viernes, 9 de septiembre de 2011

Apuntes sobre la historia de Setenil (IV): El destino de los moros setenileños


Después de quince días de asedio, la pólvora toma Setenil. De nada sirven la escarpada atalaya donde se ubica la ciudad, ni la recia muralla que parece una prolongación de los mismos tajos. las lombardas de los reyes disparan a placer desde San Sebastian causando gran daño en las personas y las casas de los moros setenileños que, definitivamente, rinden la plaza a los cristianos.
La toma de la villa por los Reyes Católicos en 1484 es sin duda el hecho más relevante de la historia de nuestro pueblo, siendo constantes, desde el mismo momento del hecho, las alusiones de cronistas e historiadores. Setenil, como muy pronto le ocurrirá a todo el Reino de Granada, abandonará el mundo islámico al que ha pertenecido durante más de ocho siglos para entrar de lleno en la Europa Cristiana: Otras gentes, otra religión, otra cultura, otra forma de ver la vida, una nueva era en definitiva.
Al estudiar la historia, conocemos los hechos de una forma lineal y constante, como un susesión de acontecimientos que muchas veces no logramos interconectar; Unos vienen y otros se van, esa parece ser la lógica. ¿No se han preguntado alguna vez que pasó con los habitantes de la península en el 711 cuando entraron los musulmanes? ¿Murieron todos? ¿huyeron al norte? ¿se los tragó la tierra? Evidentemente la historia no es tan simple, sólo hace falta ver lo difícil que nos resultaría analizar el panorama actual.
Así pues, siguiendo con el Setenil recién conquistado por los cristianos, podríamos preguntarnos cual fue el destino de los habitantes y defensores de la fortaleza. Hernando del Pulgar, cronista y secretario de los reyes nos ofrece una versión de los hechos en su famosa crónica del reinado de los Reyes Católicos:
"...E tan gran temor pusieron los tiros de pólvora e tanto daño y estrago hacían a los moros, que no lo podían sufrir, ni tenían vigor para pelear ni para defender. E demandaron partido al Rey que les salvase las vidas e las faciendas, e les diese libertad para ir en salvo do les pluguiese. El Rey otorgóles seguridad de las vidas con todo lo que pudiesen llevar; é luego el Alcayde y otros moros entregaron la villa al Rey. E mandó a dos capitanes que con las gentes de sus capitanías fuesen con el Alcayde, e con todos los moros, a los poner en salvo en la ciudad de Ronda. Y el Rey entró, e mandó reparar las torres e muros que habían derribado las lombardas..."
En este episodio de la crónica, se relatan los momentos inmediatos a la conquista; el daño del bombardeo, el pánico de la población setenileña, la rendición y su primer destino, el exilio a Ronda, la tierra de moros más próxima. Aquí se les podría perder el norte a la mayoría. Suponemos que muchos tendrían familia en la ciudad del tajo o en los pueblos de la comarca. Lo que está claro es que aquellos que ostentasen puestos de alcunia o tuvieran que ver en la entrega de las plazas a los cristianos, quedaban marcados de por vida, como cuenta en su tesis Almansa:
"Los moriscos, es decir, los antiguos musulmanes convertidos al cristianismo, aparecen en la serranía prácticamente desde el momento de la conquista, con algunas conversiones más o menos inevitables, pues esa fue la suerte que eligieron los familiares de los que participaron en la entrega de Setenil y Ronda, algunos de los cuales morirían a manos de los mudéjares de Cartájima, mientras que los restantes tenían que soportar el desprecio y el ataque verbal de los musulmanes, como las descendientes de uno de estos personajes, que eran llamadas “fijas del traidor” (Ladero de Quesada, los mudéjares)"
Ronda y su Serranía en tiempos de los RR.CC . Tomo I. Pag.363
Queda claro que nuestro Alcayde, sus ayudantes y familiares no podían refugiarse por la Serranía tan fácilmente, pues sus hermanos de religión los consideraban traidores. En la revista Alma Mater Hispalense nos dan noticia del destino de estos moros principales, resultando el artículo tan exclarecedor y documentado que no me resisto a ponerlo en su integridad:
"Sevilla acogió en su seno a parte de la nobleza mora, conforme el reino musulmán de Granada tocaba a su ocaso... Después de 1492 residieron asimismo por algún tiempo en Sevilla la reina madre y los infantes de Granada.
