viernes, 6 de febrero de 2009

El Romance de Fernandarias

Iniciamos aquí el ciclo relativo a la historia de Setenil, su entorno y sus gentes. No quisiera hacer una relación lineal de los hechos que han marcado el devenir histórico de nuestra localidad, pues para eso ya hay manuales y textos en Internet muchos más extensos y especializados. Si os parece vamos hablando poco a poco de hechos significativos, dando saltos en el tiempo según nos interese un tema u otro.
Sin lugar a dudas, Setenil tiene un momento álgido en la historia como es la Reconquista a manos de los Reyes Católicos en 1484, en los albores de la Guerra de Granada, conflicto que durante diez años se disputó por tierras andaluzas y que a la postre significaría la caída del último bastión musulmán en la península; El Reino de Granada. Todo lo que hay anterior y posterior a esa época, deja de tener valor histórico conforme nos alejamos temporalmente en la nombrada fecha. Sin embargo, durante las décadas previas a la conquista, Setenil forma parte de lo que se denomina Tierra de Fronteras, un límite entre Los Reinos Cristianos y Musulmanes, que ya a estas alturas de reconquista se encuentra en nuestros pagos. Hablamos del siglo XV, cuando el Reino de Granada aguanta a duras penas los embates castellanos.
Setenil se sitúa pues en los límites del Reino Nazarí, como un estratégico enclave de su sistema defensivo, en una zona peligrosa de difícil vecindad entre enemigos. La historia y la tradición nos hablan aquí de reyertas, cabalgadas, francachelas más que de grandes batallas. Es una guerra de guerrillas, donde unos las dan y otros las toman, para luego devolver el golpe, y así hasta que se solicita una tregua para realizar una transacción económica, una boda, el arrendamiento de unos campos etc. Nada, lo normal entre vecinos. Es aquí, en estas tierras nuestras donde se fragua el verdadero modo de ser y de luchar de los futuros tercios españoles que en años posteriores conquistarán medio mundo. Es en nuestros campos y sierras, luchando contra un enemigo tan encarnizado por defender lo suyo, donde se forja el espíritu indómito, anárquico y temperamental que caracterizó a los hombres que conquistaron Italia, Flandes y América posteriormente.
De estos hechos de armas, en apariencia tan poco efectivos, surgen lo que los especialistas llaman Romances de frontera, un tipo literario épico de gran valor propagandístico, que exagera sin ningún lugar a duda muchos encuentros y gestas.
De importancia para Setenil es el famoso Romance de Fernandarias, claramente encuadrado en este género, y que muy a las claras nos da una imagen de la vida en la frontera y de las gentes que la habitaban.
Trata este Ronance de unos hechos que le ocurrieron al entonces Alcaide de Cañete y a su hijo, que desoyendo el consejo de su padre, sale a correr por tierras de Setenil. Lo que en principio parecía una fácil cabalgada por tierras enemigas, sin ninguna oposición y un rápido y sustancioso botín, se convierte en una celada por parte de una fiera coalición de caballeros de Setenil y Ronda, que incluso dan muerte al impulsivo caballero. Así las cosas, se narra como el padre jura venganza y la emprende contra sus enemigos causando muchas muertes entre los moros:
Buen alcaide de Cañete, - mal consejo habéis tomado:
en correr a Setenil - hecho se había voluntario.
¡Harto hace el caballero - que guarda lo encomendado!
Pensasteis correr seguro - y celada os han armado.
Fernandarias Sayavedra, - vuestro padre os ha vengado,

que acuerda correr a Ronda, y a los suyos va hablando:

Luego va relatando el viejo Fernán Arias a los suyos lo irreflexivo del comportamiento de su hijo y de que como las ganas de guerrear contra los moros lo llevaron a cometer tamaña imprudencia:
Nunca quiso mi consejo,siempre fue mozo liviano,
que por alancear un moro perdiera cualquier estado.
Siempre esperé su muerte en verle tan voluntario.

Cuenta el poema en tercera persona como los castellanos se toman cumplido escarmiento, quedando el éxito empañado por la muerte de algunos cristianos en la refriega, terminando, quizás a modo de amenaza y odio eterno al enemigo, como el viejo Alcaide no queda satisfecho con la venganza:
...mas el viejo Hernandarias no se tuvo por vengado.

Según algunos estudios, la primera reyerta, aquella en la que muriera el hijo, se dió por tierras setenileñas, dándose la segunda, la de la cumplida venganza, en lo que hoy sería el Puerto del Monte o incluso Arriate.
Historia o leyenda, o más bién historia ricamente ornamentada, viene a decirnos los tejemanejes que se traían estas gentes del XV, en un largo periodo de tiempo de cierta estabilidad de fronteras, sin avances significativos, más por los problemas internos del propio Reino de Castilla que otra cosa, pero que mantuvo un auténtico status quo hasta prácticamente la última década del siglo.
Nos habla aquí también de una nobleza muy característica, como son los adelantados, alcaides, mariscales y demás élite militar, que tenían en la guerra su modo de vida y que buscaban en la frontera las oportunidades que en zonas más interiores del reino les era denegada.
Se conoce bién la historia de esta familia del Alcaide Fernán Arias, los Saavedra, un clan ligado inexorablemente a la guerra, más que como forma de medrar social y económicamente, como un elemento vital de sus propia existencia: la guerra como forma de vida. De hecho esta peculiaridad marca el temperamento y caracter de sus componentes, en una mezcla de fatal destino y heróica resignación: los Saavedra pagaron con creces el peaje con la muerte de forma violenta de un gran número de sus miembros: Quien a hierro mata...

Bibliografía: Los Saavedra y la Frontera con el Reino de Granada. Rafael Sánchez Saus. Estudios sobre Málaga y el Reino de Granada. Servicio de Publicaciones Diputación Provincial de Málaga. 1987.
El Romance de la Venganza de Fernandarias. Anónimo. (versión completa)
Dinamismo Social en el reino Nazarí (1454-1501) De la Granada Islámica a la Granada Mudéjar. Universidad de Granada. Facultad de Filosofía y Letras Dpto. de estudios Semíticos. Antonio Peláez Rovira. Tesis Doctoral dir. por Emilio Molina Gómez. Granada 2006
Antología de Poetas Líricos Castellanos.VII: Parte 2ª: Tratado de los Romances Viejos.II [p.94].[2]. cap.XIX. Ver página nº 53




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