martes, 5 de agosto de 2014

Señora de negro sobre fondo blanco. Por Marefa Vilchez



Dice uno de esos tertulianos televisivos, catedrático de no sé qué asignatura en no sé qué universidad, colega de sus alumnos y optimista congénito, que no nos preocupemos por el lenguaje, que nunca se ha escrito tanto como se escribe ahora con la revolución de los whatsApp, así que dejemos al chavalerío en paz con nuestras neuras e historias, que bastante tienen ellos con no chocarse con las farolas de lo absortos que andan.
Dice un fotógrafo, profesional del photoshop y paladín de los pixeles, curtido en mil y una bodas y comuniones, que nunca se han hecho tantas fotos como en la actualidad...y nunca se han perdido tantas imágenes como ahora.
Las fotos de los móviles y los whatsApp son la quintaesencia de la inmediatez de esta vida nuestra. En un plis-plas unos chavales se hacen un selfie en el Mandalá delante de unas niñas y se la mandan al colega que se ha quedado en casa para darle envidia. Esa foto y ese mensaje tienen una actualidad de horas, quizás de días. A la mañana siguiente parece como algo borroso que ocurrió en la nebulosa del duerme vela, e inmediatamente viaja al limbo tenebroso de la oscuridad digital...el todo y la nada.
Nunca se ha escrito tanto y nunca se ha fotografiado más que hoy día, y sin embargo, como en un decorado de cartón piedra, ¡que vacío parece todo!
Yo, que no soy ni mucho menos un optimista congénito como ese tertuliano dicharachero, me enamoré de esta foto que encabeza la entrada desde el primer día. La autora es Marefa Vílchez, una setenileña afincada en Sevilla. Está tomada en el Cerrillo a finales de los ochenta  y en ella podemos ver a Ana, una anciana entrañable, sentada en el umbral de su casa.
Puede que Ana sólo tratase de taparse los ojos de la claridad del sol, aunque a mí me parece la misma imagen de la abnegación, como si hubiera alcanzado la inconsolable firmeza de un hecho cierto, puede que un asunto trivial, quizás la constatación insondable de que la vida ha pasado como un caballo a galope...y al fondo se ve el mar.
Marefa comprendió que algo estaba pasando y tuvo la habilidad de ralentizar el momento y plasmar el instante mismo de una fotografía de verdad. Por eso esta imagen es distinta, diferente, original, sin poses ni afectaciones, sin teatralidad, libre de artificios y trampantojos. La fotógrafa ha parado el tiempo para atrapar el alma de la anciana y traspasar de esta manera el mero hecho de lo utilitario.
Nunca sabremos que pasaba en esos momentos por la cabeza de Ana, pero mucho me temo que nada que nos resulte ajeno, nada que algún día, como un fantasma, no nos asalte a nosotros mismo en el desvelo de una noche oscura.
Por eso esta foto es atemporal y profundamente humana, dueña además de una extraña belleza que nos cala en las entrañas.
Quizás por ahí podamos empezar a deshilachar el concepto de lo que significa el Arte. 

Nota: Gracias a Marefa Vilchez por compartir esta imagen y a Pedro Andrades (el hijo de Pedrín) por recuperarla.
¡Salud amigos! y ¡buena Feria!

2 comentarios:

  1. Suscribo todo el comentario, sobre todo el referido a Ana. Veo en ella, con esa mano protegiéndose del sol, toda una vida de trabajo, de no parar y veo ese alto en el camino de las tareas domésticas. Y, por qué no, el peso que lleva sobre sus hombros de todo un mundo. Un peso, que como diria Hilario Camacho. Es todo amor.

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  2. Jo Rafa. ..te has superado. ...belliiiiiisimo texto!!!!

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