miércoles, 1 de junio de 2011

Tres historias de la guerra

Tropas indígenas de Regulares en la Guerra Civil
Andaría este muchacho por los dieciocho abriles, año arriba año abajo, de Setenil y haciendo la mili en un cuartel de artillería en Granada cuando se lía el fregao de la guerra; Que si nos sublevamos que si no, que aquí no se mueve ni dios, de eso nada monada, ¡pun! Tiro en la cabeza, bueno que les voy a contar que ustedes no sepan. Entonces, mientras sacaban del cuartel con los pies por delante el cadáver del comandante, se presentan unos hombres con camisa azul y junto con el teniente, pistola aún humeante en la cartuchera, pasan revista a la tropa que hace formación en el patio. Mientras tanto, los soldaditos con al mosca detrás de la oreja, que se huelen que su teniente se ha pasado por la piedra al bueno del comandante que aunque un poco pesado con la instrucción y todo eso, no era malote el tío, que no le temblaba el pulso a la hora de firmar permisos. Mejor desde luego que el estirao del teniente, con el pelo engominado para atrás y ese bigotito, y vaya la mala suerte de nuestro protagonista que la comitiva se para delante de él y la de otro paisano y se les acercan y ellos le saludan como le han enseñado, mano a la frente, firmes ¡arrr! Entonces el teniente, por lo de dar ejemplo y todo eso le arrea un par de ostias a los dos setenileños que los deja arringados en el patio, que en la España de Franco se saluda a la romana y los manda arrestar, y uno de los de las camisas azules le aconseja que se los cargue que eso siempre da mucho caché, sobre todo ahora que van a empezar una guerra, y al final nada, otras dos ostias más, pelado al cero y tres días durmiendo en el calabozo.
No se si conscientes del peligro que habían pasado y de su mala-buena suerte, según se mire, los dos setenileños se retratan días después meados de risa con la cabeza monda y lironda, y es que con la guasa de un quinto no hay quien pueda, incluso en la España de Franco.
Sube escaleras arriba un aroma a pan calentito recién hecho, que toda la calle Ronda parecía un obrador; Bobas, ochitos, molletes... bueno, se le hace a uno la boca agua imaginando ese horno de leña de encina dorando panes. En esas estábamos cuando al reclamo de estos olores, como el que no quiere la cosa y haciéndose los encontradizos, se presentan en la panadería media harca de moros regulares con turbantes y todo, que parecía que no comían desde que salieron de Tetuán y los desembarcaron en el Aeropuerto Viejo de Valdezorras, y es que el ir degollando rojos por esos pueblos de dios da mucha hambre, ya se sabe, la gente tiene la fea costumbre de no quedarse quieta cuando se les rebana el pescuezo. Y José les dice que nanái, que fuera esas sucias manos de su pan calentito que no lleva amasando desde las tres de la mañana para que ahora venga esta gente a comérselo, y encima gratis, y claro, los moros, que desde Sevilla a Setenil ya se habían cargado a unos cuantos, pensarían otro más, que más da, y le echan mano a la garganta como a un cordero, cuando,¡gracias a dios! Entra un oficial y los larga de la panadería a bastonazos, y es que a esta gente había que tratarlos así, que no tenían modales. Supongo que de esa experiencia le quedó a José la coletilla de cagarse en los moros cuando algo no era de su agrado.
Andaban esos días los camiones dale que te pego cuesta arriba, cuesta abajo, en pleno trajín del pueblo al cementerio, y cada vez que subían llevaban el camión hasta los topes y lo bajaban vacío, que dejaban a veinte paisanos en el suelo despachados con un tiro en la nuca. Y en estas cosas tan feas se las andaba el personal que la gente no quería ni salir a la puerta de su casa, y si alguien presenciaba una movida de esta se hacía el loco, miraba para otro lado y se quitaba de en medio, no fuera que hubiera sitio para otro más en el camión, y eso es lo que le pasó a un muchacho que por allí andaba, que con el desparpajo y curiosidad que da la edad andaba presenciando la escena,¡y tu que miras! Y le invitaron los falangistas a subir al camión...mira que no, que no he dicho nada en casa,
pues ahora te vienes con nosotros, por chulo,
y lo montan en el camión que sube lleno y baja vacío, cuando dos señoras solteronas que allí vivían, como si de dos ángeles se trataran, dan la alarma; ¡Que se lo llevan! ¡Que ese niño es muy bueno! ¡Que se han equivocado! Y un oficial, por no escuchar a las viejas, le da una patada en el culo y lo larga del camión, ¡y que no te vuelva a ver el pelo! Bueno, supongo que se darían cuenta de que era una equivocación y no le harían nada... pues no hubo equivocaciones esos días; que si sube con nosotros y nos ayudas, que yo no me llamo así, que ese es mi primo, etc. Más de uno se quedó para los restos en la tapia del cementerio por una equivocación de estas. Esas dos señoras le salvaron la vida al muchacho.
Tres historias de la guerra, contadas con algo de guasa, aunque la cosa no tiene nada de gracia, y con un estilo así como muy del Reverte, perezrevertismo, es que me ha salido así, del tirón, como cuando Don Arturo tiene un encargo para una conmemoración o algo por el estilo y te hace una novela en un finde. Tres historias, que tienen la particularidad de que le ocurrieron con poco tiempo de diferencia a la misma persona. Desde luego que mi abuelo era un chaval con suerte.
Pintadas falangistas en el campanario (Septiembre de 1936)

