lunes, 24 de junio de 2013

Las Escuevas

Los conozco desde siempre, desde que yo era un niño y ellos unos muchachos, cuando aún se respetaba a los viejos y el que los mayores te echaran del campito de fútbol no suponía un drama ni nada parecido, simplemente eran los mayores y sanseacabó el asunto.
Los recuerdo viviendo en aquellas Cuevas de la Sombra que desde la casa de Morenito, cuando aún no existía el puente de Los Gallos, a la tienda de Pedrín, era el lugar de juegos de cientos de zagales que entre clases de colegio, ayudas a los padres y correrías por el río, llenaban de alegría y jolgorio aquellas calles de ensueño. Eran Las Cuevas de La Sombra...y Las Cuevas del Sol, lugar de juegos sin igual de un Setenil inédito de risas y travesuras infantiles.
No hace mucho los vi juntos a los dos, a Cristóbal y a Miguel, quizás de los más venteranos de aquellas turbas de niños, dos de los capitanes de aquellos tercios de zagales que correteaban ufanos y gallardos por Las Escuevas.
- ¡Qué os gustan Las Escuevas! Les interpelè mientras tomaban un café.
- Los calices siempre vuelven a los tajos donde nacieron, me responde Miguel.
Hoy, ni Cristóbal ni Miguel viven en sus Cuevas de la Sombra, pero yo desde luego asocio su imagen a la de aquella calle de mi niñez donde venía a acabar el pueblo, a la de aquellos pisos de piedra y tierra donde se terminaba el asfalto, a la de la pasarela de madera y la escarelilla de piedra que desde el río subía hasta el bar de Calvente.
Ver juntos aquella mañana a esos viejos escueveños me devolvió por unos instantes a mi infancia.

1 comentario:

  1. La infancia es la patria del hombre, amigo Rafa... Pedro Andrades

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