jueves, 9 de diciembre de 2010

Sobre la lectura

Dibujo de Don Antonio Mingote. ABC

«Aprendí a leer a los cinco años (…). Es la cosa más importante que me ha pasado en la vida. Casi setenta años después recuerdo con nitidez cómo esa magia, traducir las palabras de los libros en imágenes, enriqueció mi vida, rompiendo las barreras del tiempo y del espacio». De esta manera tan elocuente comenzó el pasado martes Mario Vargas Llosa su discurso de aceptación del Premio Nóbel de Literatura, el máximo galardón del mundo de las letras, que, como todos sabemos, este año le ha tocado en suerte al genial fabulador hispano-peruano.
¿Recuerdan ustedes la ardua tarea de aprender a leer? ¿Recuerdan acaso las primeras palabras que pudieron traducir en imágenes, como dice Vargas Llosa?¿Son capaces de escudriñar tanto en su memoria? Yo no llego a tanto, quizás el primer libro. Seguro que mi madre tuvo que echar horas extras para que las letras entraran en mi cabeza de zoquete, más pendiente de juegos y correrías, pero sí me vienen a la memoria algunos de los primeros libros y cuentos que tuve en mis manos; Unos tebeos del Jabato que me regaló Pedrín en su tienda cuando tendría yo unos cinco o seis años, y aún recuerdo sobrecogido esos dibujos en colores donde el héroe ibérico y su poderoso amigo Ursus se enfrentaban a una jauría de cocodrilos del Nilo, ¡casi ná! Puede que mi primera fuente literaria no tenga mucho fundamento, pero todo necesita su tiempo y no me cabe la menor duda de la importancia que los comic tuvieron en mi futura afición a la lectura.
Sería por aquellos años, cuando aún no dominaba el arte de convertir los ininteligibles signos del alfabeto en palabras e imágenes, cuando en Setenil se puso una feria del Libro; Tres o cuatro puestos regentados por unos jóvenes setenileños, con barba y pañelos palestinos, no se me olvida, frente a la puerta del Sindicato mientras por algún altavoz sonaban canciones de Jarcha y Victor Jara. Estábamos en los primeros años de la incipiente democracia, quizás uno de los momentos más ilusionantes de nuestra historia, donde la cultura se veía como un deber y un derecho de los hombres para poder vivir plenamente en libertad, y el libro era el máximo exponente de este concepto.
Me acerqué al evento junto a mi hermana, que por aquellos entonces ya sabría leer bastante bien, y mi tía le quiso regalar un libro. En las estanterías de madera los había de todas las clases, algunos hasta no hacía mucho prohibidos, y para todas las edades, pero mi hermana se decidió por un Platero y Yo de Juan Ramón Jiménez en edición económica. Supongo que el título le debió resultar sugerente y el simpático borriquito de la portada haría el resto, pero el caso es que se aplicó con tal resolución a la lectura que ella si puede decir que ese fue el primer libro que se leyó. Yo, zoquete y todo, me sentaba entusiasmado a su lado y le pedía que me contara las cosas que le pasaban al borriquillo, así que aunque sea indirectamente también puedo decir que gracias a la exultante poesía de Juan Ramón y al gusto de mi hermana disfruté por primera vez del universo paralelo de literatura.
Luego, en el colegio, aquellos profesores progres e idealistas que tuvimos la suerte de tener, nos leían en clase las Leyendas de Bécquer, y en los maravillosos Sendas conocimos a nuestra más tierna edad la poesía de Lorca, Machado o Rosalía de Castro, las fábulas de Samaniego e Iriarte, las escabrosas historias de Valle Inclán y Baroja y los capítulos más conocidos del inmortal Quijote, los clásicos en definitiva de la Literatura Española, lo cual no estaba reñido con que al llegar a casa nos empleáramos en el Super Humor, Las Grandes Novelas Ilustradas o las ya inevitables aventuras del Jabato.
Como una extraña coincidencia, junto a este manifiesto de Vargas Llosa en defensa de la lectura como moldeador de la personalidad del niño, los resultados del Informe Pisa sobre la educación en España y sobre todo en Andalucía, no pueden ser más desalentadores y chirrían como hierros oxidados en nuestras cabezas. La educación andaluza sigue bajo mínimos y los niños andaluces suspenden en casi todas las materias, entre ellas la compresión lectora, donde no son capaces de entender ni interpretar lo que leen. Esto no es solamente gravísimo para el futuro económico y social de la región, sino que los estamos privando de acceder al mundo rico y fecundo que se esconde entre las páginas de los libros.
Que cada uno saque las conclusiones que quiera.

Como dejó dicho el propio Juan Ramón en un prólogo de su obra; Yo nunca he escrito ni escribiré nada para niños, porque creo que el niño puede leer los libros que lee el hombre, con determinadas excepciones que a todos se le ocurren».

Platero y yo. Juan Ramón Jiménez. Google Libros

Platero y yo. Wikipedia.

Elogio de la lectura y la ficción. Mario Vargas LLosa (Blog: Algún día en alguna parte)

3 comentarios:

  1. Es una pena que siempre los niños andaluces aparezcan en el vagon de cola de la enseñanza en general. Y duele mas porque sabes que el conocimiento y la formación recibida en la juventud es la puerta abierta a un mundo mejor y el acceso a mejores oportunidades cuando somos adultos. Tal vez sea por la climatologia, siempre en el Sur (en todos los sures de todos los paises ocurre ésto)el clima es mas benigno y se hace la vida más en la calle. Por el contrario en el norte, el tiempo desapacible obliga mas a estar en casa y por tanto mas tiempo para el estudio y menos para la distración y el juego. Pienso que ésta no será la razón principal, pero creo que es un factor que influye. Sea como fuere a mí como paisano me duele mucho, pues va en ello la formación como personas. Saludos Rafael.

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  2. recuerdo el primer libro que leí Rafa, uno de Michael Ende, no se si lo conoces, se titula MOMO,es la historia de una niña en una lucha contra los señores de gris,unos hombres con traje y chaqueta que querían robarnos el tiempo, dejarnos sin nada, se asemeja a nuestro tiempo verdad?,me lo regalo mi hermano Miguel, él era uno de los que vendían libros frente al sindicato, fue uno de los fundadores de la asociación cultural Xal-Denil,un grupo de tíos de izquierdas con ideas muy revolucionarias y que sobre todo escuchaban muy buena música,y decirte que gracias a ellos hoy me gusta leer, jugar al ajedrez,a las damas,hasta Alfonso me hizo de recitar a Machado en la escuela, colaboraban con el colegio muchas veces con actividades culturales, bueno paso de enrrollarme,decirte que luego de leer ese libro mi hermano me volvió a regalar otro de Michael Ende, éste si lo conoces,LA HISTORIA INTERMINABLE. Si muy buenos recuerdos con la lectura, muy buen articulo amigo.Buenas noches y buena suerte.

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  3. Gracias Zamudio, supongo que eres mi amigo Sebas. Es lógico que estuviera tu hermano Miguel que siempre ha sido muy asociativo y movilizador. Creo recordarlo, aunque se me viene más a la memoria Alfonso, que parecía (y parece) el Che.
    Parece que la historia reciente hay barrido esos tiempos y todo queda como muy pasado de moda, pero si nos ponemos a pensar, lo que estaban haciendo esos muchachos estaba fuera de toda lógica partidista y demagogia, ya que su única intención era decirles a los setenileños: "tomad estos libros y leedlos". Nada hay más importante que la cultura para hacer a los hombres libres y evitar que sean manadas de borregos manipulados por las "élites".
    Un abrazo

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