viernes, 30 de septiembre de 2011

La Vida en la frontera (I): Juan Ponce de León, II Marqués de Arcos

Si cruzas por aquí, se precavido
Si alguien te sale al paso no le des la espalda
La vida en la frontera...no espera
Es todo lo que debes saber
Hay hombres con mirada que fulmina
Como el rayo penetra en carne viva
Si matas generas un espectro
Que siempre ya persigue y acecha
La vida en la frontera...no espera
es todo lo que debes saber
De Radio Futura son estas enigmáticas estrofas que ponen letra a una de sus pegadizas canciones, y que nos puede venir de perlas para poner en situación la vida de los fronteros en la linde del Reino de Granada con los cristianos, allá donde las fértiles campiñas del Valle del Guadalquivir van dejando paso las escarpadas cumbres y agrestes forestas de la Serranía.
Nos sirven además para introducirnos en la figura de Juan Ponce de León, II Conde de Arcos, aristocrático personaje de antiguo linaje frontero y padre del famoso Don Rodrigo Ponce de León, el famoso Marqués de Cádiz que colocara sus reales en la loma de San Sebastián presto al definitivo y postrero asalto al Setenil nazarí.
La vida en la frontera... no espera, enfáticas palabras que bien pudo haberle dicho en alguna ocasión Don Pedro, el de Arcos, a un imberbe Don Juan en una de las primeras correrías en las que acompañase a su padre.
Y es que, si bien linaje y alcurnia tenía el muchacho por nacimiento, en la frontera había que ganarse el sitio contra los moros y contra los tuyos. Había que nacer noble, pero esa nobleza había que mantenerla, afianzarla y consolidarla, y por estas tierras en las medianías del XV no había más remedio que hacerlo a lomos de caballo y espada en mano.
Tanto las crónicas castellanas y granadinas como los denominados romances de frontera, nos hablan de un estado de guerra constante...pero sin guerras o grandes contiendas, es decir, podemos decir que cabalgadas, entradas y correrías en tierra hostil, escaladas, escaramuzas, francachelas, control de pasos, toma de castillos y fortalezas eran los planteamientos militares fronterizos, pero también nos encontramos con intrigas, treguas y alianzas con el fin de apoyar unas facciones frente a otras para debilitar el poder nazarí.
Setenil está en la vanguardia de esta actividad ya desde principios de siglo, sufriendo asaltos, talas o mandando sus banderas a correr tierras de infieles, en un estado constante de alerta (como bien se cuenta en la Crónica de Juan II de Castilla), siendo considerados además sus alcaides interlocutores necesarios. Es en este teatro de operaciones donde inicia su carrera militar el futuro líder que un día llegará a ser el de Arcos, acompañando a su padre y a otros experimentados militares, puestos de responsabilidad en retaguardia o intendencia, demostrando no sólo valor, sino la astucia, mesura y coherencia en sus acciones que quizás le faltara a ese joven e insensato Fernandarias de Saavedra del romance, sorprendido en celada y muerto por los moros de Setenil cuando, desoyendo todo consejo, volvía a Cañete después de una imprudente cabalgada por tierras enemigas.
Gradualmente, conforme va adquiriendo experiencia, Juan Ponce de León participa en acciones de mayor enjundia y prestigio militar, hasta el acceso en 1448 a la titularidad del linaje. A partir de esta fecha su actividad en asuntos de guerra contra los moros se hace incesante, ya como auténtico caudillo militar y actor imprescindible en la frontera, respetado y temido tanto por los suyos como por sus enemigos, como veremos en próximas entradas.
Fuente:
En el artículo "La capacidad militar de la nobleza en la frontera con Granada; El ejemplo de Don Juan Ponce de León, II Marqués de Arcos y Señor de Marchena" de Manuel Rojas Gabriel, de la Universidad de Extremadura, nos dan una visión del padre del Marqués de Cádiz, así como de esta forma de vida de la que venimos hablando.
Para saber más:
La vida en la frontera. Setenil Rural
El Romance de Fernandarias. Setenil Rural.

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