martes, 19 de noviembre de 2013

Setenileños fusilados y enterrados en Cádiz

Nos envía el historiador Santiago Moreno Tello, autor de "La destrucción de la democracia: vida y muerte de los alcaldes del Frente Popular en la provincia de Cádiz" (Editado por la Consejería de Gobernación y Justicia de la Junta de Andalucía), este correo para dar a conocer el nombre de cinco setenielños fusilados en Cádiz, y enterrados en el antiguo cementerio de San José, por si algún familiar quiere reclamar sus restos, según aparece en el artículo  de J. L. Gutiérrez Molina: Pasadas por las armas. Localización de las 43 personas fusiladas en 1937 por los golpistas en Cádiz a consecuencia de los procedimientos sumarísimos de urgencia".
Esta es la nota de Santiago:

Estimado Rafael,
hace un par de semanas José Luis Gutiérrez Molina publicaba en Todoslosnombres.org el siguiente artículo:

Da a conocer el nombre de 43 fusilados en Cádiz y su lugar de enterramiento en el Cementerio de San José de la ciudad.
Como podrás ver hay al menos cinco paisanos tuyos. Además fueron enterrados en fosa común, es decir siguen allí.
El cementerio de San José fue clausurado en 1992. Pero sigue en pie. Se han trasladado los restos de los enterrados en nichos, pero no ha ocurrido lo mismo con los enterrados en el suelo.
El ayuntamiento ha abierto en varias ocasiones plazos para que familiares reclamen los restos, pero la desinformación, el desinterés, etc, ha hecho que apenas media docena de familiares lo hagan.
Te escribo para proponerte que en tu blog hagas una llamada de atención a la gente de tu pueblo por si las familias de estas cinco personas quieren reclamar la exhumación de estos asesinados. En el caso que se diera con el cuerpo los gastos corren a cuenta del Cementerio. No hay coste para quien reclame.

Los setenileños que aparecen en esta lista son los siguientes:
Francisco Domíngues Valle
Diego Gil Ruiz
Rafael Marín Guzmán
José Muñoz Suárez
Salvador Porras Arjona
En el archivo aparecen la fecha del juicio y el día que fueron fusilados, así como su oficio y afiliación. Todos estos hombres aparecen como naturales de Setenil,  trabajadores del campo y afiliados a la UGT.
Si alguien quiere más datos, que no dude en ponerse en contacto con nosotros.

¡Salud!

 

Nuevas fotos del Tejarejo


Quieren compartir Manolo, Alegría y la pequeña Teresa con todos nosotros estas antiguas fotos del Cortijo del Tejarejo, que nos pueden servir para completar el reportaje que hemos ido publicando durante los últimos años, y que junto con la amplia entrada que Rafael D.C. realizó desde su Setenil, Historia y Numismática, nos ayudan a conocer una de las explotaciones agrarias más importantes de Setenil y su comarca.
En la primera imagen podemos apreciar lo que entonces era un balcón porticado y hoy un salón con vistas al Noroeste de Setenil. Desde esa esquina podemos apreciar a primera vista el olivar y el monte setenileño al fondo.
En las siguientes Imágenes, dirigida la cámara más hacia la izquierda del fotógrafo, podemos ver una panorámica del extenso pinar que resaltaba majestuoso y gigante entre los olivos. Al fondo podemos imaginar que está el mismo casco urbano de Setenil, una manchita blanca escondida entre los tajos.
Me cuenta Manolo, que la madera de aquel pino telúrico y desproporcionado vencido por el viento que aparecía en el anterior reportaje, fue donada por los propietarias para la construcción de la puerta de la Iglesia de Nuestra Sra. de la Encarnación, imaginamos que la actual que hoy luce en la fachada principal.
En las imágenes posteriores podemos ver una imagen del patio interior, un niño posando con los pinos de fondo y una panorámica del cortijo vista desde el huerto y la alberca.
Reitero las gracias a la familia Guerra por compartir estas imágenes con nosotros.
¡Salud!