5 comentarios:

  1. Recientes estudios relativizan el papel de las tropas indígenas regulares en la Guerra Civil, apareciendo más como víctimas que otra cosa, ya que eran utilizados como fuerzas de choque del ejército nacional y sufrieron muchas bajas.
    Quizás exista cierta leyenda negra con su participación en la guerra

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  2. Hola Antonio
    Efectivamente, esa leyenda negra existe. Eran tropas aguerridas y acostumbradas a luchar, que venían de las guerras de marruecos. los nacionales trataron de crear un clima de terror en un enemigo mal organizado e inferior en equipamiento y adiestramiento. El terror en cierto modo era real, la gente huía de sus pueblos al avance de esas tropas porque se empleaban con dureza con el enemigo y los prisioneros (degollaban que era un gusto). Luego, efectivamente, siempre estaban en primera línea, morían muchos y tras el franquismo los supervivientes no han tenido ningún tipo de homenaje ni nada. Ahora se les pretende dar alguna contraprestación por lo de alianza superchuli de civilizaciones, señalándolos más como víctimas de Franco, pero claro, no hay que olvidar que eran voluntarios que luchaban CONTRA la República, así que hoy por hoy creo que nada de nada.

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  3. Es muy triste que familiares tuyos, mios y del vecino pasaran por situaciones como la que describes. Y algunos tuvieron la suerte de que los echaran del camión. Mas triste es todavia que no se haya reconocido como debe ser que aquello fué un golpe contra la democracia y que hay muchos familiares de asesinados que aún no saben en qué cunetas tienen a su padre, tio, etc. Y esto, despues de 70 años. Debatir éstos temas con normalidad, aún es tabú. Parece que los ganadores de la contienda, aún influyan en muchas cosas que les podrian perjudicar. Salud amigo.

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  4. Hola Pacorbe
    Efectivamente, a algunos los metieron en el camión y no tuvieron la suerte de mi abuelo. De hecho, es conocido en Setenil que un hombre lo subieron para "que les echase una mano" y también se lo cargaron. De todas formas, conocer como funcionaba la guerra civil en la comarca me ha hecho replantearme muchas cosas: No creo que hubiera un bando de buenos y otro de malos, había víctimas y verdugos, y ambos podían tener una u otra ideología, como tristemente se sabe que pasó en Setenil.
    Debieron ser unos años terribles donde la vida humana tenía muy poco valor, y que nos debe de servir para no dejarnos llevar nunca más por líderes proféticos,intolerantes y extremistas de esa calaña.
    ¡Salud!

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  5. Estimados amigos... ganadores y vencidos... perdimos todos, aún hoy hemos de sufrir la barbarie de una guerra que ha dejado una hella tan profunda que únicamente puede ser cerrada desde el conocimiento de la barbarie y desde el odio, por nuestra parte, hacia cualquier tipo de acción semejante.
    Nuestro pueblo guarda en su seno dos fosas comunes de las cuales parece que nadie quiere saber nada... me da igual la ideología, pero los seres humanos están por encima de la barbarie... aún hoy esperan un enterramiento digno... como cualquier persona.
    Las tropas indígenas... y algún vecino local que se unió a la sinrazón, antes o después... yo he visto la barbarie... yo las he sacado y he podido comprobar como fueron torturadas hasta la muerte más cruel.
    Como me decía el "Chacho José Tijeras (El Poeta que no pudo aprender a leer)". En este país falta mucha cultura y esa barbarie nunca se puede volver a repetir, matarse hermanos y vecinos, hay que luchar contra la guerra con la cultura.

    Un saludo, Jesús López (Arqueólogo)

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