viernes, 21 de septiembre de 2012

Septiembre



¡Menuda tormenta nos alcanzó el pasado día diecinueve! Después de una jornada de calor sofocante, una lengua de nubes grises avanzó desde Cuevas del Becerro para fundirse con otra que llegaba desde Ronda. Cortinas de agua se veían a lo lejos; en Escalante, El Puerto del Monte, La Mata, mientras la oscuridad envolvía Setenil en su vertiente oriental. Un fiero granizo amenazó en destrozar las pocas aceitunas que aún quedan en los olivos, pero lo peor vino desde San Sebastian y Las Arenas donde una tromba de agua bajó por El Carro inundando casas y dejando las calles como después de una batalla. Alcantarillas taponadas tras de un largo y seco verano, arcenes sucios y atascados, correntía de verano que pilla los suelos sedientos y yermos, campos desnudos, violentamente roturados, despojados de agarre y sujeción, tierra amarilla y limosa que busca en desbandada el cauce de río.
Setenil y Septiembre, tormentas y riadas, las cosas de un pueblo que se encarama a una roca y se abre suicida a un cañón. Antesala del otoño, ¡Dios lo quiera! Que cierre de una vez por todas las bocanadas de este verano terrible. Empezar de nuevo, retorno a la normalidad, resurgir de la vida. Septiembre desde luego es el verdadero comienzo del ciclo anual.
Hay en casa un perrillo que nació la pasada primavera, precisamente en las últimas aguas que cayeron en Mayo. Por esa razón algún niño lo llamó "Tormenta". Desde entonces no ha conocido un solo día de lluvia. Sus juegos y correrías sólo han tenido el escenario de los cálidos y azules días de verano. Hoy, mientras el granizo golpea con violencia los cristales y los truenos braman en las alturas como los aullidos de un cíclope herido, se refugia aterrorizado bajo la escalera, temblando de frío, metiendo la cabeza entre las piernas cada vez que el cielo se parte en dos. Para ese perrillo rubio como la hierba seca, quizás también sea septiembre el comienzo de una nueva etapa.

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