Para saber más:
El Tejarejo,una visión retrospectiva (I). Setenil Rural
El Tejarejo,una visión retrospectiva (II). Setenil Rural
 
 







Un pequeño universo en el huerto

No me pilla Juan en mi mejor momento, ando algo constipado y tengo cosas que hacer. Me da algo de charla pero ve que es inútil, que no le doy mucho juego, así que se afana en su cafè y se pone a ver la tele.
Al rato lo intenta de nuevo.
Te voy a contar una cosa curiosa Rafael.
El lazo está echado, Juan sabe que no me puedo resistir a sus historias, por muy extravagantes que sean. Casualmente, una de las últimas veces que hablé con él ponían una serie sobre el universo y las estrellas y Juan me dejó algún comentario sin desperdicio, ideas que ni se me habrían pasado por la cabeza. Hoy dan algo parecido en la segunda cadena.
Pese a que estamos sólos, mira el hombre para los dos lados, como para asegurarse de que nadie nos escucha, y señala una nebulosa brillante que aparece en pantalla.
Te voy a contar una cosa que me pasó cuando chico Rafael, una cosa que aunque parezca extraordinaria no era tan rara por aquellos entonces en Setenil, como más tarde comprobé.
¡No hay remedio! Juan va ha comenzar su relato.
Era yo un chaval de doce o trece años cuando estaba al cuidado de un sandial que tenía mi abuelo en el campo. Sandías de esas verdes que había antes, todas iguales, grandes y brillantes. Cuando estaban las sandías para cogerlas, empezamos a darnos cuenta de que algunas tenían signos y figuritas brillantes que se distinguían en el verde. Si las mirabas bien podías ver estrellas, unas grandes y otras más pequeñas, se distinguía una figura en el centro que se asemejaba al sol, más resplandeciente que ninguna otra, con sus rayos y todo, y la luna en todas sus fases, la llena, la enmediá, la creciente y la menguante. Al lado los planetas, algunos de gran tamaño y otros minúsculos, las constelaciones; la osa mayor, la menor, el carro …
Yo me quedo sin palabras. Muchas de las historias asombrosas que conozco se las debo a Juan, pero esta de verdad me deja perplejo; ¡un pequeño sistema solar en una sandía!
¡Qué una ni dos! ¡veinte o treinta en todo el sandial! Y todos los años igual. Me interpela Juan y prosigue:
Yo me llego a mi chacho, le comento el caso y entonces me dice que eso era normal, que eran las sandías luneras que le decían y que la gente del campo las conocía desde siempre.
Como tantos otros, Juan y su familia calló este fenómeno. Era una cosa que pasaba y ya está, no era plan de que lo tomasen a uno por loco, me comenta. Yo me pongo a pensar sobre el asunto. Tiene que haber una explicación lógica. Posiblemente la misma luz de los astros quedara reflejada como una fotocopia en la piel de la sandía. Mi confusión se incrementa cuando Juan me asegura que el mapa estelar se extendía por toda la esfera, incluso la porción de fruta que estaba en contacto con la tierra.
Juan no puede parar ya. Me habla de otros fenómenos que se sucedían en la huerta, que si los rabitos de las habas en años bisiestos y años normales y otros prodigios hortofrutícolas, de luces y sonidos en la noche, de extrañas formas en el cielo. Yo le advierto de que todo lo que me cuenta pienso ponerlo negro sobre blanco, que tengo la intención de publicarlo. Esto parece disuadirlo por un instante, pero sigue.
¡Mejor! Así alguien que entienda de las cosas estas le pueda encontrar una explicación al asunto. Hoy Juan, hombre por lo natural de temperamento comedido, está desatado.
De buenas a primera las sandías luneras se hicieron más raras hasta que dejaron de aparecer, y te digo que ni yo ni nadie que yo conozca hemos vuelto a ver ninguna como aquellas que se veían antiguamente.
Juan calla y vuelve su vista hacia la pantalla del televisor donde la imagen recrea un paseo por los anillos de Saturno. Finalmente suelta una de esas prendas que no tienen desperdicio:
¿Sabes lo que creo que pasó? Pues que se rompió un vínculo muy especial entre el hombre y la naturaleza, se quebró una relación que había existido desde siempre y sabe dios cuando se volverá a repetir.
Como es habitual, Juan me deja a cuadros. Pienso en lo que me ha contado aunque no termino de creerlo. No es que piense que me está engañando sino que él mismo pudo estar confundido, que creyó ver algo parecido a una constelación en un sistema solar en el sandial de su abuelo, pero por otro lado, me dice que era algo normal por aquellos entonces y que eran muchos los labradores que tenían luneras en sus pueblas. Yo mismo, al inicio del relato, pensé en una lógica científica, en el poder que los planetas y los astros ejercen sobre las personas, los animales y en definitiva en todos los seres vivos.
Damos por válido todo lo que nos cuentan extraños a diario en los medios de comunicación, en programas destinados al entretenimiento, en libros con el marchamo de serios, los razonamientos de predicadores de tres al cuarto, y no damos crédito al testimonio de un vecino al que tenemos en gran estima.
¿Por qué razón la historia de las sandías luneras no puede ser cierta? Nos ha tocado vivir una época extraña y desconcertante en la que los grandes dogmas que sostenían como pilares la sociedad han caído. Nada es eterno ni perenne, todo muta. Ni la religión ni mucho menos la política pueden darnos consuelo, en ética todo es relativo y cuestionable, infalibles gurús aparecen a diario para darnos soluciones temporales, nuevos dioses: el dinero, el deporte, la tecnología.
Este mundo parece que va que se las pela, que haciendo buenas las teorías de la relatividad, los relojes van cada vez más aprisa y en el fondo lo que dice Juan puede tener su lógica, que se ha roto un vínculo muy especial en tanto en cuanto los hombres no tenemos ni el tiempo ni quizás las ganas para pararnos un momento a mirar el cielo en una noche estrellada.
En fin amigos, que cada uno piense lo que quiera. Desde luego la historia de Juan y de las luneras es extraordinaria, pero tiene su lógica y razón. Yo, que desde hace algún tiempo he puesto mis creencias e ideologías en cuarentena, no podré reprimir la curiosidad de echarle un vistazo a cada sandía antes de clavarle el cuchillo. ¿Quién sabe?

