martes, 4 de marzo de 2014

Ases del fútbol, ases de Setenil


La historia del fútbol se escribe en gran medida con la tinta sepia de la nostalgia y los ribetes descoloridos de la épica, como las sagas de aquellos héroes mitológicos que poblaban nuestras mentes infantiles.
Eran tiempos donde las grandes gestas deportivas llegaban desde tierras remotas como ecos lejanos en forma de ondas de radio y los goles sólo se disfrutaban semanas después de su consumación, cuando el tren traía los paquetes con las películas del No-Do.
Así conocieron nuestros padres y abuelos como Zarra batía a Willians en Maracaná para derrotar a la "pérfida Albión" y vengar de esta forma lo de "la Armada Invencible", o el gol de Marcelino a la URSS del mítico Lev Yashin, "La Araña Negra" que le valió a España la Eurocopa de 1962, precisamente contra el "monstruo" soviético.
Con letras de oro se escriben aquellas alineaciones históricas que se recitaban de memoria como los versos de La Torá; la del Atlétic de Bilbao, con  Iriondo, Venancio, Panizo, Gaínza y el mismo Zarra, la de los "cinco magníficos" del Zaragoza con Canario, Santos, Marcelino, Villa y La Petra o aquella del Real Betis Balompié que se llevó la Copa del Rey de 1977, la primera de la democracia, con Esnaola; Bizcocho, Biosca, Sabaté, Cobo, López, Alabanda, Cardeñosa, García Soriano, Megido y Benítez.
Presidiendo el testero principal del bar la Tasca tenemos esta conocidísima foto de un Setenil Fútbol Club entre rural y ye-ye. Sería por el año 1962, por lo visto en el campo de Alcalá del Valle, el eterno rival. ¡Derbi en la Sierra de Cádiz! ¡el partido del siglo!
Como pilares, "El niño" Tobalo, Rafael Corral, Pedrín, nervioso por empezar el partido, Eulogio sobre el esférico y con cara de pocos amigos, Jesús Marín, en el centro,  rodeado de espigados compañeros cuyos nombres no he podido recopilar aún (Gracias a Pedrín ya los tenemos a todos: abajo a la izda. Pepe el de Damián, arriba Manolo el de La Fábrica, Pepín García, el hijo de Juanito el secretario, Rafael Delgado, practicante, Rafalín Toledo, y el juez de línea Jesús Sánchez, hermano del Mago Amarillo...)
Todos ellos hijos de aquella posguerra tan larga, jugadores de una fecunda cantera de chavales que poblaban un Setenil que doblaba en habitantes el censo actual. Futbolistas de alpargatas y pelotas de trapo. No sabemos si los nuestros salieron airosos del encuentro, imagino que mucho ganarían con no salir apedreados de Alcalá, que era lo común por aquellos entonces.
Las vidas de estos hombres que compartían en aquellos años sesenta su pasión por el fútbol, pronto tomarían diversos caminos. Algunos se quedarían en este su pueblo pero otros formarían parte de esa enorme tropa que es la diáspora setenileña por el mundo. Allá donde la emigración les  llevó en búsqueda de una vida mejor seguro que siempre tuvieron a sus equipos nacionales en el corazón. El fútbol, por aquellos entonces, les servía de lazo de unión con su tierra.


 


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