los olivares blancos por la escarcha de la mañana, que sólo de verlos le salen a uno sabañones en las orejas, y es que antes de hablar de aceites y acideces, tenemos que coger la aceituna y llevarla al molino, una de las faenas del campo más representativas de Setenil.
Os dejo algunos enlaces relacionados con el mundo del olivar; Un artículo sobre el inicio de la campaña y un acceso a una serie de notas, recetas, adivinanzas y poemas sobre el olivar, donde podremos leer a Lorca, Machado y Miguel Hernández entre otros.
Enlaces:
Notas Literarias. Agencia para el Aceite de Oliva. Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino.
Aprovechando además, que hoy domingo 13 de Noviembre hay un homenaje a Don Antonio Machado en la Red:
"El día 13 de diciembre Antonio Machado recita y habla en la red. Decenas de blogs españoles y latinoamericanos se han adherido. Si te apetece, súmate a la iniciativa y copia en tu blog un poema o un texto de Antonio Machado, o escribe sobre él, el día 13 diciembre. Consigamos una jornada machadiana masiva.
Porque sí, sin conmemoraciones, sin aniversarios, por la obra literaria y el legado ético de Antonio Machado".
[Algún día en alguna Parte]
Transcribimos la poesía Los Olivos:

Poema Los Olivos
de Antonio Machado
I
¡Viejos olivos sedientos
bajo el claro sol del día,
olivares polvorientos
del campo de Andalucía!
¡El campo andaluz, peinado
por el sol canicular,
de loma en loma rayado
de olivar y de olivar!
Son las tierras
soleadas,
anchas lomas, lueñes sierras
de olivares recamadas.
Mil senderos. Con sus machos,
abrumados de capachos,
van gañanes y arrieros.
¡De la venta del camino
a la puerta, soplan vino
trabucaires bandoleros!
¡Olivares y olivares
de loma en loma prendidos
cual bordados alamares!
¡Olivares coloridos
de una tarde anaranjada;
olivares rebruñidos
bajo la luna argentada!
¡Olivares centellados
en las tardes cenicientas,
bajo los cielos preñados
de tormentas!...
Olivares, Dios os dé
los eneros
de aguaceros,
los agostos de agua al pie,
los vientos primaverales,
vuestras flores racimadas;
y las lluvias otoñales
vuestras olivas moradas.
Olivar, por cien caminos,
tus olivitas irán
caminando a cien molinos.
Ya darán
trabajo en las alquerías
a gañanes y braceros,
¡oh buenas frentes sombrías
bajo los anchos sombreros!...
¡Olivar y olivareros,
bosque y raza,
campo y plaza
de los fieles al terruño
y al arado y al molino,
de los que muestran el puño
al destino,
los benditos labradores,
los bandidos caballeros,
los señores
devotos y matuteros!...
¡Ciudades y caseríos
en la margen de los ríos,
en los pliegues de la sierra!...
¡Venga Dios a los hogares
y a las almas de esta tierra
de olivares y olivares!

II

A dos leguas de Úbeda, la Torre
de Pero Gil, bajo este sol de fuego,
triste burgo de España. El coche rueda
entre grises olivos polvorientos.
Allá, el castillo heroico.
En la plaza, mendigos y chicuelos:
una orgía de harapos...
Pasamos frente al atrio del convento
de la Misericordia.
¡Los blancos muros, los cipreses negros!
¡Agria melancolía
como asperón de hierro
que raspa el corazón! ¡Amurallada
piedad, erguida en este basurero!...
Esta casa de Dios, decid hermanos,
esta casa de Dios, ¿qué guarda dentro?
Y ese pálido joven,
asombrado y atento,
que parece mirarnos con la boca,
será el loco del pueblo,
de quien se dice: es Lucas,
Blas o Ginés, el tonto que tenemos.
Seguimos. Olivares. Los olivos
están en flor. El carricoche lento,
al paso de dos pencos matalones,
camina hacia Peal. Campos ubérrimos.
La tierra da lo suyo; el sol trabaja;
el hombre es para el suelo:
genera, siembra y labra
y su fatiga unce la tierra al cielo.
Nosotros enturbiamos
la fuente de la vida, el sol primero,
con nuestros ojos tristes,
con nuestro amargo rezo,
con nuestra mano ociosa,
con nuestro pensamiento
?se engendra en el pecado,
se vive en el dolor. ¡Dios está lejos!?.
Esta piedad erguida
sobre este burgo sórdido, sobre este basurero,
esta casa de Dios, decid, oh santos
cañones de von Kluck, ¿qué guarda dentro?

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