¡Salud amigos! en esta fría tarde de otoño.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Un otoño caliente (II)

La semana pasada, unos días antes de que llegara el puente, un operario, cual guerrero homérico en las costas de Troya, alcanzó Las Cuevas del Sol. Con paso cansino pero decidido, bien pertrechado de cubo y escoba, se dirigió a esa papelera amiga mía. Pausadamente, con la mano firme del que conoce bien su oficio, anuda la bolsa de la basura, la saca de su recipiente y la mete en el cubo con ruedas que traía rodando. Así de fácil, así de sencillo. Atrás quedan quince días ¡quince! de agradable compañía, del sutil aroma de aquello que suponemos podrido, de la rutina costumbre de estar a diario junto a esa montaña orgánica y viva en continuo crecimiento.
Cuando el operario se alejaba con su preciada carga, me pareció ver a aquella familiar cáscara de plátano despedirse de mí diciéndome adiós con su manita. ¡Hasta siempre amiga! Suerte allá donde vayas.
Cae el otoño por estas tierras. Ayer, una manta densa y fría barrió el término y sumió a Setenil en un triste gris. Luego salió el sol y la humedad se disipó en minutos creando una atmósfera difuminada e irreal. Después de la tempestad siempre viene calma, axioma válido tanto para la climatología como en la hostelería e industrias afines.
Se nos fueron las fiestas de Todos los Santos y Difuntos y un año más nos quedamos sin un especial en este blog, siendo precisamente este uno de los temas que más me gusta tratar, tanto por celebrarse en las medianías del otoño como por tratarse de una fiesta extraordinaria en todos los sentidos, nada más y nada menos que un acercamiento a la muerte y todos sus fastos.
Otra cosa es lo de Halloween que año a año triunfa en nuestro país merced a la publicidad y sobre todo a la claudicación vergonzosa de profesores y padres que olvidan la extraordinaria tradición popular, religiosa y pagana de la cultura y mitología hispánica. Luego querremos que los ingleses nos devuelvan Gibraltar.
Yo desde luego me quedo con mis historias de fantasmas y aparecidos, con los sobrenaturales seres del bosque y las fuentes, con las ánimas benditas, con el ancestral respeto a los lugares donde reposan los restos de aquellos que se fueron, con el Don Juan Tenorio y las leyendas de Bécquer…en fin todo aquello que los españoles un día llevaron a América y que aún hoy perdura vivo y enriquecido en aquellas tierras más aún si cabe.
En fin, que le vamos a hacer. Como digo se me quedó en el tintero ese especial y con él unas fotografías antiguas que vienen a representar ese primitivo respeto a la muerte tan nuestro, tanto la que se vislumbra en el horizonte como la que ya resulta un hecho consumado. Para el próximo año será.
Pasaron estas fiestas tan bonitas de visitas al cementerio y castañas asadas. Una multitud hipoglucémica, ávida de ver y comer en hora y media todo lo que pudiera, desembarcó en Setenil. ¡Miles, miles de personas! ¿Quién puede barajar eso? A esto lo llaman turismo de aluvión, que sin bien te puede salvar la caja del mes no deja de ser peligroso por las funestas consecuencias que puede acarrear. ¿Pueden comer todos en el pueblo? ¿Dónde hace sus necesidades tanta gente? ¿Acaso pueden aparcar sus vehículos cuando no hay ningún lugar habilitado para tal efecto?
El caos del tráfico fue colosal y para colmo de males las fuerzas de orden público multaron a los vehículos que estacionaban en los arcenes de la carretera. No termino de dar crédito a esta noticia. Unos dicen que fueron cientos y otros dicen que sólo unos cuantos. La Guardia Civil, los municipales o todos fueron los que se pusieron a rellenar formularios de multas, competencia municipal o de la Comandancia, seguridad vial o simple afán recaudatorio…lo cierto y verdad es que al visitante que le endiñen una multa por venir a Setenil, cuando encima no ha encontrado ningún lugar para aparcar, ese no viene más.
El Ayuntamiento, en todo caso debe de poner manos en el asunto porque de otra manera estaría eludiendo algo que es de su total responsabilidad.