El 22 de mayo de 1485 fue tomada Ronda por las fuerzas cristianas. Cuenta el Cura de los Palacios que D. Fernando, después de entregada la ciudad, dio a sus habitantes quince días de plazo para ir adonde quisiesen; y añade que algunos musulmanes, quizás los más proclives a la rendición, -el "Cordo", alcaide de Setenil, y el alguacil de Ronda, con más de cien casas- se fueron a vivir a Alcalá del Río. Pero todavía cabe puntualizar más, pues estos principales, en su mayoría, optaron por instalarse no en Alcalá, sino en Sevilla, decididos a vivir tranquilos en una ciudad cristiana por el resto de sus días: fueron éstos el alguacil de Ronda Abrahén de Alhaquime, su hermano Mahomad de Alhaquime, Alcabecén Hamete Alhaquime, Al Alcatid Hamete Alcordí ("el Cordo" que habla Andrés Bernal, el cura de Los Palacios), Aben Yaya Alhaquime y Mahomad Taupí, entre otros.
Llegados a Sevilla, los moros fueron tratados con toda suerte de consideraciones y miramientos, como convenía a los intereses de la política de conquista. Por orden regia, el receptor de la Inquisición Luis de Mesa y el alcalde mayor Juan Guillén les dieron como morada algunas de las casas de los conversos condenados.
Pasó el tiempo y la estancia en Sevilla no debió de resultar tan cómoda y agradable a los notables musulmanes como se imaginaron en principio: la intolerancia religiosa que allanaba el camino a la expulsión de 1492 no podía sufrir ya que llevaran una existencia apacible las minorías islámicas, con las que encima se libraba en el frente una guerra sin cuartel. Cabizbajos, los mahometanos resolvieron pedir licencia los reyes para "pasar en Africa, que es allende el mar, para estar e vivir entre los moros de nuestra ley". Su ruego fue antendido. Y es más: los monarcas accedieron asimismo a otra petición suya, haciéndoles merced de poder vender las casas como y a quien quisiesen, por carta dada en Córdoba el 22 de marzo de 1487. Ante el temor de que retrajesen los posibles compradores, en la idea de que los inquisidores darían las casas a otras personas o bien de que los moros no estaban facultados a ponerlas en venta, el 31 de octubre de 1487 Mahomad Taupí pidió testimonio de sus derechos a Luis de Mesa ante el escribano de Sevilla Martín Rodríguez de Tabladillo. Conseguida la ratificación del receptor, el 2 de noviembre de 1487 Taupí vendió su casa a Diego el Zurdo, criado de Dª Teresa de Guzmán, la mujer de D. Pedro de Estúñiga, por precio de 5.000 mrs. El mismo día Hamete Alcordí vendió por 21.700 mrs. a Pedro Fernández de Sevilla su casa en la collación de Santa María la Blanca.
Pensándolo bien, no les salió del todo mal a los moros la permanencia en Sevilla, sobre todo teniendo en cuenta que muy poco después, en 1502, culminando la vertiginosa espiral de intolerancia, se les iba a prohibir a los musulmanes la venta de sus bienes, tanto muebles como raíces. Las propiedades vendidas o dejadas en 1487 plantearon problemas: el 11 de octubre de 1495 los monarcas se preocuparon de la situación de las tiendas "olvidadas" por los moros de ronda pasados a Africa, que habían sido ocupadas por otras personas sin licencia real"
No me imagino a nuestro Hamete el Cordi paseando por los patios y callejuelas de Sevilla como un cristiano más. Privados estos bravos caballeros de todo aquello que era su vida, debieron de vivir en la capital hispalense como en una cárcel. Quizás a estas alturas ya estuvieran cansados de guerrear, máxime si eran personas de edad, pero estoy seguro de que además de su religión y su cultura, añorarían su vida activa, su libertad, sus correrías a caballo por estas tierras, que hasta no hacía mucho habían sido suyas. Eran hombres orgullosos y valientes, que habían luchado bien, y que ahora en Sevilla eran cuanto menos que ninguneados, así que exiliarse "allende los mares" parecía su única salida.
Después de ocho siglos, estos setenileños debieron optar por finiquitar sus asuntos inmobiliarios, abandonar su patria y huir al extrajero. Sus nombres, su sangre, su rastro, se perdería para siempre en las arenas del desierto. Conscientemente dejo para otro día lo de los moros que pidieron permiso para asentarse en un frondoso valle no muy lejos de sus Setenil natal...esa es otra historia.
Fuentes:
La conquista de Setenil por los RR.CC. Setenil Rural
Crónica de los Señores RR.CC. Don Fernando y Doña Isabel de Castilla y de Aragón. Hernando del Pulgar. Ver las páginas 232,233 y 234 en el Cap. XXXIV)
Alma Mater Hispalense. Los moros vencidos en la Guerra de Granada, instalados en Sevilla.

1 comentario:

  1. Rafael quiero ser el primero en darte la enhorabuena por tan buenisimo artículo cargado de história, e observado también una fuente de nombres muy interesantes y sobre todo el apellido Alhaquime , seguramente la Torre Alhaquime debió pertenecer algún miembro de esta família, decirte solo que es un verdadero placer leerte.
    Un gran saludo.

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