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Pozo del Polear, en la linde entre Setenil y Ronda
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Agua potable y fresquita para aliviar el calor |
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Detalle de la ubicación del Polear |
Paseamos hoy por otra parte del término de Setenil, bordeando como siempre la linde con Ronda, y atravesamos cortijos como
La Limosna, Los Frontones, Chinchilla o La Mata para coger de esta manera
El Cordel del Puerto del Quejigal al Puerto del Monte, ruta de gran atractivo deportivo y paisajístico que presentaremos en breve.
Aún no pega el sol con la fuerza de Julio o Agosto pero de verdad que andar por esos cerros del monte setenileño y sus alrededores ya se va haciendo difícil por estas fechas, así que encontrarnos en mitad del camino un pozo de agua fresca obliga inexcusablemente a parar y hacer un alto, máxime si enfrente tenemos un cortijo tan bonito y pinturero como es El Polear.
Está situado el edificio en el lado rondeño del cordel, mientras el otro lado del pozo queda en término de Setenil. Se trata de un cortijo típicamente serrano, blanco de cal y patio empedrado, rústico, sencillo y perfectamente conservado y habitable, lo cual contrasta con el rosario de construcciones en ruinas que se ven por estos campos. La primera sensación que tiene uno al acceder a su interior es de frescor y sosiego, intuyéndose una clara vocación de lugar de descanso, como en la de esas ventas antiguas de las encrucijadas de los caminos donde aliviaban los pesares del viaje arrieros, diligencias y bandoleros.
En esta casa se siguen haciendo matanzas y en sus vetustas estancias se pisa y moltura la uva (variedad palomino) para que fermente en la bodega, logrando un vino blanco que tomado en fresco nos sabe como el mejor de los caldos del mundo.
Julio y María, los propietarios de este lugar tan singular nos enseñan su casa; salón, salita, habitaciones, bodega, los patios, la piscina con vista al Cerro de las Salinas; Un lugar lleno de historia en mitad de la Serranía, cómodo y acogedor que no pierde su esencia rural y serrana.
María Guerrero Palmero y Julio Becerra Márquez
C/Ronda 22 Arriate (Málaga)
Tlf. 952165153/654339469
Bonito cortijo, siempre me ha gustado, y ahora viendo las fotos de su interior, aún más. El entorno que le rodea es extraordinario; transmite sosiego, paz, autenticidad. Puedes hacer volar tu imaginación y transportarte perfectamente 200 años atrás, pues quizás es uno de los parajes de esta zona menos alterado por la acción del hombre. Además de lo bonito que es el lugar, debido a su altitud, los atardeceres en pleno verano suelen ser muy agradables.
ResponderEliminarRafa, reportaje fotográfico muy completo, los seguidores de tu blog te lo agradecemos un montón.
Un saludo.
Hola Vespertinus
ResponderEliminarEl cortijo el precioso y de los alrededores que te voy a contar. Además, ese día lo pasamos muy bien, pues haciendo la ruta nos paramos a fotografiar el pozo, y Julio, el propietario, que tomaba el fresco en la puerta, nos invitó a entrar, nos enseñó el cortijo y luego nos invitaron a vino y chacina.
Bonito articulo y precioso cortijo este del Polea , por las fotos e podido observar que los dueños son unos amantes de lo tradicional , a simple vista el cortijo parece un museo de aperos de campo una autentica maravilla, gracias por enseñarnoslo Rafael . Ah Rafael me pica la curiocidad , es sobre esa foto en la que sale ese ave en la cual parece que hay letras, saludos.
ResponderEliminarHola Rafael
ResponderEliminarEl azulejo dice algo de la reunión de unos amigos o familiares, en el Polear, antigua Villa Romana donde se prensa la uva para el vino, y agradece la hospitalidad de Julio y María, los dueños. El alfarero es de Sevilla.
Como ves se apunta que el Polear pude ser una villa romana, nada descabellado si pensamos que en Moro Santo han encontrado otra. Seguramente se trataría explotaciones de la salinas o algo parecido.
Yo desde luego, y siempre por la intuición, veo el Polear como una antigua venta: El sitio, justo al borde de un cordel de paso, encrucijada de caminos, la planta del edificio, el pozo. Hay que pensar que un pozo comunal hace siglos era como una estación de servicio hoy día. las bestias tenían que beber, y mientras se refrescaban, los viajeros también echaban una cigarrá.
Bueno, es una apreciación, sin ningún fundamento.
Un saludo Rafalillo.
Gracias Rafa, por adentrarnos en un autentico museo etnológico. Qué auténtico lo rústico y cuánto amor por ello que tienen sus propietarios. Salud.
ResponderEliminarHola Pacorbe
ResponderEliminarLa verdad es que es un auténtico museo; el trillo, las jáquimas, los pipotes, arados, cabestros, aperos de labranza, romanas y otros utensilios de medidas, la puch amarilla...la verdad que son cosas que si no las vemos en sitios como este no nos acordamos de que existieron en su día.
un abrazo y ¡salud!