¿Afán recaudatorio? Llega el pago anual de las contribuciones. Setenil, un año más, uno de los pueblos de la provincia de Cádiz donde más han subido los tipos y que nadie nos engañe…se trata en gran medida de una competencia de los ayuntamientos, así que ya no pueden escurrir el bulto como si la culpa fuera de otros. A este paso, vivir en un pueblo como este será más caro que hacerlo en una ciudad y tener una cochera en cualquier cueva de Setenil será más gravoso que un local de la Castellana de Madrid.
Esto en un problema que afecta directamente a nuestro bolsillo, máxime si no tenemos muy claro cuales son los servicios a los que se destina parte del dinero recaudado y la calidad de los mismos es cada vez peor.
Inspectores de aviesas intenciones, multas y sanciones. Me acuerdo yo de aquel arriero que hizo fortuna acarreando tierra del río a las obras de la carretera. La vida antiguamente sería mucho más dura pero también más fácil y todo parece enmarañado, turbio y sucio.
Lluvia de meteoritos en Las Cuevas, espectáculo asegurado ¡que falta hace una limpieza a fondo de los tajos! porque cualquier día habrá una desgracia. No pueden ni imaginarse la cara de sorpresa y estupefacción que se le queda a los turistas cuando un recio bollano de piedra caliza se precipita al vacío desde las alturas y se hace añicos a pocos metros de donde degustan una masita de chorizo. ¿Seguro que esto no se cae jefe?
Que no hombre que no, que esto lleva mucho tiempo así… ¿tan mala suerte vamos a tener que nos va a tocar a nosotros? Le responde uno sin mucha convicción.
Como dice un amigo nuestro, si las Escuevas dicen a caerse, mejor que el desprendimiento te pille en el Llano del Higuerón.
Bien lejos, a Sevilla de fueron los niños de Sonrisa Libre con sus familiares, que allí les esperaba nuestro amigo Pedrín con Modesto Barragán, Juan y Medio, Alvaro Moreno de la Santa y Nuria del Saz para que Pedro Caballero les hiciera el reportaje de un calendario que será la sensación de las navidades.
Hay que ver la de cosas que lleva hechas Pedrín en tan poco tiempo. Desde Imagina Setenil ha puesto el pueblo patas arriba creando una herramienta de corte profesional que se ha convertido en la auténtica gaceta local, informando y fomentado un debate necesario y vital para la salud social de este pueblo.
Esto se llama movilizar al personal, ayudándonos además con su aliento y cariño a tener un sentido crítico de las cosas, a pensar por nosotros mismos y a no temer decir lo que ven nuestros ojos. Y todavía hay gente que busca una explicación a esa conducta altruista, como si ayudar a tus vecinos fuera algo meditado y preconcebido para alcanzar otros fines. Cree el ladrón que todos son de su condición. Personajes y personajillos, mediocres,  trincones y bravucones de tres al cuarto, perdonavidas que no soportan que otros sean capaces de hacer cosas que a ellos ni se les ha pasado por la cabeza, gente en definitiva que son incapaces de mover un dedo por sus semejantes si no hay pasta de por medio. Sus amenazas, sus anonimos y aspavientos suenan a rebuznos en la noche. Que la indiferencia y el olvido caigan sobre ellos.
Aixa, Fátima la Horra, la sultana despechada, odia al emir de Granada, y será capaz a azuzar a Boabdil, el hijo de ambos, contra el propio padre. Mientras tanto el emir ama a Isabel de Solís a la que hará su esposa. Cae Zahara en manos nazaríes, Gonzalo Fernández ama en secreto a Isabel pero ella sólo tiene ojos para Fernando, y Fernando…bueno, este las ama a todas. El mundo se derrumba a nuestros pies y nosotros nos enamoramos.
Los Reyes Católicos ya están en Álora, la bien cercada. Ramírez prepara sus bombardas, el Marqués de Cádiz galopa al frente de sus dos mil de a caballo. Fernando, el hábil estratega en el Maquiavelo se inspirara para su Príncipe, prepara el asalto definitivo de Setenil, la perla de Granada, mientras Isabel le espera en Sevilla.
Los lunes por la noche, amigos míos, batallitas.